domingo, 4 de septiembre de 2016

Sutra de la Moralidad del Laico. Capítulo Veintidos. Los Cinco Preceptos.

Los Cinco Preceptos.
Sujāta preguntó: “Bhagavan, ¿Qué tipo de gente puede tomar los Tres Refugios? ¿Qué tipo de persona no puede?”
El Buda dijo: “Buen hombre, aquellos que creen en la causalidad, las Cuatro Nobles Verdades, y el logro de la Iluminación, pueden tomar los Tres Refugios. Buen hombre, aquellos que tienen una fe sincera indestructible, permanecen cerca de las Tres Joyas, y aceptan las enseñanzas de los buenos amigos instruidos, pueden tomar los Tres Refugios. Además, pueden aceptar preceptos del practicante laico.
Uno debería de reflexionar en que los preceptos del laico pueden traerle a uno méritos y buenas retribuciones inmensurables, y que pueden destruir una inmensurable cantidad de fenómenos no virtuosos. Además, uno debería de reflexionar en que son incontables los seres que experimentan sufrimiento, que es difícil renacer como humano, que es difícil tener las facultades completas; que incluso aunque uno tenga las facultades completas, es difícil tener fe; que incluso teniendo fe, es difícil encontrar buenos amigos instruidos; que si uno ha encontrado buenos amigos instruidos, es difícil lograr el dominio de los fenómenos; y que incluso si uno ha obtenido el dominio de los fenómenos, los fenómenos son impermanentes.
Uno debería de entender esto: “Si yo realizo malas acciones, yo recibiré retribuciones acordes en mi cuerpo y mente, en la vida presente y en la vida futura. Por tanto, las malas acciones hechas con mi cuerpo, habla, y mente son mis enemigas. Incluso si las tres clases de acciones no trajeran retribución, yo no las cometería porque tendría unas características faciales abominables, y porque, tras la muerte, yo me arrepentiré de ellas. Por consiguiente, yo tomo los Tres Refugios, y acepto los ocho preceptos purificadores; y permaneceré alejado de aquellos que son malignos, y de las malas acciones”.
Los Preceptos Mundanos y los Preceptos Superiores.
Un hombre sabio distingue entre dos clases de preceptos: los preceptos mundanos, y los preceptos superiores. Si uno acepta los preceptos mundanos sin confiar en las Tres Joyas, son llamados “preceptos mundanos”. No son de fiar, son como la pintura que no contiene fijador. Por tanto, uno debería de tomar primero refugio en las Tres Joyas, y entonces aceptar los preceptos, sean durante toda una vida, como en el caso de los preceptos del seguidor laico; o durante un día y una noche, como sucede con los ocho preceptos.
Buen hombre, la aceptación de los preceptos no puede borrar las malas acciones cometidas por uno en el pasado, pero tomando los Tres Refugios y aceptando los preceptos superiores se puede. Incluso si uno ha cometido una falta grave, no perderá la esencia del correspondiente precepto. ¿Por qué no? Debido al poder del precepto. Supongamos que dos personas han cometido una falta. Uno de ellos ha tomado los preceptos supremos, y otro no. El último es culpable de una falta grave, mientras que el primero es culpable de una falta leve. ¿Por qué? Porque el último ha violado los preceptos del Buda.
Existen dos clases de transgresiones, aquellas que son graves por naturaleza, y aquellas que son graves por ser precepto. Dentro de cada clase, una falta puede ser grave o leve. Una falta grave puede ser disminuida para que se convierta en una leve, y viceversa.
Por ejemplo, Angulimala aceptó algunos preceptos mundanos[1], mientras que Elāpattra, el Rey de los Nagas, aceptó los preceptos superiores. Aunque Angulimala cometió una falta grave por naturaleza, él no era culpable de una transgresión grave. Al contrario, Elāpattra violo un precepto de abstinencia[2], y fue culpable de una transgresión grave. Por tanto, una falta grave puede convertirse en una transgresión leve, y viceversa. Así pues, aquellos que han cometido una misma acción, pueden recibir retribuciones diferentes.
