viernes, 28 de diciembre de 2012

Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Lineas Capítulo 30 Sadaprarudita.

CAPÍTULO TREINTA: SADAPRARUDITA.

 

SADAPRARUDITA SE ENCAMINA A ENCONTRAR LA SABIDURÍA PERFECTA. (1)

 

Además, Subhuti, uno debería de buscar la sabiduría perfecta como ha hecho el Bodhisattva Sadaprarudita, quien ahora lleva la vida de santidad en la presencia del Tathagata Bhishmagarjitanirghoshasvara.

Subhuti: Entonces, ¿Cómo buscó el Bodhisattva Sadaprarudita la Perfección de la Sabiduría?

El Señor: Lo primero de todo, Sadaprarudita, el Bodhisattva, buscó la sabiduría perfecta de una forma tal que él no se cuidó de su cuerpo, no se preocupó por su vida; y la ganancia, el honor, y la fama no le interesaban. El se encontraba recluido en un bosque remoto, y una Voz en el aire le dijo:

“¡Vete al Este, hijo de buena familia!¡Allí escucharás la Perfección de la Sabiduría! Y en tu camino no prestes atención al cansancio de tu cuerpo; no te rindas ante ninguna fatiga; no prestes atención a la comida o a la bebida; al día o a la noche; al frio o al calor. No hagas ningún tipo de planes definitivos, tanto para las cosas externas como para las internas. No mires a derecha e izquierda; al Sur, Este, Oeste, o Norte; hacia arriba o hacia abajo; ni en ninguna de las direcciones intermedias. Y no tienes que permitirte ser perturbado por el yo o por la individualidad; o por la forma, o por los demás agregados; pues alguien que sea perturbado por ellos, es apartado de los fenómenos de un Buda. Y cuando es apartado de los fenómenos de un Buda, entonces él vaga en el nacimiento y la muerte. Y cuando vaga en el nacimiento y la muerte, entonces él no discurre en la sabiduría perfecta, y no puede alcanzar la Perfección de la Sabiduría.”

Sadaprarudita entonces, tras oír esto de la Voz, dijo: “Así es como yo actuaré. Porque yo quiero llevar la luz a todos los seres; porque yo quiero conseguir los fenómenos de un Buda”

La Voz le respondió: “¡Bien hablado, hijo de buena familia!”

A continuación el Bodhisattva Sadaprarudita volvió a escuchar la Voz, y lo que oyó fue esto:

“Hijo de buena familia, deberías de buscar la Perfección de la Sabiduría después de que hayas generado la firme convicción de que los fenómenos son vacíos, carentes de signo, carentes de deseo. También tienes que abandonar la visión falsa de que hay seres, signos, y existencia. Has de abandonar a aquellos amigos con malos pensamientos. Sin embargo, deberías de atender, amar, y honrar a los buenos amigos. Ellos son aquellos que te enseñan el Dharma, y quienes enseñan que “todos los fenómenos son vacíos, carentes de signo, carentes de deseo, no producidos, no cesados, y no existentes.” Cuando tú progreses de este modo, sin que pase mucho tiempo, serás capaz de estudiar la Perfección de la Sabiduría; bien de un libro, o bien de boca de un monje que expone el Dharma. Y tú deberás de tratar a esa persona de la cual has podido llegar a escuchar la Perfección de la Sabiduría como al mismo Maestro, deberás de estarle agradecido y darle las gracias, y deberías de pensar esto:”Este es mi buen amigo. ¡Como yo he oído la Perfección de la Sabiduría de él, pronto llegaré a ser irreversible hacia la Completa Iluminación, pronto renaceré en Campos de Buda en los cuales los Tathagatas no faltan, y, evitando los renacimientos desafortunados, yo tendré un renacimiento auspicioso!”

Cuando sopesas estas ventajas, tú estás inclinado a tratar a ese monje que expone el Dharma como al Maestro. No deberías de seguirlo impulsado por motivos de ganancia mundana, sino desde el deseo por el Dharma, desde el respeto hacia el Dharma, y para beneficio de todos y cada uno de los seres.

Observa también las cosas que son pensadas o vistas como hechos de Mara, pues aquí Mara, el Maligno, siempre está apareciéndose, y puede sugerir que tu maestro atiende, disfruta, y honra cosas las cuales son vistas, oídas, olidas, gustadas, o tocadas; mientras que el hecho real es que el maestro hace eso desde la destreza en los medios, y verdaderamente él está por encima de todas esas cosas.

Así que no pierdas la confianza en el maestro, sino que dite a ti mismo: “Yo aún no conozco la destreza en los medios tal y como el maestro ejecuta de forma espontánea. El maestro atiende, disfruta, y honra a esos fenómenos para indicar la disciplina más adecuada para los seres, para llevarlos a la realización de las raíces de virtud. Pues no existe un apego a semejantes soportes objetivos en los Bodhisattvas.”

Después de esto, tú deberás de contemplar la verdadera realidad de los fenómenos, esto es, que todos los fenómenos son sin impurezas, y sin purificación. Pues todos los fenómenos son vacíos en su naturaleza, y no tienen ninguna de las propiedades de un ser vivo; no tienen vida; no tienen individualidad; no tienen personalidad; son como una ilusión, como un sueño, como un eco, como una imagen reflejada. Cuando tú contemplas de este modo la verdadera realidad de todos los fenómenos, y sigues al predicador del Dharma, tu entrarás, sin que falte mucho,  en la Perfección de la Sabiduría. Pero tienes que vigilar la aparición de otro hecho de Mara.

