sábado, 29 de diciembre de 2012

Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Lineas Capítulo 31 Dharmodgata y 32 Confiándolo,

CAPÍTULO TREINTA Y UNO: DHARMODGATA.
 
EL IR Y EL VENIR DE LOS TATHAGATAS. (1)
 
Dharmodgata: Ciertamente, los Tathagatas ni vienen de ningún sitio, ni van a ningún sitio. La Talidad no se mueve; y un Tathagata es la Talidad. La no producción ni viene, ni va; y un Tathagata es no producción. Uno no puede concebir el ir, o el venir del límite de la realidad; y el Tathagata es el límite de la realidad. Lo mismo puede ser dicho de la vacuidad, de lo que existe con arreglo a un hecho, de la imparcialidad, del cese, del elemento del espacio. Pues el Tathagata no está fuera de esos fenómenos.
La Talidad de esos fenómenos, y la Talidad de todos los fenómenos, y la Talidad del Tathagata son simplemente una única Talidad. No hay división dentro de la Talidad. Pues esta Talidad es simplemente una; no dos, ni tres. La Talidad ha pasado más allá de toda cuenta, porque no es.
Un hombre, abrasado por el calor del verano, durante el último mes, a medio día puede ver un espejismo flotando a lo lejos; y puede correr hacia él y pensar: “Allí encontraré algo de agua, allí yo encontraré algo para beber.”
¿Qué crees, hijo de buena familia, ha venido el agua de algún sitio, o va ese agua a alguna parte; al gran océano del Este, o al Sur, o al Norte, o al Oeste?
Sadaprarudita: No existe agua en el espejismo. ¿Cómo podría ser conocido un ir, o un venir? Ese hombre es un necio y un estúpido si, tras ver el espejismo, genera la idea de agua donde no existe agua. El agua no existe verdaderamente en ese espejismo.
Dharmodgata: Igualmente necios son todos aquellos que se adhieren al Tathagata a través de la forma y del sonido, y que en consecuencia imaginan el ir y el venir de un Tathagata. Pues un Tathagata no puede ser visto viendo la forma de su cuerpo. Los Tathagatas son el Dharmakaya (Cuerpo de la Verdad), y la verdadera naturaleza primordial de todos los fenómenos ni viene, ni va. No existe el venir o el ir de un cuerpo de un elefante, caballo, carro, o soldado de infantería, todos los cuales han sido conjurados por un mago.
De la misma forma, no hay un venir o un ir de los Tathagatas.
Un hombre durmiendo puede ver en sus sueños a un Tathagata, o dos, o tres, o hasta un millar, o incluso más. Sin embargo, cuando se despierta, el ya no ve tan siquiera a un solo Tathagata. ¿Qué piensas, hijo de buena familia, han venido esos Tathagatas de alguna parte, o se han ido a alguna parte?
Sadaprarudita: Uno no puede concebir que en ese sueño ningún fenómeno tenga el estatus de una completa y perfecta realidad, pues el sueño era engañoso.
Dharmodgata: Similarmente, el Tathagata ha enseñado que todos los fenómenos son como un sueño. Todos aquellos que no conocen sabiamente a todos los fenómenos tal y como realmente son, esto es, como un sueño; tal como el Tathagata ha indicado, se adhieren a los Tathagatas a través de sus cuerpos del sonido (Sambhogakaya) y de sus cuerpos de la forma (Nirmanakaya); y en consecuencia ellos imaginan que los Tathagatas vienen y van.
Aquellos que en su ignorancia con respecto a la verdadera naturaleza de los fenómenos imaginan un venir, o un ir de los Tathagatas, son como la gente necia ordinaria, que siempre están perteneciendo al ciclo del nacimiento y de la muerte, con sus seis lugares de renacimiento; y ellos están alejados de la Perfección de la Sabiduría, alejados de los fenómenos de un Buda.
Al contrario, aquellos que saben cómo son realmente todos los fenómenos, esto es, como un sueño; en consecuencia con las enseñanzas del Tathagata, no se imaginan un venir o un ir de ningún fenómeno; ni su producción o cese. Ellos conocen sabiamente al Tathagata en su verdadera naturaleza, y ellos no se imaginan un venir o un ir de los Tathagatas. Y aquellos que sabiamente conocen esta naturaleza de un Tathagata, discurren cerca de la Completa Iluminación; y discurren en la Perfección de la Sabiduría.
Esos discípulos de los Señores no consumen sus limosnas infructuosamente; y ellos son dignos de los regalos del mundo.
Las gemas que están en el gran océano no vienen de ningún lugar en el Este u Oeste; ni de ninguna de las otras diez direcciones; pero ellas deben su existencia a las raíces de virtud de los seres. No son producidas sin ninguna causa. Y cuando dependiendo de la causa, condición, y razón, estas gemas han sido coproducidas y cesadas por las condiciones, no van a ningún otro lugar del mundo, en ninguna de las diez direcciones. Y sin embargo, cuando esas condiciones existen, las gemas aumentan; y cuando esas condiciones están ausentes, no hay lugar para ese aumento.
De la misma forma, el Cuerpo de la Verdad (Dharmakaya) de los Tathagatas no ha venido de ningún sitio en las diez direcciones, y no va a ningún sitio en el mundo, con sus diez direcciones. Pero el cuerpo de los Budas, los Señores, no carece de causa. Ha sido llevado a la perfección por su conducta en el pasado, y ha sido producido dependiendo de causas y de condiciones, coproducido por subsidiariedad, producido como un resultado del karma acumulado en el pasado. Sin embargo, no está en ningún lugar del mundo, con sus diez direcciones.
Pero cuando esas condiciones existen, la realización de este cuerpo tiene lugar; cuando esas condiciones están ausentes, la realización del cuerpo llega a ser inconcebible.
Cuando el sonido de un arpa está siendo producido, no viene de ningún sitio. Cuando para, no va a ningún sitio; ni tras morir se va a ningún sitio. Pero ha sido producido de forma condicionada por la totalidad de sus causas y condiciones- a saber, el cuerpo hueco del arpa semejante a la forma de un bote, el pergamino de la tapa de resonancia, las cuerdas, el brazo hueco del arpa, las sujeciones, el plectro, la persona que la toca, y sus esfuerzos. Este sonido viene del arpa de esta forma, dependiendo de causas, dependiendo de condiciones. Y sin embargo, ese sonido no viene ni del cuerpo hueco del arpa, ni del pergamino de la caja de resonancia, ni de las cuerdas, ni del brazo hueco, ni de las sujeciones, ni del plectro, ni de la persona que la toca, ni de sus esfuerzos. Es solo la combinación de todo ello lo que hace que se produzca el sonido. Y cuando para, el sonido no va a ningún sitio.
De la misma forma, el cuerpo perfecto de los Budas y Señores, está dependiendo de causas, dependiendo de condiciones; y es llevado a la perfección a través de esfuerzos que han llevado a muchas raíces de virtud. Pero el aumento de los cuerpos de Buda no resulta de una sola causa, ni de una sola condición, ni de una sola raíz de virtud. Y tampoco es sin ninguna causa.
Ha sido coproducido por una totalidad de muchas causas y condiciones, pero no viene de ningún lado. Y cuando la totalidad de las causas y condiciones ha cesado de ser, entonces no va a ningún lado.
Así es como tú debes de ver el venir y el ir de esos Tathagatas, y como tú deberías de conformarlo con respecto a la verdadera naturaleza de todos los fenómenos. Y es precisamente porque tú sabiamente conocerás que los Tathagatas, y también todos los fenómenos, ni son producidos ni son cesados, por lo que tú llegarás a estar fijado en la Completa Iluminación; y por lo que tú definitivamente discurrirás en la Perfección de la Sabiduría, y en la destreza en los medios.
Cuando esta disquisición sobre el hecho de que los Tathagatas ni vienen ni van fue enseñada, la tierra y todo el gran macrocosmos de tercer grado se movió de seis formas diferentes, se conmovió, tembló, fue agitada, resonó, y retumbó. Y todos los reinos de Mara fueron conmovidos y desconcertados.
Toda la hierba, los arbustos, hierbas, y árboles en el gran macrocosmos de tercer grado se inclinaron en dirección al Bodhisattva Dharmodgata. Florecieron fuera de la estación. Desde los altos del cielo, se derramó una gran lluvia de flores. Y Sakra, el Jefe de los Dioses, y los Cuatro Grandes Reyes esparcieron y desparramaron polvo de madera de sándalo celestial, y flores celestiales sobre el Bodhisattva Dharmodgata, y dijeron: “¡Bien hablado, hijo de buena familia! A través de tu poder hemos oído un sermón que ha surgido desde la realidad última; el cual es contrario al mundo entero, y el cual no da base a ninguno de esos seres que están establecidos en cualquiera de las visiones que suponen la asunción de una individualidad; o que se han establecido en cualquiera de las visiones que asumen la existencia de algo que no es.”
Entonces Sadaprarudita le preguntó a Dharmodgata: “¿Cuál es la causa, cuál es la razón por la que este gran terremoto se manifestó en el mundo?”
Dharmodgata: Como consecuencia de tu pregunta sobre esta disquisición del no venir y del no ir de los Tathagatas, y a través de mi exposición al respecto, ocho mil seres vivos han adquirido la paciente aceptación de los fenómenos, los cuales dejan ser producidos; ocho mil niyutas de seres sintientes han elevado sus corazones a la Completa Iluminación; y el imparcial e inmaculado Ojo del Dharma de sesenta y cuatro mil seres ha sido purificado para ver los fenómenos.
 
EL SACRIFICIO DE SADAPRARUDITA. (2)
 
