domingo, 25 de febrero de 2018

Sutra del Desarrollo de la actividad completa (Lalitavistara)- Capítulo nueve- Las alhajas.


Monjes, en la época de la constelación de Citrā, una vez que ya había pasado la constelación de Hasta, el principal de los brahmines del reino, un brahmín llamado Udāyana, el padre de Udāyin, asistido por quinientos brahmines, solicitó una audiencia con el Rey Suddhodana.  Le dijo: “Su Majestad, has de saber que ahora es el momento adecuado para fabricar las alhajas del joven príncipe.”
El rey replicó: “¡Muy bien! Hagamos esas joyas.”

En aquella época, el Rey Suddhodana tenía quinientos tipos de joyas realizadas por quinientos Sakyas: había encargado pulseras, ajorcas, coronas, collares, anillos, pendientes, brazaletes, cinturones de oro, hilos de oro, redes de campanillas, redes de gemas, zapatos con joyas incrustadas, guirnaldas adornadas con diversas gemas, pulseras con joyas, gargantillas, y diademas.
Los adornos fueron terminados cuando llegó el tiempo de la conjunción con la constelación de Pusya, entonces los brahmines fueron ante la presencia del Rey Suddhodana, y le dijeron: “Señor, por favor, atavía al príncipe.”

El rey dijo: “Podéis honrar y ataviar al joven príncipe con las joyas que yo he encargado para él.”
Los brahmines replicaron: “El príncipe debería de llevar puestas las joyas que han sido hechas para él durante siete días y siete noches. Eso será suficiente recompensa para nosotros.”
Cuando la noche llegó a su fin, y ya había salido el Sol, el bodhisatva fue llevado a un jardín llamado Vimalavyūha, donde Mahāprajāpatī Gautamī lo estuvo sosteniendo en su regazo. Ochenta mil mujeres dieron la bienvenida al bodhisatva, y miraron su semblante. Diez mil chicas dieron la bienvenida al bodhisatva, y miraron su semblante. Diez mil Sakyas dieron la bienvenida al bodhisatva, y miraron su semblante. También llegaron cinco mil brahmines, y [122] miraron el semblante del bodhisatva. Entonces, allí, en el jardín, las alhajas hechas por orden del afortunado rey de los Sakyas, fueron dispuestas sobre el cuerpo del bodhisatva.
Pero tan pronto las joyas fueron puestas en el bodhisatva, su brillo fue eclipsado por la luminosidad de su cuerpo. Estas no relucían ni brillaban, y habían perdido todo su fulgor. Eran lo mismo que un trozo de carbón que es colocado al lado de oro del Rio Jambū, el cual tampoco reluce, brilla, o refulge. Del mismo modo, cuando las alhajas fueron tocadas por la luz irradiada por el cuerpo del bodhisatva, estas perdieron su lustre, brillo, y fulgor. Y esto sucedía con cualquier joya que fuera puesta en el cuerpo del bodhisatva, pues ella perdía su brillo, lo mismo que un trozo de hollín puesto al lado del oro proveniente del Rio Jambū.
Entonces Vimala, la diosa del jardín de recreo, mostró su vasto cuerpo ante el rey y el grupo de los Sakya, y les dijo estos versos:

“Incluso si todo el macrocosmos de tres mil mundos con sus ciudades y aldeas,
Estuviera lleno y cubierto de oro puro y hermoso,
Una sola moneda de oro del Rio Jambū le robaría todo su esplendor
Dejando al otro oro carente de brillo.

Incluso si toda esta tierra estuviera llena con oro de Jambudvipa,
La luz que se irradia de los poros del Guía del Mundo lo eclipsaría.
No brillaría o luciría, sino que perdería su belleza y brillo.
Ante el Sugata, el Protector del Mundo, parecería hollín.

El está rebosante con cientos de cualidades, adornado con su propia magnificencia;
No está embellecido por las alhajas, su cuerpo es perfectamente inmaculado. [123]
El esplendor del Sol y la Luna, las estrellas, joyas, fuego,
Sakra, y Brahma tienen un pobre brillo confrontados a su gloria intensa.

Su cuerpo está adornado con las marcas, que son el resultado de sus acciones virtuosas;
¿Por tanto, por qué debiera de necesitar los ornamentos comunes hechos por otro?
¡Quitad las joyas! ¡No molestéis a quien hace sabio al necio!
El, quien trae el conocimiento supremo, no necesita engalanarse con adornos artificiales.

¡Chandaka, el sirviente, nació en el palacio al mismo tiempo que el príncipe;
Dadle a él esas hermosas joyas impecables!”
Reflexionando en que el clan de los Sakya florecería y se convertiría en supremo,
Los Sakyas estaban encantados y atónitos.


Tras haber pronunciado estas palabras, la diosa esparció flores divinas sobre el bodhisatva, y desapareció.


Esto concluye el Capítulo nueve, sobre “Las alhajas.”




martes, 20 de febrero de 2018

Sutra del Desarrollo de la actividad completa. (Lalitavistara) Capítulo Ocho-La visita al templo.


Monjes, la noche en la que nació el bodhisatva, nacieron veinte mil niñas en las familias de los Ksatriyas, de los brahmines, de los mercaderes, y de los mahāsālas[1]. Todas estas niñas fueron ofrecidas por sus padres al bodhisatva para que fueran sus sirvientes, y lo honraran. El Rey Suddhodana también dio veinte mil chicas para que sirvieran y honraran al bodhisatva. Sus amigos, consejeros, y familiares [118] tanto de la línea paterna como materna, ofrecieron veinte mil muchachas jóvenes para servir y honrar al bodhisatva. Finalmente, los miembros del consejo de ministros también ofrecieron veinte mil niñas para servir y honrar al bodhisatva.