Si quien expone el Dharma llegara a desanimarte con lo que dice, eso no debería de hacerte abandonar la Perfección de la Sabiduría, sino que con una mente que solo desea el Dharma, que solo muestra respeto al Dharma, incansablemente deberías de seguir al monje que expone ese Dharma.

Después de estos consejos de la Voz, el Bodhisattva Sadaprarudita viajó hacia el Este. Antes de que transcurriera mucho tiempo, se le ocurrió que él no le había preguntado a la Voz hasta dónde tenía que ir. El se paró donde estaba, lloró, se apenó, y se lamentó. Durante siete días permaneció en ese mismo sitio esperando a que se le dijera donde podría oír la Perfección de la Sabiduría; y durante todo ese tiempo no prestó atención a nada más, y no comió, sino que simplemente rindió homenaje a la Perfección de la Sabiduría.

Subhuti, un hombre que ha perdido a su único hijo, estaría muy triste y desdichado; y solo pensaría en una cosa, en su hijo; y en el pesar que siente por él. Idénticamente, el Bodhisattva Sadaprarudita en aquel tiempo no pensaba en nada más, excepto en: “¿Cuándo escucharé yo la Perfección de la Sabiduría?”

 

DESCRIPCIÓN DE GANDHAVATI, Y DE LA VIDA DE DHARMODGATA. (2)

 

Cuando Sadaprarudita se apenaba y se consumía así, repentinamente una figura de un Tathagata se apareció de pie ante él, le dio su aprobación, y le dijo:

“¡Bien hablado, hijo de buena familia! Pues los Tathagatas del pasado, cuando eran Bodhisattvas, también han buscado la sabiduría perfecta con el mismo espíritu con el que tú ahora la buscas. Con ese mismo espíritu de esfuerzo y de determinación, de entusiasmo y de celo, ¡Vete hacia el Este!

Allí, a quinientas leguas de aquí, hay una ciudad llamada Gandhavati. Está construida con los siete materiales preciosos. Tiene doce leguas de largo, y doce leguas de ancho; y está rodeada por siete muros, siete fosos, y siete filas de palmeras. Es próspera y floreciente; segura ante los ataques; contiene abundantes provisiones, y está llena de bestias y de hombres. Quinientas filas de comercios se distribuyen a través de la ciudad de un extremo a otro, hermosas de contemplar, como si fueran una pintura bien coloreada, dispuestas una a una de en una sucesión regular; y en medio de ellas se han erigido locales y pasajes bien construidos para los vehículos tirados por animales, para los palanquines, y para quienes andan a pie, de forma que hay alojamiento para todos.

Los muros que rodean completamente esta ciudad, están construidos con los siete materiales preciosos. Sus bien fundados mojinetes se inclinan hacia el dorado rio Jambu. Y en cada mojinete crece un árbol hecho de los siete materiales preciosos, cargado con diversos frutos, hechos también de materiales preciosos.

Una red de pequeñas campanas están suspendidas de cordeles, y rodean toda la ciudad. Cuando son movidas por el viento, las pequeñas campanillas emiten un sonido dulce, encantador, y deleitante; similar al sonido de los cinco instrumentos musicales cuando son armónicamente tocados por los Gandharvas, diestros en los cantos. Y esos sonidos hacen que los seres se distraigan, disfruten, y diviertan.

Los fosos alrededor de la ciudad están llenos de agua, que fluye reposadamente, sin estar ni demasiado fría, ni demasiado caliente.

Los botes en este río son brillantes, hechos de los siete materiales preciosos, bellos de contemplar; y su existencia es una recompensa por las acciones pasadas de los habitantes, quienes montando en ellos, se distraen, disfrutan, y divierten.

El agua está cubierta con las flores de lotos azules, de lotos rosa, de lotos blancos, y con otras de las más bellas y fragantes flores. No hay ninguna especie de flores, de entre todas las que existen en el gran macrocosmos de tercer grado, que no se encuentren allí.

Alrededor de esta ciudad hay quinientos parques, hermosos de ver, brillando con las siete cosas preciosas. Cada parque tiene cinco veces quinientos grandes estanques de lotos, cubiertos con hermosas flores, cada una de ellas del tamaño de una rueda de carreta; fragantes; de color azul, amarillo, blanco, y rojo. Los sonidos que generan los gansos, grullas, patos, zarapitos, y otras aves llenan el aire sobre los estanques. Y la existencia de esos parques, los cuales nadie considera de su propiedad, es una recompensa por las acciones pasadas de esos seres, pues ellos han discurrido durante mucho tiempo en la Perfección de la Sabiduría, con sus mentes llenas de fe hacia la Guía de los Budas, e inclinados a escucharla y comprenderla; y durante mucho tiempo ellos han estado pensando en los fenómenos profundos.

Y aquí, en esta ciudad de Gandhavati, en un lugar en el que se juntan cuatro caminos, está la casa del Bodhisattva Dharmodgata; de una legua de largo, construida con los siete materiales preciosos, hermosa de contemplar, cercada por siete muros y por siete filas de palmeras. Aquí existen cuatro parques cerca de la casa, para el disfrute de quienes viven en ella. Sus nombres son: Nityapramudita, Ashoka, Sakavigata, y Pushpacitra. Cada parque tiene ocho estanques de lotos llamados: Bhadra, Bhadrottama, Nandi, Nandottama, Kshama, Ksahmottama, Niyata, y Avivaha. En todos estos estanques uno de los lados es de oro, el segundo de plata, el tercero de Vaidurya (lapislázuli), el cuarto de cristal. El suelo del fondo consiste en cuarzo, con arena dorada sobre él. Cada estanque tiene ocho escaleras de acceso, con escalones decorados, hechos de abigarradas joyas. En uno huecos entre los escalones, dentro del rio Jambu, crece un platanero. Los estanques están cubiertos con diversos tipos de flores acuáticas; y el aire por encima de ellos está llenado por el sonido de los diversos pájaros. Alrededor de estos estanques, crecen varios árboles con flores, y cuando estos son agitados por el viento, sus flores caen dentro de los estanques. El agua en los estanques tiene el olor, color, gusto, y sensación de la madera de sándalo.

