miércoles, 26 de septiembre de 2018

Sutra del desarrollo de la actividad completa. (Lalitavistara) Cap. 17 "La práctica de las austeridades"


Monjes, en aquel tiempo, un hijo de Rama, de nombre Rudraka, llegó a Rajagriha, donde se quedó con un gran grupo de setecientos de sus estudiantes. Estaba enseñando a sus estudiantes los principios de la conducta disciplinada que era necesaria para alcanzar el estado en el que no hay ni percepción, ni no percepción.

Monjes, el bodhisatva vio que Rudraka, el hijo de Rama, estaba al cargo de un grupo, indudablemente un gran grupo, y que como cabeza de la congregación, era bien conocido, popular, venerado por las masas, y reconocido por todos los eruditos.
Siendo testigo de esto, el bodhisatva pensó para sí mismo: “Rudraka, el hijo de Rama, realmente está a cargo de un grupo, un gran grupo; él es la cabeza de la congregación y, además, es bien conocido, popular, venerado por las masas, y reconocido por todos los eruditos. [244] No obstante, a no ser que yo comience a practicar la conducta disciplinada y las austeridades en su presencia, él nunca me verá como alguien especial. El tampoco tendrá una comprensión basada en la percepción directa. De este modo, el nunca renunciará a su concentración, absorción, y estados de equilibrio, los cuales son fabricados, impuros, y perpetuantes.
Por tanto, primero yo tengo que realizar esas experiencias. De ese modo yo podré demostrar que sus absorciones mundanas, las cuales están limitadas a la concentración, y solo son estados de equilibrio meditativo, no llevan a un resultado. Yo iré a Rudraka, el hijo de Rama, y llegaré a ser aceptado como estudiante suyo para poder demostrar la superioridad de las cualidades de mi absorción meditativa. Le demostraré que las concentraciones fabricadas son inútiles.”

Monjes, con este propósito en mente, el bodhisatva fue a ver a Rudraka, el hijo de Rama. Cuando encontró a Rudraka, el bodhisatva preguntó: “Amigo mío, ¿Quién fue tu maestro? ¿Quién te enseñó tan bien?”
Rudraka, el hijo de Rama, contestó: “Amigo mío, yo no he tenido maestro. Sin embargo, yo busqué una comprensión genuina por mí mismo.”
Entonces, el bodhisatva preguntó: “¿Qué es lo que entendiste?”
Rudraka respondió: “El sendero del equilibrio, el cual es ni percepción, ni no percepción.”
Acto seguido, el bodhisatva preguntó: “Por favor, ¿Podrías permitirme seguirte de forma que yo pueda obtener la instrucción de tu sendero de absorción?”
Rudraka replicó: “Si, sin duda. Te dejaré seguirme de forma que tú puedas practicar las instrucciones necesarias para mi sendero de absorción.”

Con esto, el bodhisatva se marchó y se sentó en el suelo con sus piernas cruzadas. Ahora bien, apenas se había sentado el bodhisatva cuando realizó cientos de todos los principales tipos de absorciones meditativas mundanas y transcendentes, en todos sus muchos detalles. [245] La razón por la que pudo hacer eso era porque había llegado a obtener el dominio de su mente, poseyendo una acumulación superior de mérito y sabiduría, una fructificación especial de todos sus entrenamientos anteriores, y una familiaridad peculiar con todas las absorciones.

En ese punto, el bodhisatva se levantó de su asiento, y con atención mental y conocimiento, fue a ver a Rudraka, el hijo de Rama. Entonces, el se dirigió a él así: “Amigo mío, ¿Existe algún sendero más elevado que el estado de ni percepción, ni no percepción?”
Rudraka replicó: “No.”
Entonces el bodhisatva pensó para sí: “Rudraka no es el único que tiene fe, diligencia, atención mental, concentración, y sabiduría. También yo tengo fe, soy diligente, atento, concentrado, y sabio.”
Por tanto, se dirigió a Rudraka con estas palabras: “Amigo mío, ahora yo he entendido la enseñanza en la que tu eres experto.”
Rudraka replicó: “Bien, en ese caso, ven; deberíamos de enseñar a todos.” Y de mutuo acuerdo, situó al bodhisatva como un maestro, al mismo nivel que él mismo.

El bodhisatva dijo entonces: “Amigo mío, este sendero no libera la mente. Ni libera a uno del apego. Tampoco lleva a la cesación o la paz. No trae el conocimiento superior, ni lleva al despertar completo. No hace a uno un mendicante o un brahmín, y no lleva al nirvana.”

