La Perfección de la Moralidad.
Sujāta preguntó: “Bhagavan, ¿Cómo
fortalece su mente un Bodhisattva que se dirige hacia la Iluminación?”
El Buda dijo: “Buen hombre, un
Bodhisattva practica cuatro cosas para fortalecer su mente: 1) él nunca
abandona su entrenamiento acorde al Dharma, aún experimentando un enorme
sufrimiento; 2) el siempre cultiva la paciencia ante la adversidad, aunque él
haya conseguido un gran dominio; 3) él siempre se deleita en dar limosna,
aunque esté en la pobreza; 4) él siempre se deleita en la renuncia a la vida en
familia, aún siendo muy joven. Si un Bodhisattva practica estas cuatro cosas,
el puede encaminarse hacia la Iluminación, con una mente resuelta.
Un Bodhisattva que practica estas
cuatro cosas reconoce que la moralidad es la base fundamento del Sendero hacia
la Iluminación. Los preceptos morales son llamados también la base de comienzo,
la base guía, la base nivelada, la base ecuánime, los pasos de los Budas, las
raíces de todos los méritos, el campo afortunado.
Por consiguiente, un hombre sabio
acepta y observa los preceptos sin violarlos. Además, él es consciente de que
los preceptos traen dos frutos: la alegría celestial, y la alegría de la
Iluminación. Un hombre sabio busca la alegría de la Iluminación, no la alegría
celestial.
Mancillando los Preceptos.
Tras aceptar los preceptos, si uno
hace a propósito aquello que no debiera de ser hecho, si piensa a propósito en
aquello que no debiera pensarse, si es negligente e indolente, si disfruta
durmiendo demasiado, si se entretiene en percibir lo que es malo, o se gana la
vida de forma incorrecta, o alberga malos deseos, ello es llamado “mancillar
los preceptos”.
Supón que alguien acepta los
preceptos porque tiene miedo a la pobreza, a la persecución, a pérdida de su
riqueza, o de forma forzada, o para salvar su cuerpo o su vida, o para
conseguir beneficios y veneración, o por conseguir amor. Después de haber
aceptado los preceptos, si uno alberga dudas, ello es llamado “mancillar los
preceptos”.
Manteniendo Puros los Preceptos.
Buen hombre, uno puede mantener puros
los preceptos si no se deleita en experimentar continuamente el ciclo repetido
de nacimientos y muertes, si observa detenidamente los males de este ciclo; y
si ve a la felicidad en el mundo humano o celestial, y al sufrimiento en el
Infierno de Avici, como iguales; si uno tiene compasión hacia los seres, y con
una atención mental correcta beneficia a innumerables seres, posibilitándoles
alcanzar la Iluminación; si, para alcanzar la Insuperable Iluminación, uno
observa los preceptos con autocontrol, con la intención de entrenarse de
acuerdo al Dharma; si uno observa sus acciones de cuerpo, habla, y mente
realizados en el pasado, presente, y futuro, conociendo sus distintos grados; si
uno doma su mente y mantiene el autocontrol durante y después de su trabajo; si
uno contempla las faltas propias causadas por la falta de conocimiento, la
negligencia, el repentino surgir de las aflicciones, o el menor momento de
falta de autocontrol; si uno ve a una falta leve como siendo una transgresión
grave, y se siente avergonzado, con remordimiento, aterrorizado, y angustiado;
si uno se arrepiente sinceramente de las transgresiones cometidas, y después se
siente alegre, observa los preceptos estando vigilante, y se propone no volver
a transgredirlos de nuevo.
Buen hombre, tras recibir los
preceptos, uno no hace el mal por tres razones: 1) por el bien de uno mismo; 2)
por el bien de los demás; y 3) por el bien del Dharma.
¿Qué se quiere decir por no hacer el
mal por el bien de uno mismo? Uno debería de conocer qué tipo de acciones
resultan dañinas; y también debería de saber que las acciones virtuosas y las
no virtuosas, traen sus correspondientes retribuciones. Uno debería de saber
que las acciones virtuosas o no virtuosas no son ficticias, y que traerán sus
correspondientes retribuciones. ¿Cómo puede uno engañarse a sí mismo pensando
que sus acciones no darán resultados? Por consiguiente, tras haber aceptado los
preceptos, uno debería de guardarlos sin transgredirlos. Esto es llamado “no
hacer el mal por el bien de uno mismo”.
¿Qué quiere decir no hacer el mal por
el bien de otros? Un hombre sabio observa que en el mundo existen aquellos que
poseen el Ojo Divino puro, que pueden ver cualquier cosa en cualquier parte; y
aquellos que tienen la habilidad de conocer los pensamientos de otros. Si uno
hace el mal, ellos lo verán y lo conocerán. ¿Cómo puede uno no estar
avergonzado de sus malas acciones? Además, los dioses poseedores de méritos
inmensurables, poseen el Ojo Divino, el Oído Divino, la habilidad de
transformar sus cuerpos y viajar instantáneamente a cualquier lugar, y la
habilidad de conocer los pensamientos de otros. Uno no puede verlos cuando
están cerca. Si uno hace el mal, los dioses lo verán, lo oirán, y lo conocerán.