En esta mansión vive el Bodhisattva Dharmodgata con su séquito, entre estos sesenta y ocho mil mujeres. El se distrae, disfruta, y divierte; el siente y gusta de los cinco tipos de placeres de los sentidos. Todos los habitantes de esta ciudad, tanto mujeres como hombres, se distraen, disfrutan, y divierten; tienen un constante disfrute en los parques y en los estanques; y sienten y gustan de los cinco tipos de placeres de los sentidos. Sin embargo, el Bodhisattva Dharmodgata junto con su séquito, se distrae, disfruta, y se divierte solo durante un cierto tiempo; y a continuación él siempre enseña la Perfección de la Sabiduría.

Y los ciudadanos de esa urbe construyeron un púlpito para el Bodhisattva Dharmodgata en la plaza central de la ciudad. Tiene una base de oro, y sobre ella se extiende un colchón de algodón, y una funda de lana, un cojín; y tejidos de seda están puestos encima de todo ello. Alto en el aire, a una altura de medio kos (unos dos kilómetros), hay un toldo, brillante y con perlas; duradero y firme. Alrededor de todo ese púlpito hay sembradas y dispersas flores de los cinco colores; y el propio púlpito está perfumado con las fragancias de diversos perfumes.

¡Así de puro es el corazón del Bodhisattva Dharmodgata, así de grande es su respeto hacia quienes oyen el Dharma de él! El Bodhisattva Dharmodgata, sentado en el trono, enseña la Perfección de la Sabiduría.

Los habitantes de esa ciudad escuchan su enseñanza con gran respeto hacia el Dharma, con confianza en el Dharma, con fe en lo que es digno de fe, con mentes que están alentadas por la fe. En suma, muchos cientos, muchos miles, muchos cientos de miles de seres, Dioses y hombres, se reúnen allí a escuchar. Algunos de ellos explican la Perfección de la Sabiduría, algunos la repiten, algunos la copian, algunos la siguen con sabia atención. Todos esos seres ya no están condenados a caer en los estados de privación, y ellos son irreversibles hacia la Completa Iluminación.

¡Hijo de buena familia, ve a ese Bodhisattva Dharmodgata! De él tu oirás la Perfección de la Sabiduría. Pues él ha sido tu buen amigo durante mucho tiempo, él te ha convocado, instigado, y animado a alcanzar la Completa Iluminación. En el pasado, también él ha buscado la Perfección de la Sabiduría de la misma forma en la que tú la buscas ahora.

¡Hijo de buena familia, ve día y noche, prestando tu atención no dividida a esta tarea sin fin, a esta ilimitada bendición por la cual aprendemos naturalmente a no aceptar una base, ni a desarrollar aversión hacia ella como medio para algún fin!¡Antes de que pase mucho tiempo, tu oirás la Perfección de la Sabiduría!”

Cuando el Bodhisattva Sadaprarudita escuchó esto, se puso contento, regocijado, gozoso, lleno de gozo y de júbilo. Un hombre herido por una flecha envenenada, no podría pensar en nada excepto en: “¿Dónde encontraré a un cirujano, a un médico diestro, que pueda sacarme esta flecha, y liberarme de este sufrimiento?” De la misma forma, el Bodhisattva Sadaprarudita en aquel tiempo, no prestaba atención a ningún fenómeno, excepto a: “¿Cuándo veré yo a ese hijo de buena familia de quien oiré la Perfección de la Sabiduría? Cuando yo haya escuchado esa Doctrina, yo abandonaré toda atención hacia una base.” Sin abandonar el lugar en el que estaba, Sadaprarudita oyó entonces al Bodhisattva Dharmodgata enseñando la Perfección de la Sabiduría.

 

LA LISTA Y EL SIGNIFICADO DE LAS CONCENTRACIONES. (3)

 