“No matar” y “no robar” están incluidos en ambos grupos: en los preceptos mundanos y en los preceptos superiores. Lo mismo es verdad para “no beber alcohol”. No obstante, los preceptos mundanos son básicamente impuros. Tras haber recibido preceptos mundanos, uno permanece impuro, y sus ornamentos, percepciones, pensamientos, y retribuciones, también son impuras. Por tanto, esos preceptos solo pueden ser llamados “preceptos mundanos”, no preceptos superiores. Por ello, uno debería de aceptar los preceptos superiores.
Buen hombre, en el futuro, en tiempos del Buda Maitreya, los seres humanos tendrán una altura de cinco metros y medio, y la duración de su vida será de 84.000 años. Las retribuciones que serán obtenidas por aceptar los preceptos superiores por aquellos que vivan en aquel tiempo, y las retribuciones obtenidas por aquellos que aceptan esos preceptos hoy, en este mundo lleno de males, serán iguales. ¿Por qué? Porque sus tres raíces de virtud[3] son iguales.
Algunos postulan que los preceptos han sido establecidos para proteger a aquellos que están destinados a ser matados. Su afirmación no es cierta. ¿Por qué? Porque los preceptos protegen a todos los seres, estén destinados a ser matados o no. Puesto que todos los seres, tanto los que son destinados a ser matados, como los que no son destinados a ser matados, son incontables e ilimitados, similarmente, las buenas retribuciones (por observar los preceptos) son incontables e ilimitadas.
La Observación de los Cinco Preceptos es Estar Dando las Cinco Limosnas.
Buen hombre, de entre todas las limosnas, liberar del miedo es la más destacada. Yo digo que las cinco grandes limosnas son los cinco preceptos, porque ellos liberan a los seres de los cinco miedos. Estas cinco limosnas son fáciles de dar porque uno puede darlas libremente sin necesidad de gastar su riqueza. No obstante, uno adquirirá un mérito inmensurable e ilimitado. Sin dar esas cinco limosnas, uno no puede logran ni siquiera el primer fruto del Oyente, convirtiéndose en uno que Entra en la Corriente, y mucho menos alcanzar la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación.
Buen hombre, uno que ha recibido los cinco preceptos es estimado y protegido por los dioses, y alcanza un gran renombre. Mientras se encuentra cara a cara con los males, uno no tendrá ansiedad o angustia. Los seres se sentirán deleitados estando cerca de uno, y siguiéndolo.
El hijo de Anathapindika, el Mayor, aceptó los preceptos porque le fueron dadas a cambio 8.000 piezas de oro. No obstante, él recibirá méritos inmensurables y buenas retribuciones. Buen hombre, si uno adquiere algunos méritos del aceptar los preceptos incluso por dinero, uno adquiere muchos más méritos si acepta los preceptos para conseguir la liberación.
Buen hombre, los cinco preceptos están rodeados por cinco fenómenos virtuosos, los cuales continúan creciendo, como la corriente del Ganges. ¿Cuáles son esos cinco? Son: 1) la bondad; 2) la compasión; 3) la alegría; 4) la paciencia; y 5) la fe. Si uno puede romper en pedazos las visiones erróneas y quitar la red de dudas, uno tendrá una atención correcta[4]. Uno tendrá una gran pureza, estará adornado con labores puras, y estará libre de percepciones contaminadas.
Buen hombre, si uno es capaz de permanecer alejado de los cinco males[5] y de las cinco acciones no virtuosas cometidas con cuerpo, habla, y mente, esto es llamado “aceptación de los preceptos”. Si alguien postula que uno puede ir más allá del ciclo de nacimiento y muerte sin aceptar los cinco preceptos, su afirmación no es cierta. ¿Por qué? Porque, buen hombre, si uno aspira a cruzar el océano inmenso del nacimiento y muerte,  uno debería de aceptar y observar sinceramente los cinco preceptos. Cuatro de los cinco preceptos permanecerán como preceptos no actuantes en las vidas futuras de uno, pero el tercer precepto no. Puesto que es difícil dejar de ser cariñoso, uno permanece enmarañado en el deseo sexual, por tanto uno debiera de tener cuidado de no abandonar el autocontrol.
