La Perfección de la Paciencia. Los Dos Tipos de Paciencia.
Sujāta preguntó al Buda: “Bhagavan,
el Buda ha explicado las Perfecciones de la Generosidad y de la Moralidad. ¿Cómo
practica el Bodhisattva la Perfección de la Paciencia.”
El Buda dijo: “Buen hombre, existen
dos clases de paciencia: la paciencia mundana, y la paciencia supra mundana. La
paciencia mundana es ser capaz tolerar el hambre, la sed, el frío, el calor, el
dolor, y el placer. La paciencia supra mundana es ser paciente en la fe, en la generosidad,
en la observación de los preceptos, en la escucha del Dharma, en el desarrollo
de la sabiduría, y en sostener las visiones correctas; tener paciencia manteniendo
el refugio en el Buda, el Dharma, y la Sangha; tolerar las calumnias, los
golpes, los insultos, y las cosas malas, y también ser paciente con la codicia,
el enfado, y el engaño de uno; y paciencia en soportar lo que es difícil de
soportar, en dar lo que es difícil de dar, y en hacer lo que es difícil de
hacer.
Buen hombre, si un Bodhisattva es
golpeado, despreciado, calumniado, o regañado con palabras insultantes, el no
alberga un pensamiento de venganza. Un Bodhisattva soporta esas cosas, no para
obtener beneficios en esta vida, sino en las vidas futuras. Puesto que él
retribuye el mal con el bien, el mal no lo volverá a alcanzar.
Perfección y Paciencia.
Buen hombre, 1) existe paciencia que
no es cualificada como una Perfección, 2) existen Perfecciones distintas de la
paciencia; 3) existe paciencia que tiene la cualificación de Perfección; y 4)
existen prácticas que no son ni paciencia, ni Perfecciones.
La paciencia mundana y la paciencia
desarrollada por los Oyentes y los Realizadores Solitarios no tienen la
condición de Perfección. La Perfección de la Generosidad, la Perfección de la Moralidad,
y la Perfección de la Concentración son Perfecciones distintas de la Paciencia.
Si en uno no surge ni tan siquiera un solo pensamiento de enfado cuando son
cortadas su cabeza, sus ojos, manos, y pies, entonces esta paciencia está
cualificada como Perfección. La generosidad y la observación de los preceptos
por parte de los Oyentes y Realizadores Solitarios, no son ni paciencia, ni
Perfecciones.
Cómo Cultivar la Paciencia.
Buen hombre, para cultivar la
paciencia, uno debiera primero destruir su orgullo, enfado, y engaño. Uno
debería de percibir que un fenómeno no tiene ni un “yo”, ni lo perteneciente a
un “yo”, ni una naturaleza permanente. Has de saber, que aquel que es capaz de
contemplar de este modo a todos los fenómenos, puede realmente cultivar la
paciencia con deleite.
Cuando un hombre sabio está siendo
reñido, el piensa: “Las palabras ofensivas no surgen de forma simultánea.
Cuando la primera palabra ha sido pronunciada, la segunda aún no ha surgido.
Cuando la segunda es pronunciada, la primera ya ha desaparecido. Puesto que no
surgen simultáneamente, ¿Qué es regañar? Son meros sonidos de viento. ¿Por qué
debería de estar enfadado? Yo soy una reunión de los cinco agregados. Si los
cuatro agregados mentales están ausentes, no puede ser percibida la riña. Mi
cuerpo[1],
también es una reunión de partes. Todo lo que es una reunión está cambiando
incesantemente, pensamiento tras pensamiento. Entonces, ¿Quién es objeto de la
riña?
Reñir no es más que el moverse del
viento. Existen dos clases de viento: el viento externo, y el interno. Si no me
enfado por el viento externo[2];
mucho menos me voy a enfadar por el viento interno[3].
La razón para regañarme puede ser verdadera o falsa. Si yo merezco la
reprimenda, ¿Por qué debería de estar enfadado? Si no soy merecedor de ella, la
reprensión volverá a quien regaña. Puesto que nada tiene que ver conmigo, ¿Por
qué debería de enojarme? Ser presa del enfado es una acción no virtuosa. ¿Por
qué? Porque mi enfado me conducirá a alguno de los tres destinos desafortunados.
El sufrimiento que experimentaré allí será una retribución por lo que yo hice.
Por lo tanto, yo soy la causas de todas mis retribuciones, buenas y malas.”
Buen hombre, para cultivar la
paciencia, se han de hacer cinco cosas: 1) no devolver el mal recibido; 2)
contemplar la impermanencia de todo; 3) cultivar el amor benevolente y la
compasión; 4) no abandonar el auto control; y 5) erradicar el enfado.