Como un resultado, él generó una percepción por la cual no se basó en ningún fenómeno. Y él llegó a estar cara a cara con las muchas puertas a las concentraciones. Los nombres de las concentraciones eran los siguientes: “Contempla la existencia inherente de todos los fenómenos”, “La no aprehensión de la existencia inherente en ningún fenómeno”, “La no diferenciación de todos los fenómenos”, “Espectador de la inmutabilidad de todos los fenómenos”, “Iluminador de todos los fenómenos”, “Desde todos los fenómenos la oscuridad se ha desvanecido”, “Hace añicos el conocimiento de todos los fenómenos”, “Agita a todos los fenómenos”, “La no aprehensión de todos los fenómenos”, “Adornado con flores”, “Dentro de su propio cuerpo consuma todos los fenómenos”, “Habiendo abandonado la ilusión”, “Sacando las imágenes reflejadas en un espejo”, “Sacando los sonidos de todos los seres”, “Sin ninguna suciedad”, “Contentando a todos los seres”, “Un seguidor de los sonidos vocales de todos los seres, desde la destreza en los medios”, “Consumación de toda la variedad de letras, palabras, y sonidos vocales”, “El estado que viene del sentimiento de no rigidez”, “Inexpresable en su naturaleza esencial”, “Realización de la emancipación sin obstrucción”, “Visita del rey”, “Análisis gramatical del habla, en palabras y letras”, “Tiene penetración en todos los fenómenos”, “Ha dejado atrás la esfera de todos los fenómenos”, “El límite no obstruido de todos los fenómenos”, “Formado como el firmamento”, “Como un relámpago”, “El rey está cerca”, “El rey sin rival”, “Victorioso”, “Uno no puede tener aversión hacia el ojo”, “Fijado en el elemento del Dharma (Dharmadhatu)”, “Fuera del elemento del Dharma”, “Garante de consuelo”, “Ha rugido como un león”, “Ningún mundo para que los seres renazcan en él”, “Liberado de la suciedad”, “Puro”, “Engalanado con el loto”, “Aniquilador de la exaltación”, “Seguidor de toda excelencia substancial”, “Elevado sobre todos los fenómenos”, “Logro de los conocimientos superiores, los poderes, y los fundamentos de la intrepidez”, “Penetrador de todos los fenómenos”, “Sello del desistir del devenir por parte de todos los fenómenos”, “El océano en el que todos los fenómenos pierden su devenir”, “Espectador de todos los fenómenos sin distinción”, “Ha dejado atrás la jungla de todas las visiones y acciones”, “Sin oscuridad”, “Sin un signo de todos los fenómenos”, “Liberado de todo apego”, “Sin traza de pereza”, “Irradia luz sobre los fenómenos profundos”, “Hecho como Meru”, “Irresistible”, “Acabó con el círculo del ejército de Mara”, “No inclinación hacia nada en los Tres Mundos”, “Emisión de rayos”, “Visión del Tathagata”, “Espectador de todos los Tathagatas”

Establecido en esas concentraciones, él vio a los Budas y Señores en los incontables sistemas de mundos, en las diez direcciones, que estaban revelando esta misma Perfección de la Sabiduría a los Bodhisattvas.

Y esos Tathagatas lo aplaudieron y confortaron; y le dijeron: “También nosotros, en el pasado, cuando éramos Bodhisattvas, buscamos la Perfección de la Sabiduría de la misma forma. También nosotros, mientras estábamos buscando, adquirimos las concentraciones que tú has adquirido justamente ahora. Después de que las hubimos adquirido, hemos seguido en nuestro camino, establecidos en la Perfección de la Sabiduría y en los irreversibles fenómenos de un Buda. Pero cuando contemplamos la naturaleza primordial esencial  y la existencia inherente de todas esas concentraciones, entonces no vemos ningún fenómeno real que entre en ellas, o que emerja de ellas, que discurra hacia la Iluminación, o que conozca la Completa Iluminación. Esa ausencia de un imaginar nada acerca de cualquier fenómeno, eso es esta Perfección de la Sabiduría. Puesto que nos hemos establecido firmemente en la ausencia de un concepto de “yo” imaginado, nosotros hemos adquirido nuestros cuerpos de color dorado, las treinta y dos marcas de un hombre superior, las dieciocho marcas secundarias, y los espléndidos halos a nuestro alrededor; y hemos alcanzado el inconcebible y supremo conocimiento de los Budas, la sabiduría de los Budas, la suprema concentración de los Budas, y la perfección de todos los fenómenos y cualidades de los Budas.

Incluso los Tathagatas no pueden aprehender la medida, ni definir el límite de esa perfección de las cualidades, mucho menos los Discípulos y los Pratyekabuddhas. Por lo tanto, deberías de llenar tu mente con el respeto hacia esos fenómenos de los Budas, de forma que tú debieras de desearlos crecientemente, de forma que tú llegara a estar más y más apasionado por ellos. Porque la Suprema Iluminación no es difícil de alcanzar para alguien que la desea, que está apasionado por ella.

También tú deberías de generar un intenso respeto y afecto hacia el buen amigo, y tu confianza en él debería de ser serena. Pues es cuando ha sido apoyado por un buen amigo, cuando ese Bodhisattva rápidamente conocerá la Completa Iluminación”

Sadaprarudita les preguntó a los Tathagatas: “¿Quién es el buen amigo?”

A ello un Tathagata le respondió: “El Bodhisattva Dharmodgata ha madurado durante mucho tiempo hacia la Completa Iluminación; el te ha apoyado, ha sido tu preceptor en la sabiduría perfecta, en la destreza en los medios, y en los fenómenos de un Buda. Él fue quien te ha apoyado, y por este acto amistoso tienes que honrarle con gratitud y darle las gracias; y tienes que llevar en mente lo que él ha hecho por ti. Hijo de buena familia, si durante un eón, o durante dos eones, o hasta cien mil eones, o más aún, llevaras al Bodhisattva Dharmodgata como si fuera un turbante sobre tu cabeza, si lo obsequiaras con todo lo que hace felices a los seres, y se lo ofrecieras con tantas formas, sonidos, olores, sabores, y tactos como hay en el gran macrocosmos de tercer grado, incluso así tú no habrías pagado a ese hijo de buena familia lo que él ha hecho por ti. Pues ha sido a través de su poder por lo que tú has adquirido esas concentraciones, por lo que tú has oído hablar de la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios; y por lo que tú has conseguido la Perfección de la Sabiduría.”

 

SADAPRARUDITA Y LA HIJA DEL MERCADER (4)

 

Después de que los Tathagatas hubieran reconfortado al Bodhisattva Sadaprarudita; ellos volvieron a desaparecer. Pero Sadaprarudita emergió de sus concentraciones, y se preguntó: “¿De dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido?” Puesto que no podía ver ya a esos Tathagatas, él estaba apenado, y suspiraba por ellos.