Supón que alguien postula que hay faltas más graves que el consumo de alcohol, y se pregunta por qué los Budas del pasado instituyeron el precepto contra la ingesta de alcohol, pero no contra esas otras faltas más graves. Buen hombre, un alcohólico destruye su sentido de la vergüenza y del deshonor, y no tiene miedo de caer en los tres destinos desafortunados. Por tanto, él es incapaz de aceptar los otros cuatro preceptos. Por consiguiente, los Budas del pasado instituyeron este precepto que prohíbe beber alcohol.
Si alguien postula que este precepto debiera de ser el primero en la lista de los cinco preceptos, su afirmación es incorrecta. ¿Por qué? Porque beber alcohol es una falta grave por decreto, no una falta grave por naturaleza. Los Tathagatas instituyeron primero las faltas graves por naturaleza, y entonces instituyeron los preceptos contra las faltas por decreto.
Buen hombre, tal como el Tathagata ha dicho, hay tres días de purificación durante el creciente y menguante. Esto es para acomodar las costumbres de los no budistas que hacen ofrendas a los dioses en esos días. Buen hombre, lo mismo que los cordeles impiden que la persiana de una ventana caiga, similarmente, la observación sincera de los (ocho) preceptos durante esos (seis) días puede evitar que uno caiga en cualquiera de los tres destinos desafortunados.
Buen hombre, para dar limosnas, hacer ofrendas a las Tres Joyas, practicar meditación sentado, hacer buenas acciones, recitar Sutras, y para abastecer a sus padres, uno debería de tomar la resolución: “Si yo dejo de hacer esto, me castigaré a mí mismo”. Entonces los méritos adquiridos por uno crecerán día y noche, como la corriente del Ganges.
Los cinco preceptos darán como cosecha cinco frutos: 1) la retribución por una acción; 2) la retribución por no actuar; 3) la retribución principal; 4) la retribución secundaria; y 5) la liberación. Has de saber que aquel que observa los cinco preceptos después de haberlos recibidos, adquirirá esos cinco frutos.
Permaneciendo, o No Permaneciendo en el Dharma.
Supón que un laico va frecuentemente a los recintos de un templo para estar cerca de los monjes, les pregunta acerca del Dharma, y escucha sus enseñanzas atentamente. Tras haber escuchado el Dharma, él lo acepta y sostiene, lo recuerda, y entendiendo las diferencias entre sus significados, entonces lo enseña y transforma a otros. El es llamado “un laico que se beneficia a sí mismo y a los demás”.
Supón que un laico no estudia o aprende de la forma descrita, y que él desdeña a los monjes. Buscando sus faltas, el va a escuchar el Dharma sin fe ni reverencia. El sirve a los no budistas, percibe sus méritos, y cree realmente en (el poder de) los astros tales como el Sol, la Luna, y los cinco planetas. Esa clase de laico no está permaneciendo en el Dharma.
Un laico no está permaneciendo en el Dharma si, aunque él no cometa las cinco malas acciones, incita a otros a cometerlas; si coge las cosas de otros sin permiso; si vende bienes prohibidos por el gobierno; si trata a los pacientes a cambio de un precio, y entonces les vende cosas; o si él establece su propio sistema contra la ley.
Un laico permanece en el Dharma si no hace el mal, si no incita a otros a hacerlo, y si no piensa en hacerlo. Un laico no está permaneciendo en el Dharma si comete una transgresión debido al surgir de sus emociones aflictivas, y después no se siente ni avergonzado, ni con remordimientos; o si él comete malas acciones para salvaguardar su cuerpo y vida. Si un laico hace cosas que van contra el Dharma, él no es llamado un ser humano, aunque tenga un cuerpo humano.
Al contrario, supón que un laico tiene fe, que realiza acciones meritorias, y que se entrena en la atención correcta. El observa que todos los fenómenos son impermanentes, no poseyendo ninguno de ellos ningún “yo”, ni nada perteneciente a un “yo”. Él ni aprehende, ni está apegado a ningún fenómeno, porque él observa que todos los fenómenos, en medio del nacimiento, la decadencia, y la muerte, sin un momento de calma, no tienen control sobre sus procesos. El observa que es difícil para uno renacer como un ser humano; que incluso si se renace como humano, es difícil tener las facultades completas; que incluso si uno tiene las facultades completas, es difícil adquirir las visiones correctas; que incluso aunque uno haya adquirido las visiones correctas, es difícil engendrar fe; que incluso aunque uno haya engendrado la fe, es difícil encontrar buenos amigos instruidos; que incluso aunque uno haya encontrado buenos amigos instruidos, es difícil oír el verdadero Dharma; y que aunque uno haya encontrado el verdadero Dharma, es difícil aceptarlo y sostenerlo. Aquel que hace estas observaciones es llamado “un ser humano”.
