lunes, 29 de enero de 2018

Sutra del Desarrollo de la actividad completa. (Lalitavistara) Capítulo siete-El nacimiento- Parte 2

Monjes, tan pronto como nació el bodhisatva, cientos de miles de miríadas de diosas flotaron en el aire cubriendo a Māyādevī con flores, perfumes, guirnaldas, ungüentos, finas prendas, y ornamentos.

Con respecto a esto, se dice:
“En aquel tiempo, para aquella de virtud inmaculada,
Que brillaba con una luz dorada más intensa que la del Sol y la Luna,
Sesenta mil diosas de voces melodiosas cantaban dulces melodías.
Tras haber llegado en un instante al jardín de Lumbini, dijeron a Māyādevī:
“¡No estés preocupada, sino que llénate de alegría! Nosotras te serviremos.”

¡Di! ¿Qué podemos hacer por ti? Dinos qué necesitas.
Nosotras somos tus sirvientas, y estamos alegres con esta tarea.
Te pedimos que seas dichosa y que abandones todo pesar.
Reina, hoy darás a luz sin complicaciones, al más sublime de los médicos.
Quien vencerá a la enfermedad y la muerte. [92]

Se abrieron los brotes de los árboles, y los árboles de sāla florecieron;
Miles de dioses están ante ti, postrando sus brazos.
El mar y la tierra tiemblan de seis formas diferentes;
Hoy tu darás a luz a un hijo que será conocido en cielo y tierra, el Transcendente.

Todo brilla con una luz de color dorado que lo embellece;
En el cielo suena una dulce música sin que los instrumentos sean tocados;
Cien mil dioses de  Suddhāvāsa, puros y libres de pasiones, se postran gozosos ante ti;
Hoy tú alumbrarás a un hijo que será la ayuda de todos los mundos.

Sakra, Brahma, los Guardianes del Mundo, y muchos otros dioses
 Permanecen gozosos a tu lado; con las manos juntas.
El León de los Hombres, de conducta disciplinada, salió del lado derecho de su madre;
Como una montaña dorada, el Guía del Mundo emerge en una luz brillante y pura.

Sakra y Brahma lo sostuvieron en sus brazos, recibiendo al Muni.
Cien mil Campos de Buda temblaron, y brillaron rayos de luz pura.
Cien mil dioses arrojaron flores y agitaron estandartes;
E incluso los seres de los tres destinos desafortunados estaban felices y libres de miserias.

La tierra adoptó la dureza del diamante y así permanece firme;
Cuando el Guía más excelente posa sus pies embellecidos con la marca de una rueda,
Aparece un loto maravilloso. Tras dar siete pasos, dice con la voz de
Brahma:
“Yo seré el más grande de los médicos, el destructor de la enfermedad y la muerte.” [93]

Brahma y Sakra bañaron al Guía más excelente, con agua dulcemente perfumada;
Dos reyes naga que habitaban en el cielo hicieron brotar
Dos corrientes de agua fría y caliente.
Y cien mil dioses bañaron al Guía más excelente con aguas perfumadas.

Los Guardianes del Mundo lo sostuvieron en sus bellas manos con el mayor respeto;
El gran universo de tres millones de mundos, con lo animado e inanimado, tembló.
Surgieron rayos de luz brillante que alcanzaron incluso los tres destinos inferiores;
El sufrimiento y las aflicciones son aliviados cuando el Guía del mundo nace.

Los dioses esparcieron flores sobre este Conquistador Guía de los Hombres;
El héroe fuerte y diligente, recién nacido, dio siete pasos firmes,
Y dondequiera que posaba sus pies surgían de la tierra los lotos más hermosos,
Adornados con toda clase de joyas.

Después de dar siete pasos, proclamó con melodiosa voz de Brahma:
“Ha llegado el destructor de la vejez y la muerte, el Médico Sublime.”
Mirando sin miedo hacia todas las direcciones, pronunció estas palabras llenas de significado:
“Yo soy el Líder del Mundo, soy el Guía del Mundo.”

“Este es mi último nacimiento.”
Y cuando decía esto, el Guía del Mundo sonreía.
Sakra y los Guardianes del Mundo generaron una fe firme,
Y bañaron a aquel que vino a ayudar al mundo con agua perfumada.