En aquel tiempo, ¡oh, monjes!, los más ancianos entre los hombres y mujeres de los Sakya se reunieron y dijeron al Rey Suddhodana:” ¡Rey, por favor, haznos caso! El príncipe debería de ser llevado al templo para adorar a los dioses.”
El rey replicó: “Si, sería excelente para él adorar así. Por tanto, ¡Que sea adornada la ciudad! Adornad las calles, los cruces de carretera, las intersecciones, y las plazas de mercado. Que no sean vistos enfermos, tuertos, jorobados, ciegos, sordos, y mudos. Apartad de la vista todo lo deforme o desfigurado, y a aquellos cuyos órganos son imperfectos. ¡Reunid todo lo auspicioso! ¡Llenad el aire de sonidos auspiciosos! Haced sonar las campanas y golpead los tambores como signo de bendición; cread bellas armonías con los instrumentos más melodiosos; que la gente adorne con cuidado las puertas de la ciudad; que se reúnan los gobernantes de las regiones circundantes, y también todos los habitantes de Kapilavastu: los mercaderes, cabezas de familia, consejeros, los guardianes, y todos los sirvientes. Preparad carros para las jóvenes. Procurad vasos rebosantes. Reunid a los brahmines que son conocedores de la recitación de las plegarias; y decorad los templos de los dioses.”

Monjes, todos siguieron las órdenes impartidas por el rey. Entonces el Rey Suddhodana fue a su casa y habló a Mahāprajāpatī Gautamī, diciéndole: “El príncipe va a ir al templo a rezar. Prepáralo bien”
Mahāprajāpatī respondió: “Por supuesto.” Y lo vistió suntuosamente.
Mientras el príncipe estaba siendo vestido con las ropas más lindas, con una ligera sonrisa y sin ningún asomo de enojo, pregunto con una voz dulce a la hermana de su madre: “Madre, ¿Dónde vas a llevarme?”
Ella respondió: “Hijo, te voy a llevar al templo.”
Entonces el príncipe sonrió, y pronunció estos versos a su tía:

“Cuando yo nací, tembló este universo de tres mil mundos;
Sakra, Brahma, los semidioses, los mahoragas, [119]
Sūrya, y Chandra, y también Vaisravana y Kumāra,
Todos ellos postraron sus cabezas a mis pies, y me rindieron homenaje.

¿Qué dios se distingue por su superioridad sobre mí, ¡Oh, madre!
Que me llevas para que lo adore yo hoy?
Yo soy superior a todos los dioses, soy el dios de los dioses.
Si no hay ningún dios igual a mí, ¿Cómo podría alguno ser superior?

Sin embargo, madre, yo seguiré las costumbres e iré al templo.
Cuando vean mis actividades milagrosas, quedarán complacidos.
La multitud deleitada me rendirá homenaje, y mostrará gran respeto.
Y los dioses y humanos estarán de acuerdo: “Es el dios de los dioses.”

Monjes, una vez que las calles principales, cruces de carretera, intersecciones, y mercados habían sido ricamente adornados con las oraciones y bendiciones de todas clases dispuestas por toda la ciudad, dentro del patio interior fue preparado para el príncipe un carro ricamente adornado. Con todas las circunstancias auspiciosas bien dispuestas, el Rey Suddhodana colocó al joven príncipe en su regazo. Rodeado por los brahmines, gente del pueblo, mercaderes, cabezas de familia, ministros, señores locales, guardianes, paisanos, amigos, y parientes, viajaron a través de las calles ricamente adornadas, las intersecciones, los cruces de carretera, y las plazas de mercado, las cuales estaban envueltas en el aroma del incienso más fragante y cubiertas con pétalos de flores; llenas de caballos, elefantes, carros, y soldados de infantería; con parasoles, estandartes de la victoria, y banderas enarboladas; y el resonar de diversos instrumentos.
En aquel tiempo cien mil dioses encabezaban el carro del bodhisatva. Muchos cientos de millones de hijos e hijas de los dioses esparcían flores desde el cielo, y tocaban címbalos.

Monjes, el Rey Suddhodana llevó al príncipe al templo acompañado por la gran procesión real, con gran ceremonia y esplendor. Tan pronto como el príncipe puso la pierna derecha  dentro del templo, las estatuas inmóviles de los dioses, [120] tales como Shiva, Skandha, Nārāyana, Kubera, Chandra, Sūrya, Vaisravana, Sakra, Brahma, los Guardianes del Mundo, y otros, se levantaron de sus asientos y se postraron a los pies del bodhisatva. En ese mismo instante cientos de miles de dioses y humanos lanzaron gritos de asombro y deleite. La gran ciudad de Kapilavastu, la primera entre las ciudades, tembló de seis formas diferentes. Comenzó a caer una lluvia de flores celestiales, y cientos de miles de instrumentos musicales sonaron sin ser tocados; y todas las estatuas de los dioses que se encontraban en el tempo volvieron a sus asientos, y pronunciaron los siguientes versos:

“El Monte Meru, el rey de los montes, la mayor de las montañas,
Nunca se postraría ante un grano de mostaza.
El océano, el hogar de los reyes de los nagas,
Nunca se postraría ante un charco de agua.
Los brillantes Sol y Luna
Nunca se postrarían ante una luciérnaga.
¿Cómo puede el Noble dotado con virtudes, con sabiduría y mérito,
Postrarse ante los dioses?

Los dioses y humanos de este macrocosmos de tres mil mundos
Son como semillas de mostaza, charcos, y luciérnagas;
Y no obstante están llenos de orgullo.
El Supremo del Mundo es como el Monte Meru,

Como el océano, como el Sol y la Luna.
Rindiéndole homenaje, el mundo obtiene como recompensa
El gozo celestial y la liberación.”

Monjes, como ellos vieron al bodhisatva entrar en el templo de los dioses, treinta y dos mil cientos de miles de hijos de los dioses aspiraron a la Incomparable, Perfecta, y Completa Iluminación.
Monjes, estas son las causas y las circunstancias en las cuales el bodhisatva fue llevado al templo de los dioses.


