Recibiendo
los Preceptos del Laico.
Haciendo
Ofrendas a las Seis Direcciones.
Sujāta preguntó: “Bhagavan, ¿Cómo pueden los Bodhisattvas que
llevan una vida en familia recibir los preceptos del seguidor laico?”
El Buda respondió: “Buen hombre, si un Bodhisattva que lleva
una vida en familia quiere aceptar y observar los preceptos del laico, en
primer lugar el debería de hacer ofrendas a las seis direcciones, siguiendo
este orden: Este, Sur, Oeste, Norte, Nádir, y Zénit.
El Este se refiere a los padres. Si alguien hace ofrendas a
sus padres, tales como ropas, comida y bebida, ropas de cama, medicinas,
alojamiento, y cosas valiosas; si reverentemente los obedece, y los alaba
respetuosamente, él está haciendo ofrendas al Este. Sus padres le retribuyen de
cinco formas: 1) lo aman de verdad; 2) nunca lo engañan; 3) le dan sus
riquezas; 4) lo casan dentro de un gran clan; 5) le enseñan los diversos
oficios.
El Sur se refiere a los maestros. Si alguien hace ofrendas a
sus maestros, tales como ropas, comida y bebida, ropas de cama, y medicinas; y
reverentemente los obedece, los alaba respetuosamente, y acepta y aplica sus
buenas enseñanzas desde la mañana hasta la noche, él está haciendo ofrendas al
Sur. Sus maestros le retribuyen de cinco formas: 1) le dan enseñanzas
rápidamente; 2) le enseñan todo lo que ellos pueden enseñar; 3) no sienten
celos si él los llega a superar; 4) los recomiendan a maestros más aptos, y a
buenos amigos; 5) les legan sus riquezas.
El Oeste se refiere a las esposas. Si alguien hace ofrendas a
su esposa, tales como ropas, comida y bebida, ropas de cama, medicinas,
collares, y otros ornamentos, él está haciendo ofrendas al Oeste. Su mujer se
lo retribuye de catorce formas: 1) ella pone lo mejor de sí en sus tareas; 2)
siempre hace su trabajo sin indolencia, ni negligencia; 3) siempre completa sus
tareas; 4) hace su trabajo rápidamente; 5) atiende a los invitados de forma
adecuada; 6) mantiene limpia la casa y el lecho; 7) lo ama y respeta, y siempre
utiliza palabras agradables; 8) da instrucciones a los sirvientes con palabras
agradables; 9) es sobresaliente en la protección de la riqueza familiar; 10) se
levanta temprano, y se retira tarde; 11) prepara comidas puras; 12) tolera las
admoniciones; 13) no da a conocer las faltas de otros; 14) visita al enfermo y
al angustiado.
El Norte se refiere a los buenos amigos instruidos. Si alguien
pone lo mejor de sí en hacer ofrendas a los buenos amigos instruidos, les
presta reverentemente obediencia, y los alaba con gentiles palabras, él está
haciendo ofrendas al Norte. Sus buenos amigos instruidos lo retribuyen de
cuatro formas: 1) le enseñan como entrenarse en lo virtuoso; 2) hacen posible
que él abandone lo no virtuoso; 3) alivian su miedo, y lo salvan de él; 4) le
ayudan a no abandonar el autocontrol.
El Nádir se refiere a los esclavos y sirvientes. Si alguien
provee a sus esclavos y sirvientes dándoles ropas, comida y bebida, medicinas,
y no los reprende o golpea, está haciendo ofrendas al Nádir. Sus esclavos y
sirvientes lo retribuyen de diez formas: 1) no cometiendo crímenes; 2) haciendo
el trabajo antes de que se lo digan; 3) terminando siempre sus trabajos; 4)
trabajando con rapidez; 5) no abandonando nunca su señor, aunque sea pobre; 6)
levantándose temprano; 7) guardando sus recursos; 8) retribuyendo con mucho lo
poco recibido; 9) respetando fielmente a sus señores; 10) evitando dar a conocer las faltas de otros.