El pensó para sí: “El santo Bodhisattva Dharmodgata ha adquirido los dharanis, el posee los cinco conocimientos superiores (poderes psíquicos, oído celestial, conocimiento de los pensamientos de los demás, memoria de las vidas pasadas, y ojo celestial), el ha realizado sus deberes bajo los Conquistadores del pasado, el es mi mentor y mi buen amigo, quien durante mucho tiempo ha estado haciéndome bien. Cuando yo llegue a él, tengo que preguntarle sobre este tema, preguntarle que me explique de dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido”

Entonces Sadaprarudita alimentó el afecto y la confianza, la estima y el respeto por el Bodhisattva Dharmodgata. Entonces el reflexionó: “¿Con qué tipo de regalo honorífico puedo yo aproximarme ahora al Bodhisattva Dharmodgata? Yo soy pobre, y no tengo nada de valor con lo que pudiera expresar mi respeto y reverencia hacia él. No sería correcto por mi parte el ir sin nada de nada. Pero yo soy pobre, y eso me hace sentirme ahora triste y arrepentido”

Tales eran los sentimientos, tal era la actitud de reverencia con la que el Bodhisattva Sadaprarudita realizaba su viaje. En el debido discurrir, el llegó a una ciudad; se dirigió al medio del mercado, y decidió que vendería su propio cuerpo; y que con el precio obtenido honraría al Bodhisattva Dharmodgata.

El Bodhisattva Sadaprarudita reflexionó: “A través de la larga noche del pasado, en los inmensurables ciclos del nacimiento y de la muerte, miles de mis cuerpos han sido hechos pedazos, gastados, destrozados, y vendidos una y otra vez. Yo he experimentado inmensurables dolores en los infiernos debido al disfrute de los placeres de los sentidos, como resultado de los placeres de los sentidos; pero nunca debido a fenómenos de este tipo, nunca debido al propósito de honrar a seres de semejante clase”

Sadaprarudita entonces se dirigió al medio del mercado, elevó su voz, y gritó: “¿Quién quiere un hombre? ¿Quién quiere un hombre? ¿Quién quiere comprar un hombre?”

Entonces, Mara, el Maligno pensó para sí: “Obstruyamos a este Bodhisattva Sadaprarudita. Pues si él tiene éxito al venderse a sí mismo debido a su interés por el Dharma; y si él entonces va a honrar al Bodhisattva Dharmodgata, y a preguntarle con respecto a la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios, como un Bodhisattva que está discurriendo en la sabiduría perfecta, puede lograr rápidamente la Completa Iluminación, y entonces está seguro de alcanzar el océano del conocimiento sagrado, y llegará a ser inaccesible para Mara y su hueste, y alcanzará la perfección de todas las cualidades, después de lo cual el trabajará para el bienestar de todos los seres; y entonces los apartará de mi esfera, y también apartará a otros después de que haya conocido la Completa Iluminación”

Entonces Mara, el Maligno, dispuso que todos los brahmines y los cabezas de familia de esa ciudad no pudieran oír la voz de Sadaprarudita. Cuando Sadaprarudita no pudo encontrar un comprador para él, se fue a un lado, se lamentó, y comenzó a llorar. (Sadaprarudita significa “Lágrimas perpetuas”). Y dijo: ¡Ay! Es duro para nosotros el que no hayamos encontrado un comprador tan siquiera, para nuestro cuerpo, de forma que pudiéramos después de vender nuestro cuerpo, honrar al Bodhisattva Dharmodgata”

Entonces Sakra, el Jefe de los Dioses, pensó para sí: “Déjame probar al Bodhisattva Sadaprarudita. ¿Renunciará ahora a su cuerpo lleno de la más fervorosa intención en su interés por el Dharma, o no lo hará?”

Entonces Sakra conjuró el disfraz de un hombre joven, fue a donde se encontraba el Bodhisattva Sadaprarudita, y le dijo: “Hijo de buena familia, ¿Por qué permaneces aquí abatido, languidecido, y derramando lágrimas?”

Sadaprarudita respondió: “Yo quiero venderme a mí mismo, pero no puedo encontrar a nadie que quiera comprar mi cuerpo”

Sakra, bajo la apariencia del joven, dijo: “¿Para qué quieres venderte a ti mismo?”

Sadaprarudita replicó: “Debido al amor por el Dharma, yo quiero venderme. Y así poder venerar al Dharma, y honrar al santo Bodhisattva Dharmodgata. Pero yo no encuentro un comprador para este cuerpo mío. Por lo tanto, yo pienso para mí, ¡ay!, que tengo que ser una persona de un mérito extremadamente pequeño, sin la menor duda”

El joven dijo: “Yo no tengo ninguna necesidad de ningún hombre. Pero mi padre tiene la obligación de hacer un sacrificio. Para eso yo necesito el corazón de un hombre, su sangre, y el tuétano de sus huesos. Si tu puedes darme algo de eso, yo te pagaré por ello”

Entonces Sadaprarudita pensó para sí: “Ha sido extremadamente fácil el tener lo que yo deseaba. Ahora yo sé que mi cuerpo es lo suficientemente perfecto para mí, para obtener la sabiduría perfecta, la destreza en los medios, y los fenómenos de un Buda; puesto que he encontrado ahora en este joven un comprador para mi corazón, sangre, y tuétano”

Con esto en mente, con el cabello erizado por el gozo; y completamente dispuesto, dijo: “¡Te daré mi cuerpo, puesto que tú lo necesitas!”

El joven le preguntó: “¿Qué precio he de darte?”

Sadaprarudita contestó: “¡Dame lo que tú quieras!”

Entonces Sadaprarudita cogió una afilada espada, y cortó su brazo derecho, haciendo que la sangre fluyera de él. A continuación, se acercó a grandes zancadas a un muro, y se cortó su muslo derecho, descarnándolo, para poder romper el hueso.