Cambiando Tres Cosas Frágiles en Tres Cosas Duraderas.
Si uno observa la impermanencia de los Tres Reinos de la Existencia, desde el Reino del Deseo hasta el Cielo de Ni Percepción, Ni Sin Percepción, en el Reino Sin Forma; uno percibirá tres cosas frágiles[6]. Por consiguiente, uno no busca renacer allí, desde los tres destinos desafortunados del Reino del Deseo, hasta el Cielo de Ni Percepción, Ni Sin Percepción.
Para cambiar el cuerpo frágil de uno en un cuerpo duradero, uno debería de prestar obediencia y de hacer ofrendas a los virtuosos, y seguirlos yendo y viniendo; debería de dar limosna con sus propias manos; y realizar acciones meritorias. Esto es llamado “cambiar el cuerpo frágil de uno en un cuerpo duradero”.
Para cambiar la riqueza frágil de uno en una riqueza duradera, uno debería de dar limosna a los viajeros, al enfermo, al demacrado, al pobre, y al de baja condición social, y hacer ofrendas a los ascetas y brahmines. Esto es llamado “cambiar la riqueza frágil de uno en riqueza duradera”.
Para cambiar la vida frágil de uno en una vida duradera, uno debería de mantener los seis recuerdos[7]; cultivar la bondad, la compasión, el regocijo, y la ecuanimidad[8]; y realizar las Cuatro Verdades Nobles. Uno debería de observar correctamente el proceso del nacimiento, vejez, enfermedad, y muerte. Uno debería de entender que las buenas y las malas acciones traen su correspondiente retribución; que el amor es seguido por la separación; que, antes de alcanzar la Iluminación, los seres no tienen ningún control sobre su nacimiento, sino que están bajo el poder del nacimiento y la muerte. Que puesto que todos los placeres mundanos conllevan dolor, uno puede aceptar los placeres, pero en modo alguno ha de apegarse a ellos, de forma similar al uso, pero no el sobreuso, del fuego en los días de invierno.
Uno debería de cultivar la paciencia, y dar limosna para beneficiar a los seres benéficos. Uno debería de observar en profundidad que el sufrimiento y la felicidad tienen la misma naturaleza. Uno debería de pronunciar palabras agradables para transformar a los seres, posibilitándoles que puedan permanecer en el Dharma. Uno debería de evitar a los malos amigos, y nunca debería de abandonar el autocontrol. Uno nunca debería de permitirse el consumo de alcohol, el juego, o la caza. Esto es llamado “cambiar una vida frágil en una vida duradera”.
Practicando Completamente la Perfección de la Generosidad.
Buen hombre, tras haber renacido como humano, si uno tiene dominio sobre la riqueza, uno debería de hacer ofrendas a sus padres, maestros, preceptores, mayores, y a aquellos que sostienen el Dharma; y proveer de las medicinas necesarias a los viajeros que vienen de lejos. Uno debería de pronunciar palabras agradables, y tener un sentido de la vergüenza y del deshonor. Uno no debería de creer, o de rendir respeto a una sola persona en particular. Cuando uno ve a sabios que cumplen con los preceptos, y que han escuchado mucho el Dharma, uno debería de ofrecerles alojamiento, comida y bebida, cama, ropas, y medicinas. Uno debería de creer que dentro de la Sangha están aquellos que son virtuosos, tales como aquellos que están Cercanos a Entrar en la Corriente y quienes Han Entrado en la Corriente, hasta llegar a aquellos Cercanos al Estado de un Arhat, los Arhats, y aquellos que se están entrenando en la Absorción Meditativa Semejante a un Diamante[9], y en la Absorción Meditativa de la Iluminación. Con esta convicción uno da limosna con ecuanimidad, y adquiere méritos inmensurables.
Por tanto, en el Sutra del Hijo del Ciervo, Yo dije a Mrgāra-mātr: “El mérito adquirido haciendo ofrendas al Buda y a los quinientos Arhats no difieren del obtenido haciendo ofrendas a la Sangha”. Si uno hace ofrendas a un monje perteneciente a una Sangha, quien parece ser extremadamente depravado, aún así uno obtendrá méritos inmensurables y buenas retribuciones. ¿Por qué? Porque aunque ese monje sea una mala persona que no cumple con los preceptos, que no oye mucho el Dharma, o no realiza buenas acciones, él aún puede exponer la causalidad y los tres tipos de Iluminación, sostener las visiones correctas, y sostener el estandarte supremo del Tathagata; y no difama a las Tres Joyas.
Por tanto, si uno hace ofrendas a la Sangha, hace ofrendas a ambos: al Buda y a la Sangha. Si uno observa la maravillosa virtud del Dharma del Buda, uno realmente está haciendo ofrendas a todas las Tres Joyas. Si uno da limosna sin buscar retribución, en efecto uno está haciendo ofrendas para la Iluminación Insuperable, practicando de forma completa la Perfección de la Sabiduría.
Si uno se entrena para lograr la Iluminación, uno adquirirá méritos insuperables en vidas futuras. Uno puede beneficiar a ambos, a uno mismo y a los demás, cultivando la bondad y la compasión, y abandonando la felicidad personal para poner fin al sufrimiento de los otros. Aunque uno no haya alcanzado la Iluminación, uno no tiene preocupaciones o arrepentimientos. Aunque uno ha oído que la Iluminación es difícil de alcanzar incluso tras haberse entrenado durante mucho tiempo, la mente de uno nunca retrocede. Para beneficio de los seres, uno soporta inmensos sufrimientos en innumerables vidas futuras, sin cansarse. Uno se deleita en entrenarse de acuerdo al Dharma, sin buscar la felicidad mundana. Uno se deleita en lugares silenciosos, y en renunciar a la vida en familia para alcanzar la Iluminación.
Aún viviendo una vida en familia, uno nunca debería de hacer el mal, como un hombre que ha conseguido la liberación, y ha adquirido tres clases de preceptos: 1) los preceptos de la liberación[10]; 2) los preceptos de la meditación[11]; y 3) los preceptos libres de las aflicciones[12].
Buen hombre, existen dos clases de Bodhisattvas: aquellos que han renunciado a la vida en familia, y aquellos que llevan una vida en familia. No es difícil para aquellos Bodhisattvas que han renunciado a la vida en familia entrenarse de acuerdo al Dharma; pero para los Bodhisattvas que llevan una vida en familia es difícil entrenarse de acuerdo al Dharma. ¿Por qué? Porque aquellos que llevan una vida en familia están impedidos por muchas causas y condiciones adversas.



[1] Siguiendo las órdenes de un maestro no budista, quien le había ordenado matar a mil personas, y traerle un dedo de cada una de ellas, Angulimala, cuyo nombre significa “Collar de dedos”, mató a 999 personas, y cuando se disponía a matar a su propia madre para completar la orden de su maestro, fue domado por el Buda, quien se apareció ante él.
[2] En una vida anterior, Elāpattra fue un moje que vivía en una cueva, A la entrada había un arbusto espinoso que le rompía la ropa. Enfadado, lo cortó, violando el precepto que impide a los monjes cortar árboles y arbustos. Como consecuencia de esto, renació como un naga con un árbol en la cabeza, lo que le ocasionaba un gran sufrimiento.
[3] La ausencia de codicia, enfado, y de engaño.
[4] Samyak smrti.
[5] Matar, robar, conducta sexual errónea, mentir y hacer daño con la palabra, y beber alcohol.
[6] El cuerpo, la riqueza, y la vida.
[7] 1) el Buda, 2) el Dharma, 3) la Sangha; 4) los preceptos morales, 5) la generosidad; y 6) los dioses o los cielos.
[8] Los Cuatro Inmensurables.
[9] Vajra samadhi.
[10] Pratimoksa-sila.
[11] Dhyana-sila.
[12] Anāsravā-sila

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