El Zénit se refiere a los ascetas y brahmines. Si alguien
hace ofrendas a los ascetas y brahmines, dándoles ropa, comida y bebida,
alojamiento, ropas de cama y medicinas, los salva del miedo, les da comida
durante el periodo de hambruna, no da a conocer las faltas que ha oído respecto
a ellos, los obedece reverentemente, y los alaba respetuosamente, el está
haciendo ofrendas al Zénit. Los ascetas lo retribuyen de cinco formas: 1)
posibilitan que en él surja la fe; 2) le dan enseñanzas para desarrollar su
sabiduría; 3) le enseñan a dar limosna; 4) le enseñan a observar los preceptos;
5) le enseñan a escuchar asiduamente el Dharma.
Aquellos que hacen ofrendas a las seis direcciones pueden
incrementar su riqueza y la duración de su vida. Ellos son capaces de aceptar y
observar los preceptos morales del laico.
Permisos, y
Examen de Cualificación para Quien Recibe los Preceptos Morales.
Buen hombre, si uno quiere aceptar y observar los preceptos
morales del laico para incrementar su riqueza y la duración de su vida, en
primer lugar debe de pedir el beneplácito de sus padres. Una vez obtenido su
permiso, a continuación uno debería de informar a su esposa y a sus sirvientes.
Con su consentimiento, uno debería de comunicárselo al rey. Con el permiso
real, uno debería de ir a alguien que haya abandonado la vida en familia y que
haya generado la mente de la Iluminación, y entonces decir estas palabras: “¡Oh,
Virtuoso! Yo soy un hombre con el cuerpo de un varón; y yo deseo recibir los preceptos
morales del laico. Movido por la compasión, por favor, dame tu permiso.”
Entonces el monje debiera preguntar: “¿Has recibido permiso
de tus padres, esposa, sirvientes, y del rey?“. Si la respuesta es afirmativa,
entonces él pregunta:” ¿Debes algo que pertenezca al Buda, al Dharma, a la
Sangha, o a otros?” Si la contestación es negativa, entonces él pregunta:
“¿Tienes alguna enfermedad en cuerpo o mente?” Si la respuesta es negativa,
entonces él pregunta: “¿Tienes ambos órganos sexuales, el masculino y el
femenino, o no tienes órgano sexual?” Si la respuesta es negativa, entonces él
pregunta: “¿Has hecho alguna vez cosas impuras con un monje o una monja?” Si la
respuesta es negativa, entonces pregunta: “¿Has cometido alguna vez alguna de
las cinco transgresiones sin expiación[1]?”
Si la respuesta es negativa, entonces él pregunta: “¿Has sido alguna vez un
ladrón del Dharma[2]? ¿Has
violado alguna vez los ocho preceptos[3]?
¿Has abandonado alguna vez a tus padres o maestros cuando estaban enfermos?
¿Has matado alguna vez a alguien que había generado la mente de la Iluminación?
¿Has robado alguna vez algo perteneciente a esta Sangha? ¿Has utilizado alguna
vez un habla que causara división, o que resultara insultante? ¿Has deshonrado
alguna vez a tu madre o a tus hermanas? ¿Has mentido a las multitudes?”
La Dificultad
de Mantener los Preceptos Morales del Laico.
Si la respuesta es negativa, entonces él dice: “Buen hombre, es
extremadamente difícil mantener los preceptos morales del laico. ¿Por qué?
Porque esos preceptos son las raíces de los diez preceptos de los noviciados[4]
de monjes y monjas; de los votos
monásticos completos de monjes y monjas, de los votos del Bodhisattva, e
incluso de la Insuperable, Completa, y Perfecta Iluminación. Si uno acepta y
observa celosamente los preceptos morales del laico, uno conseguirá sus
inmensurables beneficios. Si uno viola alguno de ellos, como consecuencia
sufrirá un inmenso sufrimiento en los tres destinos desafortunados, durante
innumerables vidas. ¿Puedes aceptar y observar fervientemente estos preceptos
para adquirir los innumerables beneficios que de ello se deriva?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Es
extremadamente difícil observar los preceptos morales del laico. Después de
haber tomado refugio en el Buda, sería mejor perder la vida que confiar en
Mahesvara, el Rey de los Dioses, o en otros dioses. Después de haber tomado
refugio en el Dharma, sería mejor perder la vida que confiar en los textos no
budistas. Después de haber tomado refugio en la Sangha, sería mejor perder la
vida que confiar en no budistas, o aquellos que son perversos. ¿Puedes tomar refugio con sinceridad en las
Tres Joyas?” Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Es
extremadamente difícil observar los preceptos morales del laico. Tomar refugio
en las Tres Joyas significa no infundir miedo a los seres, por medio de no
hacerles daño. Si uno puede dar la ausencia de miedo como limosna, entonces, en
efecto uno ha recibido los votos del practicante laico, y con el tiempo alcanzará
la Insuperable, Completa, y Perfecta Iluminación. ¿Puedes dar a los seres esa
ausencia de temor?”