Puesto que los dioses ven claramente lo que uno hace, ¿Cómo puede uno no estar
avergonzado de sus malas acciones? Esto es llamado “no hacer el mal por el bien
de otros”.
¿Qué significa no hacer el mal por el
bien del Dharma? Un hombre sabio observa que el Dharma de los Tathagatas es
puro e inmaculado. Que posibilita que uno reciba beneficios en la presente
vida, que alcance la tranquilidad, que pueda cruzar a la Otra Orilla, y que
pueda alcanzar la Iluminación sin seleccionar el momento fijado. Por el bien
del Dharma, uno acepta y observa los preceptos. Si uno no acepta primero los
preceptos menores, ¿Cómo puede recibir más tarde los preceptos mayores? Si uno
viola los preceptos menores, uno incrementará sus sufrimientos en los cinco
destinos de la existencia[1].
Si uno guarda celosamente los preceptos, uno logrará la alegría insuperable. El
renacimiento como humano de uno, significa que no ha alcanzado la liberación
porque uno no ha recibido los preceptos de los innumerables Budas, los
Tathagatas, del pasado. Sin embargo, puesto que uno ha aceptado ahora los
preceptos, entonces encontrará definitivamente en las vidas futuras a Budas tan numerosos como las arenas del Ganges. Con
esas profundas reflexiones, uno recurre a la gran compasión, y acepta
sinceramente los preceptos. Tras haber recibido los preceptos, uno los observa
con absoluta determinación, para alcanzar la Insuperable, Perfecta, y Completa
Iluminación, y beneficiar a innumerables seres. Esto es llamado “no hacer el
mal por el bien del Dharma”.
Buen hombre, tanto que uno haya
renunciado a la vida en familia, como que lleve una vida en familia, si uno
toma los Tres Refugios, o acepta los ocho preceptos o los cinco preceptos,
completa o parcialmente, y honestamente los observa durante un día y una noche,
por una vez, por lo que dura un pensamiento, o durante una vida, uno conseguirá
grandes méritos.
Buen hombre, tras haber recibido los
preceptos, si uno practica los tres tipos de buenas acciones, oye mucho el
Dharma, da limosnas, practica meditación, cultiva la bondad, y hace ofrendas a
las Tres Joyas, ello es llamado “el adorno de la Iluminación”. Tras haber
recibido los preceptos, si uno estudia las doce categorías de las escrituras
del Tathagata, ello es llamado “adquirir el almacén insuperable del Gran
Dharma”. Tras haber recibido los preceptos, si uno hace grandes esfuerzos en el
desarrollo de la Perfección de la Moralidad, aunque uno no los vuelva a recibir
en las vidas futuras, continuarán como preceptos no actuantes dentro de la
mente.
Perfección y Observancia de los Preceptos.
Buen hombre, 1) hay una observancia
de los preceptos, que no es Perfección; 2) hay otras Perfecciones distintas de
la observación de los preceptos; 3) hay una observación de los preceptos que es
Perfección; y 4) hay prácticas que no son observación de los preceptos, ni Perfecciones.
La observación de los preceptos por
parte de los Oyentes y Realizadores Solitarios no puede ser considerada como
Perfección; existen otras Perfecciones, tales como la Perfección de la
Generosidad, que no son la observación de los preceptos morales. La observancia
de los preceptos que no es Perfección puede ser ilustrada con dos ejemplos:
cuando Yo era un Bodhisattva en el cuerpo de una vaca, Yo fui comido por
animales e insectos, incluyendo hormigas, pero yo nunca fui movido por la
malicia, o permití que naciera. Cuando Yo fui Rsi,[2]
para beneficio de los seres, yo no me levanté de mi postura de meditación
durante doce años, mientras un pájaro azul construyó su nido en mi cabeza. La
generosidad mundana es un ejemplo de prácticas que no son ni observación de los
preceptos, ni Perfecciones.
Logrando la Perfección de la Moralidad.
Buen hombre, puesto que un
Bodhisattva permanece en la Perfección de la Moralidad, ¿Quién puede describir
la miríada de sufrimientos que él soporta? Si alguien que ha aceptado un
precepto menor está satisfecho, no desea tomar nuevos preceptos, y no puede
apenarse del sufrimiento de los seres, él no puede conseguir la Perfección de
la Moralidad. Si alguien cultiva la paciencia, la concentración, la sabiduría, ejercita el esfuerzo para
progresar, y se deleita en escuchar mucho el Dharma, él puede intensificar su
práctica de la Perfección de la Moralidad, adornar la Iluminación, y adquirir
el fruto de la Iluminación. Los preceptos ornamentan la Iluminación porque
abarcan preceptos inmensurables, benefician a incontables seres, y traen buenas
retribuciones inmensurables.
Buen hombre, después de que un
Bodhisattva, un Gran Ser, ha recibido los preceptos, él ni habla de lo malo, ni
presta oído a aquello que es malo, ni se deleita en hablar o en escuchar sobre
temas mundanos. Ni tampoco se entretiene en percepciones no virtuosas, o en la
compañía de malos amigos. Por tanto, los preceptos que él observa son llamados
“preceptos puros y calmos”.
Cuando un Bodhisattva ve a la gente
no virtuosa que ha violado los preceptos, él no los detesta. Al contrario, él
aplica diversos medios hábiles para domarlos. Si no pueden ser domados, el se
apena de ellos.
Un Bodhisattva nunca abandona o viola
los preceptos para salvaguarda de su propio cuerpo o vida. En la vida diaria,
él ejercita el autocontrol, y cultiva un sentido de la vergüenza y del
deshonor. El cuida de su cuerpo y de su vida como si estuviera tratando una
úlcera maligna. Cuando entra en una aldea, él la ve como un machete, y él refrena
sus facultades y mantiene una atención mental correcta. Con autocontrol, él
observa lo que puede, o no puede ser hecho.
El piensa: “Los otros hacen acciones
virtuosas o no virtuosas, debido a mí. Por tanto, cuando yo recibo una gran
ofrenda, no debería de alegrarme. Cuando estoy en la miseria, no debería de
preocuparme. Cuando yo recibo una ofrenda pequeña, yo debería de reconocerlo
como un indicador de que mi fe, mi observación de los preceptos, mi práctica de
la generosidad, mi escucha del Dharma, y mi sabiduría no llegan al estándar del
Dharma. Por lo tanto, yo no debería de sentirme decepcionado. Yo acepto la fe y
las limosnas de otros por dos razones: 1) para incrementar el mérito de los
demás; y 2) para incrementar mi propia bondad. Por tanto, cuando yo recibo
pocas cosas, o cosas de muy escasa calidad, yo no debería de sentirme molesto.
Si yo recibo algo después de haberlo esperado después de mucho tiempo, o tras
haber sido regañado, yo debería de hacerme reproches a mí mismo, reconociendo
que es debido a las faltas que yo he cometido anteriormente, y no a las de
otros. Por tanto, yo no debería de sentirme molesto. Tras haber recibido los
preceptos, si yo cometo una falta debido a otros, debería de reconocer que lo
que yo he hecho no es el Sendero. ¿Por qué? Porque en las doce categorías de
las escrituras no se afirma que las acciones no virtuosas sean el Sendero hacia
la Iluminación. Por tanto, yo he recibido diversas retribuciones”. Si uno hace
esas profundas reflexiones, uno puede lograr la Perfección de la Moralidad.
Buen hombre, has de saber que
mientras uno realiza los cuatro tipos de actividad[3],
uno puede lograr la Perfección de la Moralidad si uno aparta sus facultades de
lo no virtuoso, si soporta pacientemente el sufrimiento, y no recurre a una
forma incorrecta de ganarse la vida; si uno está atemorizado de quebrar los
preceptos mayores y menores, sin permitirse violar ni tan siquiera un precepto
menor, o consentir que las aflicciones manchen la mente de uno, y si se entrena
en soportar pacientemente la adversidad; si uno evita los malos amigos, si
posibilita que los seres abandonen las visiones erróneas, si reconoce la
amabilidad recibida, y la retribuye con más amabilidad; si uno se empeña en la
práctica de las acciones virtuosas sin escatimar su cuerpo o su vida, si
abandona sus propios proyectos para hacer posible que se realicen los de otros,
y si no alberga malicia hacia aquellos que han reñido con uno; si uno observa
los preceptos tal como han sido pronunciados por el Tathagata, si protege la
vida de los seres sin preocuparse de su propia vida o riqueza; y si no viola ni
siquiera un precepto menor hasta el momento de su muerte; o si uno no tiene
codicia tras haber adquirido los siete tesoros maravillosos; si da amabilidad a
los otros movido por la compasión, y no como una retribución por la amabilidad
recibida; si observa los preceptos y desea que también todos los seres reciban
los preceptos.
Buen hombre, existen dos clases de
Bodhisattvas: aquellos que han renunciado a la vida en familia, y aquellos que
llevan una vida en familia. No es difícil para los Bodhisattvas que han
renunciado a la vida en familia lograr la Perfección de la Moralidad; pero para
los Bodhisattvas que llevan una vida en familia es difícil lograr la Perfección
de la Moralidad. ¿Por qué? Porque aquellos que llevan una vida en familia están
impedidos por muchas causas y condiciones adversas.
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