Una hija de un mercader, desde la ventana superior (de su casa), vio todo esto; y ella se preguntó: “¿Por qué ese hijo de buena familia se hace eso a sí mismo? Déjame ir, y preguntarle.”

Cuando ella llegó a donde estaba Sadaprarudita, dijo: “¿Por qué te infringes este trato fatal a ti mismo?¿Qué harás con esta sangre, y con el tuétano de tus huesos?”

Sadaprarudita dijo: “Puesto que se los he vendido a este joven, yo voy a venerar a la Perfección de la Sabiduría, y a honrar al santo Bodhisattva Dharmodgata.”

La hija del mercader dijo: “¿Cuál es la clase de cualidad, cuál es la excelencia de las cualidades que tú crearías en ti mismo debido a tu deseo de honrar al Bodhisattva Dharmodgata, después de que hayas vendido tu propio corazón, tu sangre, y tuétano?”

Sadaprarudita respondió: “Dharmodgata me explicará la Perfección de la Sabiduría y la destreza en los medios hábiles. Yo me entrenaré en ellos, y como resultado, yo llegaré a ser un refugio para todos los seres; y después de que yo haya conocido la Completa Iluminación, conseguiré un cuerpo de color dorado, las treinta y dos marcas de un hombre superior, las dieciocho marcas secundarias, el esplendor de un halo de rayos que se extenderán al infinito, la gran amistad, la gran compasión, el gran regocijo simpático, la gran imparcialidad, los cuatro fundamentos de la intrepidez, los cuatro conocimientos analíticos, los dieciocho fenómenos especiales de un Buda; y yo adquiriré los cinco conocimientos superiores, una pureza de conducta inconcebible, una pureza de concentración inconcebible, una pureza de sabiduría inconcebible, y los diez poderes de un Tathagata. Yo despertaré completamente a la sabiduría de un Buda, y adquiriré la supremamente preciosa Joya del Dharma, la cual yo compartiré con todos los seres.”

La hija del mercader replicó: “Hijo de buena familia, es maravilloso cuan exaltados y sublimes son los fenómenos que tú has proclamado. Por solo uno de esos fenómenos, uno debiera de desear renunciar a su cuerpo incluso durante incontables eones, ¡cuánto más por obtener muchos de ellos! Esos fenómenos que tú has proclamado también me complacen, y me parecen buenos para mí. Pero mira, hijo de buena familia, yo te daré todo lo que pidas, y con eso tú podrás honrar entonces a ese Bodhisattva Dharmodgata. ¡Pero no te infrinjas semejante tratamiento en ti mismo! ¡Yo también iré contigo al Bodhisattva Dharmodgata! ¡Yendo contigo, yo también plantaré raíces de virtud, las cuales ayudarán a lograr esos fenómenos!

Entonces Sakra, el Jefe de los Dioses, arrojó su disfraz como un hombre joven, y en su propio cuerpo se plantó de pie ante el Bodhisattva Sadaprarudita, y le dijo: “Yo aplaudo tu firme sentido de la obligación. En el pasado también los Tathagatas han tenido un deseo tan grande como el tuyo por el Dharma, y fue eso lo que los ayudó a conocer la Completa Iluminación, y a obtener la preciosa Joya del Dharma; después de que ellos en primer lugar hayan discurrido en el discurrir de un Bodhisattva, y hayan hecho preguntas acerca de la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios. Yo no necesito tu corazón, sangre, o tuétano. Yo solo he venido aquí para probarte. Ahora escoge un favor. ¡Te daré cualquier favor que me pidas!”

Sadaprarudita contestó: “¡Dame los supremos fenómenos de un Buda!”

Sakra, el Jefe de los Dioses, replicó: “Eso no está dentro de mi dominio. Eso está dentro del dominio de los Budas, los Señores. ¡Escoge otro favor!”

Sadaprarudita replicó: “¡No atribules tu mente con la condición mutilada de mi cuerpo! Yo lo haré completo otra vez por el poder mágico de mi enunciación de la Verdad. ¡Puesto que yo soy en verdad irreversible, habiendo sido predicho para la Completa Iluminación, y siendo conocida por los Tathagatas mi inquebrantable determinación, que pueda a través de esta Verdad, a través de esta promulgación de la Verdad, ser mi cuerpo tal y como era antes!”

En ese mismo momento, instante, y segundo, a través del poder del Bodhisattva y a través de la perfecta pureza de la determinación del Bodhisattva, el cuerpo del Bodhisattva Sadaprarudita volvió a ser otra vez tal y como había sido antes, sano y completo. Y Sakra, el Jefe de los Dioses; y Mara, el Maligno, reducidos al silencio, se desvanecieron de ese lugar.

La hija del mercader le dijo a Sadaprarudita: “Ven, hijo de buena familia, y vayamos a mi casa. Yo les pediré a mis padres que te den las riquezas con las que tú puedas expresar tu deseo de venerar a esa Perfección de la Sabiduría, y honrar al Bodhisattva Dharmodgata; un deseo que es debido a tu amor hacia el Dharma.”

El Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader fueron juntos hacia la casa de ella. Cuando llegaron, Sadaprarudita permaneció esperando en el umbral, mientras que la hija del mercader entró dentro de la casa, y les dijo a sus padres: “Mamá y papá. ¡Tenéis que darme una parte de vuestras riquezas! ¡Yo quiero marcharme con las quinientas doncellas que me habéis dado como sirvientas! Junto con el Bodhisattva Sadaprarudita yo quiero ir a ver al Bodhisattva Dharmodgata, para venerarle. Y él nos enseñará el Dharma a nosotros, y de esa forma adquiriremos los fenómenos de un Buda.”