Las
Retribuciones de las Cinco Malas Acciones.
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice:”Uno no puede
aumentar su riqueza, o la duración de su vida, por cinco razones. ¿Cuáles son
estas cinco? Son el matar, el robar, la conducta sexual errónea, el mentir, y
el beber alcohol.
Aquel que mata a
los seres ha de padecer sufrimientos, tales como el tener una apariencia
desagradable, desprecio, debilidad, tener una vida corta, pérdida de la riqueza,
verse separado de la familia, ser reprendido por los santos y sabios, no ser
creído por otros, y sufrir castigo por actos cometidos por otros. Estas son las
llamadas “las retribuciones en la presente vida” para las malas acciones.
Después de la muerte, él caerá en el infierno, para adoptar una horrible
apariencia, debilidad, desprecio, una vida larga, y un sufrimiento espantoso,
incluidos el hambre y la sed. Estas son llamadas “las retribuciones en la
siguiente vida” para las malas acciones. Más tarde, cuando renazca como humano,
el volverá a tener una apariencia desagradable, pobreza, y una vida corta. A
través del poder de las causas y condiciones, esta mala acción puede traer un
decrecimiento en las cosechas de frutas, melones, y las cinco clases de granos,
ocasionando problemas a todo el mundo.
Aquel que se deleita en el robo, tiene una apariencia desagradable, debilidad, desprecio, una
vida corta, pérdida de la riqueza, separación de la familia, sufre el que los
otros sospechen por los bienes robados, no es creído por los otros a pesar de
buscar su confianza, y es reprobado por santos y sabios. Estas son llamadas las
retribuciones en la presente vida para las malas acciones. Después de la
muerte, caerá en el infierno adoptando una horrible apariencia, debilidad,
desprecio, una vida larga, y un sufrimiento espantoso, incluyendo el hambre y
la sed. Estas son llamadas las retribuciones en la siguiente vida para las
malas acciones. Más tarde, cuando renazca como humano, una y otra vez será
pobre puesto que perderá su riqueza tan pronto como la adquiera. El no será
amado por sus padres, hermanos, o esposa; y vivirá en el sufrimiento y el
pesar. A través del poder de las causas y condiciones, esta mala acción puede
impedir que la gente gane fuerza y una buena apariencia en base a la
alimentación, causando problemas en el mundo.
Aquel que se deleita en la conducta sexual incorrecta, es incapaz de proteger su propio
cuerpo, ni el de otros. Sus mentiras preceden a sus actos, y los otros
desconfían de él. El siempre está preocupado, y su mente está sumida en el
caos, siendo incapaz de cultivar lo virtuoso. Pierde su riqueza, y tiene una
vida corta; y su mujer no lo ama. Estas son
llamadas las retribuciones en la presente vida para las malas acciones.
Después de la muerte, el caerá en el infierno para adoptar una apariencia
horrible, debilidad, una vida larga, y un sufrimiento inmensurable, incluyendo
el hambre y la sed. Estas son llamadas las retribuciones en la vida siguiente
para las malas acciones. Más tarde, cuando renazca como humano, el volverá a
tener una apariencia desagradable, y una boca cruel, y a los demás les
desagradará verlo. El será incapaz de proteger a su esposa, concubinas, e
hijos. A través del poder de las causas y condiciones, esta mala acción puede
traer disminuciones para las cosas externas.
Aquel que se deleita en la mentira tiene una boca despiadada, y una apariencia desagradable.