Esto concluye el Capítulo Ocho, sobre “La visita al templo.”




[1] Grandes  terratenientes.

Sutra del Desarrollo de la actividad completa. (Lalitavistara) Capítulo siete- El nacimiento. Tercera parte.


Después, tras haber convocado a una asamblea a los Sakyas, el Rey Suddhodana planteó esta cuestión: “Este príncipe, ¿Será un monarca universal, o abandonará el hogar convirtiéndose en un monje mendicante?”
En aquel tiempo, en las laderas del Himāvat, la reina de las montañas, vivía el gran sabio Asita, junto con su sobrino Naradatta. Este gran sabio, que poseía los cinco conocimientos superiores, había observado muchos fenómenos sobrenaturales en el momento del nacimiento del bodhisatva. En la expansión del cielo él había visto a muchos hijos de los dioses embargados de alegría, pronunciando el nombre del Buda, y agitando banderas de lado a lado. A él le vino este pensamiento: “Tengo que ver todo esto en detalle.” Con su ojo divino examinó todo Jambudvipa, y vio que en la gran ciudad de Kapilavastu, al Rey Suddhodana le había nacido un hijo, un príncipe que brillaba con la luz del mérito, que era venerado por todo el mundo, y cuyo cuerpo estaba adornado con las treinta y dos marcas de un gran hombre.
Tras haber visto al bodhisatva, Asita se dirigió al joven brahmín Naradatta, diciendo: “Escucha bien; en este mundo ha aparecido una gran joya. Ha nacido un príncipe en la ciudad de Kapilavastu, en casa del Rey Suddhodana, que brilla con el esplendor del mérito, que es venerado por todo el mundo, y cuyo cuerpo está adornado con las treinta y dos marcas de un gran hombre. Si se llega a quedar en su palacio, él se convertirá en un monarca universal, en el líder de los cuatro cuerpos de ejército victoriosos. Será un gran líder, dedicado al Dharma, teniendo la fuerza y el coraje de muchos súbditos bajo su mando. El será un rey del Dharma, en posesión de las siete joyas: 1) la rueda preciosa, 2) el elefante precioso, 3) el caballo precioso, 4) la joya preciosa, 5) la reina preciosa, 6) el administrador precioso, y 7) el ministro precioso. El tendrá mil hijos heroicos, enérgicos, bien parecidos, y triunfantes. Debido a esta fuerza innata, él dominará el mundo entero sin necesidad de utilizar la fuerza o las armas, gobernando de acuerdo al Dharma. El ejercerá la autoridad real con omnipotencia. De esta forma el mundo entero será su reino. Pero si él abandona su hogar para llevar la vida de un monje errante, el será un Tathagata, un Arhat, un Buda completo y perfecto, un maestro y un guía que es independiente de otros y que es famoso en el mundo. Así que ven, vamos a verlo.”[102]