Monjes, de este modo el bodhisatva preparó su mente con respecto a Rudraka, el hijo de Rama, y sus seguidores. El los dejó, diciendo: “Esto es suficiente, me marcho.”
En cuanto a eso, había cinco compañeros ascetas que estaban aprendiendo prácticas religiosas bajo la guía de Rudraka, el hijo de Rama. Ellos pensaron para sí mismos: “Aunque hemos estado durante mucho tiempo practicando e intentando este sendero, no hemos sido capaces de realizar nuestro propósito. Y sin embargo este mendicante, Gotama, fue capaz de realizarlo y manifestarlo completamente con muy pocas penalidades. ¡Y ahora no lo quiere! Seguro que él está buscando algo incluso más alto que esto. Seguramente que se convertirá en un maestro del mundo. Todo lo que él pueda descubrir, probablemente lo comparta con nosotros.”
Y con esto, los cinco compañeros ascetas abandonaron a Rudraka, el hijo de Rama, para seguir al bodhisatva. [246]

Monjes, respecto a eso, el bodhisatva había permanecido en Rajagriha durante tanto tiempo como había querido, y ahora había marchado junto con los cinco compañeros ascetas a vagar por el Reino de Magadha. En algún lugar en la carretera entre Rajagriha y Gaya, encontraron a un grupo de personas que estaban disfrutando de una fiesta. Este grupo llamó al bodhisatva y a los cinco compañeros ascetas, y los invitaron a sentarse y participar en la fiesta.
Monjes, posteriormente el bodhisatva viajó a través de Magadha, y eventualmente llegó a Gaya. El bodhisatva se quedó en la cumbre del Monte Gaya, donde se quedó para practicar un riguroso ascetismo. Mientras él estuvo allí, a su mente llegaron tres parábolas que él nunca había oído o pensado anteriormente. ¿Cuáles eran estas tres?

Primero él pensó: “Hay algunos ascetas y brahmines que son incapaces de separar sus mentes y cuerpos de los objetos de su deseo. En vez de ello, se deleitan en esos objetos y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por conseguirlos, los codician y sienten sed de ellos, llegan a perder el sentido por ellos, y son quemados por ellos. Este esforzarse en perseguir los objetos de deseo nunca trae la paz. Además, ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a cualquier enseñanza humana. Esto es como una persona que intenta en vano encender un fuego para dar luz, frotando dos pedazos de madera húmeda que han estado sumergidos en el agua. No será capaz de prender fuego y dar luz. Esto es similar a los ascetas y brahmines que son incapaces de separar sus mentes y cuerpos de los objetos de su deseo. Se deleitan en esos objetos y se sienten apegados a ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por conseguirlos, los codician y sienten sed de ellos, llegan a perder el sentido por ellos, y son quemados por ellos. [247] Este esforzarse por perseguir los objetos de deseo nunca trae la paz. Además, ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a cualquier enseñanza humana.” Este fue el primer ejemplo que él nunca había pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva.

En segundo lugar, él pensó: “También existen ascetas y brahmines que han separado sus mentes y cuerpos de los objetos de sus deseos. Aun se deleitan en esos objetos y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por ellos, los codician y tienen sed de ellos, pierden el sentido por ellos, y son quemados por ellos. Este esforzarse en perseguir los objetos del deseo nunca trae la paz. Además ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a cualquier enseñanza mundana. Esto es como una persona que intenta en vano prender fuego para dar luz colocando una pieza de madera húmeda en el suelo, y frota otra pieza de madera húmeda contra ella. Será incapaz de hacer fuego y producir luz. Esto es similar a algunos ascetas y brahmines que han separado sus mentes y cuerpos de sus objetos de  deseo. Se deleitan en esos objetos y se sienten apegados a ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por conseguirlos, los codician y sienten sed de ellos, llegan a perder el sentido por ellos, y son quemados por ellos. Este esforzarse por perseguir los objetos de deseo nunca trae la paz. Además, ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a cualquier enseñanza humana.” Este fue el segundo ejemplo que él nunca había pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva.

En tercer lugar, el pensó: “También hay otros ascetas y brahmines que han separado sus mentes y cuerpos de sus objetos de deseo. Aunque ellos también se deleitan en esos objetos de deseo, y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por ellos, los codician y tienen sed de ellos, pierden el sentido por ellos, y no encuentran la paz. Aunque ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable, haciendo eso ellos son capaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a la cualquier sabiduría humana. Son como una persona que desea hacer fuego y producir luz, y que por tanto coloca un pedazo de madera seca en el suelo, y frota otro pedazo de madera seca contra ella. Esa persona encenderá el fuego, y el fuego iluminará. Así es como también hay otros ascetas y brahmines que han separado sus mentes de sus objetos de deseo. Aunque ellos también se deleitan en esos objetos, y se sienten apegados a ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por ellos, los codician y tienen sed de ellos, pierden el sentido por ellos, y no encuentran la paz. Aunque ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso como si estuvieran siendo quemados, haciendo eso ellos llegan a ser capaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es mucho más suprema que cualquier sabiduría humana.” Este fue el tercer ejemplo que él nunca había pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva. [248]

Monjes, entonces el bodhisatva pensó para sí: “Yo también he separado mi cuerpo de los objetos de deseo. Y aunque yo también me deleito en esos objetos y siento apego hacia ellos, los anhelo, los deseo, me esfuerzo por ellos, los codicio y siento sed de ellos, y llego a perder los sentidos por ellos, sin embargo yo he encontrado la paz. Aunque yo me hago daño y atormento mi cuerpo, y experimento intensas e insoportables sensaciones de sufrimiento, como si estuviera siendo quemado, tras haber estado haciendo eso yo he sido capaz de realizar la visión de la sabiduría noble que es mucho más suprema que cualquier enseñanza mundana.”