Los reyes de los nagas también lo bañaron,
Y también otros dioses, cientos de miles de ellos
Que estaban suspendidos en el aire
También lo bañaron con aguas de dulces fragancias. [94]

Al abrigo de un gran parasol blanco y de abanicos reales,
Ellos bañaron al cuerpo surgido de sí mismo con agua perfumada;
Los dioses, suspendidos en el aire
Bañaron al más grande de los hombres.

Un hombre relató rápidamente el feliz suceso al Rey Suddhodana;
Y le dijo lleno de alegría: “¡Oh, rey afortunado! Un hijo ha nacido adornado con signos.
Será un monarca universal, la joya de tu familia.
No tendrá enemigos en Jambudvipa, y solo él portará el parasol símbolo de soberanía.”

Un segundo hombre corrió hacia el Rey Suddhodana para decirle:
“¡Oh rey afortunado! Señor, en el clan de los Sakya
Han nacido 25.000 niños,
Todos ellos dotados de fuerza y grandeza.”

Otro hombre llegó, y dijo: “¡Oh, rey! Escucha mis buenas noticias.
Entre los sirvientes han nacido 800 niños, encabezados por Chandaka.
Entre los caballos han nacido 10.000 potros, con Kanthaka a la cabeza.
Son los mejores caballos, de color dorado, con crines y rabos plateados.

Veinte mil reyes de las zonas fronterizas vinieron ante el rey, diciendo:
“¡Oh, rey! ¡Que puedas ser victorioso!
Nosotros hemos venido. Dinos, rey, ¿Qué debemos hacer?
Majestad, eres el Señor y nosotros somos tus súbditos. Rey, ¡Que la victoria sea tuya!”

Veinte mil elefantes adornados con redes doradas
Han marchado rápidamente hacia Kapilavastu llenando el aire con sus sonidos. [95]
Encabezados por Gopā, han nacido seis mil terneros de color negro.
Como ha nacido quien es superior a los dioses, así hacen esos otros seres. ¡Qué excelencia para el reino!

¡Ve, rey, a ver lo que es tuyo! ¡Señor de mérito resplendente!
Como miles de dioses y de humanos gozosos ven las cualidades del recién nacido,
Ellos exclaman llenos de alegría al ver sus virtudes:
“Iluminado, libre de todo sufrimiento, ¡Que puedas ser pronto victorioso!”

Monjes, cuando nació el bodhisatva tuvo lugar una amplia distribución de regalos. Además nacieron quinientos hijos de familia noble. También nacieron diez mil chicas, lideradas por Yasovatī, y también nacieron entre los sirvientes ochocientas niñas y quinientos niños, estos liderados por Chanda. También nacieron diez mil yeguas y diez mil potros, con Kanthaka a su cabeza. Finalmente tras el nacimiento del bodhisatva también nacieron muchos elefantes, quinientos machos y quinientas hembras. Estos nacimientos fueron inscritos en registros por el Rey Suddhodana, y dados al joven príncipe para su diversión.
Debido al poder del bodhisatva y para disfrute del bodhisatva, en el medio de los cuatro millones de continentes nació un árbol de la iluminación, y en el continente más interior apareció un bosque de sándalo. Para disfrute del bodhisatva también aparecieron quinientos jardines en las cercanías de la ciudad. Y se hicieron visibles en la tierra los accesos a quinientos tesoros. Todos los deseos del Rey Suddhodana fueron completamente colmados.

Entonces, el Rey se preguntó: “¿Qué nombre le daré ahora al joven príncipe?”; y pensó: “Puesto que tras su nacimiento todos los deseos se han visto completamente colmados, le daré el nombre de Sarvārthasiddha[1]. “ Entonces el Rey [96] Suddhodana preparó una gran ceremonia para darle el nombre, y dijo: “Que pueda el joven príncipe ser conocido como Sarvārthasiddha”.
Monjes, aunque el bodhisatva había nacido de la parte derecha del vientre de su madre, ella no había sufrido ninguna clase de daño, y estaba tal como solía estar antes. Y en el momento del nacimiento habían aparecido tres manantiales, y tres estanques con aceites perfumados.
Entonces cinco mil doncellas celestiales aparecieron ante la madre del bodhisatva portando aceites impregnados con perfumes divinos, preguntándole si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada. Similarmente, cinco mil doncellas celestiales aparecieron ante la madre del bodhisatva portando ungüentos, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada.
Entonces cinco mil jóvenes diosas se aproximaron la madre del bodhisatva llevando vasos llenos de agua con aromas divinos, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada.
A continuación, cinco mil diosas jóvenes se aproximaron a la madre del bodhisatva portando prendas infantiles celestiales, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada.
Cinco mil diosas jóvenes se aproximaron a la madre del bodhisatva llevando ornamentos infantiles divinos, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada. Entonces aparecieron cinco mil doncellas celestiales sosteniendo instrumentos musicales celestiales, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada.