Buen hombre, has de saber que uno
cultiva realmente la paciencia, si puede conseguir plenamente las cinco cosas
citadas; si uno puede emplear palabras siempre agradables, si purifica los
potenciales kármicos de su cuerpo y habla, si saluda a los otros de forma
amistosa, y si contempla las razones de sufrimiento y felicidad de uno; si uno
puede entrenarse en la Absorción Meditativa de la Vacuidad, y observar que
todos los seres son impermanentes y que están inmersos en el sufrimiento; y si
uno puede ver a quien lo riñe como siendo un loco, un insensato, o un
ignorante.
Un hombre sabio piensa: “Si quien
riñe conmigo es más fuerte que yo, no debiera de enfadarme. ¿Por qué? Porque si
yo me enfado, él puede quitarme la vida. Si es más débil que yo, no debiera de
enfadarme. ¿Por qué? Porque él no es rival para mí. Si yo respondo a la
reprimenda regañando, resulta un insulto para mi cuerpo y habla. Utilizando una
analogía, si alguien da veneno a otro como venganza, los otros no estarán
sorprendidos. Sin embargo, si él toma el veneno (para vengarse de otro), los
otros se reirán de él. Lo mismo es verdad para mí. Si yo me enfado con otro, yo
seré censurado por los seres santos, y en el futuro tendré que padecer un
terrible sufrimiento. Por lo tanto, aunque mi cuerpo sea cortado en pedazos, yo
no me enfadaré. En vez de ello, yo debiera de observar las causas y condiciones
resultantes de los potenciales kármicos de las acciones hechas en el pasado, y
cultivar el amor benevolente y la compasión hacia todos. Si no puedo tolerar
tan poca cosa, ¿Cómo puedo yo domar a los seres? Tolerar la adversidad es la
causa verdadera de la Iluminación. El logro de la Insuperable, Perfecta, y
Completa Iluminación es el verdadero fruto de la paciencia. Si yo no planto esa
semilla, ¿Cómo puedo madurar ese fruto?”
Un Bodhisattva Con Paciencia.
Buen hombre, un hombre sabio que se
deleita en el cultivo de la paciencia parece amistoso y agradable. El disfruta
de un carácter alegre, y la gente lo aprecia, no cansándose nunca de verlo. Sin
embargo, el no tiene apego hacia aquellos que él transforma.
Cuando un hombre sabio sufre la
enemistad y le hacen daño, el hace una aspiración, deseando que los enemigos en
una vida futura lleguen a ser sus padres, hijos, o familiares, quienes no lo
odiarán. El observa que toda privación, deformidad, característica facial
horrenda, o facultades incompletas, son
retribuciones para el enfado. Por ello, un hombre sabio cultiva
diligentemente la virtud de la paciencia.
Buen hombre, puesto que un
Bodhisattva, un Gran Ser, cultiva la paciencia ante la adversidad, el se
deleita en observar los males de padecer repetidamente el nacimiento y muerte,
y se deleita en entrenarse de acuerdo al Dharma y en hacer esfuerzos enérgicos.
El lee, recita, y copia los Sutras del Tathagata, y hace ofrendas a los
maestros y a aquellos virtuosos. El cuida del enfermo y del angustiado, y
cultiva el amor benevolente y la compasión universal. Cuando él ve a quienes
están sufriendo, hace posible que dejen atrás su sufrimiento.
El se deleita siempre en abandonar la
vida en familia. Durante toda su vida, el observa los preceptos, se esfuerza
enérgicamente, y restringe sus seis facultades, no permitiéndoles que activen
sus aflicciones. El preferiría más perder su cuerpo y su vida antes que violar
los preceptos. Si otros tienen proyectos, el se deleita en ayudarlos a realizarlos.
El tiene siempre un sentido de la vergüenza y del deshonor, y alaba la virtud
de la paciencia. Para domar a los seres, él puede tolerar miríadas de dolores.
El puede tolerar incluso los males ocasionados por los enemigos, mucho más los
hechos por los parientes.
El puede tolerar dos clases de
enfado: el enfado de los seres, y el enfado de los “no seres”. El olvida su
propia felicidad para hacer posible la felicidad de otros. El no tiene en
cuenta las malas acciones de los demás, y nunca olvida las más ligeras bondades
de los otros. El evita hablar causando división, y guarda silencio con respecto
a las faltas de otros. En vez de ello, él habla de los inconvenientes de las
aflicciones, haciendo posible que los seres abandonen sus aflicciones. No
obstante, no habla de las cosas que desagradan a otros. El purifica sus
acciones de cuerpo, habla, y mente. Si comete una falta debido al surgir de las
aflicciones, se siente avergonzado y lleno de remordimiento.
Buen hombre, existen dos clases de
Bodhisattvas: aquellos que han renunciado a la vida en familia, y aquellos que
llevan una vida en familia. No es difícil para aquellos que han renunciado a la
vida en familia el cultivar la paciencia, pero para los Bodhisattvas que llevan
una vida en familia es difícil cultivar la paciencia. ¿Por qué? Porque aquellos
que llevan una vida en familia están impedidos por muchas causas y condiciones
adversas.
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