Sutra a Angulimala.
Esto he oído. Cierta vez el Bhagavan[1]
estaba residiendo en el monasterio donado por Anathapindika, en la Arboleda de
Jeta, en Savatthi. En aquel tiempo en el reino del Rey Prasenajit de Kosala,
había un salteador llamado Angulimala[2].
Era fiero, con las manos llenas de sangre, y se ocupaba en matar sin
misericordia a los seres. En aquel tiempo, el destruyó aldeas enteras,
caravanas enteras, e incluso peligraba el estado. El mataba a los seres humanos
para hacer un collar de dedos.
Entonces el Bhagavan, a la mañana, se vistió con sus hábitos
monásticos, y cogiendo el bol y los hábitos entró en Savatthi en busca de
limosnas. Después de ir a hacer la ronda de limosnas y de volver de ella,
después de tomar su comida, arregló su aposento, y cogiendo el bol y los
hábitos comenzó a andar por el sendero que llevaba al lugar en el que estaba
Angulimala.
Los vaqueros, granjeros, y viajeros al ver al Bhagavan seguir el sendero que llevaba al lugar
donde se encontraba Angulimala, se paraban a decirle: “Asceta, no sigas por ese
sendero; allí vive un salteador llamado Angulimala, un ser cruel con las manos
llenas de sangre, que se ocupa de matar sin misericordia a los seres. Ha
destruido aldeas completas, caravanas completas, e incluso pone en peligro el
estado. Mata a los seres humanos para hacer un collar de dedos. ¡Oh, asceta!
Incluso una banda de diez, veinte, treinta y cinco, o incluso cincuenta
personas que siguieron ese sendero fueron matados por ese malhechor de
Angulimala.” Cuando esto fue dicho, el Bhagavan siguió andando en silencio. Se
lo dijeron por segunda vez, y el Bhagavan siguió andando en silencio. Una
tercera vez se lo repitieron, y el Bhagavan siguió andando en silencio.
El salteador Angulimala
vio como el Bhagavan se acercaba en la distancia, y en él surgió este
pensamiento: “¡Indudablemente, es maravilloso! La gente viene por este sendero
en grupos de diez, o de veinte, o de treinta, o de cuarenta, o de cincuenta.
Todos ellos han caído en mis manos. Este asceta viene solo, sin nadie más,
quizá piense que pueda vencerme… ¿Y qué si mato este asceta?”
Entonces el salteador Angulimala cogió su espada y su
armadura, colocó el carcaj y el arco, y siguió de cerca tras el Bhagavan.
Entonces el Bhagavan por medio de su poder psíquico hizo que aunque el
malhechor Angulimala estaba persiguiéndolo con todas sus fuerzas, era incapaz
de alcanzar al Bhagavan.
Entonces al salteador Angulimala
se le ocurrió: “¡Esto es indudablemente maravilloso, anteriormente yo podría
aventajar a un elefante corriendo, a un caballo al galope, a un carro
desplazándose, y ahora, corriendo con todas mis fuerzas, no soy capaz de
alcanzar a este asceta!”
Entonces, agotado, se paró, y llamó al Bhagavan: “¡Para!
¡Asceta, para!”
El Bhagavan
respondió: “Angulimala, yo ya he parado. ¡Para tu también!”
Entonces al salteador Angulimala
se le ocurrió: “Estos ascetas, los hijos de los Sakyas, hablan la verdad y
están establecidos en la verdad. Sin embargo, mientras estaba caminando, ¿Por
qué dijo: “Yo he parado, Angulimala, ¡Para tu también!”? ¿Y qué si le pregunto
al asceta con respecto a ello?”
Entonces el salteador Angulimala
dijo esto en verso al Bhagavan:
“Mientras sigue
andando, el asceta dice:”Yo he parado”;
Cuando yo ya he parado,
él dice que yo no he parado.
Asceta, explícame eso,
¿Cómo es que tú has
parado, y yo no he parado?