Sus padres replicaron: “¿Quién es ese Bodhisattva Sadaprarudita, y dónde está ahora?”

La hija del mercader dijo: “Este hijo de buena familia espera en el umbral de la puerta de nuestra casa. Y él se ha encaminado resueltamente a conocer la Completa Iluminación, en otras palabras, el quiere liberar a todos los seres de los inmensurables sufrimientos del nacimiento y de la muerte.”

Y entonces ella les contó lo que había visto y oído; como Sadaprarudita había vendido su cuerpo, y lo había mutilado; y como ella le había preguntado por la razón; y como él alabó y le reveló a ella las inconcebibles cualidades de un Buda, y los inmensurables fenómenos de un Buda, a los cuales él tiene en mente como su fin. Ella terminó diciendo que: “Cuando yo oí esas inconcebibles cualidades de un Buda, yo sentí un extremado gozo y regocijo. Y yo pensé para mí: “Es maravilloso hasta qué punto este hijo de buena familia es un ejecutor de lo que es difícil de hacer, y cuánto tiene que amar al Dharma para soportar el daño y el dolor en su cuerpo. Pues por este amor al Dharma es por lo que él ha renunciado a sí mismo. ¿Cómo podemos dejar de venerar el Dharma, y de hacer un voto para alcanzar todos los estados, nosotros, que tenemos vastas y abundantes riquezas.”

Así que le dije a ese hijo de buena familia: “¡No te infrinjas semejante tratamiento fatal en ti mismo! Te daré abundantes riquezas, las cuales tu podrás utilizar para venerar y honrar a ese santo Bodhisattva Dharmodgata. Yo también iré contigo a ese Bodhisattva, y también lo veneraré. ¡Yo también realizaré esos fenómenos supremos de un Buda, los cuales tú has proclamado! ¡Mamá y papá, permitidme irme, y dadme las riquezas que he pedido!”

Sus padres replicaron: “¡Es maravilloso que bien has relatado las penurias de ese hijo de una buena familia! ¡Inconcebibles, con toda seguridad, tienen que ser esos fenómenos por los cuales él soporta esas penurias; tienen que ser lo más distinguido en el mundo entero, una fuente de felicidad para todos los seres! Te daremos nuestras posesiones para que puedas irte. También nos gustaría ir con vosotros, ver, saludar, honrar, y venerar a ese Bodhisattva Dharmodgata”

La hija replicó: “Haced tal como decís. Yo no me opongo a aquellos que estén del lado de lo que es correcto”

 

EL ENCUENTRO CON DHARMODGATA. (5)

 

Y así fue como la hija del mercader se encaminó a venerar y a honrar al Bodhisattva Dharmodgata. Ella cogió quinientos carruajes, y ordenó a sus quinientas sirvientes, las doncellas, que estuvieran preparadas. Cogió abundantes riquezas y numerosas provisiones, montó en un carruaje junto al Bodhisattva Sadaprarudita, y se dirigieron hacia el Este rodeados por las quinientas doncellas en sus quinientos carros, acompañados por un gran séquito, y precedidos por sus padres.

Después de cierto tiempo, el Bodhisattva Sadaprarudita vio la ciudad de Gandhavati desde la distancia. En el medio del mercado vio al Bodhisattva Dharmodgata en su púlpito, enseñando el Dharma, rodeado y reverenciado por una asamblea de muchos cientos, de muchos miles, de muchos cientos de miles. En el momento en el que lo vio, el se encontró colmado con ese tipo de felicidad que un monje siente cuando con la atención fijada en un solo punto, él ha obtenido el primer trance. Él lo miraba, y pensaba: “No sería correcto por mi parte aproximarme al Bodhisattva Dharmodgata sentado en un carruaje. ¡Déjame posarme de él!”

Entonces él se posó de su carruaje, y también la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, siguieron su comportamiento. Sadaprarudita, junto con la hija del mercader y sus quinientas doncellas, se dirigió entonces a dónde el Bodhisattva Dharmodgata estaba sentado, en medio de una magnifica plasmación de las aspiraciones espirituales. Pues, en aquel tiempo, el Bodhisattva Dharmodgata había construido para la Perfección de la Sabiduría una torre puntiaguda, hecha de los siete materiales preciosos, adornada con madera de sándalo rojo, y rodeada por un adorno de perlas. En las cuatro esquinas de la torre puntiaguda había colocadas gemas, y ellas realizaban las funciones de lámparas. Cuatro jarros hechos de plata, conteniendo incienso, estaban suspendidos en sus cuatro lados, y en ellos se estaba quemando madera de puro áloe negro, como un signo de veneración hacia la Perfección de la Sabiduría. Y en el medio de esa torre puntiaguda estaba colgado un canapé, hecho con los siete materiales preciosos; y sobre él, había un cajón construido a partir de cuatro grandes gemas. Dentro de él, estaba colocada la Perfección de la Sabiduría, escrita con letras de lapislázuli fundido sobre tablas doradas. Y esa torre puntiaguda estaba adornada por guirnaldas brillantemente coloreadas, las cuales colgaban en bandas.

El  Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, miraron a esa torre puntiaguda tan magníficamente decorada, como una proyección de las aspiraciones religiosas. Ellos vieron a miles de Dioses, con Sakra, el Jefe de los Dioses, esparciendo sobre esa torre puntiaguda flores celestiales de Mandarava, polvo de madera de sándalo celestial, polvo de oro celestial, y polvo de plata celestial; y ellos oyeron la música de instrumentos celestiales.