Después de hablar así, el gran sabio Asita junto con su sobrino Naradatta, volaron como cisnes a través de los cielos hacia la ciudad de Kapilavastu. Cuando llegó, ocultó sus poderes mágicos y entraron andando en la gran ciudad, donde se dirigieron hacia el palacio real, y una vez allí se acercaron a la puerta de la morada el rey. Monjes, a la puerta de la residencia real, el sabio semejante a un dios vio reunidos a varios cientos de miles de seres.
Dirigiéndose al portero, Asita pronunció estas palabras: “Amigo, por favor, informa al rey que hay un sabio espiritual a su puerta.” “Muy bien”, dijo el portero. Y conforme a la petición del sabio, el portero fue ante el Rey Suddhodana con las palmas juntas en señal de respeto, y dijo: “Su Majestad, a la puerta hay un sabio muy anciano que dice que desea ver al rey.”
El rey tenía un asiento preparado para el sabio Asita, y dijo al portero: “Permite entrar al sabio.”
El portero retornó de las dependencias de palacio, y dijo al sabio Asita que entrara en el palacio. Entonces el sabio Asita fue ante el Rey Suddhodana, y dijo: “¡Gran rey, que puedas ser victorioso! ¡Que puedas ser victorioso! ¡Que puedas vivir mucho tiempo! ¡Que puedas gobernar de acuerdo al Dharma!”
El Rey Suddhodana primero honró al sabio dándole agua para lavar sus pies y para aclarar su boca, y después con gran respeto y consideración lo invitó a sentarse sobre un cojín, y una vez que vio que el sabio estaba sentado de forma confortable, se dirigió a él con gran deferencia: “Sabio, no recuerdo haberte visto antes, ¿Qué te trae por aquí?” [103]
Asita replicó: “Gran rey, te ha nacido un hijo, y yo vengo a verlo.”
El rey dijo: “Gran sabio, el joven príncipe está durmiendo, por favor, espera un poco hasta que despierte.”
El sabio replicó: “Gran rey, un gran ser como este no permanece durmiendo por mucho tiempo. Los grandes seres como él acostumbran a permanecer despiertos.”
Monjes, entonces el bodhisatva debido al afecto hacia el sabio Asita comenzó a mostrar signos de estar despierto. El Rey Suddhodana cogió cuidadosamente al joven príncipe Sarvārthasiddha con ambas manos, y lo llevó ante el sabio Asita. Cuando el sabio observó al bodhisatva, vio que su cuerpo estaba maravillosamente adornado con las treinta y dos marcas y los ochenta signos de un gran hombre; vio que su cuerpo era superior incluso al de Sakra, Brahma, y a los de los Guardianes del Mundo; que el cuerpo del bodhisatva brillaba más que cien mil soles; y que todos sus miembros eran hermosos.
Entonces el sabio expresó sus pensamientos, diciendo: “¡Oh! ¡Un ser asombroso ha nacido en este mundo! ¡Un ser asombroso y excepcional ha nacido en este mundo!” Y mientras estaba hablando esto, se levantó de su asiento, y juntando sus manos respetuosamente, se postró a los pies del bodhisatva. Después de circunvalar al bodhisatva, Asita lo apretó contra su pecho mientras miraba las treinta y dos marcas del cuerpo del bodhisatva. Para el gran hombre dotado con estas marcas solo hay dos posibilidades, y ninguna otra. Si permanece en el hogar, el será un rey universal que comandará los cuatro tipos de ejército; será un rey victorioso y devoto del Dharma, que dirigirá la fuerza y el coraje de sus súbditos, que poseerá las siete cosas preciosas: la rueda preciosa, el elefante precioso, el caballo precioso, la gema preciosa, la reina preciosa, el administrador precioso, y el ministro precioso. El tendrá mil hijos heroicos, valientes, hermosos, y fuertes;  triunfadores sobre sus enemigos. Por medio de su fuerza innata el dominará el mundo entero y sus océanos, sin necesidad de utilizar la fuerza o las armas. El ejercerá la autoridad real con omnipotencia.
Pero si el abandona su hogar para llevar la vida de un monje errante, llegará a ser un Tathagata, un Buda perfecto y completo, un guía inigualado por ningún otro. Como el sabio vio todo esto, las lágrimas comenzaron a resbalar por su cara, y sentándose comenzó a suspirar. [104] El Rey Suddhodana, viendo llorar y suspirar al gran sabio, comenzó a preocuparse y a temer, y rápidamente preguntó al gran sabio con gran aprehensión: “¡Sabio! ¿Por qué estás llorando y profiriendo grandes suspiros? ¿Hay algún peligro que tú veas para el joven príncipe?”
Ante estas palabras el sabio Asita habló lo siguiente:” ¡Gran rey! No estoy llorando por el príncipe, y no hay ningún infortunio que vaya a caer sobre él. Lloro por mí mismo, gran rey, porque yo estoy viejo y decrépito. Sin embargo, el príncipe Sarvārthasiddha despertará a la budeidad completa y perfecta, y girará la rueda del Dharma incomparable, lo cual no puede ser hecho por ningún asceta o brahmín, por ningún dios o demonio, ni por ningún otro en el mundo. Para la salvación y la felicidad de este mundo y del de los dioses, el enseñará el Dharma que es bueno en el principio, bueno en el medio, y bueno en el final; con el significado más excelente y perfectamente puro; bien expresado, claro, y muy completo. Ese será el Dharma verdaderamente realizado que él traerá a la luz.
Oyendo el Dharma de este ser puro, el cual conoce el Dharma desde su nacimiento, uno será completamente liberado del nacimiento y la vejez; de la enfermedad, el pesar, y la lamentación; del dolor, la depresión, los problemas, y de las calamidades. Para los seres que se están abrasando en los fuegos del deseo, del odio, y de la ignorancia, él derramará la refrescante lluvia del Dharma. Los seres envueltos en la oscuridad de las visiones erróneas, quienes han estado errando por senderos erróneos, serán guiados por él al sendero recto que lleva al Nirvana. El romperá las cadenas de los seres confinados en la prisión de la existencia cíclica, y que están encadenados por los grilletes de las emociones aflictivas. Para aquellos cuya visión está cegada por las profundas sombras de la ignorancia, él producirá el ojo de la sabiduría. Para aquellos que están atormentados por la espina de las emociones aflictivas, él les sacará esa espina. [105] Gran rey, aunque muy raramente, a veces en el mundo florece la flor de udumbara. Gran rey, a veces, del mismo modo aunque muy raramente, un Buda Bhagavan nace en el mundo cada muchos millones de años. Y este gran príncipe ciertamente despertará a la Insuperable, Completa, y Perfecta Iluminación.
Una vez que él despierte a la Insuperable, Completa, y Perfecta Iluminación, él liberará a muchas miríadas de seres llevándolos a la orilla que está más allá del océano de la existencia cíclica, y los establecerá en la inmortalidad. ¡Sin embargo, yo no veré esta joya de un Buda! Gran rey, por esto es por lo que yo estoy llorando, por lo que estoy triste y emito profundos suspiros, pues yo no seré capaz de venerarlo aunque siga con salud.
Gran rey, de acuerdo a nuestros Shastras, teniendo la apariencia que muestra el joven Sarvārthasiddha, el necesariamente tendrá que abandonar el hogar. ¿Y por qué? Porque, gran rey, el príncipe Sarvārthasiddha porta en su cuerpo las treinta y dos marcas de un gran hombre.

¿Cuáles son estas treinta y dos marcas? Son estas: 1) Gran rey, el Príncipe Sarvārthasiddha tiene una protuberancia en la cabeza. Este signo es la primera marca de un gran hombre. 2) Gran rey, el pelo del príncipe Sarvārthasiddha es de color azul oscuro, como el cuello de un pavo real, y se curva hacia la derecha. 3) Su frente es amplia y suave. 4) Gran rey, en el entrecejo de Sarvārthasiddha hay un rizo de pelo de color blanco o plateado. 5) Gran rey, las pestañas del Príncipe Sarvārthasiddha son como los de un toro. 6) Sus ojos son de color azul. 7) Tiene cuarenta dientes. 8) Tiene los dientes iguales. 9) Entre sus dientes no hay espacios. 10) Sus dientes son perfectamente blancos. 11) Gran rey, la voz del Príncipe Sarvārthasiddha es como la de Brahma. 12) Posee un sentido del gusto excelente. 13) Su lengua es muy larga y esbelta. 14) Su mandíbula es como la de un león. 15) Sus hombros están bien redondeados. 16) Las siete partes principales del cuerpo son redondeadas. 17) Su pecho es ancho. 18) Su piel es suave y dorada. 19) Cuando permanece de pie, sus manos llegan hasta las rodillas. 20) Su torso es como el de un león. 21) Gran rey, la figura del Príncipe Sarvārthasiddha es como el tronco de una higuera. 22) Cada uno de sus cabellos crece individualmente, y cada una de sus puntas crece hacia arriba y se curva hacia la derecha.23) Sus partes intimas están escondidas en una vaina. 24) Sus muslos son bien redondeados. 25) Sus pantorrillas son como las de los antílopes negros, el rey de las gacelas. 26) Sus dedos son largos. 27) Las plantas de sus pies son anchas. 28) [106] Su paso es largo. 29) Sus manos y pies son blandos y delicados. 30) Sus dedos de las manos y pies están unidos por una membrana. 31) Gran rey, en la palma de sus manos de dedos largos, y en la suela de sus pies de dedos largos, hay unas hermosas ruedas de mil radios, con el cubo central y la llanta. 32) Gran rey, el Príncipe Sarvārthasiddha tiene los pies iguales y bien colocados.