Sus palabras, incluso siendo ciertas, no son aceptadas por los demás; y los
demás lo aborrecen y no les agrada verlo. Estas son llamadas las retribuciones
en esta vida para las malas acciones. Tras la muerte, el caerá en el infierno
para padecer un sufrimiento inmenso de hambre, sed, y calor. Estas son llamadas
las retribuciones en la siguiente vida para las malas acciones. Más tarde,
cuando renazca como humano, su cuerpo y habla serán deficientes. Incluso aunque
diga la verdad, los otros no lo creerán, y se sentirán a disgusto viéndolo.
Incluso aunque él exponga el verdadero Dharma, los otros no encontrarán deleite
en la escucha. A través del poder de las causas y condiciones, esta mala acción
puede hacer que los recursos del mundo disminuyan.
Aquel que se deleita en beber
alcohol, con frecuencia pierde las cosas en esta misma vida. Enfermo de
cuerpo y mente, tiene una apariencia desagradable y pierde su sabiduría. Al
aficionarse a las peleas, su desprestigio va aumentando. El es reprobado por
otros, y a los demás les disgusta verlo. Sin ningún sentido de la vergüenza y
del deshonor, el es incapaz de cultivar lo virtuoso. Estas son llamadas las
retribuciones en esta vida para las malas acciones. Tras la muerte, caerá en el
infierno para padecer un insoportable sufrimiento, incluido el hambre y la sed.
Estas son llamadas las retribuciones en la siguiente vida para las malas
acciones. Más tarde, cuando renazca como humano, su mente volverá a ser
caótica, incapaz de recordar o de reflexionar en fenómenos virtuosos. A través
del poder de las causas y condiciones, sus malas acciones pueden hacer que los
recursos del mundo decaigan.
Qué Hacer, y
Qué no Hacer.
Él pregunta: “Buen hombre, ¿Puedes permanecer alejado de
estas cinco acciones no virtuosas?” Si la respuesta es afirmativa, entonces
dice: “Buen hombre, para recibir los preceptos morales del laico uno no debiera
de tener falta de escrúpulos al ser inducido por alguna de las cuatro emociones
perturbadoras. ¿Qué cuatro emociones? Son la codicia, el enfado, el engaño, y
el miedo. ¿Puedes permanecer apartado de estas cuatro aflicciones?
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico uno no debería de visitar cinco
lugares. ¿Qué cinco? Son: 1) una carnicería, 2) un lugar de prostitución, 3) una
taberna, 4) la casa del rey, y 5) la casa de un sin casta. ¿Puedes permanecer
alejado de estos cinco lugares?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos morales del laico, uno no debería de hacer
cinco cosas: 1) vender seres; 2) vender armamento; 3) vender venenos; 4) vender
alcohol; y 5) sacar aceite del cuerpo de los seres. ¿Puedes evitar hacer estas
cinco cosas?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico uno no debería de hacer tres
cosas: 1) hacer redes para capturar seres; 2) extraer tinte azul de los seres;
y 3) hacer cuero. ¿Puedes evitar hacer estas tres cosas?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico uno no debería de hacer otras dos
cosas: 1) involucrarse en los seis tipos de juego; 2) cantar, bailar, o tocar
diversos tipos de música. ¿Puedes evitar hacer estas dos cosas?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice:” Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico uno debería de permanecer alejado
de cuatro clases de personas: 1) de los aficionados al juego; 2) de los
alcohólicos; 3) de los farsantes; 4) de los vendedores de alcohol. ¿Puedes
permanecer alejado de estas cuatro clases de personas?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico, uno no debería de abandonar el
autocontrol ni siquiera en ciertos momentos: cuando uno tiene frio, calor,
hambre, sed, o está harto; al amanecer o al ocaso; cuando se está planeando,
haciendo, perdiendo, o consiguiendo algo; cuando uno siente arrepentimiento,
miedo, o alegría; durante un ataque de bandidos o cuando suben los precios del
grano; cuando se es joven, cuando se es importante, cuando se es viejo, o
cuando uno está enfermo; en la riqueza, en la pobreza, o cuando se está
buscando un medio de vida. Durante todas estas ocasiones uno puede dejar de
entrenarse en las buenas acciones. ¿Podrías tu continuar entrenándote en las
buenas acciones durante esos momentos?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice:”Buen hombre,
para recibir los preceptos del laico, uno debería de aprender primero los temas
mundanos. Tras haber conseguido dominarlos, uno debería de buscar la riqueza de
forma estrictamente acorde a la ley. La riqueza de uno debería de ser dividida
en cuatro partes. Una parte debería de ser disfrutada por uno mismo, sus
padres, su esposa, y su entorno; dos partes deberían de ser invertidas en
negocios estrictamente acordes con la ley; la parte restante debería de ser guardada
para otro uso. ¿Puedes hacer estas cuatro cosas?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, el no debería de guardar su riqueza en cuatro sitios: 1) con una
persona muy mayor; 2) en un lugar lejano; 3) con una persona malévola; 4) con
una persona poderosa. ¿Puedes permanecer apartado de ellos?”