El Bodhisattva Sadaprarudita tuvo entonces un sentimiento supremo, el más sublime sentimiento de entusiasmo y de gozo: “Esto es una ganancia para mí, una verdadera gran ganancia, que por haber preguntado por la Perfección de la Sabiduría y por esta disquisición, yo haya traído el bienestar a tan gran cantidad de seres. Eso solo ya tendría que aportarme el mérito suficiente para la realización de la Completa Iluminación. Incuestionablemente, yo seré un Tathagata.”
En su entusiasmo y gozo, se elevó en el aire hasta la altura de siete palmeras, y permaneciendo en el aire a la altura de siete palmeras, el reflexionó: “¿Cómo puedo yo, permaneciendo aquí en el aire, honrar al Bodhisattva Dharmodgata?”
Sakra, el Jefe de los Dioses, lo vio; y leyendo su pensamiento, le dijo: “¡Honra al Bodhisattva Dharmodgata con estas flores celestiales! Pues nosotros sentimos que deberíamos de honrar al hombre que te ayudó. Hoy tu poder ha traído el bienestar a muchos miles de seres vivos. Raros son los seres que como tú, tienen la fuerza para soportar la gran carga durante incontables eones, para el beneficio de todos los seres vivos.”
Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita cogió las flores de Mandarava de Sakra, el Jefe de los Dioses, y las esparció sobre el Bodhisattva Dharmodgata. El hizo ofrenda de su propio cuerpo ante el Bodhisattva Dharmodgata, y le dijo: “Yo me entrego a ti como un regalo, y seré tu asistente y sirviente de hoy en adelante.” Y con las manos juntas permaneció ante el Bodhisattva Dharmodgata.
La hija del mercader y sus quinientas doncellas le dijeron entonces al Bodhisattva Sadaprarudita: “Nosotras, a nuestra vez, nos ofrecemos como regalo a ti, hijo de buena familia. Que a través de esta raíz de virtud también nosotras lleguemos a ser recipientes adecuados de esos mismos fenómenos; y junto contigo nosotras honraremos y veneraremos una y otra vez a los Budas y Señores, y a los Bodhisattvas; y permaneceremos cerca de ti.”
Sadaprarudita: Si vosotras, muchachas, a imitación de mi propia ferviente intención, os dais a mí con la intención más ferviente, entonces yo os aceptaré.
Las doncellas: Nosotras te imitaremos, y con la más ferviente resolución nos damos como regalo a ti, para que hagas con nosotras lo que quieras.
Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita ofreció a la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, todas ellas embellecidas y adornadas, junto con sus quinientos carros perfectamente decorados, al Bodhisattva Dharmodgata, y le dijo: “Yo te ofrezco a todas estas como asistentes y sirvientes, y también los carros, para tu uso.”
Sakra, el Jefe de los Dioses, lo aplaudió, y dijo: “¡Bien hecho, hijo de buena familia! Un Bodhisattva tiene que renunciar a todas sus propiedades. A través de ese pensamiento de renunciación pronto logra la Completa Iluminación; y la veneración que él le rinde de este modo a quienes exponen el Dharma le posibilita a él escuchar enseñanzas sobre la Perfección de la Sabiduría y la destreza en los medios. También en el pasado los Tathagatas, cuando aún eran Bodhisattvas, por el mero hecho de que han renunciado a todo, han generado una aspiración hacia la Completa Iluminación; y ellos también han hecho preguntas con respecto a la Perfección de la Sabiduría y a la destreza en los medios.”
El Bodhisattva Dharmodgata aceptó el regalo de Sadaprarudita, de forma que sus raíces de virtud pudieran alcanzar su plenitud. E inmediatamente después se lo devolvió a Sadaprarudita. Después de eso, el Bodhisattva Dharmodgata se fue para su casa. El Sol estaba a punto de ponerse.
El Bodhisattva Sadaprarudita pensó para sí: “Indudablemente no sería correcto por mi parte, que he venido aquí debido al amor hacia el Dharma, el sentarme o tumbarme. Yo permaneceré, o bien de pie, o bien caminando, hasta el momento en el que el Bodhisattva Dharmodgata vuelva a salir de su casa para enseñarnos el Dharma.”
Entonces, el Bodhisattva Dharmodgata permaneció durante siete años inmerso en un ininterrumpido estado de trance, y el meditó en incontables miles de concentraciones peculiares a los Bodhisattvas, emanadas de la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios hábiles. Durante siete años, el Bodhisattva Sadaprarudita no aceptó otra postura más que las dos mencionadas, y el no cayó en la indolencia ni en el sopor.
Durante siete años nunca sintió ninguna preocupación con los deseos de los sentidos, o con la malicia, o con el dañar a otros, nunca sintió ninguna atracción por los sabores, o por cualquier clase de satisfacción personal.
Pero el pensaba: “¿Cuándo emergerá el Bodhisattva Dharmodgata de su trance, de forma que podamos preparar un asiento para él, en el que pueda enseñar el Dharma, de forma que podamos rociar bien el lugar donde el revelará la Perfección de la Sabiduría y la destreza en los medios, ungiéndolo bien, y acolchándolo con muchísimas flores”
Y la hija del mercader y sus quinientas doncellas, siguieron su ejemplo, y pasaron su tiempo solo en las dos posturas, e imitaron sus labores.
Un día, el Bodhisattva Sadaprarudita oyó una Voz celestial que decía: “En el séptimo día a partir de hoy, el Bodhisattva Dharmodgata emergerá de su concentración, y entonces él, sentado en el centro de la ciudad, enseñará el Dharma.”
Cuando Sadaprarudita oyó la Voz celestial, estaba contento, extasiado, gozoso, lleno de gozo y de júbilo. Junto con la hija del mercader y sus quinientas doncellas, el limpió el suelo, abrió el asiento hecho de los siete materiales preciosos, y se quitó la parte superior de su vestimenta y la extendió encima del asiento. Las jóvenes también se quitaron la parte superior de sus vestimentas, y extendieron sus quinientas prendas sobre el asiento, y pensaron: “Sentado sobre este asiento, el Bodhisattva Dharmodgata enseñará el Dharma.” Y ellas también estaban contentas, extasiadas, gozosas, llenas de gozo y de júbilo.
Cuando el Bodhisattva Sadaprarudita quiso rociar el suelo, el no pudo encontrar nada de agua, aunque la buscó por todas partes. Pues Mara, el Maligno, había escondido toda el agua. Y el hizo esto para que Sadaprarudita, al no encontrar el agua, llegara a deprimirse y entristecerse, o que cambiara su mente con el resultado de que su raíz de virtud se desvaneciera, o de que el fervor de su veneración fuera debilitado.
El Bodhisattva Sadaprarudita entonces pensó para sí: “Déjame cortar mi propio cuerpo, y rociar el suelo con mi sangre. El suelo está lleno de polvo, y temo que algo de ello pueda caer en el cuerpo del Bodhisattva Dharmodgata. ¿Qué otra cosa puedo hacer con este cuerpo, el cual necesariamente está condenado a ser destruido? Con toda seguridad, es mejor que mi cuerpo sea destruido por tal acción, en vez de por otra infructuosa. Debido a la búsqueda de los placeres de los sentidos, como un resultado del buscar los placeres de los sentidos, muchas formas mías han sido destruidas una y otra vez, mientras yo vagaba en el ciclo del nacimiento y de la muerte, pero nunca encontré condiciones tan favorables como esta, nunca para obtener la buena ley. Si tiene que ser destruido una vez más, dejemos que lo sea por una causa sagrada.”
Entonces cogió una afilada espada, y cortó su cuerpo por ambos lados; y ese pedazo de suelo fue rociado por todas partes con su propia sangre. La hija del mercader y las quinientas doncellas siguieron su ejemplo, e hicieron lo que él hizo.
Pero no hubo ninguna alteración del pensamiento, ni en el Bodhisattva Sadaprarudita, ni en todas aquellas chicas, que le pudiera dar a Mara, el Maligno, una oportunidad de entrada para obstruir sus raíces de virtud.
Sakra, el Jefe de los Dioses, pensó para sí: “Es maravilloso cuánto ama al Dharma este Bodhisattva Sadaprarudita; qué firme es su sentido de la obligación; qué grande es la armadura que se ha puesto; y cómo descuida su cuerpo, su vida, y sus placeres; y cómo resueltamente se ha encaminado hacia el logro del conocimiento de la Completa Iluminación, en su deseo de liberar a todos los seres de los inmensurables sufrimientos del nacer y del morir, después de que haya conocido la Completa Iluminación.”
Entonces Sakra, el Jefe de los Dioses, por medio de la magia, cambió toda esa sangre en agua de madera de sándalo celestial. Y en todo el entorno de ese pedazo de suelo, hasta una distancia de cien leguas, una fragancia inconcebiblemente sublime, el perfume de esa agua de sándalo celestial, llenó el aire.
Sakra: ¡Bien hecho, hijo de buena familia! Yo aplaudo tu inconcebible esfuerzo, tu supremo amor y búsqueda del Dharma. Los Tathagatas en el pasado también se han ganado el derecho a la Completa Iluminación a través de este tipo de ferviente intención, del esfuerzo, y del amor hacia el Dharma.
El Bodhisattva Sadaprarudita pensó para sí: “Yo abrí el asiento para el Bodhisattva Dharmodgata, y barrí y rocié este pedazo de suelo. Ahora aún me queda coger flores con las que cubrir este trozo de suelo, y para desparramarlas sobre el Bodhisattva Dharmodgata conforme el enseñe el Dharma.”
Sakra: ¡Acepta estas flores celestiales de Mandarava para esos dos nobles propósitos!
Y él le obsequió con mil Kharas celestiales (una medida) de flores celestiales. Y el Bodhisattva Sadaprarudita aceptó esas flores, y utilizó algunas de ellas para cubrir el suelo, y más tarde, esparció otras sobre el Bodhisattva Dharmodgata.
 
LA ENSEÑANZA DE DHARMA DE DHARMODGATA. (3)
 
Después de un lapso de siete años, el Bodhisattva Dharmodgata emergió de su trance, se dirigió hacia el asiento abierto para él, se sentó en él, y rodeado y escuchado por una asamblea de muchos cientos de miles, enseñó el Dharma. En el momento en el que el Bodhisattva Sadaprarudita vio al Bodhisattva Dharmodgata, se sintió lleno con ese tipo de felicidad que un monje siente cuando, con atención unipuntual, él ha obtenido el primer trance.
Y esta es la revelación de la Perfección de la Sabiduría hecha por el Bodhisattva Dharmodgata:
“La Perfección de la Sabiduría es idéntica a sí misma, pues todos los fenómenos son lo mismo. La sabiduría perfecta es única, porque todos los fenómenos son una unidad. La sabiduría perfecta es inmóvil porque todos los fenómenos son inmóviles. La sabiduría perfecta carece de actos mentales, pues los fenómenos carecen de actos mentales. La sabiduría perfecta es no obstruida porque todos los fenómenos son no obstruidos. La sabiduría perfecta no tiene más que un único sabor, porque todos los fenómenos tienen un único y mismo sabor. La sabiduría perfecta es ilimitada pues todos los fenómenos son ilimitados. La sabiduría perfecta es no producción, porque todos los fenómenos son no producción. La sabiduría perfecta es no cese, porque todos los fenómenos no son parados.
Tan ilimitada como el firmamento, así es la sabiduría perfecta. Tan ilimitada como lo es el océano, así es la sabiduría perfecta. Lo mismo que el Monte Meru en su brillo multicolor, así es la sabiduría perfecta. Lo mismo que el firmamento no es formado, también la sabiduría perfecta es no formada. La sabiduría perfecta es ilimitada, porque la forma y los demás agregados son ilimitados. La sabiduría perfecta es ilimitada porque el elemento tierra, y los demás elementos son ilimitados. La sabiduría perfecta es idéntica a sí misma, porque lo adamantino es idéntico a sí mismo. La sabiduría perfecta es no diferenciada, y así todos los fenómenos son no diferenciados. La no aprehensión de la sabiduría perfecta viene de la no aprehensión de todos los fenómenos. La sabiduría perfecta permanece igual, independientemente de lo qué, o a quien pueda parecer que supera; y del mismo modo, todos los fenómenos permanecen igual, independientemente de qué o a quién parezca que estos pueden superar. La sabiduría perfecta es impotente para actuar, y del mismo modo los fenómenos son impotentes para actuar. La sabiduría perfecta es inconcebible, y como tal todos los fenómenos son inconcebibles.”
Acto seguido, en aquel momento, nació en el Bodhisattva Sadaprarudita el rey de las concentraciones, llamado “la igualdad de todos los fenómenos”, y consecuentemente con eso, nacieron las concentraciones llamadas “Unidad de todos los fenómenos”, “Inmovilidad de todos los fenómenos”, “Ausencia de todos los actos mentales en todos los fenómenos”, “Ausencia de obstrucción en todos los fenómenos”, “El gusto único de todos los fenómenos”, “Lo ilimitado de todos los fenómenos”, “Ilimitado como el firmamento”, “Ilimitado como el océano”, “Brillante y multicolor como Meru”, “No formado, como el firmamento”, “Ilimitado como la forma, etc”, “Ilimitado como el elemento tierra, etc”, “Adamantino”, “No diferenciación de todos los fenómenos”, “No producción de todos los fenómenos”, “Igualdad de todos los fenómenos sin importar lo que puedan superar”, “Todos los fenómenos son impotentes para actuar”, “Todos los fenómenos son inconcebibles”. Comenzando con esos, el Bodhisattva Sadaprarudita adquirió las puertas de seis millones de concentraciones.
 
CAPÍTULO TREINTA Y DOS: CONFIÁNDOLO.
 
FIN DE LA HISTORIA DE SADAPRARUDITA. (1)
 
En conjunción con la adquisición de las seis millones de puertas a las concentraciones, el Bodhisattva Sadaprarudita vio a los Budas y Señores- en todas las diez direcciones, en incontables macrocosmos de tercer grado- rodeados por su congregación de monjes, acompañados por una multitud de Bodhisattvas, enseñando esta misma Perfección de la Sabiduría, a través de estos métodos, con estas mismas palabras, con estas mismas letras; de la misma forma que yo, ahora, enseño el Dharma en este gran macrocosmos de tercer grado rodeado por la congregación de monjes, acompañado por una multitud de Bodhisattvas, enseñando esta misma Perfección de la Sabiduría, a través de estos mismos métodos, con estas mismas palabras, con estas mismas letras.
El llegó a estar dotado con un inconcebible saber, y un conocimiento sagrado tan vasto como el océano. En todos sus renacimientos nunca más fue privado del Buda. El renacía solo donde podía estar cara a cara con los Budas, los Señores. Había abandonado todos los renacimientos desafortunados, y se había asegurado las circunstancias que le permitían obtener un renacimiento auspicioso tras otro.
 
LA PERFECCIÓN DE LA SABIDURÍA ES CONFIADA A ANANDA. (3)
 
Entonces, a continuación, el Señor le dijo al Venerable Ananda: “De esta manera, tu también deberías de conocer esta Perfección de la Sabiduría, como lo que alimenta el conocimiento de la omnisciencia en los Bodhisattvas. Por lo tanto, Ananda, un Bodhisattva que quiere adquirir el conocimiento de la omnisciencia, debería de discurrir en esta Perfección de la Sabiduría, debería de oírla, adoptarla, estudiarla, difundirla, repetirla y escribirla.
Cuando a través del poder de sostener del Tathagata ha sido bien escrita, en letras muy elegantes, en un gran libro; uno debería de honrarla, reverenciarla, adorarla, y venerarla con flores, incienso, perfumes, guirnaldas, ungüentos, polvos aromáticos, tiras de tela, parasoles, estandartes, campanas, banderas, y con filas de lámparas en torno suyo, y con muchos diversos tipos de veneración. Esta es nuestra advertencia para ti, Ananda. Pues en esta Perfección de la Sabiduría el conocimiento de la omnisciencia será llevado a la perfección.
¿Qué piensas, Ananda, es el Tathagata tu maestro?
Ananda: Lo es, Oh Señor.
El Señor: El Tathagata es tu maestro, Ananda. Tú te has comportado conmigo, Ananda, con actos amistosos de cuerpo, habla, y mente. Por lo tanto, Ananda, puesto que tú me has dado afecto a mí, que ahora estoy en esta encarnación; de la misma forma, Ananda, tú tras mi muerte deberás de actuar así hacia esta Perfección de la Sabiduría.
Por segunda vez, por tercera vez, yo te confío y transmito esta Perfección de la Sabiduría a ti, de forma que pueda no desaparecer. Ningún hombre sería tan idóneo como tú. Mientras que esta Perfección de la Sabiduría sea observada en el mundo, uno puede estar seguro de que “Durante todo ese tiempo el Tathagata permanece en él”, que “Durante todo ese tiempo el Tathagata enseña el Dharma”; y que los seres en el mundo no están faltos de la visión de un Buda, del escuchar el Dharma, de la asistencia de la Sangha.
Uno debería de saber que todos esos seres que escucharán esta Perfección de la Sabiduría, la adoptarán, estudiarán, difundirán, repetirán, y escribirán; y que la honrarán, reverenciarán,  adorarán, y venerarán; están viviendo en la presencia del Tathagata.
Esto habló el Señor. Extasiados, los Bodhisattvas, liderados por Maitreya; y el Venerable Subhuti, y el Venerable Ananda, y Sakra, el Jefe de los Dioses, y el mundo entero con sus Dioses, hombres, Asuras, Garudas, y Gandharvas se deleitaron en la enseñanza del Señor.
 