Todos los sabios no budistas en la tierra de Jambudvipa, quienes poseían las cinco clases de conocimiento superior, llegaron volando a través de los cielos y pararon en presencia del Rey Suddhodana, y pronunciaron las siguientes palabras: “¡Que pueda el rey ser victorioso y próspero!”

¡Oh, monjes! Cuando nació el bodhisatva, durante los siete días siguientes al nacimiento, él fue honrado con música celestial y humana, respetado, y reverenciado en el jardín de Lumbini. Allí se prepararon y ofrecieron platos delicados; y reunido todo el clan de los Sakya, con exclamaciones de deleite practicaron la generosidad y las buenas acciones,  [97] y cada día fueron satisfechas las necesidades de 32.000 brahmines, a quienes les dieron todo lo que deseaban.
Sakra y Brahma tomaron la forma de dos hombres jóvenes en aquella reunión de brahmines, y sentándose en los lugares disponibles en cabeza, pronunciaron estos versos con respecto a los presagios:

“Aquellos que están en los estados desafortunados son confortados,
Y todos los seres están felices.
Seguramente que quien establecerá a los seres en la felicidad,
Quien traerá la alegría, ha nacido.

Como las luces sin nubes de los dioses,
Del Sol y de la Luna,
Son eclipsados y desaparecen,
Seguramente que ha aparecido el dotado con el esplendor del mérito.

El ciego pudo volver a ver;
El sordo volvió a oír;
El loco recobró sus sentidos;
Seguramente serán construidas muchas caityas para honrarle.

Los grilletes de las pasiones ya no atormentan,
Y las mentes de los seres están llenas de amor;
Sin lugar a dudas es cierto
Que él es digno de recibir el homenaje de diez millones de Brahmas.

Los árboles de sāla están floridos;
Y la tierra está nivelada.
Ciertamente será digno de todo homenaje,
Y será el Omnisciente.

El mundo está en calma,
Y han surgido grandes lotos.
Sin ninguna duda, este ser esplendoroso
Será el guía del  Mundo.

Las suaves brisas perfumadas con incienso
Alivian el sufrimiento de los seres,
Y son curadas las enfermedades de todas las criaturas.
Seguramente él será el Rey de los Médicos.

Los cientos de dioses del Reino de la Forma
Están libres de sus pasiones,
Y se postran con las manos juntas.
Con seguridad él es digno de ofrendas.

Los hombres pueden ver a los dioses,
Los dioses pueden ver a los hombres,
Y nadie hace daño al otro.
Seguramente que será el líder de los seres. [98]

Los fuegos se han apagado,
Los ríos han dejado de fluir,
Y la tierra se mueve suavemente;
Seguramente él será alguien que ve la verdad.

Monjes, siete días después del nacimiento del bodhisatva llegó el momento de la muerte para Māyādevī; y tras su muerte Māyādevī renació en el Cielo de los Treinta y Tres.
Monjes, vosotros podéis pensar que la muerte de Māyādevī fue debido al nacimiento del bodhisatva, pero estáis equivocados. Realmente esa no es la forma de verlo, puesto que ella había alcanzado la máxima duración de su vida. Monjes, siete días después de que los bodhisatvas del pasado nacieran en su último renacimiento, sus madres también murieron. ¿Y por qué sucede esto? Porque si un bodhisatva creciera desarrollando plenamente sus facultades, en el momento en el que renunciara abandonando el hogar, el corazón de su madre se rompería.