El Bhagavan
respondió:
“Angulimala, yo he
parado para lo Bueno[3],
He abandonado el hacer
daño a los seres sintientes.
Tú no has dejado de
hacer daño a los seres,
Por lo tanto, yo he
parado y tú no”.
Tras oír esto, Angulimala
dijo:
“Después de mucho tiempo
hemos encontrado
A un Gran Sabio[4] en
un gran bosque.
Yo arrojaré todo mi
demérito para realizar lo Bueno,
Oyendo Tus palabras,
disfruté con el Dharma[5].
Entonces, en aquel mismo momento, el salteador Angulimala
arrojó sus armas en lo profundo del bosque, cayó a los pies del Bhagavan, y le suplico que le
diera refugio.
El Bhagavan, el
Sabio[6],
lleno de compasión hacia el mundo entero, le dio refugio diciendo: “Ven, ¡Oh,
monje!” Esta fue su toma de refugio.
Entonces el Bhagavan, junto con el Venerable Angulimala como
segundo monje, fue caminando a través de las calles de Savatthi y llegaron al
monasterio ofrecido por Anathapindika, en la Arboleda de Jeta.
En aquel tiempo, a la entrada del palacio del Rey Prasenajit
de Kosala se había congregado una gran
multitud, haciendo mucho ruido, diciendo: “Señor, en el reino hay un
salteador llamado Angulimala. Es fiero, con las manos llenas de sangre, no
tiene compasión hacia los seres; destruye caravanas, poblados, y pone en
peligro el estado. Mata a los seres humanos, y después corta sus dedos para
ponerlos como collar alrededor de su cuello. Señor, debería de ser castigado”.
Entonces el Rey Prasenajit de Kosala abandonó su palacio
junto con unos quinientos jinetes a lomos de caballo, y se aproximó al
monasterio. Llegó tan lejos como pudo con ese medio de transporte, y se dirigió
andando al lugar en el que se encontraba el Bhagavan. Aproximándose andando al
Bhagavan, le rindió veneración, y se sentó a un lado. Entonces el Bhagavan dijo así al Rey Prasenajit de
Kosala: “Gran Rey, ¿Se ha levantado contra ti el Rey Seniya Bimbisara de
Magadha, o se han levantado contra ti los Licchavis de Vesali?”
Rey Prasenajit: “No, Venerable Señor. Ni el Rey
Seniya Bimbisara de Magadha se ha levantado contra mí, ni los Licchavis de
Vesali se han levantado contra mí. Sin embargo, hay un malhechor en mi reino,
de nombre Angulimala, que es fiero, con las manos llenas de sangre, sin
compasión hacia los seres. Destruye caravanas, poblados, y hace peligrar el
estado. Mata a los seres humanos para cortarles los dedos, con los cuales hace
un collar que se pone al cuello. Venerable Señor, yo voy a castigarle.”
Bhagavan: “Gran Rey, si tú ves a Angulimala,
con la cabeza y la barba afeitada, vistiendo ropas amarillas, adoptando la vida
de quien no posee un hogar, absteniéndose de quitar la vida, de coger lo que no
sea dado, de mentir, comiendo una sola vez al día, y siendo virtuoso. ¿Qué le
harías?”
Rey Prasenajit: “Venerable Señor, yo me levantaría
de mi asiento cuando llegara, lo invitaría, dispondría para él las cuatro cosas
necesarias para la vida: ropas, comida, alojamiento, y medicinas, y le
garantizaría una rigurosa protección. Sin embargo, Venerable Señor, ¿Cómo
podrían malhechores como él tener tales virtudes?”
En aquel tiempo, el Venerable Angulimala estaba sentado cerca
del Bhagavan, y el Bhagavan apuntó
con su mano derecha, y dijo al Rey Prasenajit de Kosala: “Gran Rey, ese es
Angulimala”.