Si la respuesta es afirmativa, entonces él dice: “Buen
hombre, para recibir los preceptos del laico uno debería de evitar a cuatro
clases de malas personas: 1) aquellos que se deleitan en hablar de las faltas
de otros; 2) aquellos que se deleitan en mantener visiones erróneas; 3)
aquellos que ocultan sus mentes malevolentes tras palabras aduladoras; 4)
aquellos que hablan mucho y hacen poco. ¿Puedes permanecer apartado de estas
cuatro clases de malas personas?”
Las
Preparaciones para Recibir los Preceptos Morales del Laico.
Si la respuesta es afirmativa, entonces él le dice a uno que
permanezca durante seis meses cerca de un hombre sabio que haya renunciado a la
vida en familia, sirviéndolo. Este hombre sabio debería de observar atentamente
los cuatro modos de actividad para asegurarse de que uno hace todo tal como le
ha sido enseñado.
Pasados seis meses, este hombre sabio debería de reunir para
celebrar una ceremonia a veinte miembros de la Sangha, y entonces anunciar:
“Oídme, grandes monjes virtuosos. Este hombre ha pedido el permiso de la Sangha
para recibir los preceptos del laico. Durante seis meses, él ha llevado las
cuatro formas puras de actividad, y él sinceramente acepta y sostiene el nivel
de augusta pureza. Este hombre posee un cuerpo de varón. Si otorgáis vuestro
permiso, permaneced en silencio. Si no es así, hablad.”
Si los monjes dan su permiso, el hombre sabio debería de
decir estas palabras: “Buen hombre, escucha con atención, escucha con atención.
Todos los monjes juntos te han dado su permiso para recibir y observar los
preceptos del laico. Estos preceptos son la raíz de todo lo bueno. Observando
estos preceptos[5],
aquellos que han llegado a completarlos, lograrán los frutos del Oyente,
llegando a Entrar en la Corriente, Retornar Una Vez, y No Retornar Más[6].
Aquellos que violan cualquiera de estos preceptos, tras la muerte, caerán en
uno de los tres destinos desafortunados. Buen hombre, los preceptos del laico
son inconcebibles. ¿Por qué? Porque después de haber recibido estos preceptos,
los cinco deseos[7] de uno
no pueden impedir que llegue a convertirse en alguien que Entra en la
Corriente, o incluso en uno Que No Retorna Más. Por tanto, son inconcebibles.
¿Puedes aceptar estos preceptos, movido por la compasión hacia los seres?”
Si la respuesta es afirmativa, el hombre sabio debería de
explicarle los Tres Refugios, uno por uno. Después de que uno haya tomado los
Tres Refugios, uno es llamado un upasaka[8].
Entonces el hombre sabio debiera decir: “Buen hombre, escucha atentamente,
escucha atentamente. El Así Ido, el Perfectamente Despierto[9],
habla de la aceptación por parte de uno de los cinco preceptos en una medida,
en pequeña medida, en nula medida, en gran medida, y en plena medida.
Después de que uno haya tomado los Tres Refugios, si uno no
acepta los cinco preceptos, es llamado un seguidor laico. Si uno acepta uno de
los cinco preceptos, es llamado una medida; si uno acepta dos preceptos, es
llamado una medida pequeña; si uno acepta dos preceptos, y entonces abandona
uno de ellos, es llamado una medida nula; si uno acepta tres o cuatro
preceptos, es llamado una medida grande; si uno acepta los cinco preceptos es
llamado una medida plena. ¿Quieres ser un laico de una medida, o un laico de
medida plena?
Después de que uno haya manifestado su elección, el sabio
debería de enseñarle los preceptos.
