lunes, 26 de septiembre de 2016

Sutra de la Moralidad del Laico. Capítulo Veinticinco. La Perfección de la Paciencia.

La Perfección de la Paciencia. Los Dos Tipos de Paciencia.
Sujāta preguntó al Buda: “Bhagavan, el Buda ha explicado las Perfecciones de la Generosidad y de la Moralidad. ¿Cómo practica el Bodhisattva la Perfección de la Paciencia.”
El Buda dijo: “Buen hombre, existen dos clases de paciencia: la paciencia mundana, y la paciencia supra mundana. La paciencia mundana es ser capaz tolerar el hambre, la sed, el frío, el calor, el dolor, y el placer. La paciencia supra mundana es ser paciente en la fe, en la generosidad, en la observación de los preceptos, en la escucha del Dharma, en el desarrollo de la sabiduría, y en sostener las visiones correctas; tener paciencia manteniendo el refugio en el Buda, el Dharma, y la Sangha; tolerar las calumnias, los golpes, los insultos, y las cosas malas, y también ser paciente con la codicia, el enfado, y el engaño de uno; y paciencia en soportar lo que es difícil de soportar, en dar lo que es difícil de dar, y en hacer lo que es difícil de hacer.
Buen hombre, si un Bodhisattva es golpeado, despreciado, calumniado, o regañado con palabras insultantes, el no alberga un pensamiento de venganza. Un Bodhisattva soporta esas cosas, no para obtener beneficios en esta vida, sino en las vidas futuras. Puesto que él retribuye el mal con el bien, el mal no lo volverá a alcanzar.
Perfección y Paciencia.
Buen hombre, 1) existe paciencia que no es cualificada como una Perfección, 2) existen Perfecciones distintas de la paciencia; 3) existe paciencia que tiene la cualificación de Perfección; y 4) existen prácticas que no son ni paciencia, ni Perfecciones.
La paciencia mundana y la paciencia desarrollada por los Oyentes y los Realizadores Solitarios no tienen la condición de Perfección. La Perfección de la Generosidad, la Perfección de la Moralidad, y la Perfección de la Concentración son Perfecciones distintas de la Paciencia. Si en uno no surge ni tan siquiera un solo pensamiento de enfado cuando son cortadas su cabeza, sus ojos, manos, y pies, entonces esta paciencia está cualificada como Perfección. La generosidad y la observación de los preceptos por parte de los Oyentes y Realizadores Solitarios, no son ni paciencia, ni Perfecciones.
Cómo Cultivar la Paciencia.
Buen hombre, para cultivar la paciencia, uno debiera primero destruir su orgullo, enfado, y engaño. Uno debería de percibir que un fenómeno no tiene ni un “yo”, ni lo perteneciente a un “yo”, ni una naturaleza permanente. Has de saber, que aquel que es capaz de contemplar de este modo a todos los fenómenos, puede realmente cultivar la paciencia con deleite.
Cuando un hombre sabio está siendo reñido, el piensa: “Las palabras ofensivas no surgen de forma simultánea. Cuando la primera palabra ha sido pronunciada, la segunda aún no ha surgido. Cuando la segunda es pronunciada, la primera ya ha desaparecido. Puesto que no surgen simultáneamente, ¿Qué es regañar? Son meros sonidos de viento. ¿Por qué debería de estar enfadado? Yo soy una reunión de los cinco agregados. Si los cuatro agregados mentales están ausentes, no puede ser percibida la riña. Mi cuerpo[1], también es una reunión de partes. Todo lo que es una reunión está cambiando incesantemente, pensamiento tras pensamiento. Entonces, ¿Quién es objeto de la riña?
Reñir no es más que el moverse del viento. Existen dos clases de viento: el viento externo, y el interno. Si no me enfado por el viento externo[2]; mucho menos me voy a enfadar por el viento interno[3]. La razón para regañarme puede ser verdadera o falsa. Si yo merezco la reprimenda, ¿Por qué debería de estar enfadado? Si no soy merecedor de ella, la reprensión volverá a quien regaña. Puesto que nada tiene que ver conmigo, ¿Por qué debería de enojarme? Ser presa del enfado es una acción no virtuosa. ¿Por qué? Porque mi enfado me conducirá a alguno de los tres destinos desafortunados. El sufrimiento que experimentaré allí será una retribución por lo que yo hice. Por lo tanto, yo soy la causas de todas mis retribuciones, buenas y malas.”
Buen hombre, para cultivar la paciencia, se han de hacer cinco cosas: 1) no devolver el mal recibido; 2) contemplar la impermanencia de todo; 3) cultivar el amor benevolente y la compasión; 4) no abandonar el auto control; y 5) erradicar el enfado.
Buen hombre, has de saber que uno cultiva realmente la paciencia, si puede conseguir plenamente las cinco cosas citadas; si uno puede emplear palabras siempre agradables, si purifica los potenciales kármicos de su cuerpo y habla, si saluda a los otros de forma amistosa, y si contempla las razones de sufrimiento y felicidad de uno; si uno puede entrenarse en la Absorción Meditativa de la Vacuidad, y observar que todos los seres son impermanentes y que están inmersos en el sufrimiento; y si uno puede ver a quien lo riñe como siendo un loco, un insensato, o un ignorante.