Gran rey, el Príncipe Sarvārthasiddha posee estas treinta y dos marcas de un gran hombre. Gran rey, las marcas de este tipo no se encuentran en un monarca universal, sino que se encuentran en un bodhisatva.

Gran rey, el cuerpo del Príncipe Sarvārthasiddha también está adornado con ochenta marcas menores que indican que el no deseará permanecer en el hogar, sino que partirá para llevar la vida de un monje errante. Gran rey, ¿Cuáles son estas marcas menores? Gran rey, 1) las uñas del Príncipe Sarvārthasiddha son redondeadas, 2) son del color del cobre, y 3) brillantes. 4) Los dedos de sus manos y pies son redondeados, 5) son largos, 6) bien proporcionados. 7) Sus venas no son visibles. 8) los huesos de sus tobillos no son visibles. 9) Sus articulaciones no son visibles. 10) Sus pies son suaves y regulares. 11) Sus talones son amplios. Gran rey, las líneas de las manos del joven Sarvārthasiddha son 12) iguales, 13) claras, 14) profundas, 15) derechas, 16) y bien arregladas. 17) Sus labios son rojos como la fruta del bimba. 18) Su voz es bien modulada, y no es demasiado alta. 19) Su lengua es suave, delicada, y del color del cobre. 20) Su voz es melodiosa como el trompeteo de un elefante, o como el sonido de un trueno.
Además, 21) sus brazos son largos. 22) Es excelentemente limpio. 23) Su cuerpo es suave. 24)  Su cuerpo no está sujeto al miedo o la indecisión. 25) Su cuerpo está bien proporcionado, 26) es hermoso, y 27) heroico. 28) Sus miembros son perfectos. 29) Sus rodillas son anchas, fuertes, y bien desarrolladas.
Gran rey, 30) el cuerpo del Príncipe Sarvārthasiddha es redondeado, 31) suave, 32) erguido, y 33) bien estructurado. 34) Su ombligo es profundo, 35) no torcido, y 36) regular. [107] 37) Lo mismo que un sabio, su conducta es muy pura; 38) su apariencia es hermosa, 39) pura,  40) e irradia una luminosidad que disipa toda oscuridad.
Gran rey, 41) el Príncipe Sarvārthasiddha se mueve con el paso sereno de un elefante, 42) con la cadencia de un león, 43) con el paso de un gran toro, 44) con el vuelo de un cisne. 45) Sus pasos siempre giran hacia la derecha. 46) Sus costados son redondeados, 47) elegantes, 48) y simétricos. 49) Su cintura es como la curva de un arco. 50) Gran rey, el brillo del cuerpo del Príncipe Sarvārthasiddha es irreprochable, sin ninguna traza de mancha que desluzca su belleza. 51) Gran rey, los incisivos del Príncipe Sarvārthasiddha son redondeados, 52) Sus colmillos son afilados y bien proporcionados. 53) Su nariz es elegantemente alta. 54) Sus ojos son claros, 55) inmaculados, 56) cálidos, 57) alongados; 58) grandes, 59) y parecen lotos azules.
Gran rey, el Príncipe Sarvārthasiddha tiene 60) unas cejas  que son iguales, 61) bellas, 62) oscuras, 63) continuas, 64) y suavemente arqueadas. 65) Sus mejillas son llenas, 66) iguales, 67) sin imperfecciones. 68) Sus sentidos están perfectamente controlados, y está libre de hostilidad. Gran rey, 69) los órganos de los sentidos del Príncipe Sarvārthasiddha son perfectos y completos. Gran rey, 70) el Príncipe Sarvārthasiddha tiene un rizo de pelo perfecto entre las cejas. 71) Su cara y su frente son proporcionales. 72) Su cabeza está bien desarrollada. 73) Su cabello es negro, 74) igual, 75) fragante, 76) suave, 77) bien cuidado, 78) bien arreglado, 79) y rizado. Gran rey, 80) el Príncipe Sarvārthasiddha tiene un cabello que se riza en la forma de un nudo sin fin[1], es la marca de lo auspicioso[2], la marca de la felicidad eterna[3], y la marca de la prosperidad[4]. Gran rey, el Príncipe Sarvārthasiddha tiene todas estas ochenta marcas.

Gran rey, las ochenta marcas que posee el Príncipe Sarvārthasiddha significa que él no permanecerá en su hogar, sino que con total certeza él abandonará el palacio para llevar la vida de un renunciante.”

Cuando el Rey Suddhodana oyó esta predicción realizada por el sabio Asita respecto al Príncipe, se regocijó y se sintió satisfecho, entusiasmado, alegre, y lleno de gozo. Entonces se levantó de su asiento, se postró a los pies del bodhisatva, y pronunció esto en verso:

“Todos los dioses se postran ante ti,
Los sabios te hacen ofrendas,
Y el mundo entero te venera.
También yo te rendiré homenaje” [108]

Monjes, así el Rey Suddhodana ofreció comida para satisfacer al gran sabio Asita y a su sobrino Naradatta, les ofreció finas prendas, y los circunvaló. Entonces el gran sabio Asita y su sobrino retornaron a su ermita volando por los aires gracias a sus poderes mágicos sobrenaturales. Una vez llegados allí, el gran sabio Asita dijo al joven brahmín: “Naradatta, cuando oigas que ha aparecido un Buda en el mundo, ve a él y ordénate con ese maestro. Esto te traerá beneficio, ayuda, y felicidad durante mucho tiempo.”