Monjes, así pues, siete días después de que Māyādevī hubiera salido de la gran ciudad de Kapilavastu, para ir con gran pompa hasta el jardín de recreo, el bodhisatva entró en la gran ciudad de Kapilavastu con un esplendor un trillón de veces mayor.
En el momento de su entrada en la ciudad fueron llevadas delante de él cinco mil vasijas llenas de agua perfumada. También había cinco mil doncellas en cabeza portando abanicos hechos con plumas de pavo real; las precedían cinco mil doncellas que portaban hojas de palma, y aún más adelante había cinco mil doncellas sosteniendo vasos dorados llenos de agua perfumada con la que rociaban el trayecto. Estas estaban precedidas por cinco mil muchachas que llevaban diversas guirnaldas confeccionadas con flores silvestres, y también de cinco mil chicas que portaban diversas cajas. Entonces vinieron otras cinco mil doncellas adornadas con joyas preciosas, y que iban barriendo el camino. Más adelante aún, caminaban cinco mil chicas que portaban cojines, [99] y cinco mil brahmines llevando campanillas, las cuales hacían sonar produciendo sonidos auspiciosos. Delante de ellos caminaban veinte mil elefantes engalanados con todos sus adornos, y veinte mil caballos cubiertos con adornos dorados y joyas.
Siguiendo al bodhisatva venían ochenta mil carros bellamente engalanados con mallas de campanillas doradas, y con parasoles, estandartes de la victoria, y banderas. Después venían cuarenta mil imponentes soldados de infantería, dignos y valientes, héroes vistiendo sus cuerpos fuertes con armaduras. En los cielos, incontables cientos de miles de millones de dioses de los Reinos del Deseo y de la Forma rendían homenaje al bodhisatva con diversas clases de ofrendas. El propio bodhisatva montaba en un carro que había sido ataviado por los dioses del Reino del Deseo con gran cantidad de adornos. El carro era tirado por veinte mil diosas jóvenes bellamente adornadas con joyas, y que llevaban guirnaldas de perlas. Entre cada dos diosas jóvenes había una muchacha humana, y entre cada dos muchachas humanas, había una joven celestial. Sin embargo, debido al poder del bodhisatva, las jóvenes celestiales no encontraban desagradable el olor de las humanas, ni tampoco estas se sentían humilladas por la belleza de las doncellas divinas.

¡Oh, monjes!, cinco mil Sakyas habían construido cinco mil moradas para el bodhisatva en la hermosa ciudad de Kapilavastu. Cuando el bodhisatva entró en la cuidad, cada Sakya, de pie ante cada una de las casas, con las manos juntas se postró respetuosamente ante el bodhisatva, suplicando: “¡Oh, Sarvārthasiddha, te ruego que entres aquí! ¡Dios entre los dioses, te ruego que entres aquí! ¡Ser puro, te ruego que entres aquí! ¡Capitán sublime, te ruego que entres aquí! ¡Fuente del placer y de la alegría, inmaculado en tu gloria, te ruego que entres aquí! [100] ¡Tú que eres famoso como estando más allá del reproche, te ruego que entres aquí! ¡Tú que lo ves todo, te ruego que entres aquí! ¡Incomparable y sin igual, tú que posees el esplendor de las virtudes inmaculadas, cuyo cuerpo está bien adornado con las marcas mayores y menores, te ruego que entres aquí!”

Puesto que el Rey Suddhodana quería hacer felices a todos, y que no hubiere resentimientos, alojó al bodhisatva por turnos en cada una de las casas. De este modo, fue solo transcurridos cuatro meses cuando el bodhisatva entró en su propia morada, el gran palacio conocido como Nānāratnavyūha[2]. Aquí se estableció el bodhisatva, y aquí los más ancianos de entre el clan de los Sakya se reunieron en consejo para tratar sobre quién entre sus mujeres debería de ser la responsable de educar, cuidar, y alimentar al bodhisatva. Estuvieron de acuerdo en que debería ser una persona sabia y buena, que debería de cuidarlo en una atmosfera de bondad y altruismo. Entonces cincuenta mujeres Sakya dijeron: “Yo soy la que debería de servir al bodhisatva.”
Pero los más ancianos entre los Sakya observaron: “Todas estas mujeres son jóvenes y hermosas, envanecidas y orgullosas de su belleza. Estas mujeres son incapaces de cuidar del príncipe y de sus necesidades. Solo Mahāprajāpatī Gautamī, la hermana de la madre del joven príncipe, es capaz de cuidar de él. Ella hará que el príncipe esté feliz y a gusto, y también hará feliz al Rey Suddhodana.”

Todos estuvieron de acuerdo en confiar en Mahāprajāpatī Gautamī, y a ella se le encomendó la labor de criar al joven príncipe. Fueron escogidas treinta y dos niñeras para servir al bodhisatva: ocho para sacarlo a pasear, ocho para amamantarlo, ocho para bañarlo, y ocho para jugar con él.



[1] Quien colma todos propósitos.
[2] Diverso conjunto de gemas.

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