Monjes, de este modo, el bodhisatva permaneció en Gaya, en la cumbre del Monte Gaya durante tanto tiempo como quiso, antes de dirigirse a pie hacia la aldea de Senāpati, cerca de Uruvilvā. En el camino, cerca de la aldea, pudo divisar el Rio Nairañjanā, y ser testigo de sus aguas puras y de sus zonas de baño, y vio como los árboles y bosquecillos adornaban sus orillas y la aldea próxima. Todo esto gustó mucho al bodhisatva, y pensó para sí: “¡Qué lugar tan asombroso! ¡Es tan agradable! Es un lugar excelente para quedarse, y es perfecto para  alguien de noble linaje  que está dedicado a la renunciación. Puesto que yo estoy dedicado totalmente a la renunciación, me quedaré aquí.”

Monjes, el bodhisatva continuó pensando: “Yo he nacido en este mundo en la era en que imperan las cinco degeneraciones, y entre seres que persiguen intereses bajos. Estos diversos practicantes religiosos tienen diversas orientaciones y visiones. Se centran completamente en el cuerpo. Buscan purificar el cuerpo vejándolo de diversas maneras. Dan instrucciones a pesar de ser completamente ignorantes. Por ejemplo, algunos hacen uso de hechizos, lamen sus manos, permanecen sentados, dejan de hablar, comen diversas raíces, se abstienen de comer carne y pescado, pasan la estación de lluvias sin salir, no toman vino ni brebajes, e incluso agua; y hay algunos que solo comen la comida donada por uno, tres, cinco, o siete hogares.  
Algunos se alimentan de raíces, frutas, plantas acuáticas, hierba kusa, hojas, boñiga de vaca, orina de vaca, leche, yogurt, melazas, o semillas encontradas en el suelo. Hay otros que lavan y comen las sobras que dejan caer los gansos y palomas. Otros habitan en aldeas o lugares remotos. Hay otros que llevan la forma de vida de un buey, ciervo, perro, cerdo, mono, o elefante. Hay algunos que solo permanecen de pie, otros que no hablan, y algunos que mantienen el cuerpo en la postura del héroe.[1]. Algunos viven con solo un bocado de comida, o como mucho con siete bocados. Algunos comen solo una vez al día, algunos como solo una vez cada veinticuatro horas, mientras que otros comen solo una vez cada cuatro, cinco, o seis días. [249] Otros ayunaban durante una quincena o durante un mes, de acuerdo a la Luna.
Algunos se vestían con las plumas de los buitres o de los búhos, mientras que otros se vestían con cortezas, hierba muñja, corteza de asana, hierba de darbha o de valvaja. Otros vestían mantos hechos con pelo de camello, de cabra, crines de caballo, o simplemente de cuero; otros se ponían telas húmedas. Algunos dormían en taburetes, o en el agua; mientras que otros dormían sobre cenizas, o sobre rocas, grava, tablas, espinas, hierba, o palos. Otros duermen con sus cabezas hacia el suelo, en cuclillas, o sobre el suelo. Hay también algunos que visten uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, o más piezas de confección; mientras que otros iban desnudos. Había algunos que tenían un ritual para el baño, y otros que hacían un ritual  no bañándose nunca. Había algunos que dejaban largos sus cabellos, uñas, y barbas; mientras que otros recogían su pelo en un moño en lo alto de sus cabezas. También había algunos que subsistían  ingiriendo tan solo una baya de junípero, una semilla de sésamo, o un grano de arroz.
Algunos cubren sus cuerpos con cenizas, hollín, polen de flores muertas, polvo de carbón, suciedad, y barro. Otros se adornan con piel humana, juncos, cabelleras, uñas, harapos, costillas, y calaveras. Beben agua caliente, el agua desechada después de lavar el arroz, agua filtrada a través de una manta, y el agua de lavar los platos. Algunos usan carbones para tiznarse, algunos se pintan con minerales, y otros llevan ropas de color azafrán. Algunos portan tridentes, y otros se afeitan la cabeza. Algunos llevan vasos para agua, otros un cráneo y una porra.
¡De todas estas formas consideran estos insensatos que están llevando una conducta pura! Algunos inhalan humo y fuego; miran al Sol, y realizan el ritual de los cinco fuegos. Se quedan quietos sobre un solo pie, permanecen con un brazo levantado,  entierran una pierna, se quedan en un solo sitio. Esas eran las dificultades que ellos soportan.
Caminan sobre paja ardiendo, y sobre otras substancias ardientes. Caminan sobre carbones ardientes, sobre fuego ardiente, sobre piedras calientes, y agua escaldante. Algunos van a las orillas de un río sagrado y mueren allí. Siguen el curso de esas prácticas.
Creen que alcanzan la pureza recitando om, vasat, svadhā, svāhā; las bendiciones, las colecciones de alabanzas, o invocaciones; repitiendo mantras o dharanis; o por medio de la práctica de la meditación. Considerándose puros, toman refugio y rinden homenaje a seres que creen que son esenciales, tales como Brahma, Indra, Rudra, Visnú, Devī, Kumara, Mātr, Katyāyanī, Chandra, Āditya, Vaisravana, Varuna, los Vāsus, los Asvins, nagas, yaksas, gandharvas, asuras, garudas, kinnaras, mahoragas, raksasas, bhūtas, kumbhāndas, pretas, ganas, antepasados, pisācas, devarsis, rājarsis, y brahmarsis.
También toman  refugio en los elementos, tales como el elemento tierra, agua, fuego, aire, y espacio. Buscan sus lugares de refugio en las montañas, ríos, en las fuentes de los ríos, lagos, estanques, embalses, océanos, represas, estanques de lotos, y manantiales; en árboles, arbustos, enredaderas, hierba, y troncos de árboles; en corrales de vacas, cementerios, cruces de caminos donde se encuentran cuatro carreteras, y en mercados. Rinden homenaje a las casas, columnas, y rocas; a las porras, espadas, arcos, hachas, picas, y tridentes. También creen que el yogurt, la mantequilla, semillas de mostaza, cebada, guirnaldas, la hierba dūrvā, las joyas, el oro, la plata, [250] y otros artículos resultan auspiciosos.

En esto es en lo que confían estos Tirthikas debido a su miedo a la existencia cíclica. Haciendo eso, algunos piensan: “Debido a estos métodos, en la próxima vida iremos al cielo, y encontraremos la emancipación final.” Y de este modo, ellos van perdidos transitando en caminos erróneos. Buscan refugio en aquello que es incapaz de  ofrecer protección. Toman por auspicioso aquello que no lo es. Toman por puro aquello que no es puro.
Sin embargo, si yo alcanzo una maestría completa en las prácticas prescritas y en las austeridades, todas las visiones contrarias serán suprimidas. Yo demostraré entonces a esa gente, quienes no prestan atención al resultado de sus acciones, lo inexorable de la fructificación de las acciones. Y en cuanto a los dioses residentes en los  reinos de la concentración meditativa y de la forma, si yo puedo demostrar una concentración meditativa superior, llegarán a interesarse.

Monjes, acorde con esos pensamientos, el bodhisatva comenzó ahora un periodo de seis años en los que las difíciles prácticas prescritas y las penurias fueron de una dificultad intensa, las más duras de todas las prácticas difíciles. La razón para llamar a esto “práctica difícil[2]” es porque es extremadamente difícil, y por tanto es descrito en esos términos. Excepto un bodhisatva que esté viviendo su última existencia, y que permanece en la meditación de la ecuanimidad que lo interpenetra todo, no hay nadie, ni humano ni no humano, que sea capaz de soportar esas penurias.
Esta absorción meditativa es llamada la ecuanimidad que lo interpenetra todo[3], porque como el bodhisatva permaneció en la ecuanimidad en el cuarto nivel de concentración, desde el mismo principio todos los movimientos respiratorios se ralentizaron y llegaron a parar; y la absorción era no conceptual. No había actividad de pensamiento, ni movimiento, ni actividad conceptual, ni cambio; sin embargo lo penetraba todo y no dependía de nada. Previamente, ningún erudito, maestro, realizador solitario, o bodhisatva que hubiera adoptado esa conducta, había alcanzado semejante absorción. Esta absorción es semejante al espacio, porque al igual que el espacio-el cual es inmóvil, sin causa, y sin cambio-no hay ningún sitio en que no esté presente. Es similar al espacio de esta forma, y por tanto es descrita como tal.

Monjes, de esta manera, el bodhisatva proyectó verdaderas maravillas a la gente mundana. Lo hizo para quebrar la satisfacción orgullosa de los practicantes extremistas, para vencer los ataques de los oponentes, [251] para atraer a los dioses, y para corregir las visiones nihilistas y eternalistas, quienes no tienen en cuenta los efectos de las acciones. El también lo hizo para manifestar los resultados de la acumulación de mérito, para enseñar los resultados de la sabiduría, para diferenciar los niveles de concentración, para demostrar el poder y la fuerza del cuerpo y desarrollar el coraje mental. Por esas razones el bodhisatva se sentó sobre la tierra áspera, cruzó sus piernas, y comenzó a castigar y atormentar su cuerpo a través de su resolución mental.

Monjes, yo atormenté y castigué mi cuerpo durante ocho noches de invierno. El sudor corría desde mis sobacos y mi frente. Conforme el sudor caía en el suelo, las gotas se transformaban en escarcha, y cuando se calentaban, se evaporaban. Era como una persona fuerte que coge a otra muy débil por el cuello, y la estrangula. De esa forma, monjes, era como mi mente castigaba y atormentaba mi cuerpo, de forma que el sudor corría desde mis sobacos y frente, y conforma caía en el suelo, las gotas se transformaban en escarcha, y cuando se calentaban, se evaporaban.

Monjes, llegado a ese punto, pensé: “Ahora debería de practicar la concentración que lo penetra todo.” Y cuando hice eso, cesaron la inhalación y exhalación a través de mi boca y nariz. Entonces vino un gran ruido de las dos aberturas de mis oídos, ruidos fuertes, ruidos grandes, como los cuando los fuelles de una herrería son accionados. Monjes, durante todo ese tiempo en el que no hubo ningún movimiento de la respiración a través de mi boca y nariz, en mis oídos estaba este ruido alto y fuerte.

Monjes, entonces yo continué pensando: “Yo debería de practicar la absorción meditativa que lo penetra todo.” Puesto que mi boca, nariz, y oídos estaban bloqueados, [252] la respiración subió dentro de mi cráneo, y sentí como si alguien estuviera pinchando mi cráneo con una lanza afilada. Monjes, de esta manera, puesto que mi boca, nariz, y oídos estaban bloqueados, mi inspiración y exhalación empujaban hacia arriba y golpeaban mi cráneo.

Algunos hijos de los dioses se dieron cuenta del sufrimiento del bodhisatva, y comentaron: “¡Oh, no! ¡Parece que el joven Siddhartha está muriendo!”
Otros comentaron: “No, no está muriendo. Esto es simplemente la forma en la que los dignos de veneración permanecen en la absorción meditativa.”

Con motivo de esta ocasión, ellos cantaron estos versos:

“¡Qué pueda este hijo del rey de los Sakya,
Quien no ha cumplido su propósito aquí, en este bosque;
No morir sin llegar a culminar su propósito,
Y dejar a los Tres Reinos sufriendo y sin defensor!

¡Oh, no! Tu eres el ser imprescindible, y tu compromiso es fuerte.
Protector, previamente en el Cielo de Tushita tú nos invitaste
A oír el regalo del Dharma sagrado.
Pero ahora, ¿Dónde está tu determinación, Ser Puro?”

Estos hijos de los dioses se marcharon entonces hacia el Cielo de los Treinta y Tres, para ver a los dioses; y dijeron a Māyādevī: “Parece que el joven príncipe está a punto de morir.”
Māyādevī se reunió con un grupo de hijas de los dioses, y al llegar la medianoche ellas se dirigieron hacia la orilla del Río Nairañjanā, donde estaba morando el bodhisatva. Ella vio cómo se había quedado de delgado el bodhisatva, y parecía que estaba muerto. Después de ver esto, se llenó de lágrimas, y comenzó a sollozar. Entonces ella cantó estos versos:

“Hijo mío, cuanto te alumbré en el Jardín de Lumbini,
Como un león, sin ayuda, tú diste siete pasos al frente.
Miraste en las cuatro direcciones, y dijiste estas bellas palabras:
“Este es mi último nacimiento.” Estas palabras nunca podrán cumplirse. [253]

Asita predijo que tú serías un Buda en este mundo;
Pero su predicción estaba equivocada, pues él no previó la impermanencia.
Hijo mío, tu si siquiera has disfrutado de los esplendores de un monarca universal,
Y ahora estás muriendo en este bosque, sin haber alcanzado la iluminación.

¿A quién puedo dirigirme para pedir ayuda para ti, hijo mío?
¿A quién le lloraré en mi dolor?
¿Quién devolverá la vida a mi único hijo?
¿Quién está apenas vivo?”

El bodhisatva contestó:

“¿Quién eres mujer, que estás llorando con el corazón roto;
Tú que estás tirándote del cabello, y destruyendo una belleza sin par;
Lamentándose tan intensamente por tu hijo,
Y arrojándote en el suelo?

Māyādevī dijo:

“¡Oh, hijo! Soy yo, tu madre;
La que durante diez meses
Te llevó en su vientre como a un diamante.
Y es quien ahora llora con desesperación.”

Entonces, para consolarla, el bodhisatva le dijo: “En cuanto a afligirte por tu hijo, no hay necesidad de preocuparse. Tus trabajos valdrán la pena. Indudablemente, renunciar al mundo para conseguir la Iluminación, está lleno de significado. Lo que predijo el brahmín Asita se convertirá en verdad. Similarmente, la predicción de Dīpamkara sucederá.
Es posible que el mundo llegue a romperse en cien pedazos, y que la cumbre enjoyada del Monte Meru pueda caer dentro del océano; el Sol, la Luna, y las estrellas pueden caerse al suelo. No obstante, mientras quede un solo ser humano, no moriré. Por tanto no te angusties, pues antes de que pase mucho tiempo tú contemplarás la iluminación de un Buda.”

Tan pronto como Māyādevī oyó esto, ella se alegró en sobremanera, y todo el vello de su cuerpo se erizó. Roció al bodhisatva con flores de mandarava, y lo circunvaló tres veces. Entonces, acompañada por música celestial, retornó a su morada. [254]

Monjes, llegado a ese punto, yo pensé: “Puesto que algunos ascetas y brahmines creen que uno se purifica comiendo muy poca comida, yo también tengo que ser diligente en el ayuno.” Monjes, entonces yo me di cuenta de que, por consiguiente, debería de vivir comiendo una sola baya de junípero, y evitando el comer dos. Monjes, podéis pensar que en aquella época las bayas de junípero eran mayores que ahora, pero no es así. Eran tal como son ahora.
Monjes, como yo comencé a subsistir con solo una baya de junípero, sin ingerir nunca una segunda, mi cuerpo llegó a estar extremadamente débil y demacrado. Monjes, mis miembros y articulaciones comenzaron a parecerse a los nudos de la planta de āsītakī o a la planta kālā. El costado de mi tórax parecía la cola de un cangrejo. Parecía un viejo establo para caballos o elefantes donde se han derrumbado dos lados y quedan a la vista los cabrios interiores. El interior de mi pecho era visible desde ambos lados de mis costillas. Mi espina dorsal parecía desigual y escabrosa, como una trenza de pelo con todos sus puntos altos y bajos.
Similarmente a una calabaza amarga que ha sido cortada demasiado temprano, que se marchita, se seca, y desarrolla grietas, del mismo modo mi cabeza comenzó a marchitarse, secarse, y desarrollar grietas. Lo mismo que un manantial al final del verano, en el que ya no se reflejan las estrellas y que es difícil de ver, las órbitas de mis ojos se habían hundido en mi cabeza, y eran apenas visibles. Mis piernas parecían las de una cabra o camello, y lo mismo sucedía con mis sobacos, barriga, pecho y demás.

Monjes, cuando yo intenté en aquel momento tocar mi vientre con mis manos, lo que realmente terminé tocando fue mi espina dorsal. Cuando intentaba levantarme, estaba tan doblado que caía de espaldas. Cuando finalmente conseguí levantarme, [255] y limpié mi cuerpo cubierto de polvo con mis manos, todo el vello de mi cuerpo cayó al suelo. Antes mi complexión había sido hermosa y delicada, pero ahora su brillo había desaparecido debido al haberme involucrado en grandes austeridades.
Y la gente que vivía en las aldeas cercanas al lugar donde yo practicaba, decían: “¡Oh, el asceta Gotama se ha vuelto negro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama es de color azul oscuro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama tiene el color del pez madgura! Su antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”

Monjes, entonces yo pensé: “Yo tengo que aplicarme más, y comer incluso menos.” Yo me di cuenta de que necesitaba comer un solo grano de arroz, y no un segundo. Monjes, podéis pensar que los granos de arroz de aquel tiempo eran mayores que ahora, pero no es así. Eran tal como son ahora.
Monjes, como yo vivía con un solo grano de arroz, mi cuerpo se puso más flaco rápidamente, y la gente comenzó a decir: “¡Oh! ¡Realmente el asceta Gotama se ha vuelto negro! ¡Habéis visto, es tan oscuro! ¡El asceta Gotama tiene el color del pez madgura! Su antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”

Monjes, llegado a ese punto, pensé: “Tengo que dedicarme a comer incluso menos que esto.” Me di cuenta de que podía vivir con una sola semilla de sésamo, evitando comer una segunda. Lo mismo que antes, mi cuerpo fue adelgazando más y más, y la gente continuaban comentando  cómo había desaparecido mi antigua complexión hermosa y brillante.
Monjes, entonces yo pensé: “Hay algunos ascetas y brahmines que creen que son purificados  por medio de abstenerse completamente de ingerir cualquier tipo de comida. Yo también debería de dejar de ingerir cualquier tipo de alimento.” Monjes, entonces yo empecé un ayuno completo. Monjes, como yo ahora comencé a vivir sin ningún tipo de alimento, mi cuerpo llegó a estar extremadamente débil y demacrado. Monjes, gradualmente mis miembros y articulaciones se fueron haciendo gradualmente dos, tres, cuatro, cinco, y finalmente diez veces más delgados que los nudos de las plantas de āsītakī y kālā. Las costillas de mi tórax parecían la cola de un cangrejo; [256] y parecían como un establo derrumbado con los cabrios expuestos en cada lado. Mi espina dorsal parecía un mechón de pelo trenzado. Mi cráneo parecía una calabaza rota. Mis ojos parecían estrellas brillando en un profundo manantial. Monjes, siempre que pensaba que tenía que levantarme, intentaba hacerlo, pero mi cuerpo estaba tan encorvado, que siempre caía. Cuando finalmente conseguí levantarme con gran esfuerzo, y limpié con mis manos el polvo de mi cuerpo, el vello de mi cuerpo, con las raíces podridas, cayó al suelo. Anteriormente mi complexión había sido hermosa y tersa, pero ahora había desaparecido su brillo debido a mis esfuerzos en las austeridades extremas.
Y la gente que vivía en las aldeas cercanas al lugar donde yo practicaba, decían: “¡Oh, el asceta Gotama se ha vuelto negro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama es de color azul oscuro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama tiene el color del pez madgura! Su antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”

Durante este tiempo, el Rey Suddhodana enviaba un mensajero cada día para ver al bodhisatva. Monjes, de esta manera, el bodhisatva proyectó verdaderas maravillas a la gente mundana. Lo hizo para quebrar la satisfacción orgullosa de los practicantes extremistas, para vencer los ataques de los oponentes, para atraer a los dioses, y para corregir las visiones nihilistas y eternalistas, quienes no tienen en cuenta los efectos de las acciones. Vivió de una sola semilla de sésamo, de una sola baya de junípero, y de un solo grano de arroz para manifestar los resultados de la acumulación de mérito, para enseñar los resultados de la sabiduría, para diferenciar los niveles de concentración. De esta manera el mostró privaciones durante seis años sin que flaqueara su resolución.

El bodhisatva siguió sentado con las piernas cruzadas durante seis años. Simplemente se sentó tal como estaba, sin renunciar a su actividad. Cuando calentaba el Sol, el no buscaba la sombra. Cuando la sombra caía sobre él, no buscaba el Sol. Nunca buscó refugio ante el viento, el Sol, y la lluvia. Nunca espantó a los mosquitos, abejas, y serpientes venenosas. No defecó, orinó, escupió, o limpió su nariz. Ni extendió o recogió sus miembros. Nunca se acostó sobre su vientre, costado, o espalda.
La estación cálida, el invierno, y el otoño con sus grandes nubes, tormentas, lluvia, y relámpagos [257] todos ellos atacaron el cuerpo del bodhisatva.  De hecho, el bodhisatva ni siquiera utilizó sus manos para protegerse. No bloqueó sus sentidos, y no obstante no seguía tras los objetos de los sentidos. Aquellos que pasaban por donde estaba el bodhisatva, tales como los chicos y chicas de las aldeas, los pastores de bueyes, los pastores de vacas, quienes reunían hierba, quienes buscaban leña, y los que estaban buscando boñigas, todos pensaban que era un demonio hecho de polvo.

Así pasó el bodhisatva seis años, durante los cuales su cuerpo llegó a estar extremadamente débil, endeble, y demacrado. Cuando la gente metía hierba o algodón en sus oídos, esta asomaba por sus narices. Cuando hacían lo mismo con sus narices, la hierba o algodón salían por sus oídos. Cuando colocaban cosas en sus oídos, estas salían por la boca. Y cuando metían cosas en su boca, estas salían por sus oídos y nariz. Las cosas metidas en sus orificios nasales sobresalían por sus oídos, nariz, y boca.
Los dioses, nagas, yaksas, gandharvas, asuras, garudas, kinnaras, y mahoragas, quienes eran testigos de las cualidades del bodhisatva, velaban por él día y noche, haciendo ofrendas y realizando aspiraciones. Mientras el bodhisatva practicó austeridades durante seis años, 1.2 trillones de dioses y humanos fueron madurados en los Tres Vehículos.

Con respecto a esto, se dice:

“El bodhisatva abandonó su hogar,
Poseyendo todas las buenas cualidades.
Para beneficiar a los seres
Dio lugar a medios hábiles.

En la época de las cinco degeneraciones,
Cuando la gente estaba inclinada hacia las doctrinas mundanas,
Yo nací en la tierra de Jambudvipa,
Donde la gente dotada de ocio practica el Dharma. [258]

Esta tierra está llena de Tirthikas,
Gente necia que orgullosamente se exhiben,
Gracias a las torturas que ellos se infligen en sus cuerpos,
Creyendo que haciendo eso están purificando sus mentes.

Caminan dentro del fuego, y se arrojan a barrancos;
Desnudos, cubren sus cuerpos con polvo y cenizas.
Para atormentar su cuerpo completamente
Realizan el ritual de los cinco fuegos[4].

Algunos repiten mantras,
Algunos lamen sus manos después de comer;
Algunos rechazan la comida ofrecida en recipientes;
Otros rechazan ofrendas cerca de puertas y pilares.

Algunos rechazan las ofrendas hechas donde hay un perro;
O rechazan los lugares en los que se les dice que esperen o se queden;
Tras recibir la ofrenda de una sola casa,
Ellos piensan que ya se han purificado.

Algunos rechazan la mantequilla, aceite de sésamo, miel, y melazas;
Otros no comen leche, cuajada, carne, y pescado;
Comiendo solo grano syāmaka y vegetales;
Otros comen solo semillas de gardūla y brotes de arroz, y raíces de loto.

Algunos solo comen raíces, hojas, y frutas;
Y visten tejidos de hierba kusa, pieles, o fieltro;
Otros vagan desnudos, y neciamente dicen:
“Aquí está la verdad, y lo demás es falsedad.”

Algunos mantienen sus manos en alto,
Y llevan su pelo anudado en un moño en lo alto de su cabeza.
Habiendo perdido completamente su camino,
Desean el sendero a la felicidad, y no obstante siguen un camino erróneo.

Duermen sobre camas de hierba, palos, o ascuas;
Duermen sobre espinos, o sentados erguidos;
Algunos permanecen siempre sobre una pierna,
Mirando fijamente al Sol y la Luna.

También veneran los manantiales, lagos, y estanques;
El océano, ríos, el Sol, y la Luna;
Los árboles, y los picos de la montaña;
Las rocas y el suelo.

Esos necios utilizan métodos muy diferentes,
Intentando purificar sus cuerpos.
Debido a sus visiones erróneas
Caerán rápidamente en los reinos inferiores.

Las intensas privaciones
En las que ahora intento involucrarme
Consistirán de austeridades, disciplina, y adversidades
Que ningún dios o humano pueden realizar. [259]

Yo me aplicaré en la concentración Āsphānaka,
Cuya base es tan sólida como un diamante;
Una concentración que es inaccesible
Incluso para los Realizadores Solitarios.

En este mundo existen dioses y humanos
Que se deleitan en las erróneas prácticas de los Tirthikas;
Para llevarlos a la madurez completa
Yo practicaré las austeridades dificultosas.

Sentado con las piernas cruzadas
Sobre el suelo desnudo,
El mostró la forma de subsistir con
Una sola baya, semilla de sésamo, o grano de arroz.

Cortando completamente la inhalación y exhalación,
Sin moverse, mostró su fuerza.
Durante seis años practicó la concentración Āsphānaka
La concentración que lo penetra todo.

Sin investigación o conceptualización
Esta meditación es inmutable y estable
Y lo penetra todo igual que el espacio;
El se aplicó a esta concentración Āsphānaka.

El nunca se movió del Sol hacia la sombra,
Ni de la sombra hacia el Sol.
Inmutable como el Monte Meru,
El se aplicó a esta concentración Āsphānaka.

El no se protegió contra el viento y la lluvia,
Ni contra los mosquitos, las serpientes venenosas, o las abejas.
Con una práctica inamovible
El se aplicó a esta concentración Āsphānaka.

El se aplicó a esta concentración Āsphānaka
No solo para su propio beneficio.
Lleno de compasión hacia los demás
Practicó para conseguir el beneficio de ellos.

Sin embargo, los chicos de las aldeas y los pastores,
Y aquellos que reunían hierba y madera,
Pensado que era un demonio hecho de polvo,
Lo cubrieron de tierra.

Ellos incluso lo cubrieron con substancia impuras,
Y le hicieron daño de varias formas.
No obstante, permaneció inmóvil y calmo,
Aplicándose a esta concentración Āsphānaka.

El no se levantó o se acostó,
Ni tampoco hizo nada para proteger su cuerpo.
No defecó, ni orinó;
El sonido no lo perturbaba, ni desvió su mirada. [260]

Su carne y sangre se fueron secando,
De forma que los huesos y tendones se notaban a través de su piel.
Su espina dorsal podía notarse a través de su vientre,
Como si fuera un mechón de pelo trenzado.

Los dioses, asuras, yaksas, gandharvas, y nagas
Que lo estaban guardando
Rendían homenaje día y noche,
A quien poseía grandes cualidades.

Y ellos expusieron esta plegaria: “¡Que nosotros podamos ser como aquel
Que con la concentración que lo penetra todo,
Se aplica en la meditación Āsphānaka, la absorción meditativa
Que es la apertura del espacio que todo lo interpenetra!”

El no practica para sí mismo,
Ni para degustar el gozo de la concentración,
Sino que lo hace para el beneficio de los demás,
Motivado por la compasión hacia los otros.

El venció los ataques de sus oponentes,
Eclipsó las mentes débiles de los Tirthikas.
Las acciones y hechos que fueron descritos por Kāshyapa
Estaban siendo mostrados ahora.

Esta iluminación era la misma que la iluminación de Krakucchanda;
Y es difícil de conseguir incluso a lo largo de muchos eones.
Para beneficiar a la humanidad
El se aplicó a la concentración Āsphānaka.

Hubo 1.2 trillones de dioses y humanos
Que fueron guiados en los Tres Vehículos.
Fue para su bien por lo que “el de intelecto excelente”
Se aplicó a esta concentración Āsphānaka.


Esto concluye el Capítulo Diecisiete, sobre “La práctica de las austeridades.”







[1] Vīrāsana.
[2] Duskaracarya.
[3] Āsphānaka.
[4] Homa.