Con respecto a esto, se dice:

“Viendo las multitudes de los dioses suspendidas en el cielo
Proclamando la fama del Buda,
Asita, el sabio divino, quien habitaba en las laderas del Himalaya,
Está lleno de la felicidad más grande.

“¿Qué significa este nombre de “Buda”
Que trae alegría a todos los seres?
Llena mi cuerpo de placer, mi mente de alegría,
Y mi mente también experimenta una calma suprema.

¿Este Buda es un dios, un semidiós, un garuda, o un kinnara?
Esa palabra, la cual nunca he oído antes, trae alegría y confianza.
El miró con su ojo divino en las diez direcciones, a las montañas, tierra, y océanos.
Y observando vio muchas señales asombrosas sobre las montañas, tierra, y océanos.

Esta bella luz reluce brillantemente trayendo gozo físico.
Como ramas de coral surgiendo de las cumbres de las montañas,
Los árboles florecen y traen diferentes clases de frutos.
Está claro que pronto aparecerá una joya sublime en los Tres Reinos. [109]

La tierra aparece inmaculada y llana como la palma de la mano.
En el cielo los dioses agitan alegres las banderas.
Sobre el mar, el hogar del rey naga, flotan gemas maravillosas.
¡Ciertamente la Joya de los Conquistadores, la fuente del Dharma, ha aparecido en Jambudvipa!

Los reinos inferiores están pacificados, el sufrimiento eliminado, y los seres están alegres;
Huestes de dioses se mueven por el cielo deleitados,
Mientras resuenan las placenteras y melodiosas canciones de los dioses.
Son signos certeros de que aparecerá una joya aquí, en los Tres Reinos.”

Aquí, en Jambudvipa, el sabio Asita miró con el ojo divino
Hacia la ciudad de Kapilavastu, la ciudad sublime del Rey Suddhodana.
Allí vio que había nacido una persona más fuerte que Nārāyana, con los signos del mérito espléndido.
Se regocijó, su mente se llenó de alegría, y se fortaleció.

Lleno de asombro, el sabio viajó hacia Kapilavastu, la ciudad más excelente,
Y acompañado por su discípulo, llegó a la puerta del Príncipe de los Hombres.
Allí vio que miríadas de seres se habían reunido para rendir homenaje.
Entonces dijo al portero que dijera al rey que un sabio estaba a su puerta.

El portero entró apresuradamente en el palacio, y dijo al rey:
“Su Majestad, a las puertas de palacio hay un sabio anciano, un gran asceta.
Ese sabio supremo pide entrar en el palacio del rey.
Gran rey, ¿Lo dejo entrar, o no? ¡Por favor, dímelo!”

El rey preparó un asiento para el sabio, y dijo: “Ve, y tráelo aquí.”
Cuando el sabio Asita escuchó las palabras del portero, se sintió feliz y alegre. [110]
Lo mismo que un hombre sediento ansía el agua fresca, o como alguien atormentado por el hambre desea comida,
Así estaba de excitado el sabio Asita ante la expectativa de ver a ese ser sublime.

Lleno de alegría, exclamó: “¡Rey, que puedas ser victorioso y tener una vida larga!”
Con estas palabras gratas, con su mente calmada y sus sentidos controlados, se sentó.
El rey se dirigió respetuosamente al sabio con estas palabras:
“Sabio, por favor, dime ¿Por qué has venido al palacio real?”

“Te ha nacido un hijo, supremo, transcendente, y esplendoroso;
Adornado por las treinta y dos marcas excelentes, y con el poder de Nārāyana.
Su Majestad, estaría encantado de ver a tu hijo, a Sarvārthasiddha;
Por eso es por lo que he venido; ¡Oh rey!, no deseo ninguna otra cosa.

“Excelente, eres bienvenido. Cansado o no, me complace verte.
El joven príncipe está durmiendo, así que espera un poco, y lo verás.
El es como la Luna inmaculada
Adornada por una multitud de estrellas.”

Cuando despertó el Mejor de los Guías, luciendo como la Luna llena,
El rey cogió en su regazo a ese ser radiante, que eclipsaba al Sol,
“Sabio, sostén al que brilla como el oro, el venerado por dioses y humanos.”
El sabio Asita vio sus hermosos pies, adornados por la marca de las ruedas.

Entonces el sabio se levantó, juntó las palmas de sus manos, y se postró a los pies del Príncipe.
El sabio, docto en los Shastras, sostuvo al niño y lo observó con detenimiento.
Vio que el niño tenía la fuerza de Nārāyana, y estaba adornado por las marcas supremas;
Conocedor de los Vedas y los Shastras, el sabio vio dos posibilidades, y meneando su cabeza, dijo: [111]

“El niño será un poderoso monarca universal, o un Buda supremo en el mundo.
El sabio comenzó a llorar y a suspirar, terriblemente triste en cuerpo y mente.
El gran rey sintió temor, y preguntó: “¿Por qué está llorando el brahmín?
¿Ve el sabio Asita algún obstáculo para mi Sarvārthasiddha?”

“¡Oh, sabio!, ¿Por qué lloras? Dime la verdad, ¿Qué ves de bueno o malo?”
“Para tu hijo, Sarvārthasiddha, no hay ningún infortunio u obstáculo.
Me apeno por mí mismo, porque estoy viejo y decrépito.
Este príncipe llegará a ser un Buda, venerado por el mundo, quien enseñará el auténtico Dharma.