 
Fin del Glorioso Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Líneas, traducido al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso.
¡Que pueda este Sutra servir de Guía a innumerables seres, a través de los tres mundos!
 
 
 
 
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Lineas Capítulo 30 Sadaprarudita.

CAPÍTULO TREINTA: SADAPRARUDITA.

 

SADAPRARUDITA SE ENCAMINA A ENCONTRAR LA SABIDURÍA PERFECTA. (1)

 

Además, Subhuti, uno debería de buscar la sabiduría perfecta como ha hecho el Bodhisattva Sadaprarudita, quien ahora lleva la vida de santidad en la presencia del Tathagata Bhishmagarjitanirghoshasvara.

Subhuti: Entonces, ¿Cómo buscó el Bodhisattva Sadaprarudita la Perfección de la Sabiduría?

El Señor: Lo primero de todo, Sadaprarudita, el Bodhisattva, buscó la sabiduría perfecta de una forma tal que él no se cuidó de su cuerpo, no se preocupó por su vida; y la ganancia, el honor, y la fama no le interesaban. El se encontraba recluido en un bosque remoto, y una Voz en el aire le dijo:

“¡Vete al Este, hijo de buena familia!¡Allí escucharás la Perfección de la Sabiduría! Y en tu camino no prestes atención al cansancio de tu cuerpo; no te rindas ante ninguna fatiga; no prestes atención a la comida o a la bebida; al día o a la noche; al frio o al calor. No hagas ningún tipo de planes definitivos, tanto para las cosas externas como para las internas. No mires a derecha e izquierda; al Sur, Este, Oeste, o Norte; hacia arriba o hacia abajo; ni en ninguna de las direcciones intermedias. Y no tienes que permitirte ser perturbado por el yo o por la individualidad; o por la forma, o por los demás agregados; pues alguien que sea perturbado por ellos, es apartado de los fenómenos de un Buda. Y cuando es apartado de los fenómenos de un Buda, entonces él vaga en el nacimiento y la muerte. Y cuando vaga en el nacimiento y la muerte, entonces él no discurre en la sabiduría perfecta, y no puede alcanzar la Perfección de la Sabiduría.”

Sadaprarudita entonces, tras oír esto de la Voz, dijo: “Así es como yo actuaré. Porque yo quiero llevar la luz a todos los seres; porque yo quiero conseguir los fenómenos de un Buda”

La Voz le respondió: “¡Bien hablado, hijo de buena familia!”

A continuación el Bodhisattva Sadaprarudita volvió a escuchar la Voz, y lo que oyó fue esto:

“Hijo de buena familia, deberías de buscar la Perfección de la Sabiduría después de que hayas generado la firme convicción de que los fenómenos son vacíos, carentes de signo, carentes de deseo. También tienes que abandonar la visión falsa de que hay seres, signos, y existencia. Has de abandonar a aquellos amigos con malos pensamientos. Sin embargo, deberías de atender, amar, y honrar a los buenos amigos. Ellos son aquellos que te enseñan el Dharma, y quienes enseñan que “todos los fenómenos son vacíos, carentes de signo, carentes de deseo, no producidos, no cesados, y no existentes.” Cuando tú progreses de este modo, sin que pase mucho tiempo, serás capaz de estudiar la Perfección de la Sabiduría; bien de un libro, o bien de boca de un monje que expone el Dharma. Y tú deberás de tratar a esa persona de la cual has podido llegar a escuchar la Perfección de la Sabiduría como al mismo Maestro, deberás de estarle agradecido y darle las gracias, y deberías de pensar esto:”Este es mi buen amigo. ¡Como yo he oído la Perfección de la Sabiduría de él, pronto llegaré a ser irreversible hacia la Completa Iluminación, pronto renaceré en Campos de Buda en los cuales los Tathagatas no faltan, y, evitando los renacimientos desafortunados, yo tendré un renacimiento auspicioso!”

Cuando sopesas estas ventajas, tú estás inclinado a tratar a ese monje que expone el Dharma como al Maestro. No deberías de seguirlo impulsado por motivos de ganancia mundana, sino desde el deseo por el Dharma, desde el respeto hacia el Dharma, y para beneficio de todos y cada uno de los seres.

Observa también las cosas que son pensadas o vistas como hechos de Mara, pues aquí Mara, el Maligno, siempre está apareciéndose, y puede sugerir que tu maestro atiende, disfruta, y honra cosas las cuales son vistas, oídas, olidas, gustadas, o tocadas; mientras que el hecho real es que el maestro hace eso desde la destreza en los medios, y verdaderamente él está por encima de todas esas cosas.

Así que no pierdas la confianza en el maestro, sino que dite a ti mismo: “Yo aún no conozco la destreza en los medios tal y como el maestro ejecuta de forma espontánea. El maestro atiende, disfruta, y honra a esos fenómenos para indicar la disciplina más adecuada para los seres, para llevarlos a la realización de las raíces de virtud. Pues no existe un apego a semejantes soportes objetivos en los Bodhisattvas.”

Después de esto, tú deberás de contemplar la verdadera realidad de los fenómenos, esto es, que todos los fenómenos son sin impurezas, y sin purificación. Pues todos los fenómenos son vacíos en su naturaleza, y no tienen ninguna de las propiedades de un ser vivo; no tienen vida; no tienen individualidad; no tienen personalidad; son como una ilusión, como un sueño, como un eco, como una imagen reflejada. Cuando tú contemplas de este modo la verdadera realidad de todos los fenómenos, y sigues al predicador del Dharma, tu entrarás, sin que falte mucho,  en la Perfección de la Sabiduría. Pero tienes que vigilar la aparición de otro hecho de Mara.

Si quien expone el Dharma llegara a desanimarte con lo que dice, eso no debería de hacerte abandonar la Perfección de la Sabiduría, sino que con una mente que solo desea el Dharma, que solo muestra respeto al Dharma, incansablemente deberías de seguir al monje que expone ese Dharma.

Después de estos consejos de la Voz, el Bodhisattva Sadaprarudita viajó hacia el Este. Antes de que transcurriera mucho tiempo, se le ocurrió que él no le había preguntado a la Voz hasta dónde tenía que ir. El se paró donde estaba, lloró, se apenó, y se lamentó. Durante siete días permaneció en ese mismo sitio esperando a que se le dijera donde podría oír la Perfección de la Sabiduría; y durante todo ese tiempo no prestó atención a nada más, y no comió, sino que simplemente rindió homenaje a la Perfección de la Sabiduría.

Subhuti, un hombre que ha perdido a su único hijo, estaría muy triste y desdichado; y solo pensaría en una cosa, en su hijo; y en el pesar que siente por él. Idénticamente, el Bodhisattva Sadaprarudita en aquel tiempo no pensaba en nada más, excepto en: “¿Cuándo escucharé yo la Perfección de la Sabiduría?”

 

DESCRIPCIÓN DE GANDHAVATI, Y DE LA VIDA DE DHARMODGATA. (2)

 

Cuando Sadaprarudita se apenaba y se consumía así, repentinamente una figura de un Tathagata se apareció de pie ante él, le dio su aprobación, y le dijo:

“¡Bien hablado, hijo de buena familia! Pues los Tathagatas del pasado, cuando eran Bodhisattvas, también han buscado la sabiduría perfecta con el mismo espíritu con el que tú ahora la buscas. Con ese mismo espíritu de esfuerzo y de determinación, de entusiasmo y de celo, ¡Vete hacia el Este!

Allí, a quinientas leguas de aquí, hay una ciudad llamada Gandhavati. Está construida con los siete materiales preciosos. Tiene doce leguas de largo, y doce leguas de ancho; y está rodeada por siete muros, siete fosos, y siete filas de palmeras. Es próspera y floreciente; segura ante los ataques; contiene abundantes provisiones, y está llena de bestias y de hombres. Quinientas filas de comercios se distribuyen a través de la ciudad de un extremo a otro, hermosas de contemplar, como si fueran una pintura bien coloreada, dispuestas una a una de en una sucesión regular; y en medio de ellas se han erigido locales y pasajes bien construidos para los vehículos tirados por animales, para los palanquines, y para quienes andan a pie, de forma que hay alojamiento para todos.

Los muros que rodean completamente esta ciudad, están construidos con los siete materiales preciosos. Sus bien fundados mojinetes se inclinan hacia el dorado rio Jambu. Y en cada mojinete crece un árbol hecho de los siete materiales preciosos, cargado con diversos frutos, hechos también de materiales preciosos.

Una red de pequeñas campanas están suspendidas de cordeles, y rodean toda la ciudad. Cuando son movidas por el viento, las pequeñas campanillas emiten un sonido dulce, encantador, y deleitante; similar al sonido de los cinco instrumentos musicales cuando son armónicamente tocados por los Gandharvas, diestros en los cantos. Y esos sonidos hacen que los seres se distraigan, disfruten, y diviertan.

Los fosos alrededor de la ciudad están llenos de agua, que fluye reposadamente, sin estar ni demasiado fría, ni demasiado caliente.

Los botes en este río son brillantes, hechos de los siete materiales preciosos, bellos de contemplar; y su existencia es una recompensa por las acciones pasadas de los habitantes, quienes montando en ellos, se distraen, disfrutan, y divierten.

El agua está cubierta con las flores de lotos azules, de lotos rosa, de lotos blancos, y con otras de las más bellas y fragantes flores. No hay ninguna especie de flores, de entre todas las que existen en el gran macrocosmos de tercer grado, que no se encuentren allí.

Alrededor de esta ciudad hay quinientos parques, hermosos de ver, brillando con las siete cosas preciosas. Cada parque tiene cinco veces quinientos grandes estanques de lotos, cubiertos con hermosas flores, cada una de ellas del tamaño de una rueda de carreta; fragantes; de color azul, amarillo, blanco, y rojo. Los sonidos que generan los gansos, grullas, patos, zarapitos, y otras aves llenan el aire sobre los estanques. Y la existencia de esos parques, los cuales nadie considera de su propiedad, es una recompensa por las acciones pasadas de esos seres, pues ellos han discurrido durante mucho tiempo en la Perfección de la Sabiduría, con sus mentes llenas de fe hacia la Guía de los Budas, e inclinados a escucharla y comprenderla; y durante mucho tiempo ellos han estado pensando en los fenómenos profundos.

Y aquí, en esta ciudad de Gandhavati, en un lugar en el que se juntan cuatro caminos, está la casa del Bodhisattva Dharmodgata; de una legua de largo, construida con los siete materiales preciosos, hermosa de contemplar, cercada por siete muros y por siete filas de palmeras. Aquí existen cuatro parques cerca de la casa, para el disfrute de quienes viven en ella. Sus nombres son: Nityapramudita, Ashoka, Sakavigata, y Pushpacitra. Cada parque tiene ocho estanques de lotos llamados: Bhadra, Bhadrottama, Nandi, Nandottama, Kshama, Ksahmottama, Niyata, y Avivaha. En todos estos estanques uno de los lados es de oro, el segundo de plata, el tercero de Vaidurya (lapislázuli), el cuarto de cristal. El suelo del fondo consiste en cuarzo, con arena dorada sobre él. Cada estanque tiene ocho escaleras de acceso, con escalones decorados, hechos de abigarradas joyas. En uno huecos entre los escalones, dentro del rio Jambu, crece un platanero. Los estanques están cubiertos con diversos tipos de flores acuáticas; y el aire por encima de ellos está llenado por el sonido de los diversos pájaros. Alrededor de estos estanques, crecen varios árboles con flores, y cuando estos son agitados por el viento, sus flores caen dentro de los estanques. El agua en los estanques tiene el olor, color, gusto, y sensación de la madera de sándalo.

En esta mansión vive el Bodhisattva Dharmodgata con su séquito, entre estos sesenta y ocho mil mujeres. El se distrae, disfruta, y divierte; el siente y gusta de los cinco tipos de placeres de los sentidos. Todos los habitantes de esta ciudad, tanto mujeres como hombres, se distraen, disfrutan, y divierten; tienen un constante disfrute en los parques y en los estanques; y sienten y gustan de los cinco tipos de placeres de los sentidos. Sin embargo, el Bodhisattva Dharmodgata junto con su séquito, se distrae, disfruta, y se divierte solo durante un cierto tiempo; y a continuación él siempre enseña la Perfección de la Sabiduría.

Y los ciudadanos de esa urbe construyeron un púlpito para el Bodhisattva Dharmodgata en la plaza central de la ciudad. Tiene una base de oro, y sobre ella se extiende un colchón de algodón, y una funda de lana, un cojín; y tejidos de seda están puestos encima de todo ello. Alto en el aire, a una altura de medio kos (unos dos kilómetros), hay un toldo, brillante y con perlas; duradero y firme. Alrededor de todo ese púlpito hay sembradas y dispersas flores de los cinco colores; y el propio púlpito está perfumado con las fragancias de diversos perfumes.

¡Así de puro es el corazón del Bodhisattva Dharmodgata, así de grande es su respeto hacia quienes oyen el Dharma de él! El Bodhisattva Dharmodgata, sentado en el trono, enseña la Perfección de la Sabiduría.