Sadaprarudita entonces le preguntó a Sakra, el Jefe de los Dioses: “¿Con qué propósito tú, junto con muchos miles de Dioses, esparcís flores celestiales de Mandarava, polvo de sándalo celestial, polvo de oro celestial, y polvo de plata celestial, sobre esa torre puntiaguda, construida con los materiales preciosos; y por qué los Dioses, arriba en el cielo, tañen música celestial con sus instrumentos?”

Sakra contestó: “¿No sabes la razón, hijo de buena familia? Esta es la Perfección de la Sabiduría, la Madre de los Budas y la Guía de los Bodhisattvas. Cuando los Bodhisattvas se entrenan en ella, pronto logran todas las cualidades de la Perfección de la Sabiduría, y como consecuencia de ello, todos los fenómenos de un Buda; y el conocimiento de todos los modos.”

Sadaprarudita replicó: “¿Dónde está la Perfección de la Sabiduría, la Madre de los Budas, la Guía de los Bodhisattvas?”

Sakra contestó: “El santo Bodhisattva Dharmodgata la colocó en el medio de esa torre puntiaguda, después de que él la hubiera escrito sobre unas tablas doradas con lapislázuli fundido; y la ha sellado con siete sellos. Nosotros no podemos mostrártela fácilmente”

Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, todos ellos rindieron veneración a la Perfección de la Sabiduría con las flores que habían traído consigo; y con guirnaldas, coronas, vestidos, joyas, incienso, banderas, y flores doradas y plateadas; y uno tras otro, ellos fueron depositando su parte (de la ofrenda) frente a ella, para mayor honor del Bodhisattva Dharmodgata. Entonces a continuación ellos veneraron al Bodhisattva Dharmodgata esparciendo flores y demás sobre él; y con sus instrumentos tocaron música que parecía celestial, motivados por un deseo de venerar al Dharma.

Entonces las flores se elevaron a lo alto sobre la cabeza del Bodhisattva Dharmodgata, y formaron una torre puntiaguda de flores. Y esas flores de diversos colores, doradas y plateadas, permanecieron arriba en el aire, como si fueran un toldo. Y también los hábitos, vestidos, y las joyas permanecieron suspendidos en lo alto, en el aire, como un pabellón en las nubes. Cuando el Bodhisattva Sadaprarudita, la hija del mercader, y las quinientas doncellas contemplaron esta maravilla, ellos pensaron para sí: “Es maravilloso el ver qué gran poder mágico tiene este Bodhisattva Dharmodgata, qué gran poder, y qué gran influencia. El ha discurrido ya hasta tal punto en el discurrir de un Bodhisattva, que ahora ya posee semejante cantidad de poder para obrar maravillas. ¡Cuánto más tendrá después de que haya conocido la Completa Iluminación!”

La hija del mercader y las quinientas doncellas sintieron entonces un anhelo por el Bodhisattva Dharmodgata. Como si fueran una sola mente, ellas con determinación elevaron sus corazones a la Suprema Iluminación; y dijeron: “¡Qué podamos nosotras, a través de esta raíz de virtud, llegar a convertirnos en Tathagatas en un periodo futuro! ¡Qué podamos nosotras discurrir en el discurrir de los Bodhisattvas, y que podamos recibir esos auténticos fenómenos que este Bodhisattva Dharmodgata ha recibido! ¡Y que podamos honrar y respetar a la Perfección de la Sabiduría, tal y como este Bodhisattva Dharmodgata la honra y respeta; y que podamos revelarla a tantos como él ha revelado! ¡Y que podamos llegar a estar dotadas con la sabiduría perfecta, y con la destreza en los medios; y con tantas realizaciones en ellos como tiene este Bodhisattva Dharmodgata!”

El Bodhisattva Sadaprarudita, la hija del mercader, y las quinientas doncellas, después de que hubieran venerado a la Perfección de la Sabiduría, y honrado al Bodhisattva Dharmodgata con sus cabezas, respetuosamente saludaron con sus manos juntas, y permanecieron a un lado. Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita le contó toda la historia de su búsqueda de la Perfección de la Sabiduría, comenzando con la Voz que él había oído en el bosque, esa que le ordenó ir hacia el Este. Él le contó a Dharmodgata como se había establecido en muchas concentraciones, y como los Budas y Señores de las diez direcciones lo habían reconfortado y aplaudido, y que le habían dicho: “¡Bien hecho, hijo de buena familia! Esas concentraciones han sido consecuencia de la Perfección de la Sabiduría. Gracias al establecernos firmemente en la Perfección de la Sabiduría, nosotros hemos logrado todos los fenómenos de un Buda.”

Siguió con el relato hasta que: “Entonces los Tathagatas se volvieron a desvanecer; y yo emergí de ese estado de concentración. Entonces yo me pregunté: “¿De dónde han venido estos Tathagatas, y a dónde han ido?”. Yo pensé para mí que: “El santo Bodhisattva Dharmodgata ha recibido los dharanis, el posee los cinco conocimientos superiores, el ha hecho sus deberes bajo los Conquistadores del pasado, el ha plantado raíces de virtud, y está bien entrenado en la sabiduría perfecta, y en la destreza en los medios. El me explicará este tema tal y como realmente es, y me dirá de dónde han venido los Tathagatas, y a dónde han ido”.

Ahora yo he llegado a ti, y yo te pregunto, hijo de buena familia, ¿De dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido? Enséñame, hijo de buena familia, el ir y el venir de esos Tathagatas, de forma que pueda conocerlo, de forma que no podamos llegar a estar faltos de la visión de los Tathagatas.”

 

 

 

Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Lobsang Gyatso.

 

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