Entonces el Rey Prasenajit de Kosala se sintió lleno de
miedo, y sus cabellos se erizaron. Entonces el Bhagavan, sabiendo que el Rey Prasenajit de Kosala estaba lleno de
miedo y que sus cabellos se habían rizado, dijo así: “Gran Rey, no tengas
miedo. No hay nada que temer ahora”.
Entonces todo el miedo se desvaneció en el Rey Prasenajit de Kosala, y
aproximándose al Venerable Angulimala, le dijo: “Venerable señor, ¿Eres
Angulimala?”
Angulimala: “Si, Gran Rey, soy Angulimala”.
Rey Prasenajit: “¿De qué clan es el padre del
venerable, y de qué clan es la madre del venerable?”
Angulimala: “Mi padre es Gagga y mi madre
Mantani.”
Rey Prasenajit: “Venerable señor, venerable Gaggamantaniputta[7],
me complace otorgarte el perdón. Te proveeré con los cuatro requisitos para la
vida: ropas, comida, alojamiento y medicinas cuando enfermes.”
En aquel tiempo el Venerable Angulimala vivía con un simple
pedazo de comida, residía en el bosque, y vestía unos raidos tres hábitos
monásticos. Así que el Venerable Angulimala
dijo al Rey Prasenajit de Kosala: “Es inútil, Gran Rey, mis tres hábitos están
completos”.
Entonces el Rey
Prasenajit de Kosala se aproximó al Bhagavan, el rindió veneración, y se
sentó a un lado, diciendo: “Indudablemente, es maravilloso como el Bhagavan ha
domado a aquellos que debían de ser domados, como ha apaciguado a aquellos que
no estaban apaciguados, como ha hecho que aquello que no está extinto se
extinga. Como ha domado a aquellos que no podían se domados por el palo o las armas,
sin utilizar ni palo, ni armas… Bien, ahora tenemos mucho trabajo que hacer,
nos vamos.”
Entonces el Rey Prasenajit de Kosala se levantó de su
asiento, rindió homenaje al Bhagavan, lo circunvaló tres veces, y se marchó.
Entonces el Venerable Angulimala se puso sus hábitos por la
mañana, y llevando su bol y sus hábitos se dirigió a la ciudad de Savatthi en
busca de limosnas. Cuando estaba haciendo la ronda de limosnas en Savatthi en
el debido orden, vio a cierta mujer con los dolores del alumbramiento, y
entonces a él se le ocurrió: “Indudablemente, los seres son impuros”.
Entonces después de hacer la ronda de limosnas y de tomar la
comida, el Venerable Angulimala se
aproximó al Bhagavan, le rindió homenaje, se sentó a un lado, y dijo:
“Venerable Señor, cuando yo estaba haciendo la ronda de limosnas en el debido
orden, yo vi a cierta mujer sufriendo los dolores del alumbramiento, y se me
ocurrió: “Indudablemente los seres son impuros”.
Bhagavan: “Entonces, Angulimala, vete a
Savatthi, aproxímate a esa mujer y dile: “Hermana, desde mi nacimiento yo no he
destruido a ningún ser a sabiendas, que por esa verdad tú puedas estar bien, y
que el que está naciendo pueda estar bien.”
Angulimala: “Venerable Señor, ¿No sería eso una
mentira contada conscientemente? Yo he destruido muchas vidas siendo consciente
de ello.”
Bhagavan: “Entonces Angulimala, vete a
Savatthi, aproxímate a esa mujer, y dile: “Hermana, desde que yo he nacido en
el noble nacimiento, yo no he destruido ninguna vida sabiéndolo, que por esta
verdad tú puedas estar bien, y que el que está naciendo pueda estar bien.”
Entonces el Venerable
Angulimala estuvo de acuerdo, y dirigiéndose a Savatthi se aproximó a la mujer,
y le dijo: “Hermana, puesto que yo he nacido en el noble nacimiento, desde
entonces yo no he destruido a ningún ser a sabiendas, que por esta verdad tú
puedas estar bien, y que el que está naciendo pueda estar bien”.
Entonces ella se puso bien, y el niño también estaba bien.
Entonces Angulimala se apartó del gentío, y se dirigió a la soledad y se
esforzó diligentemente para disipar las ataduras, y antes de que pasara mucho
tiempo, por todas esas razones por las que los hijos del linaje abandonan correctamente
la vida del cabeza de familia para llevar la vida de quien no tiene hogar, el
realizó conscientemente y permaneció en ese noble fin de la vida santa. El
supo: “El nacimiento está destruido, la vida santa está vivida, lo que se debía
de hacer está hecho. No hay más que desear”[8].
Entonces el Venerable Angulimala se vistió sus hábitos a la
mañana, y cogiendo el bol y los hábitos se dirigió a hacer la ronda de limosnas
en Savatthi. Entonces si un terrón de tierra era arrojado a alguien, golpeaba
al Venerable Angulimala. Si un palo era arrojado a alguien, golpeaba al
Venerable Angulimala. Si era arrojada una piedra, golpeaba al Venerable
Angulimala. El Venerable Angulimala se presentó donde estaba el Bhagavan con la
cabeza golpeada y manando sangre, con el bol roto, y con los hábitos
desgarrados.
Entonces el Bhagavan
viéndolo aproximarse en la distancia dijo: “Brahmín, soporta eso. Como
resultado de tus acciones tendrías que experimentar su maduración durante
muchos años, durante muchos cientos de años, durante muchos miles de años en el
infierno. Brahmín, soporta los resultados de tus acciones aquí y ahora.”
El Venerable Angulimala experimentó el gozo de la liberación
en su retiro, y entonces se le ocurrieron estos versos:
“El negligente llega a hacerse
diligente,
E ilumina el mundo
Como la Luna liberada
de las nubes.
Cuando su mérito cubre
todo su demérito,
El ilumina el mundo
Como la Luna liberada
de las nubes.
El joven monje, uncido
a la compasión del Bhagavan,
Ilumina el mundo
Como la Luna liberada
de las nubes.
Enemigos míos, oíd la
Enseñanza, unciros a la compasión del Bhagavan;
Enemigos míos, mis
amigos más íntimos a quienes enseño el Dharma[9] que
apacigua;
Enemigos míos,
generando paciencia y eliminado toda aversión,
Escuchad el Dharma y
vivid de acuerdo al Dharma.
No me hagáis daño a mí,
ni a ningún otro por ninguna razón;
Alcanzad el supremo
apaciguamiento,
Y proteged al que es
firme y al que no lo es.
Los regantes, llevan el
agua;
Los arqueros lanzan
flechas;
El carpintero trabaja la
madera;
El sabio doma su ego.
Algunos son domados con
un palo, gancho o látigo,
Yo fui domado sin palo
o arma
Por Aquel.
Cuando yo era un
criminal,
Mi nombre era “no
dañar”;
Ahora hago honor a mi
nombre
No dañando a ningún
ser.
Antes, yo era un
salteador conocido como Angulimala,
Y fui inspirado por el
surgir del refugio en el Iluminado.
Antes yo era conocido
como Angulimala[10],
con las manos llenas de sangre;
Buscando el refugio en
el Líder de los Seres, fue destruido.
Tras haber hecho muchas
acciones que llevan al infierno,
Estando afectado por el
efecto de las acciones,
Yo como la comida sin
tener deudas.
Los necios están
uncidos a la negligencia;
Los sabios protegen la
diligencia como la suprema riqueza.
No permanezcas uncido a
la negligencia y a los placeres de los sentidos,
Concéntrate con
diligencia para lograr la felicidad.
Haz que aumente y que
no decrezca, este es un buen consejo;
Alcanza la visión
profunda más elevada,
Haz que aumente y que
no decrezca, este es mi buen consejo;
Yo que he perfeccionado
los Tres Entrenamientos[11], y
he hecho la dispensación del Iluminado”.
Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción
upasaka Losang Gyatso. Editado a 29-5-2014.
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