Los habitantes de esa ciudad escuchan su enseñanza con gran respeto hacia el Dharma, con confianza en el Dharma, con fe en lo que es digno de fe, con mentes que están alentadas por la fe. En suma, muchos cientos, muchos miles, muchos cientos de miles de seres, Dioses y hombres, se reúnen allí a escuchar. Algunos de ellos explican la Perfección de la Sabiduría, algunos la repiten, algunos la copian, algunos la siguen con sabia atención. Todos esos seres ya no están condenados a caer en los estados de privación, y ellos son irreversibles hacia la Completa Iluminación.

¡Hijo de buena familia, ve a ese Bodhisattva Dharmodgata! De él tu oirás la Perfección de la Sabiduría. Pues él ha sido tu buen amigo durante mucho tiempo, él te ha convocado, instigado, y animado a alcanzar la Completa Iluminación. En el pasado, también él ha buscado la Perfección de la Sabiduría de la misma forma en la que tú la buscas ahora.

¡Hijo de buena familia, ve día y noche, prestando tu atención no dividida a esta tarea sin fin, a esta ilimitada bendición por la cual aprendemos naturalmente a no aceptar una base, ni a desarrollar aversión hacia ella como medio para algún fin!¡Antes de que pase mucho tiempo, tu oirás la Perfección de la Sabiduría!”

Cuando el Bodhisattva Sadaprarudita escuchó esto, se puso contento, regocijado, gozoso, lleno de gozo y de júbilo. Un hombre herido por una flecha envenenada, no podría pensar en nada excepto en: “¿Dónde encontraré a un cirujano, a un médico diestro, que pueda sacarme esta flecha, y liberarme de este sufrimiento?” De la misma forma, el Bodhisattva Sadaprarudita en aquel tiempo, no prestaba atención a ningún fenómeno, excepto a: “¿Cuándo veré yo a ese hijo de buena familia de quien oiré la Perfección de la Sabiduría? Cuando yo haya escuchado esa Doctrina, yo abandonaré toda atención hacia una base.” Sin abandonar el lugar en el que estaba, Sadaprarudita oyó entonces al Bodhisattva Dharmodgata enseñando la Perfección de la Sabiduría.

 

LA LISTA Y EL SIGNIFICADO DE LAS CONCENTRACIONES. (3)

 

Como un resultado, él generó una percepción por la cual no se basó en ningún fenómeno. Y él llegó a estar cara a cara con las muchas puertas a las concentraciones. Los nombres de las concentraciones eran los siguientes: “Contempla la existencia inherente de todos los fenómenos”, “La no aprehensión de la existencia inherente en ningún fenómeno”, “La no diferenciación de todos los fenómenos”, “Espectador de la inmutabilidad de todos los fenómenos”, “Iluminador de todos los fenómenos”, “Desde todos los fenómenos la oscuridad se ha desvanecido”, “Hace añicos el conocimiento de todos los fenómenos”, “Agita a todos los fenómenos”, “La no aprehensión de todos los fenómenos”, “Adornado con flores”, “Dentro de su propio cuerpo consuma todos los fenómenos”, “Habiendo abandonado la ilusión”, “Sacando las imágenes reflejadas en un espejo”, “Sacando los sonidos de todos los seres”, “Sin ninguna suciedad”, “Contentando a todos los seres”, “Un seguidor de los sonidos vocales de todos los seres, desde la destreza en los medios”, “Consumación de toda la variedad de letras, palabras, y sonidos vocales”, “El estado que viene del sentimiento de no rigidez”, “Inexpresable en su naturaleza esencial”, “Realización de la emancipación sin obstrucción”, “Visita del rey”, “Análisis gramatical del habla, en palabras y letras”, “Tiene penetración en todos los fenómenos”, “Ha dejado atrás la esfera de todos los fenómenos”, “El límite no obstruido de todos los fenómenos”, “Formado como el firmamento”, “Como un relámpago”, “El rey está cerca”, “El rey sin rival”, “Victorioso”, “Uno no puede tener aversión hacia el ojo”, “Fijado en el elemento del Dharma (Dharmadhatu)”, “Fuera del elemento del Dharma”, “Garante de consuelo”, “Ha rugido como un león”, “Ningún mundo para que los seres renazcan en él”, “Liberado de la suciedad”, “Puro”, “Engalanado con el loto”, “Aniquilador de la exaltación”, “Seguidor de toda excelencia substancial”, “Elevado sobre todos los fenómenos”, “Logro de los conocimientos superiores, los poderes, y los fundamentos de la intrepidez”, “Penetrador de todos los fenómenos”, “Sello del desistir del devenir por parte de todos los fenómenos”, “El océano en el que todos los fenómenos pierden su devenir”, “Espectador de todos los fenómenos sin distinción”, “Ha dejado atrás la jungla de todas las visiones y acciones”, “Sin oscuridad”, “Sin un signo de todos los fenómenos”, “Liberado de todo apego”, “Sin traza de pereza”, “Irradia luz sobre los fenómenos profundos”, “Hecho como Meru”, “Irresistible”, “Acabó con el círculo del ejército de Mara”, “No inclinación hacia nada en los Tres Mundos”, “Emisión de rayos”, “Visión del Tathagata”, “Espectador de todos los Tathagatas”

Establecido en esas concentraciones, él vio a los Budas y Señores en los incontables sistemas de mundos, en las diez direcciones, que estaban revelando esta misma Perfección de la Sabiduría a los Bodhisattvas.

Y esos Tathagatas lo aplaudieron y confortaron; y le dijeron: “También nosotros, en el pasado, cuando éramos Bodhisattvas, buscamos la Perfección de la Sabiduría de la misma forma. También nosotros, mientras estábamos buscando, adquirimos las concentraciones que tú has adquirido justamente ahora. Después de que las hubimos adquirido, hemos seguido en nuestro camino, establecidos en la Perfección de la Sabiduría y en los irreversibles fenómenos de un Buda. Pero cuando contemplamos la naturaleza primordial esencial  y la existencia inherente de todas esas concentraciones, entonces no vemos ningún fenómeno real que entre en ellas, o que emerja de ellas, que discurra hacia la Iluminación, o que conozca la Completa Iluminación. Esa ausencia de un imaginar nada acerca de cualquier fenómeno, eso es esta Perfección de la Sabiduría. Puesto que nos hemos establecido firmemente en la ausencia de un concepto de “yo” imaginado, nosotros hemos adquirido nuestros cuerpos de color dorado, las treinta y dos marcas de un hombre superior, las dieciocho marcas secundarias, y los espléndidos halos a nuestro alrededor; y hemos alcanzado el inconcebible y supremo conocimiento de los Budas, la sabiduría de los Budas, la suprema concentración de los Budas, y la perfección de todos los fenómenos y cualidades de los Budas.

Incluso los Tathagatas no pueden aprehender la medida, ni definir el límite de esa perfección de las cualidades, mucho menos los Discípulos y los Pratyekabuddhas. Por lo tanto, deberías de llenar tu mente con el respeto hacia esos fenómenos de los Budas, de forma que tú debieras de desearlos crecientemente, de forma que tú llegara a estar más y más apasionado por ellos. Porque la Suprema Iluminación no es difícil de alcanzar para alguien que la desea, que está apasionado por ella.

También tú deberías de generar un intenso respeto y afecto hacia el buen amigo, y tu confianza en él debería de ser serena. Pues es cuando ha sido apoyado por un buen amigo, cuando ese Bodhisattva rápidamente conocerá la Completa Iluminación”

Sadaprarudita les preguntó a los Tathagatas: “¿Quién es el buen amigo?”

A ello un Tathagata le respondió: “El Bodhisattva Dharmodgata ha madurado durante mucho tiempo hacia la Completa Iluminación; el te ha apoyado, ha sido tu preceptor en la sabiduría perfecta, en la destreza en los medios, y en los fenómenos de un Buda. Él fue quien te ha apoyado, y por este acto amistoso tienes que honrarle con gratitud y darle las gracias; y tienes que llevar en mente lo que él ha hecho por ti. Hijo de buena familia, si durante un eón, o durante dos eones, o hasta cien mil eones, o más aún, llevaras al Bodhisattva Dharmodgata como si fuera un turbante sobre tu cabeza, si lo obsequiaras con todo lo que hace felices a los seres, y se lo ofrecieras con tantas formas, sonidos, olores, sabores, y tactos como hay en el gran macrocosmos de tercer grado, incluso así tú no habrías pagado a ese hijo de buena familia lo que él ha hecho por ti. Pues ha sido a través de su poder por lo que tú has adquirido esas concentraciones, por lo que tú has oído hablar de la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios; y por lo que tú has conseguido la Perfección de la Sabiduría.”

 

SADAPRARUDITA Y LA HIJA DEL MERCADER (4)

 

Después de que los Tathagatas hubieran reconfortado al Bodhisattva Sadaprarudita; ellos volvieron a desaparecer. Pero Sadaprarudita emergió de sus concentraciones, y se preguntó: “¿De dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido?” Puesto que no podía ver ya a esos Tathagatas, él estaba apenado, y suspiraba por ellos.

El pensó para sí: “El santo Bodhisattva Dharmodgata ha adquirido los dharanis, el posee los cinco conocimientos superiores (poderes psíquicos, oído celestial, conocimiento de los pensamientos de los demás, memoria de las vidas pasadas, y ojo celestial), el ha realizado sus deberes bajo los Conquistadores del pasado, el es mi mentor y mi buen amigo, quien durante mucho tiempo ha estado haciéndome bien. Cuando yo llegue a él, tengo que preguntarle sobre este tema, preguntarle que me explique de dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido”

Entonces Sadaprarudita alimentó el afecto y la confianza, la estima y el respeto por el Bodhisattva Dharmodgata. Entonces el reflexionó: “¿Con qué tipo de regalo honorífico puedo yo aproximarme ahora al Bodhisattva Dharmodgata? Yo soy pobre, y no tengo nada de valor con lo que pudiera expresar mi respeto y reverencia hacia él. No sería correcto por mi parte el ir sin nada de nada. Pero yo soy pobre, y eso me hace sentirme ahora triste y arrepentido”

Tales eran los sentimientos, tal era la actitud de reverencia con la que el Bodhisattva Sadaprarudita realizaba su viaje. En el debido discurrir, el llegó a una ciudad; se dirigió al medio del mercado, y decidió que vendería su propio cuerpo; y que con el precio obtenido honraría al Bodhisattva Dharmodgata.

El Bodhisattva Sadaprarudita reflexionó: “A través de la larga noche del pasado, en los inmensurables ciclos del nacimiento y de la muerte, miles de mis cuerpos han sido hechos pedazos, gastados, destrozados, y vendidos una y otra vez. Yo he experimentado inmensurables dolores en los infiernos debido al disfrute de los placeres de los sentidos, como resultado de los placeres de los sentidos; pero nunca debido a fenómenos de este tipo, nunca debido al propósito de honrar a seres de semejante clase”

Sadaprarudita entonces se dirigió al medio del mercado, elevó su voz, y gritó: “¿Quién quiere un hombre? ¿Quién quiere un hombre? ¿Quién quiere comprar un hombre?”

Entonces, Mara, el Maligno pensó para sí: “Obstruyamos a este Bodhisattva Sadaprarudita. Pues si él tiene éxito al venderse a sí mismo debido a su interés por el Dharma; y si él entonces va a honrar al Bodhisattva Dharmodgata, y a preguntarle con respecto a la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios, como un Bodhisattva que está discurriendo en la sabiduría perfecta, puede lograr rápidamente la Completa Iluminación, y entonces está seguro de alcanzar el océano del conocimiento sagrado, y llegará a ser inaccesible para Mara y su hueste, y alcanzará la perfección de todas las cualidades, después de lo cual el trabajará para el bienestar de todos los seres; y entonces los apartará de mi esfera, y también apartará a otros después de que haya conocido la Completa Iluminación”

Entonces Mara, el Maligno, dispuso que todos los brahmines y los cabezas de familia de esa ciudad no pudieran oír la voz de Sadaprarudita. Cuando Sadaprarudita no pudo encontrar un comprador para él, se fue a un lado, se lamentó, y comenzó a llorar. (Sadaprarudita significa “Lágrimas perpetuas”). Y dijo: ¡Ay! Es duro para nosotros el que no hayamos encontrado un comprador tan siquiera, para nuestro cuerpo, de forma que pudiéramos después de vender nuestro cuerpo, honrar al Bodhisattva Dharmodgata”

Entonces Sakra, el Jefe de los Dioses, pensó para sí: “Déjame probar al Bodhisattva Sadaprarudita. ¿Renunciará ahora a su cuerpo lleno de la más fervorosa intención en su interés por el Dharma, o no lo hará?”

Entonces Sakra conjuró el disfraz de un hombre joven, fue a donde se encontraba el Bodhisattva Sadaprarudita, y le dijo: “Hijo de buena familia, ¿Por qué permaneces aquí abatido, languidecido, y derramando lágrimas?”

Sadaprarudita respondió: “Yo quiero venderme a mí mismo, pero no puedo encontrar a nadie que quiera comprar mi cuerpo”

Sakra, bajo la apariencia del joven, dijo: “¿Para qué quieres venderte a ti mismo?”