Los Seis
Preceptos Principales del Seguidor Laico.
Tras impartir los cinco preceptos, el hombre sabio debería de
decir estas palabras: “Buen hombre, para un seguidor laico, hay seis preceptos
principales.
(1)
Este
es el primer precepto principal: uno no
debiera de poner fin a la vida de
otro ser, ni siquiera una hormiga, ni aún en el caso de que peligren su
cuerpo o vida. Si uno mata o incita a otros a matar, uno inmediatamente pierde
este voto del seguidor laico. Esa persona no puede llegar a alcanzar siquiera el
Nivel de Calor, mucho menos Entrar en la
Corriente, o No Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los
preceptos, un laico asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico
impulsado por las aflicciones.
(2)
Este
es el segundo precepto principal: uno no
debiera de robar nada, ni siquiera una moneda, incluso a costa de su cuerpo
o vida. Si uno viola esta prohibición, uno inmediatamente pierde este voto del
laico. Esa persona no puede llegar a alcanzar siquiera el Nivel de Calor, mucho menos Entrar en la Corriente, o No
Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los preceptos, un laico
asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico impulsado por las
aflicciones.
(3)
Este
es el tercer precepto principal: uno no
debiera de contar mentiras
incluso a costa de su cuerpo o vida, como cuando dice que ha visualizado la
impureza de un cuerpo en descomposición, o que se ha convertido en uno Que No
Retorna Más. Si uno viola esta prohibición, uno inmediatamente pierde este voto
del laico. Esa persona no puede llegar a alcanzar siquiera el Nivel de
Calor, mucho menos Entrar en la
Corriente, o No Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los
preceptos, un laico asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico
impulsado por las aflicciones.
(4)
Este
es el cuarto precepto principal: uno no
debiera de involucrarse en conductas
sexuales inapropiadas, incluso a costa de su cuerpo o vida. Si uno viola
esta prohibición, uno inmediatamente pierde este voto del laico. Esa persona no
puede llegar a alcanzar siquiera el Nivel de Calor, mucho menos Entrar en la Corriente, o No
Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los preceptos, un laico
asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico impulsado por las
aflicciones.
(5)
Este
es el quinto precepto principal: uno no
debería de hablar de las faltas de los
monjes, monjas, laicos, y laicas, incluso a costa de su cuerpo o vida. Si
uno viola esta prohibición, uno inmediatamente pierde este voto del laico. Esa
persona no puede llegar a alcanzar siquiera el Nivel de Calor, mucho menos Entrar en la Corriente, o No
Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los preceptos, un laico
asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico impulsado por las
aflicciones.
(6)
Este
es el sexto precepto principal: uno no
debiera de vender alcohol incluso a costa de su cuerpo o vida. Si uno viola
esta prohibición, uno inmediatamente pierde este voto del laico. Esa persona no
puede llegar a alcanzar siquiera el Nivel de Calor, mucho menos Entrar en la Corriente, o No
Retornar Más. El es llamado un seguidor laico que viola los preceptos, un laico
asqueroso, un laico sin casta, un laico manchado, un laico impulsado por las
aflicciones.
Buen hombre, si uno acepta estos preceptos y los mantiene
celosamente sin violarlos, uno conseguirá el fruto de precepto. Buen hombre,
los preceptos del laico son considerados como una guirnalda, y también como un
adorno, y su maravillosa fragancia se difunde por mundos ilimitados. Son los
buenos principios que prohíben las malas acciones. Son un insuperable almacén
de tesoros, el lugar del gran silencio, el aroma del rocío dulce, la tierra en
la que se produce todo lo que es bueno. Uno adquiere esos innumerables
beneficios por la mera aspiración a observar estos preceptos, y muchos más se
adquirirán, por tanto, si uno los observa con atención unipuntual, sin violarlos
nunca.
Los
Veintiocho Preceptos Menores del Laico.
Buen hombre, los siguientes preceptos del laico son
pronunciados por el Buda:
(1)
Si
un laico que ha aceptado este precepto deja
de hacer ofrendas a sus padres y a sus maestros, ha incurrido en la falta
de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro,
el cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede
evitar caer en un destino desafortunado.