¡Pero yo no estaré allí para verlo con ojos deleitados, y por eso lloro!
Su Majestad, su cuerpo lleva las treinta y dos marcas excelentes;
Por lo tanto el tiene solo uno de entre dos únicos destinos, y no un tercero:
El será un monarca universal, o un Buda supremo en el mundo.

Sin embargo, puesto que él no deseará los placeres de los sentidos, ciertamente será un Buda.”
Oyendo la profecía del sabio, el rey estaba deleitado y sumamente alegre.
Entonces él se levantó, juntó las palmas de sus manos, y se postró a los pies del príncipe, diciendo:
“Poderoso, los dioses te adoran, y los sabios te alaban;

¡Líder Supremo de los Todos Seres de los Tres Reinos, me postro ante ti!”
El sabio estaba deleitado, y dijo a su sobrino:” ¡Presta atención a mis instrucciones!
Cuando este príncipe despierte a la budeidad y gire la Rueda del Dharma,
Tienes que ordenarte inmediatamente, y seguirle, y entonces alcanzarás el nirvana.”

Tras postrarse a los pies del príncipe, lo circunvaló tres veces, y dijo al rey:
“¡Has tenido una gran fortuna teniendo un hijo como este! [112]
El dará satisfacción al mundo, con sus dioses y humanos, gracias al Dharma.”
Entonces el gran sabio abandonó la gran ciudad de Kapilavastu, y retornó a su ermita.

Monjes, tan pronto como nació el bodhisatva, Mahesvara, el hijo de un dios, convocó a los hijos de los dioses de los cielos de Suddhāvāsa, y les dijo: “Amigos, hay un bodhisatva, un gran ser, que ha practicado durante cientos de miles de miríadas de eones la purificación de forma excelente y diligente, que ha practicado la generosidad, la moralidad, la paciencia, el esfuerzo entusiasta, la concentración, la sabiduría, y los medios hábiles. El oyó el Dharma, y actuó de forma acorde, practicando las austeridades y la buena conducta. El posee el gran amor, la gran compasión, y la gran alegría; tiene una mente noble en virtud de su ecuanimidad. El se esfuerza para beneficio de todos los seres, y se ha puesto la armadura de la diligencia. El ha producido las raíces de virtud que han sido encontradas en los Conquistadores del pasado; está bien adornado con las marcas de un ciento de méritos, y está lleno de una absoluta resolución. Es el destructor de fieros ejércitos enemigos, y tiene una mente inmaculada llena de gozo y excelente; porta el estandarte de la gran sabiduría. El podrá fin al poder de los Maras. El es el gran líder de caravana del universo de tres millones de mundos, venerado por dioses y humanos. El ha realizado grandes ofrendas, y ha acumulado una acumulación de méritos supremamente excelente. Puesto que su mente está fija en la liberación, el pondrá fin al nacimiento, la vejez, y la muerte. El es el Bien Nacido, y llevará a los seres a la liberación. El desciende de la familia del Rey Iksvāku, y ha nacido en el mundo de los humanos. El despertará pronto a la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación de un Buda. Vayamos y rindámosle homenaje, sirvámoslo, respetémoslo, y alabémoslo. Los otros hijos de los dioses, que son presa del orgullo nos verán rindiendo homenaje al bodhisatva, y dejarán de lado su orgullo, altivez, y arrogancia. Entonces también ellos irán a rendir homenaje, servicio, y respeto al bodhisatva. Esto traerá beneficios y felicidad a estos hijos de los dioses hasta que alcancen la inmortalidad. El poder y la prosperidad del Rey Suddhodana serán famosos. Vayamos a hacer una profecía verdadera respecto al bodhisatva, y después retornemos.” [113]
Después de que Mahesvara, el hijo de un dios, hubo terminado de decir esto, partió hacia el palacio del Rey Suddhodana rodeado por 1.200.000 hijos de los dioses, que llenaron de luz toda la ciudad de Kapilavastu. El portero puso al corriente al rey de su llegada, y Mahesvara entró en el palacio con el permiso del rey. Allí él se postró, tocando con su cabeza los pies del bodhisatva, se puso su túnica sobre su hombro, y circunvaló al bodhisatva muchos cientos de miles de veces. Entonces cogió al bodhisatva en su regazo, y habló estas palabras felices al Rey Suddhodana: “¡Gran rey, deberías de estar extraordinariamente alegre! ¡Una alegría suprema! ¿Por qué razón? Porque, ¡oh rey!, el cuerpo del bodhisatva está bien adornado con las marcas mayores y menores de un gran hombre; y el joven príncipe eclipsa el mundo de los dioses, hombres, y semidioses, con su color, magnificencia, fama, y gloria. Gran rey, sin duda, el bodhisatva despertará a la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación.”

Monjes, de esta forma Mahesvara, el hijo de un dios, junto con los muchos dioses de Suddhāvāsa, hicieron ofrendas al bodhisatva y le mostraron gran respeto. Puesto que ellos ya habían hecho la profecía verdadera, retornaron a sus moradas.

Con respecto a esto se dice:
“Cuando el rey de los dioses supo que había nacido el Océano de Virtudes,
El dijo lleno de alegría a los dioses:
“Es raro incluso el oír hablar de esto, inclusive en muchos miles de eones,
Así que vayamos, y veneremos a este Príncipe de los Hombres.”

Los dioses más puros, doce mil cientos en total,
Con sus cabezas coronadas con joyas preciosas
Con sus cabellos flotando y bien adornados,
Viajaron hacia la ciudad de Kapilavastu, quedándose a la puerta de palacio. [114]

Ellos se dirigieron cortésmente al portero, diciendo:
“Entra en palacio, y pon en conocimiento del Señor de los Hombres nuestra llegada.”
Así que el portero entró en el palacio, tal como le habían pedido,
Y juntando las palmas de las manos respetuosamente, dijo al rey:

“¡Que puedas ser siempre victorioso, ¡Oh Rey!, y que pueda tu vida ser larga!
En la puerta están situados seres con el esplendor de los grandes méritos,
Con sus cabezas bien  adornadas con joyas preciosas,  sus caras son como la Luna llena,
Y tienen el esplendor inmaculado de la Luna.