Sadaprarudita replicó: “Debido al amor por el Dharma, yo quiero venderme. Y así poder venerar al Dharma, y honrar al santo Bodhisattva Dharmodgata. Pero yo no encuentro un comprador para este cuerpo mío. Por lo tanto, yo pienso para mí, ¡ay!, que tengo que ser una persona de un mérito extremadamente pequeño, sin la menor duda”

El joven dijo: “Yo no tengo ninguna necesidad de ningún hombre. Pero mi padre tiene la obligación de hacer un sacrificio. Para eso yo necesito el corazón de un hombre, su sangre, y el tuétano de sus huesos. Si tu puedes darme algo de eso, yo te pagaré por ello”

Entonces Sadaprarudita pensó para sí: “Ha sido extremadamente fácil el tener lo que yo deseaba. Ahora yo sé que mi cuerpo es lo suficientemente perfecto para mí, para obtener la sabiduría perfecta, la destreza en los medios, y los fenómenos de un Buda; puesto que he encontrado ahora en este joven un comprador para mi corazón, sangre, y tuétano”

Con esto en mente, con el cabello erizado por el gozo; y completamente dispuesto, dijo: “¡Te daré mi cuerpo, puesto que tú lo necesitas!”

El joven le preguntó: “¿Qué precio he de darte?”

Sadaprarudita contestó: “¡Dame lo que tú quieras!”

Entonces Sadaprarudita cogió una afilada espada, y cortó su brazo derecho, haciendo que la sangre fluyera de él. A continuación, se acercó a grandes zancadas a un muro, y se cortó su muslo derecho, descarnándolo, para poder romper el hueso.

Una hija de un mercader, desde la ventana superior (de su casa), vio todo esto; y ella se preguntó: “¿Por qué ese hijo de buena familia se hace eso a sí mismo? Déjame ir, y preguntarle.”

Cuando ella llegó a donde estaba Sadaprarudita, dijo: “¿Por qué te infringes este trato fatal a ti mismo?¿Qué harás con esta sangre, y con el tuétano de tus huesos?”

Sadaprarudita dijo: “Puesto que se los he vendido a este joven, yo voy a venerar a la Perfección de la Sabiduría, y a honrar al santo Bodhisattva Dharmodgata.”

La hija del mercader dijo: “¿Cuál es la clase de cualidad, cuál es la excelencia de las cualidades que tú crearías en ti mismo debido a tu deseo de honrar al Bodhisattva Dharmodgata, después de que hayas vendido tu propio corazón, tu sangre, y tuétano?”

Sadaprarudita respondió: “Dharmodgata me explicará la Perfección de la Sabiduría y la destreza en los medios hábiles. Yo me entrenaré en ellos, y como resultado, yo llegaré a ser un refugio para todos los seres; y después de que yo haya conocido la Completa Iluminación, conseguiré un cuerpo de color dorado, las treinta y dos marcas de un hombre superior, las dieciocho marcas secundarias, el esplendor de un halo de rayos que se extenderán al infinito, la gran amistad, la gran compasión, el gran regocijo simpático, la gran imparcialidad, los cuatro fundamentos de la intrepidez, los cuatro conocimientos analíticos, los dieciocho fenómenos especiales de un Buda; y yo adquiriré los cinco conocimientos superiores, una pureza de conducta inconcebible, una pureza de concentración inconcebible, una pureza de sabiduría inconcebible, y los diez poderes de un Tathagata. Yo despertaré completamente a la sabiduría de un Buda, y adquiriré la supremamente preciosa Joya del Dharma, la cual yo compartiré con todos los seres.”

La hija del mercader replicó: “Hijo de buena familia, es maravilloso cuan exaltados y sublimes son los fenómenos que tú has proclamado. Por solo uno de esos fenómenos, uno debiera de desear renunciar a su cuerpo incluso durante incontables eones, ¡cuánto más por obtener muchos de ellos! Esos fenómenos que tú has proclamado también me complacen, y me parecen buenos para mí. Pero mira, hijo de buena familia, yo te daré todo lo que pidas, y con eso tú podrás honrar entonces a ese Bodhisattva Dharmodgata. ¡Pero no te infrinjas semejante tratamiento en ti mismo! ¡Yo también iré contigo al Bodhisattva Dharmodgata! ¡Yendo contigo, yo también plantaré raíces de virtud, las cuales ayudarán a lograr esos fenómenos!

Entonces Sakra, el Jefe de los Dioses, arrojó su disfraz como un hombre joven, y en su propio cuerpo se plantó de pie ante el Bodhisattva Sadaprarudita, y le dijo: “Yo aplaudo tu firme sentido de la obligación. En el pasado también los Tathagatas han tenido un deseo tan grande como el tuyo por el Dharma, y fue eso lo que los ayudó a conocer la Completa Iluminación, y a obtener la preciosa Joya del Dharma; después de que ellos en primer lugar hayan discurrido en el discurrir de un Bodhisattva, y hayan hecho preguntas acerca de la Perfección de la Sabiduría y de la destreza en los medios. Yo no necesito tu corazón, sangre, o tuétano. Yo solo he venido aquí para probarte. Ahora escoge un favor. ¡Te daré cualquier favor que me pidas!”

Sadaprarudita contestó: “¡Dame los supremos fenómenos de un Buda!”

Sakra, el Jefe de los Dioses, replicó: “Eso no está dentro de mi dominio. Eso está dentro del dominio de los Budas, los Señores. ¡Escoge otro favor!”

Sadaprarudita replicó: “¡No atribules tu mente con la condición mutilada de mi cuerpo! Yo lo haré completo otra vez por el poder mágico de mi enunciación de la Verdad. ¡Puesto que yo soy en verdad irreversible, habiendo sido predicho para la Completa Iluminación, y siendo conocida por los Tathagatas mi inquebrantable determinación, que pueda a través de esta Verdad, a través de esta promulgación de la Verdad, ser mi cuerpo tal y como era antes!”

En ese mismo momento, instante, y segundo, a través del poder del Bodhisattva y a través de la perfecta pureza de la determinación del Bodhisattva, el cuerpo del Bodhisattva Sadaprarudita volvió a ser otra vez tal y como había sido antes, sano y completo. Y Sakra, el Jefe de los Dioses; y Mara, el Maligno, reducidos al silencio, se desvanecieron de ese lugar.

La hija del mercader le dijo a Sadaprarudita: “Ven, hijo de buena familia, y vayamos a mi casa. Yo les pediré a mis padres que te den las riquezas con las que tú puedas expresar tu deseo de venerar a esa Perfección de la Sabiduría, y honrar al Bodhisattva Dharmodgata; un deseo que es debido a tu amor hacia el Dharma.”

El Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader fueron juntos hacia la casa de ella. Cuando llegaron, Sadaprarudita permaneció esperando en el umbral, mientras que la hija del mercader entró dentro de la casa, y les dijo a sus padres: “Mamá y papá. ¡Tenéis que darme una parte de vuestras riquezas! ¡Yo quiero marcharme con las quinientas doncellas que me habéis dado como sirvientas! Junto con el Bodhisattva Sadaprarudita yo quiero ir a ver al Bodhisattva Dharmodgata, para venerarle. Y él nos enseñará el Dharma a nosotros, y de esa forma adquiriremos los fenómenos de un Buda.”

Sus padres replicaron: “¿Quién es ese Bodhisattva Sadaprarudita, y dónde está ahora?”

La hija del mercader dijo: “Este hijo de buena familia espera en el umbral de la puerta de nuestra casa. Y él se ha encaminado resueltamente a conocer la Completa Iluminación, en otras palabras, el quiere liberar a todos los seres de los inmensurables sufrimientos del nacimiento y de la muerte.”

Y entonces ella les contó lo que había visto y oído; como Sadaprarudita había vendido su cuerpo, y lo había mutilado; y como ella le había preguntado por la razón; y como él alabó y le reveló a ella las inconcebibles cualidades de un Buda, y los inmensurables fenómenos de un Buda, a los cuales él tiene en mente como su fin. Ella terminó diciendo que: “Cuando yo oí esas inconcebibles cualidades de un Buda, yo sentí un extremado gozo y regocijo. Y yo pensé para mí: “Es maravilloso hasta qué punto este hijo de buena familia es un ejecutor de lo que es difícil de hacer, y cuánto tiene que amar al Dharma para soportar el daño y el dolor en su cuerpo. Pues por este amor al Dharma es por lo que él ha renunciado a sí mismo. ¿Cómo podemos dejar de venerar el Dharma, y de hacer un voto para alcanzar todos los estados, nosotros, que tenemos vastas y abundantes riquezas.”

Así que le dije a ese hijo de buena familia: “¡No te infrinjas semejante tratamiento fatal en ti mismo! Te daré abundantes riquezas, las cuales tu podrás utilizar para venerar y honrar a ese santo Bodhisattva Dharmodgata. Yo también iré contigo a ese Bodhisattva, y también lo veneraré. ¡Yo también realizaré esos fenómenos supremos de un Buda, los cuales tú has proclamado! ¡Mamá y papá, permitidme irme, y dadme las riquezas que he pedido!”

Sus padres replicaron: “¡Es maravilloso que bien has relatado las penurias de ese hijo de una buena familia! ¡Inconcebibles, con toda seguridad, tienen que ser esos fenómenos por los cuales él soporta esas penurias; tienen que ser lo más distinguido en el mundo entero, una fuente de felicidad para todos los seres! Te daremos nuestras posesiones para que puedas irte. También nos gustaría ir con vosotros, ver, saludar, honrar, y venerar a ese Bodhisattva Dharmodgata”

La hija replicó: “Haced tal como decís. Yo no me opongo a aquellos que estén del lado de lo que es correcto”

 

EL ENCUENTRO CON DHARMODGATA. (5)

 

Y así fue como la hija del mercader se encaminó a venerar y a honrar al Bodhisattva Dharmodgata. Ella cogió quinientos carruajes, y ordenó a sus quinientas sirvientes, las doncellas, que estuvieran preparadas. Cogió abundantes riquezas y numerosas provisiones, montó en un carruaje junto al Bodhisattva Sadaprarudita, y se dirigieron hacia el Este rodeados por las quinientas doncellas en sus quinientos carros, acompañados por un gran séquito, y precedidos por sus padres.

Después de cierto tiempo, el Bodhisattva Sadaprarudita vio la ciudad de Gandhavati desde la distancia. En el medio del mercado vio al Bodhisattva Dharmodgata en su púlpito, enseñando el Dharma, rodeado y reverenciado por una asamblea de muchos cientos, de muchos miles, de muchos cientos de miles. En el momento en el que lo vio, el se encontró colmado con ese tipo de felicidad que un monje siente cuando con la atención fijada en un solo punto, él ha obtenido el primer trance. Él lo miraba, y pensaba: “No sería correcto por mi parte aproximarme al Bodhisattva Dharmodgata sentado en un carruaje. ¡Déjame posarme de él!”

Entonces él se posó de su carruaje, y también la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, siguieron su comportamiento. Sadaprarudita, junto con la hija del mercader y sus quinientas doncellas, se dirigió entonces a dónde el Bodhisattva Dharmodgata estaba sentado, en medio de una magnifica plasmación de las aspiraciones espirituales. Pues, en aquel tiempo, el Bodhisattva Dharmodgata había construido para la Perfección de la Sabiduría una torre puntiaguda, hecha de los siete materiales preciosos, adornada con madera de sándalo rojo, y rodeada por un adorno de perlas. En las cuatro esquinas de la torre puntiaguda había colocadas gemas, y ellas realizaban las funciones de lámparas. Cuatro jarros hechos de plata, conteniendo incienso, estaban suspendidos en sus cuatro lados, y en ellos se estaba quemando madera de puro áloe negro, como un signo de veneración hacia la Perfección de la Sabiduría. Y en el medio de esa torre puntiaguda estaba colgado un canapé, hecho con los siete materiales preciosos; y sobre él, había un cajón construido a partir de cuatro grandes gemas. Dentro de él, estaba colocada la Perfección de la Sabiduría, escrita con letras de lapislázuli fundido sobre tablas doradas. Y esa torre puntiaguda estaba adornada por guirnaldas brillantemente coloreadas, las cuales colgaban en bandas.

El  Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, miraron a esa torre puntiaguda tan magníficamente decorada, como una proyección de las aspiraciones religiosas. Ellos vieron a miles de Dioses, con Sakra, el Jefe de los Dioses, esparciendo sobre esa torre puntiaguda flores celestiales de Mandarava, polvo de madera de sándalo celestial, polvo de oro celestial, y polvo de plata celestial; y ellos oyeron la música de instrumentos celestiales.

Sadaprarudita entonces le preguntó a Sakra, el Jefe de los Dioses: “¿Con qué propósito tú, junto con muchos miles de Dioses, esparcís flores celestiales de Mandarava, polvo de sándalo celestial, polvo de oro celestial, y polvo de plata celestial, sobre esa torre puntiaguda, construida con los materiales preciosos; y por qué los Dioses, arriba en el cielo, tañen música celestial con sus instrumentos?”

Sakra contestó: “¿No sabes la razón, hijo de buena familia? Esta es la Perfección de la Sabiduría, la Madre de los Budas y la Guía de los Bodhisattvas. Cuando los Bodhisattvas se entrenan en ella, pronto logran todas las cualidades de la Perfección de la Sabiduría, y como consecuencia de ello, todos los fenómenos de un Buda; y el conocimiento de todos los modos.”

Sadaprarudita replicó: “¿Dónde está la Perfección de la Sabiduría, la Madre de los Budas, la Guía de los Bodhisattvas?”