(2)
Si
un laico que ha aceptado este precepto, manifiesta indulgencia en el consumo de
alcohol, él ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de
elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(3)
Si
un laico que ha aceptado este precepto, puesto que no le agrada, deja de visitar al enfermo, el ha incurrido en la falta de la negligencia. Si
no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a
proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un
destino desafortunado.
(4)
Si
un laico que ha aceptado este precepto se
niega a dar algo a quien pide limosna,
dejándolo con las manos vacías, él ha incurrido en la falta de la negligencia.
Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a
proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un
destino desafortunado.
(5)
Supón
que un laico que ha aceptado este precepto ve a alguien, entre los mayores,
monjes, monjas, laicos, y laicas; si deja
de levantarse a recibirlos, saludarlos,
y darles la bienvenida, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no
es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a
proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un
destino desafortunado.
(6)
Supón
que un laico que ha aceptado este precepto ve a alguien, entre los monjes,
monjas, laicos y laicas, que viola algún precepto. Si él dice arrogantemente: “Yo soy mejor que él; él es menos que yo”, ha incurrido
en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este
acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la
muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(7)
Si
un laico que ha aceptado este precepto deja
de observar los ocho preceptos, y de
hacer ofrendas a las Tres Joyas durante los seis días de purificación de cada mes, él ha incurrido en la falta de
la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el
cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede
evitar caer en un destino desafortunado.
(8)
Si
un laico que ha aceptado este precepto deja
de ir a escuchar enseñanzas sobre
Dharma, cuando estas son impartidas en un radio de 20Km de donde reside, el ha incurrido en la falta de
la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el
cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede
evitar caer en un destino desafortunado.
(9)
Si
un laico que ha aceptado este precepto coge
ropa de cama o mobiliario perteneciente
a un templo, el ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz
de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(10)
Si
un laico que ha aceptado este precepto sospecha
que puede haber insectos en el agua,
pero no obstante la bebe, él ha incurrido en la falta de la negligencia. Si
no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a
proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un
destino desafortunado.
(11)
Si
un laico que ha aceptado este precepto viaja
solo a través de áreas peligrosas,
ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por
encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia
cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(12)
Si
un laico que ha aceptado este precepto pasa
toda la noche solo en un monasterio
de monjas, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de
elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(13)
Si
un laico que ha aceptado este precepto golpea
y regaña a sus esclavos, sirvientes,
o a extraños, con la intención de proteger su riqueza o su vida, ha
incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima
de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica,
tras la muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(14)
Si
un laico que ha aceptado este precepto sirve
las sobras a los monjes, monjas,
laicos, y laicas, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz
de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(15)
Si
un laico que ha aceptado este precepto cría
gatos o zorros, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz
de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(16)
Si
un laico que ha aceptado este precepto cría
animales, tales como elefantes,
caballos, vacas, cabras, camellos, o burros, y se niega a dárselos a alguien
que no ha recibido los preceptos del practicante laico, ha incurrido
en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este
acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la
muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(17)
Si
un laico que ha aceptado este precepto deja
de almacenar ropas ceremoniales,
boles para mendigar, y bastones, (para dar a monjes y monjas), ha incurrido
en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este
acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la
muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(18)
Si
un laico que ha aceptado este precepto necesita
ganarse la vida como granjero, pero no es diligente en la búsqueda de buena
tierra de labor y de agua pura, ha incurrido en la falta de la
negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual
lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar
caer en un destino desafortunado.
(19)
Supón
que un laico que ha aceptado este precepto se
gana la vida como un comerciante que
vende los artículos al peso. El no debería de subir el precio, previamente
acordado, de un bien; y debería de pesar los bienes honestamente. Si él no lo
hace así, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de
elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(20)
Supón
que un laico que ha aceptado este precepto mantiene
relaciones sexuales en un lugar[10], o
en un momento inadecuado[11];
él ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por
encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia
cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(21)
Si
un laico que ha aceptado este precepto deja
de pagar los impuestos de su negocio,
y sale huyendo, él ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es
capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir
en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(22)
Si
un laico que ha aceptado este precepto viola
las leyes de su país, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es
capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir
en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(23)
Si
un laico que ha aceptado este precepto disfruta
de los granos, frutas, melones, y vegetales frescos que él ha adquirido, y no
los ofrece en primer lugar a las Tres
Joyas, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de
elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(24)
Si
un laico que ha aceptado este precepto expone
y alaba el Dharma, a pesar de no
tener permiso de la Sangha para hacerlo, ha incurrido en la falta de la
negligencia. Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual
lo lleva a proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar
caer en un destino desafortunado.