¡Oh Rey!, donde quiera que ellos vayan, no puede verse sus sombras;
Y cuando caminan, no pueden oírse sus pisadas;
Cuando caminan sobre la tierra, no levantan polvo;
Y la gente no se cansa de verlos.

Sus cuerpos irradian una gran luz clara; sus palabras,
Profundas y melodiosas impactan en el corazón, y las de los humanos no pueden comparárseles.
Tienen maneras dulces y formas bellas.
Sin duda son dioses, pues no son humanos.

Portan guirnaldas de flores  hermosas, ungüentos, y bufandas de seda;
Ellos están esperando respetuosamente.
Sin duda, ¡Oh Rey!, vienen a ver al joven príncipe,
A rendir homenaje al Dios de los Dioses.”

Cuando el rey oyó estas palabras se llenó de una gran alegría, y dijo:
“Ve e invítalos a todos ellos a entrar en el palacio. [115]
Las cualidades y el comportamiento que has descrito,
Esos milagros, no son propios de los hombres.”

El portero volvió a donde esperaban los dioses, y juntó sus palmas respetuosamente:
“Podéis entrar, el Señor de los Hombres os invita.”
Los dioses, alegres, y con sus corazones gozosos, portando bellas guirnaldas
Entraron en el palacio real, que era como la morada de los dioses de larga vida.

Cuando los más elevados de los dioses entraron en palacio
El rey se levantó juntando las palmas de sus manos, y dijo:
“Estos tronos con las patas enjoyadas han sido preparados para vosotros,
Por favor, os ruego que toméis asiento en ellos.”

Entonces, libres de orgullo y de arrogancia, se sentaron en sus asientos.
“Rey, por favor, escucha por qué hemos venido.
Te ha nacido un hijo con un cuerpo puro y con grandes signos de mérito;
Nosotros quisiéramos ver a esa persona digna de ser honrada.

Nosotros conocemos el significado de las marcas excelentes;
Sabemos lo que estas significan, su curso, y su aplicación.
Por tanto, ¡Oh Mejor de los Reyes!, aparta toda tristeza;
Nosotros queremos ver a aquel que está adornado con las numerosas marcas.”

El rey, rodeado por las cuidadoras del joven príncipe, estaba lleno de alegría,
Y cogió en sus brazos al joven príncipe que brillaba como un fuego;
Y cuando el niño fue llevado hasta el umbral ante la presencia de los dioses de pelo largo,
Todo el universo de tres millones de mundos tembló. [116]

Cuando los dioses más elevados vieron los pies y la uñas del Guía del Mundo.
Del color del cobre, sin mancha, puras, y majestuosas,
Esos dioses con sus cabellos flotando se levantaron rápidamente, y se postraron,
Situando sus cabezas a los pies de aquel con una luminosidad inmaculada.

“Nosotros hemos visto los signos, hemos visto su gloria,
Hemos visto la coronilla de su cabeza resplandeciendo con el mérito.
La luz brilla desde el rizo de pelo entre su entrecejo, brillando con esplendor impecable.
No hay duda: tras vencer a Mara, él alcanzará la Iluminación Suprema.”

Y así los dioses alababan al príncipe diciendo: “El está libre de la oscuridad de las aflicciones;
Está lleno de cualidades, y es capaz de ver las cosas tal como son;
Finalmente esta Joya entre los Seres ha aparecido,
Aquel que ha vencido a los enemigos del nacimiento, vejez, y muerte.

Los Tres Reinos están ardiendo, atormentados por los tres fuegos
De los objetos de los sentidos, las pasiones, y el deseo.
Pero tú eliminarás el sufrimiento de las emociones aflictivas tras proyectar la nube del Dharma
Sobre los Tres Reinos, derramando sobre ellos la lluvia del néctar de la inmortalidad.

Tus palabras estarán llenas de amor y compasión, y tu forma de hablar será suave;
Tu voz sonará con el tono dulce de Brahma, yendo derecho al corazón.
¡Oh Bhagavan, tu harás que sea escuchada la gran voz de un Buda!
Y los preceptos serán conocidos rápidamente en los tres millones de mundos.

Tú conquistarás las hordas de los no budistas cuyas visiones erróneas se oponen a la verdad;
Quienes están atrapados en las cadenas del apego a la existencia.
Cuando ellos oigan las enseñanzas sobre la vacuidad, y sobre la generación interdependiente,
Huirán como manadas de chacales ante el rugido del león.

Tú eliminas la oscuridad de la ignorancia, la nube espesa de las emociones aflictivas.
Has aparecido y te has manifestado para beneficio de los seres.
¡Tú, cuya luz de sabiduría ilumina todo,
Disipa la gran ignorancia del mundo con la luz de la sabiduría y el rayo de la comprensión!

Cuando aparece en el mundo un ser tan puro como este
Los beneficios para dioses y humanos son abundantes.
¡Este ser precioso, el cual asegura la Iluminación,
Cerrará los caminos a los destinos desafortunados, y abrirá los senderos de los dioses!

Esparciendo una lluvia de flores celestiales sobre la ciudad de Kapilavastu,
Los dioses circunvalaron al niño tres veces y lo alabaron con respeto,
Diciendo en voz alta: “¡Es el Buda! ¡El Buda excelente!”
Y la multitud de dioses partió hacia los cielos, llenos de gozo.


Esto concluye el Capítulo Siete, sobre “El nacimiento”.




[1] Srīvatsa.
[2] La svastika.
[3] Nandyāvarta.
[4] Vardhamāna.