Sakra contestó: “El santo Bodhisattva Dharmodgata la colocó en el medio de esa torre puntiaguda, después de que él la hubiera escrito sobre unas tablas doradas con lapislázuli fundido; y la ha sellado con siete sellos. Nosotros no podemos mostrártela fácilmente”

Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita y la hija del mercader, junto con sus quinientas doncellas, todos ellos rindieron veneración a la Perfección de la Sabiduría con las flores que habían traído consigo; y con guirnaldas, coronas, vestidos, joyas, incienso, banderas, y flores doradas y plateadas; y uno tras otro, ellos fueron depositando su parte (de la ofrenda) frente a ella, para mayor honor del Bodhisattva Dharmodgata. Entonces a continuación ellos veneraron al Bodhisattva Dharmodgata esparciendo flores y demás sobre él; y con sus instrumentos tocaron música que parecía celestial, motivados por un deseo de venerar al Dharma.

Entonces las flores se elevaron a lo alto sobre la cabeza del Bodhisattva Dharmodgata, y formaron una torre puntiaguda de flores. Y esas flores de diversos colores, doradas y plateadas, permanecieron arriba en el aire, como si fueran un toldo. Y también los hábitos, vestidos, y las joyas permanecieron suspendidos en lo alto, en el aire, como un pabellón en las nubes. Cuando el Bodhisattva Sadaprarudita, la hija del mercader, y las quinientas doncellas contemplaron esta maravilla, ellos pensaron para sí: “Es maravilloso el ver qué gran poder mágico tiene este Bodhisattva Dharmodgata, qué gran poder, y qué gran influencia. El ha discurrido ya hasta tal punto en el discurrir de un Bodhisattva, que ahora ya posee semejante cantidad de poder para obrar maravillas. ¡Cuánto más tendrá después de que haya conocido la Completa Iluminación!”

La hija del mercader y las quinientas doncellas sintieron entonces un anhelo por el Bodhisattva Dharmodgata. Como si fueran una sola mente, ellas con determinación elevaron sus corazones a la Suprema Iluminación; y dijeron: “¡Qué podamos nosotras, a través de esta raíz de virtud, llegar a convertirnos en Tathagatas en un periodo futuro! ¡Qué podamos nosotras discurrir en el discurrir de los Bodhisattvas, y que podamos recibir esos auténticos fenómenos que este Bodhisattva Dharmodgata ha recibido! ¡Y que podamos honrar y respetar a la Perfección de la Sabiduría, tal y como este Bodhisattva Dharmodgata la honra y respeta; y que podamos revelarla a tantos como él ha revelado! ¡Y que podamos llegar a estar dotadas con la sabiduría perfecta, y con la destreza en los medios; y con tantas realizaciones en ellos como tiene este Bodhisattva Dharmodgata!”

El Bodhisattva Sadaprarudita, la hija del mercader, y las quinientas doncellas, después de que hubieran venerado a la Perfección de la Sabiduría, y honrado al Bodhisattva Dharmodgata con sus cabezas, respetuosamente saludaron con sus manos juntas, y permanecieron a un lado. Entonces el Bodhisattva Sadaprarudita le contó toda la historia de su búsqueda de la Perfección de la Sabiduría, comenzando con la Voz que él había oído en el bosque, esa que le ordenó ir hacia el Este. Él le contó a Dharmodgata como se había establecido en muchas concentraciones, y como los Budas y Señores de las diez direcciones lo habían reconfortado y aplaudido, y que le habían dicho: “¡Bien hecho, hijo de buena familia! Esas concentraciones han sido consecuencia de la Perfección de la Sabiduría. Gracias al establecernos firmemente en la Perfección de la Sabiduría, nosotros hemos logrado todos los fenómenos de un Buda.”

Siguió con el relato hasta que: “Entonces los Tathagatas se volvieron a desvanecer; y yo emergí de ese estado de concentración. Entonces yo me pregunté: “¿De dónde han venido estos Tathagatas, y a dónde han ido?”. Yo pensé para mí que: “El santo Bodhisattva Dharmodgata ha recibido los dharanis, el posee los cinco conocimientos superiores, el ha hecho sus deberes bajo los Conquistadores del pasado, el ha plantado raíces de virtud, y está bien entrenado en la sabiduría perfecta, y en la destreza en los medios. El me explicará este tema tal y como realmente es, y me dirá de dónde han venido los Tathagatas, y a dónde han ido”.

Ahora yo he llegado a ti, y yo te pregunto, hijo de buena familia, ¿De dónde han venido esos Tathagatas, y a dónde han ido? Enséñame, hijo de buena familia, el ir y el venir de esos Tathagatas, de forma que pueda conocerlo, de forma que no podamos llegar a estar faltos de la visión de los Tathagatas.”

 

 

 

Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Lobsang Gyatso.

 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Líneas Capítulo 29 Aproximaciones.

CAPÍTULO VEINTINUEVE: APROXIMACIONES.

 

Además, Subhuti, un Bodhisattva debería de aproximarse a la Perfección de la Sabiduría como sigue: A través del no apego a ningún fenómeno. Desde la no diferenciación de los fenómenos. Desde el hecho de que todos los fenómenos no pueden ser producidos. En la convicción de que “todos y cada uno de los fenómenos son iguales en el no estar afectados por el cambio”.

Porque él ha reconocido gracias a la sabiduría que todos los fenómenos, al carecer de un yo, no nos dan ninguna indicación (acerca de su verdadera naturaleza e intereses). En la convicción de que “toda declaración con respecto a los fenómenos consiste en meras palabras, en meras expresiones convencionales”, pero la expresión convencional no se refiere a nada real, no se deriva de nada real, ni ello mismo es nada real. En la convicción de que “Todos los fenómenos están situados fuera de la expresión y del discurso convencional, que no es que ellos hayan sido convencionalmente expresados o declarados.”

El Bodhisattva se acerca a la Perfección de la Sabiduría desde lo ilimitado de todos los fenómenos. Penetrando en todos los fenómenos. Desde el hecho de que todos los fenómenos son perfectamente puros en su naturaleza primordial. Desde el hecho de que todos los fenómenos están más allá de las palabras. Porque los diferentes tipos de abandono son iguales (en valor y tipo), puesto que todos y cada uno de los fenómenos no pueden ser nunca parados.

La Talidad es en todas partes igualdad, porque todos y cada uno de los fenómenos ya han realizado el Nirvana. En la convicción de que “todos y cada uno de los fenómenos no vienen, ni van; que no pueden ser generados, que son no nacidos, siendo su no nacimiento absoluto” Alguien así no observa ni al yo, ni a los otros. En la convicción de que “todos los fenómenos son santos Arhats, perfectamente puros en su naturaleza primordial.” En la convicción de que “todos los fenómenos han posado su carga, puesto que nunca ha habido una carga que fuera llevada.”  Tales (Bodhisattvas) se aproximan a la Perfección de la Sabiduría desde el hecho de que todos y cada uno de los fenómenos no tienen lugar, ni localización. Pues la forma, los sentimientos, la percepción, los impulsos, y la convicción, no tienen lugar o localización de acuerdo con el propio ser de la naturaleza primordial, la cual no es no ser. El es estimulado por la cesación de todos y cada uno de los fenómenos. Porque él no se siente ni contento ,ni descontento. Porque él no llega a ser ni apasionado, ni desapasionado. Porque la forma, los sentimientos, las percepciones, los impulsos, y la consciencia, en su naturaleza primordial no son ni apasionados, ni desapasionados.

En la convicción de que “la naturaleza primordial (de todos los fenómenos) es perfectamente pura.” En la convicción de que “todos los fenómenos son desapegados, libres de ambos, del apego y del desapego.” En la convicción de que “todos y cada uno de los fenómenos son esencialmente iluminados, porque todos ellos son igualmente entendidos por la sabiduría de un Buda.” Desde la Vacuidad, la Carencia de Signos, y la Carencia de Deseos de todos los fenómenos.

En el convencimiento de que “todos y cada uno de los fenómenos son esencialmente una medicina sanadora, como si fuera administrada desde la amistad y lo adecuado.” En la convicción de que “todos los fenómenos moran en la amistad, moran en la compasión, moran en el regocijo simpático, moran en la imparcialidad.” En la convicción de que “todos los fenómenos están identificados como poseyendo este espíritu universal supremo; porque en su ser todas las faltas permanecen sin ser producidas.” En la convicción de que “todos los fenómenos son igualmente ni esperanzadores, ni hostiles.”

Uno debería de aproximarse a lo ilimitado de la Perfección de la Sabiduría a través de la analogía con lo ilimitado del océano; a través de la analogía del multicolor brillo del Monte Meru. Uno debería de aproximarse a lo ilimitado de la Perfección de la Sabiduría desde: lo ilimitado de la forma, lo ilimitado de las sensaciones, lo ilimitado de las percepciones, lo ilimitado de los impulsos, lo ilimitado de la consciencia; a través de la analogía de la ilimitada iluminación proporcionada por el círculo de los rayos del Sol; desde lo ilimitado de todos los sonidos; desde lo ilimitado del logro de todos los fenómenos de un Buda; desde lo ilimitado del mérito y sabiduría con el que está dotado todo el mundo de los seres; desde lo ilimitado del elemento tierra; y también desde lo ilimitado de los elementos agua, fuego, aire, espacio, y consciencia.

Uno debería de aproximarse a lo ilimitado de la Perfección de la Sabiduría desde lo ilimitado de los fenómenos virtuosos, y no virtuosos.

Uno debería de aproximarse a lo ilimitado de la Perfección de la Sabiduría: a través de lograr la ilimitada concentración en todos los fenómenos; desde lo ilimitado de todos los fenómenos de un Buda; desde lo ilimitado de todos y cada uno de los fenómenos; desde lo ilimitado de la vacuidad; desde lo ilimitado del pensamiento y sus constituyentes; desde lo ilimitado de los pensamientos y acciones.

Uno debería de aproximarse a lo inmensurable de la Perfección de la Sabiduría desde lo inmensurable de los fenómenos virtuosos y no virtuosos. Uno debería de aproximarse a las resonantes proclamaciones de la Perfección de la Sabiduría a través (de la analogía) de que se está rugiendo con el rugido del león.

Uno debería de aproximarse al hecho de que la Perfección de la Sabiduría no puede ser perturbada por factores externos, a partir del hecho de que todos los fenómenos no pueden ser perturbados por factores externos. Pues la forma, las sensaciones, las percepciones, los impulsos, y la consciencia son como el océano.

La forma y cada uno de los demás agregados son como el firmamento; como el brillante y multicolor Monte Meru; como la producción de los rayos del Sol; ilimitado como todos los sonidos; ilimitado como todo el mundo de los seres; ilimitado como el logro final de todos los fenómenos de un Buda; Ilimitado como el equipamiento con mérito y sabiduría de todos los seres, en todos los mundos; es como la tierra, el agua, el fuego, el aire, el espacio, y la consciencia; no tiene una delimitación definitiva, lo mismo que la acumulación de fenómenos virtuosos o no virtuosos; no tiene una delimitación definitiva, lo mismo que la acumulación de todos los fenómenos.

La forma es la expansión (dentro de la Budeidad), el ser de la forma son los fenómenos de Buda, los cuales esencialmente son la Talidad de la forma,… hasta llegar a: la consciencia es la expansión (dentro de la Budeidad), el ser de la consciencia son los fenómenos de Buda, los cuales esencialmente son la Talidad de la consciencia.

La forma y cada uno de los agregados es la ilimitada verdadera naturaleza de todos los fenómenos; la Talidad, como vacía, es la verdadera naturaleza de las cosas, lo ilimitado del pensamiento y de sus constituyentes, los cuales meramente parecen dar lugar al pensamiento y a la acción, que son aprehendidos como virtuosos o como no virtuosos; es como el rugido del león, no puede ser perturbado por factores externos.

Un Bodhisattva se aproxima a la Perfección de la Sabiduría de estas formas. Puesto que el Bodhisattva se aproxima a la Perfección de la Sabiduría de estas formas, percibe esto; entra en esto; comprende esto; reflexiona en esto; examina, investiga, y desarrolla esto; con actividades mentales las cuales abandonan toda decepción y engaño; toda vanidad; toda exaltación del yo; toda pereza; el desaprobar a los demás; la noción del yo; la noción de un ser; la ganancia, honor, y fama; los cinco obstáculos; la envidia y la mezquindad; y toda vacilación. Entonces no será difícil para él alcanzar la completa perfección de todas las virtudes, del Campo de Buda, y de los supremos fenómenos de un Buda.

 

 

Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso.

 

 

martes, 18 de diciembre de 2012

Sutra de la Perfección de la Sabiduría en 8000 Lineas Capítulo 28 Avakirnakusuma.

CAPÍTULO VEINTIOCHO: AVAKIRNAKUSUMA (Cubierto con Flores).

 

LA PREDICCIÓN DE AVAKIRNAKUSUMA. (1)

 

Acto seguido, en aquel tiempo, uno de los Dioses de los Treinta y Tres cogió flores de Mandarava, magníficas flores de Mandarava, y vino a donde estaba el Señor. Y justo en ese momento, seis mil monjes estaban congregados y sentados en esa asamblea. Se levantaron de sus asientos, pusieron sus mantos sobre un hombro, hincaron su rodilla derecha en la tierra, y saludaron al Señor con sus manos juntas. A través del poder del Buda sus manos se llenaron de flores de Mandarava, con magníficas flores de Mandarava. Ellos esparcieron esas flores sobre el Señor, y dijeron: “¡Nosotros, Oh Señor, discurriremos en esta Perfección de la Sabiduría!”