Un hombre sabio piensa: “Si quien riñe conmigo es más fuerte que yo, no debiera de enfadarme. ¿Por qué? Porque si yo me enfado, él puede quitarme la vida. Si es más débil que yo, no debiera de enfadarme. ¿Por qué? Porque él no es rival para mí. Si yo respondo a la reprimenda regañando, resulta un insulto para mi cuerpo y habla. Utilizando una analogía, si alguien da veneno a otro como venganza, los otros no estarán sorprendidos. Sin embargo, si él toma el veneno (para vengarse de otro), los otros se reirán de él. Lo mismo es verdad para mí. Si yo me enfado con otro, yo seré censurado por los seres santos, y en el futuro tendré que padecer un terrible sufrimiento. Por lo tanto, aunque mi cuerpo sea cortado en pedazos, yo no me enfadaré. En vez de ello, yo debiera de observar las causas y condiciones resultantes de los potenciales kármicos de las acciones hechas en el pasado, y cultivar el amor benevolente y la compasión hacia todos. Si no puedo tolerar tan poca cosa, ¿Cómo puedo yo domar a los seres? Tolerar la adversidad es la causa verdadera de la Iluminación. El logro de la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación es el verdadero fruto de la paciencia. Si yo no planto esa semilla, ¿Cómo puedo madurar ese fruto?”
Un Bodhisattva Con Paciencia.
Buen hombre, un hombre sabio que se deleita en el cultivo de la paciencia parece amistoso y agradable. El disfruta de un carácter alegre, y la gente lo aprecia, no cansándose nunca de verlo. Sin embargo, el no tiene apego hacia aquellos que él transforma.
Cuando un hombre sabio sufre la enemistad y le hacen daño, el hace una aspiración, deseando que los enemigos en una vida futura lleguen a ser sus padres, hijos, o familiares, quienes no lo odiarán. El observa que toda privación, deformidad, característica facial horrenda, o facultades incompletas, son  retribuciones para el enfado. Por ello, un hombre sabio cultiva diligentemente la virtud de la paciencia.
Buen hombre, puesto que un Bodhisattva, un Gran Ser, cultiva la paciencia ante la adversidad, el se deleita en observar los males de padecer repetidamente el nacimiento y muerte, y se deleita en entrenarse de acuerdo al Dharma y en hacer esfuerzos enérgicos. El lee, recita, y copia los Sutras del Tathagata, y hace ofrendas a los maestros y a aquellos virtuosos. El cuida del enfermo y del angustiado, y cultiva el amor benevolente y la compasión universal. Cuando él ve a quienes están sufriendo, hace posible que dejen atrás su sufrimiento.
El se deleita siempre en abandonar la vida en familia. Durante toda su vida, el observa los preceptos, se esfuerza enérgicamente, y restringe sus seis facultades, no permitiéndoles que activen sus aflicciones. El preferiría más perder su cuerpo y su vida antes que violar los preceptos. Si otros tienen proyectos, el se deleita en ayudarlos a realizarlos. El tiene siempre un sentido de la vergüenza y del deshonor, y alaba la virtud de la paciencia. Para domar a los seres, él puede tolerar miríadas de dolores. El puede tolerar incluso los males ocasionados por los enemigos, mucho más los hechos por los parientes.
El puede tolerar dos clases de enfado: el enfado de los seres, y el enfado de los “no seres”. El olvida su propia felicidad para hacer posible la felicidad de otros. El no tiene en cuenta las malas acciones de los demás, y nunca olvida las más ligeras bondades de los otros. El evita hablar causando división, y guarda silencio con respecto a las faltas de otros. En vez de ello, él habla de los inconvenientes de las aflicciones, haciendo posible que los seres abandonen sus aflicciones. No obstante, no habla de las cosas que desagradan a otros. El purifica sus acciones de cuerpo, habla, y mente. Si comete una falta debido al surgir de las aflicciones, se siente avergonzado y lleno de remordimiento.
Buen hombre, existen dos clases de Bodhisattvas: aquellos que han renunciado a la vida en familia, y aquellos que llevan una vida en familia. No es difícil para aquellos que han renunciado a la vida en familia el cultivar la paciencia, pero para los Bodhisattvas que llevan una vida en familia es difícil cultivar la paciencia. ¿Por qué? Porque aquellos que llevan una vida en familia están impedidos por muchas causas y condiciones adversas.



[1] El agregado de la forma.
[2] Mucho más fuerte, y producido por la naturaleza.
[3] Muchísimo más débil, y producido por los seres. 

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