(25)
Si
un laico que ha aceptado este precepto camina
delante de un monje o de un novicio,
ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz de elevarse por
encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la existencia
cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino desafortunado.
(26)
Si,
cuando está sirviendo comida en un templo, un
laico sirve mejor y más comida a su
maestro que a los otros monjes, ha incurrido en la falta de la negligencia.
Si no es capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a
proseguir en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un
destino desafortunado.
(27)
Si
un laico que ha aceptado este precepto cría
gusanos de seda, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es capaz
de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir en la
existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
(28)
Supón
que un laico que ha aceptado este precepto encuentra
a una persona enferma en el camino.
Si él sigue andando sin parar a ver lo que le sucede, y deja de hacer todo lo
necesario para ayudarle, ha incurrido en la falta de la negligencia. Si no es
capaz de elevarse por encima de este acto impuro, el cual lo lleva a proseguir
en la existencia cíclica, tras la muerte no puede evitar caer en un destino
desafortunado.
Buen hombre, si un laico puede
aceptar y mantener celosamente estos preceptos, él es llamado “una flor de pundarika entre los laicos”, “una
maravillosa fragancia suprema entre los laicos”, “una flor de loto pura entre
los laicos”, “un verdadero tesoro entre los laicos”, y “un hombre
extraordinario entre los laicos”.
Buen hombre, como el Buda ha dicho,
existen dos clases de Bodhisattvas: aquellos que han renunciado a la vida en
familia, y aquellos que llevan una vida en familia. Los Bodhisattvas que han
renunciado a la vida en familia son llamados monjes y monjas; los Bodhisattvas
que llevan una vida en familia son llamados laicos y laicas. No es difícil para
aquellos Bodhisattvas que han abandonado la vida en familia el mantener sus
votos monásticos; pero para los Bodhisattvas que llevan una vida en familia
resulta difícil mantener sus votos de laico. ¿Por qué? Porque aquellos que
llevan una vida en familia están impedidos por muchas causas y condiciones
adversas.
[1]
Matar a la madre, al padre, hacer sangre intencionadamente a un Buda, matar a un Arhat, crear división
en la Sangha.
[2]
Un ladrón del Dharma es alguien que lee textos de Dharma que le están
prohibidos o para los cuales no reúne los requisitos necesarios, alguien que
escucha el Dharma a escondidas, o alguien que se atribuye obras o comentarios
sobre Dharma que son plagios de otros.
[3] No
matar, no robar, abstenerse del sexo, no mentir, no beber alcohol, no usar
perfumes o joyas, no dormir en camas lujosas, no comer a partir del medio día.
Los laicos pueden aceptar estos ocho preceptos durante un periodo de 24 horas
en los días 8, 14, 15, 23, 29, y 30 de cada mes lunar, en los seis días de
purificación.
[4]
1) no matar; 2) no robar; 3) mantener la castidad; 4) no mentir; 5) no beber
alcohol; 6) no utilizar perfumes o adornos; 7) no cantar, bailar, o asistir a
espectáculos; 8) no dormir en camas lujosas; 9) no comer a partir del medio
día; 10) no tocar o atesorar dinero y joyas.
[5]
Los preceptos de la Liberación Individual (Pratimoksa).
[6]
Un laico que observe perfectamente los Votos o Preceptos de la Liberación
Individual, llega a alcanzar los tres primeros frutos del Vehículo de los
Oyentes. Cuando alcanza el nivel de un Destructor de Enemigos (Arhat) se convierte en un monje.
[7]
Los deseos hacia los placeres de los sentidos.
[8] Un
seguidor laico del Dharma del Buda. Upasika,
es el femenino.
[9] Tathagata-sambuddha.
[10]
En las cercanías de un templo o de una estupa.
[11]
Cuando uno está próximo al maestro espiritual, a monjes o monjas, y a los
padres; cuando se están cumpliendo los ocho preceptos; en el periodo de
menstruación.
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