Acto seguido, y con motivo de ello, el Señor sonrió. Pero tal es la naturaleza de los Budas y Señores que, cuando ellos manifiestan una sonrisa en una asamblea de Bodhisattvas, varios rayos de luz de colores surgen entonces de la boca del Señor; rayos de color azul, amarillo, rojo, blanco, escarlata, cristalino, plateado, y dorado. Esos rayos iluminan con todo su resplandor infinitos e ilimitados sistemas de mundos, se elevan hasta el cielo de Brahma, y de nuevo regresan al Señor, circulan tres veces a Su alrededor, y entonces se desvanecen en la cabeza del Señor.

Después de eso, el Venerable Ananda se levantó de su asiento, puso su manto sobre uno de sus hombros, hincó su rodilla derecha en la tierra, juntó sus manos hacia el Señor, y dijo: “El Tathagata no manifiesta una sonrisa sin una razón, ¿Cuál es la razón para Tú sonrisa, Oh Señor?”

El Señor: Esos seis mil monjes, Ananda, en un periodo futuro, en el “Eón Como una Estrella”, conocerán la Completa Iluminación; y después de eso enseñarán el Dharma a los seres. Todos ellos llevarán el mismo nombre. Con Avakirnakusuma como nombre, esos Tathagatas serán Maestros en el mundo. Todos ellos tendrán una congregación de discípulos igual en número. Todos ellos vivirán el mismo tiempo, veinte mil eones. Cada uno de ellos tendrá una amplia colección de escrituras sagradas, que se difundirán ampliamente entre los Dioses y los hombres.

En cada caso, la buena ley permanecerá durante el mismo periodo de tiempo, durante veinte mil eones. Y una lluvia de flores, de los cinco colores, descenderá sobre ellos dondequiera que puedan abandonar la casa que ellos tengan en un pueblo, ciudad, o mercado; donde quiera que ellos puedan Girar la Rueda del Dharma; dondequiera que puedan meditar; dondequiera que puedan aparecer (en medio de la gente).

 

ALABANZA A LA SABIDURÍA PERFECTA. (2)

 

Por lo tanto, Ananda, los Bodhisattvas que quieran habitar en la más superior de las moradas, que quieran morar en la morada del Tathagata, deberían de permanecer en la morada de la sabiduría perfecta. Y con respecto a cualquier Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta, uno puede estar completamente seguro de que antes de haber renacido aquí, entre los hombres, él ha muerto entre los hombres o entre los Dioses de Tushita. Pues es entre los hombres y entre los Dioses de Tushita donde esta Perfección de la Sabiduría circula en toda su amplitud.

Uno puede estar seguro de que los Tathagatas cuidan de aquellos Bodhisattvas que discurren en esta Perfección de la Sabiduría, que la aprenden, la llevan en mente, la estudian, la exponen, repiten, o meramente la escriben; y que también instruyen a otros Bodhisattvas, los sermonean, instigan, y animan. Uno debería de saber que ellos han plantado raíces de virtud, y continúan plantando raíces de virtud dentro y más allá de los límites conocidos, o de cualquier límite que pudiera ser establecido; y ellos hacen esto con la visión y pensamiento de los Tathagatas. Ellos no solo han plantado raíces de virtud ante los Discípulos y Pratyekabuddhas de forma que pudieran entrenarse ellos y entrenar a otros en la sabiduría perfecta, sino que indudablemente esos Bodhisattvas que se entrenan en esta Perfección de la Sabiduría, y que permanecen sin temor, han plantado raíces de virtud ante los Tathagatas.

Respecto a aquellos que adoptan esta Perfección de la Sabiduría, que la llevan en mente, la estudian, exponen, repiten, y escriben, quienes la persiguen en su significado, contenido, y método, uno debería de estar completamente seguro de que ellos han estado cara a cara con los Tathagatas. Si los Bodhisattvas no injurian esta Perfección de la Sabiduría, no se oponen a ella, la denigran, o la rechazan, entonces uno debería de saber que ellos han cumplido sus deberes bajo los Conquistadores del pasado.

Puesto que un Bodhisattva no abandona en sus votos de revelar y de haber revelado, de realizar y de llevar a la realización de la Completa Iluminación, esto no produce la raíz de virtud, la cual uno planta ante la omnipresencia de los Tathagatas, y que proporciona como recompensa el estado de un Discípulo, o de un Pratyekabuddha. Como una regla, como una cuestión de principios imperecedera, acuñada por la completa interdependencia de todos y cada uno de los fenómenos, tales Bodhisattvas están agradecidos, y practican esta Perfección de la Sabiduría en todas las ocasiones y sin ningún descanso, incluso más allá de las formas, sentimientos, percepciones, concepciones, o consciencia de todos esos fenómenos. Uno puede conocer esto, estate seguro.

 

LA TRANSMISIÓN DEL SUTRA A ANANDA. (3)

 

Así, Ananda, aquí y ahora, una y otra vez Yo te confío y transmito esta Perfección de la Sabiduría, expuesta en letras, de forma que esté disponible para el aprendizaje, para llevarla en mente, exponerla, estudiarla, y difundirla ampliamente; de forma que pueda durar mucho, de forma que no desaparezca.

Ananda, si tú olvidas todas las enseñanzas de Dharma que has aprendido directamente de Mi, si tú las deshechas y permites que sean olvidadas, todo eso no es más que una ligera ofensa contra los Tathagatas, salvo en el caso de esta Perfección de la Sabiduría.

Pues debes de considerar que como olvides, deseches, y permitas que sea olvidado un solo verso de esta Perfección de la Sabiduría, o meramente una parte de un verso, esto es una grave ofensa contra los Tathagatas; y esto me ofende. Y si tú aprendes esta Perfección de la Sabiduría, y luego la olvidas, deshechas, y permites que sea olvidada, tú faltas al respeto, a la reverencia, y a la veneración debida a los Tathagatas del pasado, futuro, y presente; a todos ellos.

Ananda, aquí y ahora, recuerda que es una grave ofensa contra los Tathagatas que mientras tú aprendes esta Perfección de la Sabiduría; más tarde la olvides, la deseches, y permitas que sea olvidada; esto me desagrada. Pues los Tathagatas dicen: “Esta Perfección de la Sabiduría es la madre, la fuente, la generatriz de los Tathagatas del pasado, futuro, y presente; su nodriza en la omnisciencia.”

Ananda, aquí y ahora, Yo te confío y transmito esta Perfección de la Sabiduría, de forma que no desaparezca. Esta Perfección de la Sabiduría debería de ser aprendida, debería de ser llevada en mente, estudiada, expuesta, repetida, escrita, y desarrollada. Tú deberías de atender bien, y difundirla bien. Y cuando uno la aprende, debería de analizarla con cuidado gramaticalmente, letra por letra, sílaba por sílaba, palabra por palabra. Pues este texto de Dharma autoritativo debe de ser considerado como el Cuerpo del Dharma de los Tathagatas del pasado, futuro, y presente.

Ananda, de la misma forma en la que te comportas conmigo, que ahora resido como el Tathagata, con solicitud, afecto, y respeto; con el mismo espíritu virtuoso, tú deberías de aprender esta Perfección de la Sabiduría, llevarla en mente, exponerla, estudiarla, repetirla, escribirla y desarrollarla, respetarla, reverenciarla, y venerarla. Esa es la forma en la que debes de venerarme, esa es la forma de mostrar afecto, fe serena, y respeto hacia los Budas y Señores del pasado, futuro, y presente.

Ananda, si Yo, el Tathagata, te soy querido y agradable, y tú no me abandonas, que pueda por tanto esta Perfección de la Sabiduría llegar a ser querida y agradable para ti; y que puedas no abandonarla, de forma que puedas no olvidar ni tan siquiera una sola palabra de ella, de forma que ella pueda no desaparecer. Pues Yo podría hablarte sobre este otorgamiento de la Perfección de la Sabiduría durante un kalpa, o lo que queda de un kalpa, o durante cien Kalpas, o durante cientos de miles de kotis de Kalpas, y más aún. Pero para abreviar, de la misma forma que Yo soy tu Maestro, así lo es la Perfección de la Sabiduría. De la misma forma en que los Budas y Señores del pasado, futuro, y presente, son los Maestros del mundo, con sus Dioses, hombres, y Asuras; de la misma forma lo es la Perfección de la Sabiduría.

Ananda, por tanto, aquí y ahora, con un otorgamiento inmensurable, Yo te confío y transmito la Perfección de la Sabiduría, la cual es inmensurable, para el beneficio y felicidad del mundo, con sus Dioses, hombres, y Asuras.

Si uno no quiere abandonar al Tathagata, al Dharma, y a la Noble Sangha; si uno no quiere abandonar la Iluminación de los Budas y Señores del pasado, futuro, y presente, ¡Que pueda no abandonar la Perfección de la Sabiduría!

Y existe la siguiente advertencia de que aquellos que aprenden esta Perfección de la Sabiduría, la llevan en mente, la estudian, repiten, escriben, y desarrollan; ellos ayudan a la Iluminación de los Budas y Señores del pasado, futuro, y presente. Pues cualquiera que asista a esta Perfección de la Sabiduría cuando se está desmoronando, él auxilia a la Iluminación de los Budas y Señores del pasado, futuro, y presente. Porque la Iluminación de los Budas y Señores ha venido de la Perfección de la Sabiduría. Y ella sostiene perfectamente a todos los Tathagatas, sean del pasado, del futuro, o del presente. Por consiguiente, un Bodhisattva que quiera conocer la Completa Iluminación, y entrenarse en las Seis Perfecciones, debería de escuchar esta Perfección de la Sabiduría, estudiarla, repetirla, y escribirla; y él debería de entrenarse en esta Perfección de la Sabiduría, y hacer esfuerzos en ella.

Pues esta Perfección de la Sabiduría es la madre, la fuente, y la generatriz de todos los demás Bodhisattvas. Es gracias a la Perfección de la Sabiduría por lo que todos los Bodhisattvas se entrenan siempre en las Seis Perfecciones, y en todo momento se dirigen hacia la Completa Iluminación. Es gracias a esta Perfección de la Sabiduría que todos ellos progresan en las Seis Perfecciones. Porque las perfecciones llegan a alimentar la Suprema Iluminación después de que ellas hayan venido desde la Perfección de la Sabiduría.

Por consiguiente, Ananda, una y otra vez, por segunda vez, por tercera vez yo te confío y transmito esta Perfección de la Sabiduría a ti; de forma que pueda no desaparecer. Pues esta Perfección de la Sabiduría es el inexhaustible tesoro del Dharma de los Tathagatas. El Dharma que los Budas y Señores han enseñado a los seres en el pasado, en esos mundos de nacimiento y muerte, que carecen de principio o de final; todo ello es enseñado y revelado desde este mismo tesoro del Dharma, desde la Perfección de la Sabiduría. Y el Dharma que los Budas y Señores enseñarán a los seres en el periodo futuro, después de haber sido Completamente Iluminados, también vendrá de este mismo tesoro del Dharma, de la Perfección de la Sabiduría. Y los Budas y Señores que ahora mismo residen en incontables sistemas de mundos, y que enseñan el Dharma, también han recibido su revelación de este mismo tesoro del Dharma, de la Perfección de la Sabiduría. Por lo tanto, la Perfección de la Sabiduría, este tesoro del Dharma, es inagotable.

Ananda, si tú enseñas el Dharma desde el Nivel del Discípulo a personas pertenecientes al Nivel del Discípulo; y si como resultado de tu enseñanza de Dharma, todos los seres en el gran macrocosmos de tercer grado realizaran el estado de Arhat, tú no habrías cumplido con tu deber como discípulo Mío si es que continuaras después de Mi, girando de ese modo la Rueda del Dharma, y enseñando así el Dharma. Pero si al contrario, tú enseñaras y revelaras tan solo un simple verso del Dharma asociado con la Perfección de la Sabiduría a un Bodhisattva, entonces Yo estaría complacido contigo, quien como discípulo Mío, gira tras Mí la Rueda del Dharma, y enseña el Dharma. Si tú consideraras esa enseñanza de Dharma tuya a través de la cual todos los seres en el gran macrocosmos de tercer grado han sido inducidos al logro del estado de Arhat, y al trabajo meritorio de esos Arhats basado en la generosidad, la moralidad, y el desarrollo meditativo, ¿Constituiría eso un gran montón de mérito?

Ananda: Lo sería, Oh Señor.

El Señor: Una persona perteneciente al Vehículo de los Discípulos genera un mérito mayor que ese, si él enseña a los Bodhisattvas el Dharma relacionado con la Perfección de la Sabiduría. El mérito es aún mayor si es un Bodhisattva quien enseña a otro Bodhisattva un verso de Dharma relacionado con la Perfección de la Sabiduría, aunque sea durante un solo día, durante una mañana, durante una hora, durante media hora, durante un minuto, más aún durante un segundo, durante un momento, o durante una incidencia de un solo momento. Pues este regalo de Dharma por parte de cualquier Bodhisattva, es diferente de todas las raíces de virtud de todos aquellos que pertenecen al Vehículo de los Discípulos o de los Pratyekabuddhas. Es completamente imposible para un Bodhisattva que está dotado con estas raíces de virtud, quien de esta forma trae a la mente esta raíz de virtud, abandonar la Completa Iluminación. Esto no puede suceder.

 

EL CAMPO DE BUDA DE AKSHOBYA. (4)

 

En eso, a continuación, el Señor en esa ocasión ejerció Su poder milagroso. La asamblea entera- los monjes, monjas, laicos y laicas, Dioses, Nagas, Yakshas, Gandharvas, Asuras, Garudas, Kinnaras, Mahoragas, hombres, y fantasmas- todos ellos, a través del poder del Buda, vieron al Tathagata Akshobya rodeado por la congregación de monjes, acompañado por un séquito de Bodhisattvas, enseñando el Dharma, en una asamblea que era tan vasta como el océano, profunda e imperturbable, rodeado y acompañado por Bodhisattvas que estaban dotados de cualidades inimaginables, todos ellos Arhats, con sus efusiones agotadas, puros, completamente controlados, completamente liberados en sus corazones, bien liberados y sabios, grandes Serpientes, con su trabajo ya hecho, su labor cumplida, su carga posada, su propio bienestar logrado, con los grilletes que los encadenaban al devenir extinguidos, con sus corazones bien libres por la correcta comprensión, con el completo control sobre todo su corazón. Entonces el Señor retiró su poder milagroso. El Señor Akshobya, el Tathagata, entonces ya no siguió apareciendo, y todos esos Bodhisattvas y Grandes Discípulos, y ese Campo de Buda dejaron de aparecer dentro del espectro de visión de los miembros de la asamblea del Señor. Pues el Tathagata había finalizado con su poder milagroso.

Y el Señor le dijo a Ananda: De la misma forma, Ananda, todos los fenómenos no entran dentro del espectro de la visión. Los fenómenos no entran dentro del espectro de visión de los fenómenos; los fenómenos no ven a los fenómenos; los fenómenos no conocen a los fenómenos.

Pues todos los fenómenos son de tal naturaleza que no pueden ser conocidos, ni vistos; y son incapaces de hacer nada. Pues todos los fenómenos son inactivos, no pueden ser aprehendidos, porque son tan inactivos como el espacio. Todos los fenómenos son impensables, similares a hombres ilusorios. Todos los fenómenos son imposibles de encontrar, porque están en un estado de no existencia. Cuando él discurre de este modo, entonces un Bodhisattva discurre en la sabiduría perfecta; y él no se establece en ningún fenómeno. Cuando un Bodhisattva se entrena de esta forma, se está entrenando en la sabiduría perfecta. Si un Bodhisattva quiere lograr la Gran Iluminación, la cual es la más elevada perfección de todos los entrenamientos, entonces él debería de entrenarse en la sabiduría perfecta. Pues el entrenamiento en la sabiduría perfecta ha sido descrito como el más importante de todos los entrenamientos, como el mejor, el más afortunado, el más excelente, el más sublime, el más elevado, el supremo, el inigualado, el incomparable; ha sido dicho que el trae el beneficio y la felicidad a todo el mundo, ha sido descrito como un protector de los desamparados, ha sido ordenado y ensalzado por el Buda.

Los Tathagatas podrían, como un resultado de su entrenamiento en esta Perfección de la Sabiduría, de haberse establecido en este entrenamiento, levantar este gran macrocosmos de tercer grado con un solo dedo gordo del pie; y entonces volver a dejarlo caer de nuevo. Pero a estos Budas y Señores no se les ocurre que: “Este gran macrocosmos ha sido levantado, y ha sido dejado caer otra vez.” Pues la sabiduría perfecta está dotada con cualidades inmensurables e incalculables. Como un resultado del entrenase en la sabiduría perfecta, los Budas y Señores han alcanzado un estado de no apego a los fenómenos del pasado, futuro, y presente. De todos los entrenamientos posibles en el pasado, futuro, y presente, este entrenamiento en la sabiduría perfecta es el principal, el mejor, el más afortunado, el más excelente, el más sublime, el más elevado, el supremo, el inigualado, el incomparable.

 

EXTINCIÓN, NO EXTINCIÓN, Y SABIDURÍA PERFECTA. (5)

 

Pues la sabiduría perfecta no está limitada, es inexhaustible, y extensa. Porque los límites, el agotamiento, y las delimitaciones están ausentes en la sabiduría perfecta. El atribuirle límites, agotamiento, y perímetro a la sabiduría perfecta es como atribuirle estos fenómenos al espacio. Pues la Perfección de la Sabiduría es ilimitada, inexhaustible, y no delimitada. Yo no he enseñado que la Perfección de la Sabiduría tenga ningún límite, que pueda ser agotada, que tenga delimitación. La suma total de las palabras contenidas en este Sutra no está sujeta a ningún tipo de limitación (física, verbal, o mental), no tiene ningún tipo de límites.

Ananda: ¿Por qué razón el Señor no enseño ningún límite para la sabiduría perfecta?

El Señor: Porque es inagotable y única. Uno no puede aprehender el aislamiento de un fenómeno único, ¿Cómo puede haber entonces un perímetro concreto para él? Por lo tanto, al estar más allá de todas las medidas, la Perfección de la Sabiduría es ilimitada, sin ningún tipo de límites.

Los Tathagatas del pasado han sacado fuerza de esta Perfección de la Sabiduría, y aún así no ha sido agotada, ni ha llegado a extinguirse. Los Tathagatas del futuro también sacarán su fuerza de esta Perfección de la Sabiduría, y aún así no quedará agotada, ni llegará a extinguirse. Esos Tathagatas que ahora residen en incontables sistemas de mundos, también sacan su fuerza de esta misma Perfección de la Sabiduría, y sin embargo no llega a agotarse o a extinguirse. También Yo, que ahora soy un Tathagata, saco mi fuerza de esta misma Perfección de la Sabiduría, y sin embargo no llega a estar exhausta o extinguida. Uno puede agotar la Perfección de la Sabiduría no más de lo que pueda ser agotado el espacio. Por lo tanto, esta Perfección de la Sabiduría es completamente inagotable.

Y entonces al Venerable Subhuti se le ocurrió: “¡Profundo es este estado que el Tathagata ha enseñado!” Y dijo: “Permitidme ahora hacer una pregunta al Tathagata acerca de este estado. ¡Oh, Señor! ¿Cómo es de inagotable la sabiduría perfecta?”

El Señor: No puede llegar a extinguirse, puesto que lo mismo que el espacio, no puede ser extinguida; como todos los fenómenos son no producidos, no puede ser agotada.

Subhuti: ¿Cómo hace un Bodhisattva para consumar esta Perfección de la Sabiduría?

El Señor: A través de la no extinción de la forma, los sentimientos, las percepciones, los impulsos, y la consciencia. A través de la no extinción de la ignorancia, de las formaciones kármicas, del nombre y la forma, de los seis campos de los sentidos, del contacto, del ansia, del aferramiento y los apegos, del devenir, del nacimiento, del decaimiento y de la muerte, del arrepentimiento, de la lamentación, de la pena, de la tristeza, y de la desesperación. De esta forma un Bodhisattva contempla la coproducción condicionada, de una forma tal que evite cualquier dualidad de los dos extremos (existencia y no existencia). Uno lo contempla sin ver ningún principio, medio, o final. Al contemplar la coproducción condicionada, uno adquiere la sabiduría de la omnisciencia. No hay aceptación, y por lo tanto no hay rechazo; no hay apego, y por lo tanto no hay desapego.

Pues un Bodhisattva, mientras discurre en la sabiduría perfecta a través de esta consumación de la no extinción, y contempla la coproducción condicionada, no puede establecerse en el Nivel de un Discípulo o de un Pratyekabuddha, sino que tiene que establecerse en la omnisciencia. Algunos Bodhisattvas pueden apartarse de la Suprema Iluminación como consecuencia de no haber recurrido a estas actividades mentales (las cuales aspiran a la consumación de la no extinción) y a la destreza en los medios; ellos no saben que un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta debiera de consumar la sabiduría perfecta a través de la consumación de la no extinción; y que la coproducción condicionada debería de ser contemplada en la Perfección de la Sabiduría a través de la consumación de la no extinción.

Todos los Bodhisattvas que en cualquier tiempo se apartan de la Completa Iluminación, lo hacen porque ellos no recurrieron a esta destreza en los medios, Todos esos Bodhisattvas que en cualquier época no se han apartado de la Completa Iluminación, lo hacen gracias a esta Perfección de la Sabiduría. Un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta, debería de consumar la sabiduría perfecta de esta forma, a través de la consumación de la no extinción.

Un Bodhisattva que contempla de esta forma la coproducción condicionada, ciertamente no contempla ningún fenómeno que esté siendo producido sin ninguna causa; ni contempla a ningún fenómeno como permanente, estable, eterno, no sujeto a cambio; ni contempla a ningún fenómeno como un actor o un receptor. Así es como se contempla la coproducción condicionada por parte de un Bodhisattva que consuma esta Perfección de la Sabiduría a través de la consumación de la no extinción; y que discurre en esta Perfección de la Sabiduría.

Cuando un Bodhisattva, tras haber consumado la Perfección de la Sabiduría a través de la consumación de la no extinción, contempla la coproducción condicionada, en ese momento él no contempla a la forma como si fuera una entidad real separada, ni tampoco a los sentimientos, percepciones, impulsos, o consciencia; ni a la ignorancia, ni a las formaciones kármicas, ni al nombre y la forma, ni a los seis campos de los sentidos, ni al contacto, ni al ansia, ni al aferramiento y apego, ni al devenir, ni al nacimiento, ni al decaimiento y la muerte, ni al pesar, ni a la lamentación, la pena, la tristeza, y la desesperación; ni tampoco él contempla el hecho de que “este es mi Campo de Buda”, como si fuera real; ni al hecho de que “este es otro Campo de Buda”; ni él contempla como real a ningún fenómeno por el que él pudiera distinguir entre este y otros Campos de Buda.

Esta, Subhuti, es la Perfección de la Sabiduría de los Bodhisattvas, los Grandes Seres.

 

VENTAJAS DERIVADAS DE LA PERFECCIÓN DE LA SABIDURÍA (6)

 

Cuando un Bodhisattva discurre en la sabiduría perfecta, Mara, el Maligno, se siente golpeado por un dardo de gran pesar, lo mismo que le ocurre a un hombre cuando han muerto su madre o su padre.

Subhuti: ¿Esta aflicción está circunscrita a un Mara, o afecta a muchos Maras, o se extiende a todos los Maras en el gran macrocosmos de tercer grado?

El Señor: Siempre, en cualquier época, cuando los Bodhisattvas moran en la morada de la sabiduría perfecta, todos los Maras en el gran macrocosmos de tercer grado se sienten golpeados por un dardo de gran pesar, y ellos no pueden sentarse tranquilos en sus respectivos tronos. Pues el mundo entero, con sus Dioses, hombres, y Asuras, no puede entrar en un Bodhisattva que habita dentro de la morada de la sabiduría perfecta; y no puede poner un pie que le permita tener posesión de él, herirle, apartarle de la Completa Iluminación.

Por tanto, Subhuti, un Bodhisattva que quiera conocer la Completa Iluminación debería de discurrir en la sabiduría perfecta. Pues en un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta, la Perfección de la Generosidad llega a su más alto desarrollo; y así sucede también con las Perfecciones de la Moralidad, Paciencia, Esfuerzo, y Concentración. En él todas las Seis Perfecciones llegan a su más perfecto desarrollo, y también todas las diversas variedades de destreza en los medios.

Cualquiera de los hechos de Mara que puedan surgir en un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta, él los reconoce sabiamente como tales cuando están teniendo lugar, y entonces los apartará de él de nuevo (utilizando los antídotos).

Un Bodhisattva que quiera adquirir todas las distintas variedades de la destreza en los medios, debería de discurrir en la sabiduría perfecta, y desarrollarla.

Cuando un Bodhisattva discurre en la sabiduría perfecta, y hace aspiraciones a ella, él debería de llevar a su mente no solo a todos los Budas y Señores que residen en incontables sistemas de mundos, sino también a su omnisciencia, la cual ha provenido de esta Perfección de la Sabiduría.

Entonces, él debería de generar el pensamiento de que: “¡Yo también lograré los fenómenos que esos Budas y Señores han logrado!” Un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta debería de elevar tales pensamientos y aspiraciones durante un día, o al menos durante el tiempo que dura un chasquido de dedos. Pero un Bodhisattva que tan solo por un día, o durante el tiempo que dura un chasquido de dedos aspira a esta Perfección de la Sabiduría, genera más mérito que un Bodhisattva que se apoya en una base, y que durante incontables eones da regalos. Semejante Bodhisattva se establecerá en la irreversibilidad. Un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta y que, por un día, o durante el tiempo que dura un chasquido de dedos, eleva dichos pensamientos, sabemos que ha sido tenido en mente por los Tathagatas. ¡Cuánto más alguien que diariamente persiga tales pensamientos!

¿Qué destino futuro debería de esperar uno para un Bodhisattva a quien los Tathagatas han tenido en mente? No puede esperarse otro destino para él más que la Completa Iluminación. No es posible que renazca en los estados de privación (Infiernos, animal, o preta). Uno ha de esperar que renacerá en los cielos, y que incluso allí el no estará sin los Tathagatas; y que él madurará a los seres.

Estas son las cualidades y las ventajas de un Bodhisattva que discurre en la sabiduría perfecta, que aspira a la sabiduría perfecta, y que eleva tales pensamientos al menos durante el tiempo que lleva un chasquido de dedos. Cuánto más grande será la ventaja de alguien que persigue tales pensamientos diariamente, como por ejemplo el Bodhisattva Gandhahastin, quien ahora mismo lleva la vida de santidad en la presencia del Tathagata Akshobya.

 

 

Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso.