Monjes,
en aquel tiempo, un hijo de Rama, de nombre Rudraka, llegó a Rajagriha, donde
se quedó con un gran grupo de setecientos de sus estudiantes. Estaba enseñando
a sus estudiantes los principios de la conducta disciplinada que era necesaria
para alcanzar el estado en el que no hay ni percepción, ni no percepción.
Monjes, el
bodhisatva vio que Rudraka, el hijo de Rama, estaba al cargo de un grupo,
indudablemente un gran grupo, y que como cabeza de la congregación, era bien
conocido, popular, venerado por las masas, y reconocido por todos los eruditos.
Siendo
testigo de esto, el bodhisatva pensó para sí mismo: “Rudraka, el hijo de Rama,
realmente está a cargo de un grupo, un gran grupo; él es la cabeza de la
congregación y, además, es bien conocido, popular, venerado por las masas, y
reconocido por todos los eruditos. [244] No obstante, a no ser que yo comience
a practicar la conducta disciplinada y las austeridades en su presencia, él
nunca me verá como alguien especial. El tampoco tendrá una comprensión basada
en la percepción directa. De este modo, el nunca renunciará a su concentración,
absorción, y estados de equilibrio, los cuales son fabricados, impuros, y
perpetuantes.
Por tanto,
primero yo tengo que realizar esas experiencias. De ese modo yo podré demostrar
que sus absorciones mundanas, las cuales están limitadas a la concentración, y
solo son estados de equilibrio meditativo, no llevan a un resultado. Yo iré a
Rudraka, el hijo de Rama, y llegaré a ser aceptado como estudiante suyo para
poder demostrar la superioridad de las cualidades de mi absorción meditativa.
Le demostraré que las concentraciones fabricadas son inútiles.”
Monjes,
con este propósito en mente, el bodhisatva fue a ver a Rudraka, el hijo de
Rama. Cuando encontró a Rudraka, el bodhisatva preguntó: “Amigo mío, ¿Quién fue
tu maestro? ¿Quién te enseñó tan bien?”
Rudraka,
el hijo de Rama, contestó: “Amigo mío, yo no he tenido maestro. Sin embargo, yo
busqué una comprensión genuina por mí mismo.”
Entonces,
el bodhisatva preguntó: “¿Qué es lo que entendiste?”
Rudraka
respondió: “El sendero del equilibrio, el cual es ni percepción, ni no
percepción.”
Acto
seguido, el bodhisatva preguntó: “Por favor, ¿Podrías permitirme seguirte de
forma que yo pueda obtener la instrucción de tu sendero de absorción?”
Rudraka
replicó: “Si, sin duda. Te dejaré seguirme de forma que tú puedas practicar las
instrucciones necesarias para mi sendero de absorción.”
Con esto,
el bodhisatva se marchó y se sentó en el suelo con sus piernas cruzadas. Ahora
bien, apenas se había sentado el bodhisatva cuando realizó cientos de todos los
principales tipos de absorciones meditativas mundanas y transcendentes, en
todos sus muchos detalles. [245] La razón por la que pudo hacer eso era porque
había llegado a obtener el dominio de su mente, poseyendo una acumulación
superior de mérito y sabiduría, una fructificación especial de todos sus
entrenamientos anteriores, y una familiaridad peculiar con todas las
absorciones.
En ese
punto, el bodhisatva se levantó de su asiento, y con atención mental y
conocimiento, fue a ver a Rudraka, el hijo de Rama. Entonces, el se dirigió a
él así: “Amigo mío, ¿Existe algún sendero más elevado que el estado de ni
percepción, ni no percepción?”
Rudraka
replicó: “No.”
Entonces
el bodhisatva pensó para sí: “Rudraka no es el único que tiene fe, diligencia,
atención mental, concentración, y sabiduría. También yo tengo fe, soy
diligente, atento, concentrado, y sabio.”
Por tanto,
se dirigió a Rudraka con estas palabras: “Amigo mío, ahora yo he entendido la
enseñanza en la que tu eres experto.”
Rudraka
replicó: “Bien, en ese caso, ven; deberíamos de enseñar a todos.” Y de mutuo
acuerdo, situó al bodhisatva como un maestro, al mismo nivel que él mismo.
El
bodhisatva dijo entonces: “Amigo mío, este sendero no libera la mente. Ni
libera a uno del apego. Tampoco lleva a la cesación o la paz. No trae el
conocimiento superior, ni lleva al despertar completo. No hace a uno un
mendicante o un brahmín, y no lleva al nirvana.”
Monjes, de
este modo el bodhisatva preparó su mente con respecto a Rudraka, el hijo de Rama,
y sus seguidores. El los dejó, diciendo: “Esto es suficiente, me marcho.”
En cuanto
a eso, había cinco compañeros ascetas que estaban aprendiendo prácticas
religiosas bajo la guía de Rudraka, el hijo de Rama. Ellos pensaron para sí
mismos: “Aunque hemos estado durante mucho tiempo practicando e intentando este
sendero, no hemos sido capaces de realizar nuestro propósito. Y sin embargo
este mendicante, Gotama, fue capaz de realizarlo y manifestarlo completamente
con muy pocas penalidades. ¡Y ahora no lo quiere! Seguro que él está buscando
algo incluso más alto que esto. Seguramente que se convertirá en un maestro del
mundo. Todo lo que él pueda descubrir, probablemente lo comparta con nosotros.”
Y con
esto, los cinco compañeros ascetas abandonaron a Rudraka, el hijo de Rama, para
seguir al bodhisatva. [246]
Monjes,
respecto a eso, el bodhisatva había permanecido en Rajagriha durante tanto
tiempo como había querido, y ahora había marchado junto con los cinco
compañeros ascetas a vagar por el Reino de Magadha. En algún lugar en la
carretera entre Rajagriha y Gaya, encontraron a un grupo de personas que
estaban disfrutando de una fiesta. Este grupo llamó al bodhisatva y a los cinco
compañeros ascetas, y los invitaron a sentarse y participar en la fiesta.
Monjes,
posteriormente el bodhisatva viajó a través de Magadha, y eventualmente llegó a
Gaya. El bodhisatva se quedó en la cumbre del Monte Gaya, donde se quedó para
practicar un riguroso ascetismo. Mientras él estuvo allí, a su mente llegaron
tres parábolas que él nunca había oído o pensado anteriormente. ¿Cuáles eran
estas tres?
Primero él
pensó: “Hay algunos ascetas y brahmines que son incapaces de separar sus mentes
y cuerpos de los objetos de su deseo. En vez de ello, se deleitan en esos
objetos y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por
conseguirlos, los codician y sienten sed de ellos, llegan a perder el sentido
por ellos, y son quemados por ellos. Este esforzarse en perseguir los objetos
de deseo nunca trae la paz. Además, ellos se hacen daño a sí mismos y
atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e
insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son incapaces de realizar la
visión de la sabiduría noble que es superior a cualquier enseñanza humana. Esto
es como una persona que intenta en vano encender un fuego para dar luz,
frotando dos pedazos de madera húmeda que han estado sumergidos en el agua. No
será capaz de prender fuego y dar luz. Esto es similar a los ascetas y
brahmines que son incapaces de separar sus mentes y cuerpos de los objetos de
su deseo. Se deleitan en esos objetos y se sienten apegados a ellos, los
anhelan, los desean, se esfuerzan por conseguirlos, los codician y sienten sed
de ellos, llegan a perder el sentido por ellos, y son quemados por ellos. [247]
Este esforzarse por perseguir los objetos de deseo nunca trae la paz. Además,
ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con
sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos
son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a
cualquier enseñanza humana.” Este fue el primer ejemplo que él nunca había
pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva.
En segundo
lugar, él pensó: “También existen ascetas y brahmines que han separado sus
mentes y cuerpos de los objetos de sus deseos. Aun se deleitan en esos objetos
y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se esfuerzan por ellos,
los codician y tienen sed de ellos, pierden el sentido por ellos, y son
quemados por ellos. Este esforzarse en perseguir los objetos del deseo nunca
trae la paz. Además ellos se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y
terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto,
por tanto, ellos son incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que
es superior a cualquier enseñanza mundana. Esto es como una persona que intenta
en vano prender fuego para dar luz colocando una pieza de madera húmeda en el
suelo, y frota otra pieza de madera húmeda contra ella. Será incapaz de hacer
fuego y producir luz. Esto es similar a algunos ascetas y brahmines que han
separado sus mentes y cuerpos de sus objetos de
deseo. Se deleitan en esos objetos y se sienten apegados a ellos, los
anhelan, los desean, se esfuerzan por conseguirlos, los codician y sienten sed
de ellos, llegan a perder el sentido por ellos, y son quemados por ellos. Este
esforzarse por perseguir los objetos de deseo nunca trae la paz. Además, ellos
se hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones
de sufrimiento intenso e insoportable. Haciendo esto, por tanto, ellos son
incapaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es superior a
cualquier enseñanza humana.” Este fue el segundo ejemplo que él nunca había
pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva.
En tercer
lugar, el pensó: “También hay otros ascetas y brahmines que han separado sus
mentes y cuerpos de sus objetos de deseo. Aunque ellos también se deleitan en
esos objetos de deseo, y sienten apego hacia ellos, los anhelan, los desean, se
esfuerzan por ellos, los codician y tienen sed de ellos, pierden el sentido por
ellos, y no encuentran la paz. Aunque ellos se hacen daño a sí mismos y
atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de sufrimiento intenso e
insoportable, haciendo eso ellos son capaces de realizar la visión de la
sabiduría noble que es superior a la cualquier sabiduría humana. Son como una
persona que desea hacer fuego y producir luz, y que por tanto coloca un pedazo
de madera seca en el suelo, y frota otro pedazo de madera seca contra ella. Esa
persona encenderá el fuego, y el fuego iluminará. Así es como también hay otros
ascetas y brahmines que han separado sus mentes de sus objetos de deseo. Aunque
ellos también se deleitan en esos objetos, y se sienten apegados a ellos, los
anhelan, los desean, se esfuerzan por ellos, los codician y tienen sed de
ellos, pierden el sentido por ellos, y no encuentran la paz. Aunque ellos se
hacen daño a sí mismos y atormentan sus cuerpos, y terminan con sensaciones de
sufrimiento intenso como si estuvieran siendo quemados, haciendo eso ellos
llegan a ser capaces de realizar la visión de la sabiduría noble que es mucho
más suprema que cualquier sabiduría humana.” Este fue el tercer ejemplo que él
nunca había pensado u oído, y que llegó a la mente del bodhisatva. [248]
Monjes,
entonces el bodhisatva pensó para sí: “Yo también he separado mi cuerpo de los
objetos de deseo. Y aunque yo también me deleito en esos objetos y siento apego
hacia ellos, los anhelo, los deseo, me esfuerzo por ellos, los codicio y siento
sed de ellos, y llego a perder los sentidos por ellos, sin embargo yo he
encontrado la paz. Aunque yo me hago daño y atormento mi cuerpo, y experimento
intensas e insoportables sensaciones de sufrimiento, como si estuviera siendo
quemado, tras haber estado haciendo eso yo he sido capaz de realizar la visión
de la sabiduría noble que es mucho más suprema que cualquier enseñanza
mundana.”
Monjes, de
este modo, el bodhisatva permaneció en Gaya, en la cumbre del Monte Gaya
durante tanto tiempo como quiso, antes de dirigirse a pie hacia la aldea de
Senāpati, cerca de Uruvilvā. En el camino, cerca de la aldea, pudo divisar el
Rio Nairañjanā, y ser testigo de sus aguas puras y de sus zonas de baño, y vio
como los árboles y bosquecillos adornaban sus orillas y la aldea próxima. Todo
esto gustó mucho al bodhisatva, y pensó para sí: “¡Qué lugar tan asombroso! ¡Es
tan agradable! Es un lugar excelente para quedarse, y es perfecto para alguien de noble linaje que está dedicado a la renunciación. Puesto
que yo estoy dedicado totalmente a la renunciación, me quedaré aquí.”
Monjes, el
bodhisatva continuó pensando: “Yo he nacido en este mundo en la era en que
imperan las cinco degeneraciones, y entre seres que persiguen intereses bajos.
Estos diversos practicantes religiosos tienen diversas orientaciones y
visiones. Se centran completamente en el cuerpo. Buscan purificar el cuerpo
vejándolo de diversas maneras. Dan instrucciones a pesar de ser completamente
ignorantes. Por ejemplo, algunos hacen uso de hechizos, lamen sus manos,
permanecen sentados, dejan de hablar, comen diversas raíces, se abstienen de
comer carne y pescado, pasan la estación de lluvias sin salir, no toman vino ni
brebajes, e incluso agua; y hay algunos que solo comen la comida donada por
uno, tres, cinco, o siete hogares.
Algunos se
alimentan de raíces, frutas, plantas acuáticas, hierba kusa, hojas, boñiga de
vaca, orina de vaca, leche, yogurt, melazas, o semillas encontradas en el
suelo. Hay otros que lavan y comen las sobras que dejan caer los gansos y
palomas. Otros habitan en aldeas o lugares remotos. Hay otros que llevan la
forma de vida de un buey, ciervo, perro, cerdo, mono, o elefante. Hay algunos
que solo permanecen de pie, otros que no hablan, y algunos que mantienen el
cuerpo en la postura del héroe.[1].
Algunos viven con solo un bocado de comida, o como mucho con siete bocados.
Algunos comen solo una vez al día, algunos como solo una vez cada veinticuatro
horas, mientras que otros comen solo una vez cada cuatro, cinco, o seis días.
[249] Otros ayunaban durante una quincena o durante un mes, de acuerdo a la
Luna.
Algunos se
vestían con las plumas de los buitres o de los búhos, mientras que otros se
vestían con cortezas, hierba muñja, corteza de asana, hierba de darbha o de
valvaja. Otros vestían mantos hechos con pelo de camello, de cabra, crines de
caballo, o simplemente de cuero; otros se ponían telas húmedas. Algunos dormían
en taburetes, o en el agua; mientras que otros dormían sobre cenizas, o sobre
rocas, grava, tablas, espinas, hierba, o palos. Otros duermen con sus cabezas
hacia el suelo, en cuclillas, o sobre el suelo. Hay también algunos que visten
uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, o más piezas de confección;
mientras que otros iban desnudos. Había algunos que tenían un ritual para el
baño, y otros que hacían un ritual no
bañándose nunca. Había algunos que dejaban largos sus cabellos, uñas, y barbas;
mientras que otros recogían su pelo en un moño en lo alto de sus cabezas.
También había algunos que subsistían
ingiriendo tan solo una baya de junípero, una semilla de sésamo, o un
grano de arroz.
Algunos
cubren sus cuerpos con cenizas, hollín, polen de flores muertas, polvo de
carbón, suciedad, y barro. Otros se adornan con piel humana, juncos,
cabelleras, uñas, harapos, costillas, y calaveras. Beben agua caliente, el agua
desechada después de lavar el arroz, agua filtrada a través de una manta, y el
agua de lavar los platos. Algunos usan carbones para tiznarse, algunos se
pintan con minerales, y otros llevan ropas de color azafrán. Algunos portan
tridentes, y otros se afeitan la cabeza. Algunos llevan vasos para agua, otros
un cráneo y una porra.
¡De todas
estas formas consideran estos insensatos que están llevando una conducta pura!
Algunos inhalan humo y fuego; miran al Sol, y realizan el ritual de los cinco
fuegos. Se quedan quietos sobre un solo pie, permanecen con un brazo levantado,
entierran una pierna, se quedan en un
solo sitio. Esas eran las dificultades que ellos soportan.
Caminan
sobre paja ardiendo, y sobre otras substancias ardientes. Caminan sobre
carbones ardientes, sobre fuego ardiente, sobre piedras calientes, y agua
escaldante. Algunos van a las orillas de un río sagrado y mueren allí. Siguen
el curso de esas prácticas.
Creen que
alcanzan la pureza recitando om, vasat, svadhā, svāhā; las
bendiciones, las colecciones de alabanzas, o invocaciones; repitiendo mantras o
dharanis; o por medio de la práctica de la meditación. Considerándose puros,
toman refugio y rinden homenaje a seres que creen que son esenciales, tales
como Brahma, Indra, Rudra, Visnú, Devī, Kumara, Mātr, Katyāyanī, Chandra,
Āditya, Vaisravana, Varuna, los Vāsus, los Asvins, nagas, yaksas, gandharvas, asuras,
garudas, kinnaras, mahoragas, raksasas, bhūtas, kumbhāndas, pretas, ganas, antepasados,
pisācas, devarsis, rājarsis, y brahmarsis.
También
toman refugio en los elementos, tales
como el elemento tierra, agua, fuego, aire, y espacio. Buscan sus lugares de
refugio en las montañas, ríos, en las fuentes de los ríos, lagos, estanques,
embalses, océanos, represas, estanques de lotos, y manantiales; en árboles,
arbustos, enredaderas, hierba, y troncos de árboles; en corrales de vacas,
cementerios, cruces de caminos donde se encuentran cuatro carreteras, y en
mercados. Rinden homenaje a las casas, columnas, y rocas; a las porras,
espadas, arcos, hachas, picas, y tridentes. También creen que el yogurt, la
mantequilla, semillas de mostaza, cebada, guirnaldas, la hierba dūrvā, las
joyas, el oro, la plata, [250] y otros artículos resultan auspiciosos.
En esto es
en lo que confían estos Tirthikas debido a su miedo a la existencia cíclica.
Haciendo eso, algunos piensan: “Debido a estos métodos, en la próxima vida iremos
al cielo, y encontraremos la emancipación final.” Y de este modo, ellos van
perdidos transitando en caminos erróneos. Buscan refugio en aquello que es
incapaz de ofrecer protección. Toman por
auspicioso aquello que no lo es. Toman por puro aquello que no es puro.
Sin
embargo, si yo alcanzo una maestría completa en las prácticas prescritas y en
las austeridades, todas las visiones contrarias serán suprimidas. Yo demostraré
entonces a esa gente, quienes no prestan atención al resultado de sus acciones,
lo inexorable de la fructificación de las acciones. Y en cuanto a los dioses
residentes en los reinos de la
concentración meditativa y de la forma, si yo puedo demostrar una concentración
meditativa superior, llegarán a interesarse.
Monjes,
acorde con esos pensamientos, el bodhisatva comenzó ahora un periodo de seis
años en los que las difíciles prácticas prescritas y las penurias fueron de una
dificultad intensa, las más duras de todas las prácticas difíciles. La razón
para llamar a esto “práctica difícil[2]”
es porque es extremadamente difícil, y por tanto es descrito en esos términos.
Excepto un bodhisatva que esté viviendo su última existencia, y que permanece
en la meditación de la ecuanimidad que lo interpenetra todo, no hay nadie, ni
humano ni no humano, que sea capaz de soportar esas penurias.
Esta
absorción meditativa es llamada la ecuanimidad que lo interpenetra todo[3],
porque como el bodhisatva permaneció en la ecuanimidad en el cuarto nivel de
concentración, desde el mismo principio todos los movimientos respiratorios se
ralentizaron y llegaron a parar; y la absorción era no conceptual. No había
actividad de pensamiento, ni movimiento, ni actividad conceptual, ni cambio;
sin embargo lo penetraba todo y no dependía de nada. Previamente, ningún
erudito, maestro, realizador solitario, o bodhisatva que hubiera adoptado esa
conducta, había alcanzado semejante absorción. Esta absorción es semejante al
espacio, porque al igual que el espacio-el cual es inmóvil, sin causa, y sin
cambio-no hay ningún sitio en que no esté presente. Es similar al espacio de
esta forma, y por tanto es descrita como tal.
Monjes, de
esta manera, el bodhisatva proyectó verdaderas maravillas a la gente mundana.
Lo hizo para quebrar la satisfacción orgullosa de los practicantes extremistas,
para vencer los ataques de los oponentes, [251] para atraer a los dioses, y
para corregir las visiones nihilistas y eternalistas, quienes no tienen en cuenta
los efectos de las acciones. El también lo hizo para manifestar los resultados
de la acumulación de mérito, para enseñar los resultados de la sabiduría, para
diferenciar los niveles de concentración, para demostrar el poder y la fuerza
del cuerpo y desarrollar el coraje mental. Por esas razones el bodhisatva se
sentó sobre la tierra áspera, cruzó sus piernas, y comenzó a castigar y
atormentar su cuerpo a través de su resolución mental.
Monjes, yo
atormenté y castigué mi cuerpo durante ocho noches de invierno. El sudor corría
desde mis sobacos y mi frente. Conforme el sudor caía en el suelo, las gotas se
transformaban en escarcha, y cuando se calentaban, se evaporaban. Era como una
persona fuerte que coge a otra muy débil por el cuello, y la estrangula. De esa
forma, monjes, era como mi mente castigaba y atormentaba mi cuerpo, de forma
que el sudor corría desde mis sobacos y frente, y conforma caía en el suelo,
las gotas se transformaban en escarcha, y cuando se calentaban, se evaporaban.
Monjes,
llegado a ese punto, pensé: “Ahora debería de practicar la concentración que lo
penetra todo.” Y cuando hice eso, cesaron la inhalación y exhalación a través
de mi boca y nariz. Entonces vino un gran ruido de las dos aberturas de mis
oídos, ruidos fuertes, ruidos grandes, como los cuando los fuelles de una
herrería son accionados. Monjes, durante todo ese tiempo en el que no hubo
ningún movimiento de la respiración a través de mi boca y nariz, en mis oídos
estaba este ruido alto y fuerte.
Monjes,
entonces yo continué pensando: “Yo debería de practicar la absorción meditativa
que lo penetra todo.” Puesto que mi boca, nariz, y oídos estaban bloqueados,
[252] la respiración subió dentro de mi cráneo, y sentí como si alguien
estuviera pinchando mi cráneo con una lanza afilada. Monjes, de esta manera,
puesto que mi boca, nariz, y oídos estaban bloqueados, mi inspiración y
exhalación empujaban hacia arriba y golpeaban mi cráneo.
Algunos
hijos de los dioses se dieron cuenta del sufrimiento del bodhisatva, y
comentaron: “¡Oh, no! ¡Parece que el joven Siddhartha está muriendo!”
Otros
comentaron: “No, no está muriendo. Esto es simplemente la forma en la que los
dignos de veneración permanecen en la absorción meditativa.”
Con motivo
de esta ocasión, ellos cantaron estos versos:
“¡Qué
pueda este hijo del rey de los Sakya,
Quien
no ha cumplido su propósito aquí, en este bosque;
No
morir sin llegar a culminar su propósito,
Y
dejar a los Tres Reinos sufriendo y sin defensor!
¡Oh,
no! Tu eres el ser imprescindible, y tu compromiso es fuerte.
Protector,
previamente en el Cielo de Tushita tú nos invitaste
A
oír el regalo del Dharma sagrado.
Pero
ahora, ¿Dónde está tu determinación, Ser Puro?”
Estos
hijos de los dioses se marcharon entonces hacia el Cielo de los Treinta y Tres,
para ver a los dioses; y dijeron a Māyādevī: “Parece que el joven príncipe está
a punto de morir.”
Māyādevī
se reunió con un grupo de hijas de los dioses, y al llegar la medianoche ellas
se dirigieron hacia la orilla del Río Nairañjanā, donde estaba morando el
bodhisatva. Ella vio cómo se había quedado de delgado el bodhisatva, y parecía
que estaba muerto. Después de ver esto, se llenó de lágrimas, y comenzó a
sollozar. Entonces ella cantó estos versos:
“Hijo
mío, cuanto te alumbré en el Jardín de Lumbini,
Como
un león, sin ayuda, tú diste siete pasos al frente.
Miraste
en las cuatro direcciones, y dijiste estas bellas palabras:
“Este
es mi último nacimiento.” Estas palabras nunca podrán cumplirse. [253]
Asita
predijo que tú serías un Buda en este mundo;
Pero
su predicción estaba equivocada, pues él no previó la impermanencia.
Hijo
mío, tu si siquiera has disfrutado de los esplendores de un monarca universal,
Y
ahora estás muriendo en este bosque, sin haber alcanzado la iluminación.
¿A
quién puedo dirigirme para pedir ayuda para ti, hijo mío?
¿A
quién le lloraré en mi dolor?
¿Quién
devolverá la vida a mi único hijo?
¿Quién
está apenas vivo?”
El
bodhisatva contestó:
“¿Quién
eres mujer, que estás llorando con el corazón roto;
Tú
que estás tirándote del cabello, y destruyendo una belleza sin par;
Lamentándose
tan intensamente por tu hijo,
Y
arrojándote en el suelo?
Māyādevī
dijo:
“¡Oh,
hijo! Soy yo, tu madre;
La
que durante diez meses
Te
llevó en su vientre como a un diamante.
Y
es quien ahora llora con desesperación.”
Entonces,
para consolarla, el bodhisatva le dijo: “En cuanto a afligirte por tu hijo, no
hay necesidad de preocuparse. Tus trabajos valdrán la pena. Indudablemente,
renunciar al mundo para conseguir la Iluminación, está lleno de significado. Lo
que predijo el brahmín Asita se convertirá en verdad. Similarmente, la
predicción de Dīpamkara sucederá.
Es posible
que el mundo llegue a romperse en cien pedazos, y que la cumbre enjoyada del
Monte Meru pueda caer dentro del océano; el Sol, la Luna, y las estrellas pueden
caerse al suelo. No obstante, mientras quede un solo ser humano, no moriré. Por
tanto no te angusties, pues antes de que pase mucho tiempo tú contemplarás la
iluminación de un Buda.”
Tan pronto
como Māyādevī oyó esto, ella se alegró en sobremanera, y todo el vello de su
cuerpo se erizó. Roció al bodhisatva con flores de mandarava, y lo circunvaló
tres veces. Entonces, acompañada por música celestial, retornó a su morada.
[254]
Monjes,
llegado a ese punto, yo pensé: “Puesto que algunos ascetas y brahmines creen
que uno se purifica comiendo muy poca comida, yo también tengo que ser
diligente en el ayuno.” Monjes, entonces yo me di cuenta de que, por
consiguiente, debería de vivir comiendo una sola baya de junípero, y evitando
el comer dos. Monjes, podéis pensar que en aquella época las bayas de junípero
eran mayores que ahora, pero no es así. Eran tal como son ahora.
Monjes,
como yo comencé a subsistir con solo una baya de junípero, sin ingerir nunca
una segunda, mi cuerpo llegó a estar extremadamente débil y demacrado. Monjes,
mis miembros y articulaciones comenzaron a parecerse a los nudos de la planta
de āsītakī o a la planta kālā. El costado de mi tórax parecía la cola de un
cangrejo. Parecía un viejo establo para caballos o elefantes donde se han
derrumbado dos lados y quedan a la vista los cabrios interiores. El interior de
mi pecho era visible desde ambos lados de mis costillas. Mi espina dorsal
parecía desigual y escabrosa, como una trenza de pelo con todos sus puntos
altos y bajos.
Similarmente
a una calabaza amarga que ha sido cortada demasiado temprano, que se marchita,
se seca, y desarrolla grietas, del mismo modo mi cabeza comenzó a marchitarse,
secarse, y desarrollar grietas. Lo mismo que un manantial al final del verano,
en el que ya no se reflejan las estrellas y que es difícil de ver, las órbitas
de mis ojos se habían hundido en mi cabeza, y eran apenas visibles. Mis piernas
parecían las de una cabra o camello, y lo mismo sucedía con mis sobacos,
barriga, pecho y demás.
Monjes,
cuando yo intenté en aquel momento tocar mi vientre con mis manos, lo que
realmente terminé tocando fue mi espina dorsal. Cuando intentaba levantarme,
estaba tan doblado que caía de espaldas. Cuando finalmente conseguí levantarme,
[255] y limpié mi cuerpo cubierto de polvo con mis manos, todo el vello de mi
cuerpo cayó al suelo. Antes mi complexión había sido hermosa y delicada, pero
ahora su brillo había desaparecido debido al haberme involucrado en grandes
austeridades.
Y la gente
que vivía en las aldeas cercanas al lugar donde yo practicaba, decían: “¡Oh, el
asceta Gotama se ha vuelto negro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama es de color
azul oscuro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama tiene el color del pez madgura! Su
antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”
Monjes,
entonces yo pensé: “Yo tengo que aplicarme más, y comer incluso menos.” Yo me
di cuenta de que necesitaba comer un solo grano de arroz, y no un segundo.
Monjes, podéis pensar que los granos de arroz de aquel tiempo eran mayores que
ahora, pero no es así. Eran tal como son ahora.
Monjes,
como yo vivía con un solo grano de arroz, mi cuerpo se puso más flaco
rápidamente, y la gente comenzó a decir: “¡Oh! ¡Realmente el asceta Gotama se ha
vuelto negro! ¡Habéis visto, es tan oscuro! ¡El asceta Gotama tiene el color
del pez madgura! Su antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”
Monjes,
llegado a ese punto, pensé: “Tengo que dedicarme a comer incluso menos que
esto.” Me di cuenta de que podía vivir con una sola semilla de sésamo, evitando
comer una segunda. Lo mismo que antes, mi cuerpo fue adelgazando más y más, y
la gente continuaban comentando cómo
había desaparecido mi antigua complexión hermosa y brillante.
Monjes,
entonces yo pensé: “Hay algunos ascetas y brahmines que creen que son
purificados por medio de abstenerse
completamente de ingerir cualquier tipo de comida. Yo también debería de dejar
de ingerir cualquier tipo de alimento.” Monjes, entonces yo empecé un ayuno
completo. Monjes, como yo ahora comencé a vivir sin ningún tipo de alimento, mi
cuerpo llegó a estar extremadamente débil y demacrado. Monjes, gradualmente mis
miembros y articulaciones se fueron haciendo gradualmente dos, tres, cuatro,
cinco, y finalmente diez veces más delgados que los nudos de las plantas de
āsītakī y kālā. Las costillas de mi tórax parecían la cola de un cangrejo;
[256] y parecían como un establo derrumbado con los cabrios expuestos en cada
lado. Mi espina dorsal parecía un mechón de pelo trenzado. Mi cráneo parecía
una calabaza rota. Mis ojos parecían estrellas brillando en un profundo
manantial. Monjes, siempre que pensaba que tenía que levantarme, intentaba
hacerlo, pero mi cuerpo estaba tan encorvado, que siempre caía. Cuando finalmente
conseguí levantarme con gran esfuerzo, y limpié con mis manos el polvo de mi
cuerpo, el vello de mi cuerpo, con las raíces podridas, cayó al suelo. Anteriormente
mi complexión había sido hermosa y tersa, pero ahora había desaparecido su
brillo debido a mis esfuerzos en las austeridades extremas.
Y la gente
que vivía en las aldeas cercanas al lugar donde yo practicaba, decían: “¡Oh, el
asceta Gotama se ha vuelto negro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama es de color
azul oscuro! ¡Oh, realmente el asceta Gotama tiene el color del pez madgura! Su
antigua complexión hermosa y brillante ha desaparecido.”
Durante
este tiempo, el Rey Suddhodana enviaba un mensajero cada día para ver al
bodhisatva. Monjes, de esta manera, el bodhisatva proyectó verdaderas maravillas
a la gente mundana. Lo hizo para quebrar la satisfacción orgullosa de los
practicantes extremistas, para vencer los ataques de los oponentes, para atraer
a los dioses, y para corregir las visiones nihilistas y eternalistas, quienes
no tienen en cuenta los efectos de las acciones. Vivió de una sola semilla de
sésamo, de una sola baya de junípero, y de un solo grano de arroz para
manifestar los resultados de la acumulación de mérito, para enseñar los
resultados de la sabiduría, para diferenciar los niveles de concentración. De
esta manera el mostró privaciones durante seis años sin que flaqueara su resolución.
El
bodhisatva siguió sentado con las piernas cruzadas durante seis años.
Simplemente se sentó tal como estaba, sin renunciar a su actividad. Cuando calentaba
el Sol, el no buscaba la sombra. Cuando la sombra caía sobre él, no buscaba el
Sol. Nunca buscó refugio ante el viento, el Sol, y la lluvia. Nunca espantó a
los mosquitos, abejas, y serpientes venenosas. No defecó, orinó, escupió, o
limpió su nariz. Ni extendió o recogió sus miembros. Nunca se acostó sobre su
vientre, costado, o espalda.
La estación
cálida, el invierno, y el otoño con sus grandes nubes, tormentas, lluvia, y
relámpagos [257] todos ellos atacaron el cuerpo del bodhisatva. De hecho, el bodhisatva ni siquiera utilizó
sus manos para protegerse. No bloqueó sus sentidos, y no obstante no seguía
tras los objetos de los sentidos. Aquellos que pasaban por donde estaba el
bodhisatva, tales como los chicos y chicas de las aldeas, los pastores de
bueyes, los pastores de vacas, quienes reunían hierba, quienes buscaban leña, y
los que estaban buscando boñigas, todos pensaban que era un demonio hecho de
polvo.
Así pasó
el bodhisatva seis años, durante los cuales su cuerpo llegó a estar
extremadamente débil, endeble, y demacrado. Cuando la gente metía hierba o
algodón en sus oídos, esta asomaba por sus narices. Cuando hacían lo mismo con
sus narices, la hierba o algodón salían por sus oídos. Cuando colocaban cosas
en sus oídos, estas salían por la boca. Y cuando metían cosas en su boca, estas
salían por sus oídos y nariz. Las cosas metidas en sus orificios nasales
sobresalían por sus oídos, nariz, y boca.
Los
dioses, nagas, yaksas, gandharvas, asuras, garudas, kinnaras, y mahoragas,
quienes eran testigos de las cualidades del bodhisatva, velaban por él día y
noche, haciendo ofrendas y realizando aspiraciones. Mientras el bodhisatva
practicó austeridades durante seis años, 1.2 trillones de dioses y humanos
fueron madurados en los Tres Vehículos.
Con
respecto a esto, se dice:
“El
bodhisatva abandonó su hogar,
Poseyendo
todas las buenas cualidades.
Para
beneficiar a los seres
Dio
lugar a medios hábiles.
En
la época de las cinco degeneraciones,
Cuando
la gente estaba inclinada hacia las doctrinas mundanas,
Yo
nací en la tierra de Jambudvipa,
Donde
la gente dotada de ocio practica el Dharma. [258]
Esta
tierra está llena de Tirthikas,
Gente
necia que orgullosamente se exhiben,
Gracias
a las torturas que ellos se infligen en sus cuerpos,
Creyendo
que haciendo eso están purificando sus mentes.
Caminan
dentro del fuego, y se arrojan a barrancos;
Desnudos,
cubren sus cuerpos con polvo y cenizas.
Para
atormentar su cuerpo completamente
Realizan
el ritual de los cinco fuegos[4].
Algunos
repiten mantras,
Algunos
lamen sus manos después de comer;
Algunos
rechazan la comida ofrecida en recipientes;
Otros
rechazan ofrendas cerca de puertas y pilares.
Algunos
rechazan las ofrendas hechas donde hay un perro;
O
rechazan los lugares en los que se les dice que esperen o se queden;
Tras
recibir la ofrenda de una sola casa,
Ellos
piensan que ya se han purificado.
Algunos
rechazan la mantequilla, aceite de sésamo, miel, y melazas;
Otros
no comen leche, cuajada, carne, y pescado;
Comiendo
solo grano syāmaka y vegetales;
Otros
comen solo semillas de gardūla y brotes de arroz, y raíces de loto.
Algunos
solo comen raíces, hojas, y frutas;
Y
visten tejidos de hierba kusa, pieles, o fieltro;
Otros
vagan desnudos, y neciamente dicen:
“Aquí
está la verdad, y lo demás es falsedad.”
Algunos
mantienen sus manos en alto,
Y
llevan su pelo anudado en un moño en lo alto de su cabeza.
Habiendo
perdido completamente su camino,
Desean
el sendero a la felicidad, y no obstante siguen un camino erróneo.
Duermen
sobre camas de hierba, palos, o ascuas;
Duermen
sobre espinos, o sentados erguidos;
Algunos
permanecen siempre sobre una pierna,
Mirando
fijamente al Sol y la Luna.
También
veneran los manantiales, lagos, y estanques;
El
océano, ríos, el Sol, y la Luna;
Los
árboles, y los picos de la montaña;
Las
rocas y el suelo.
Esos
necios utilizan métodos muy diferentes,
Intentando
purificar sus cuerpos.
Debido
a sus visiones erróneas
Caerán
rápidamente en los reinos inferiores.
Las
intensas privaciones
En
las que ahora intento involucrarme
Consistirán
de austeridades, disciplina, y adversidades
Que
ningún dios o humano pueden realizar. [259]
Yo
me aplicaré en la concentración Āsphānaka,
Cuya
base es tan sólida como un diamante;
Una
concentración que es inaccesible
Incluso
para los Realizadores Solitarios.
En
este mundo existen dioses y humanos
Que
se deleitan en las erróneas prácticas de los Tirthikas;
Para
llevarlos a la madurez completa
Yo
practicaré las austeridades dificultosas.
Sentado
con las piernas cruzadas
Sobre
el suelo desnudo,
El
mostró la forma de subsistir con
Una
sola baya, semilla de sésamo, o grano de arroz.
Cortando
completamente la inhalación y exhalación,
Sin
moverse, mostró su fuerza.
Durante
seis años practicó la concentración Āsphānaka
La
concentración que lo penetra todo.
Sin
investigación o conceptualización
Esta
meditación es inmutable y estable
Y
lo penetra todo igual que el espacio;
El
se aplicó a esta concentración Āsphānaka.
El
nunca se movió del Sol hacia la sombra,
Ni
de la sombra hacia el Sol.
Inmutable
como el Monte Meru,
El
se aplicó a esta concentración Āsphānaka.
El
no se protegió contra el viento y la lluvia,
Ni
contra los mosquitos, las serpientes venenosas, o las abejas.
Con
una práctica inamovible
El
se aplicó a esta concentración Āsphānaka.
El
se aplicó a esta concentración Āsphānaka
No
solo para su propio beneficio.
Lleno
de compasión hacia los demás
Practicó
para conseguir el beneficio de ellos.
Sin
embargo, los chicos de las aldeas y los pastores,
Y
aquellos que reunían hierba y madera,
Pensado
que era un demonio hecho de polvo,
Lo
cubrieron de tierra.
Ellos
incluso lo cubrieron con substancia impuras,
Y
le hicieron daño de varias formas.
No
obstante, permaneció inmóvil y calmo,
Aplicándose
a esta concentración Āsphānaka.
El
no se levantó o se acostó,
Ni
tampoco hizo nada para proteger su cuerpo.
No
defecó, ni orinó;
El
sonido no lo perturbaba, ni desvió su mirada. [260]
Su
carne y sangre se fueron secando,
De
forma que los huesos y tendones se notaban a través de su piel.
Su
espina dorsal podía notarse a través de su vientre,
Como
si fuera un mechón de pelo trenzado.
Los
dioses, asuras, yaksas, gandharvas, y nagas
Que
lo estaban guardando
Rendían
homenaje día y noche,
A
quien poseía grandes cualidades.
Y
ellos expusieron esta plegaria: “¡Que nosotros podamos ser como aquel
Que
con la concentración que lo penetra todo,
Se
aplica en la meditación Āsphānaka, la absorción meditativa
Que
es la apertura del espacio que todo lo interpenetra!”
El
no practica para sí mismo,
Ni
para degustar el gozo de la concentración,
Sino
que lo hace para el beneficio de los demás,
Motivado
por la compasión hacia los otros.
El
venció los ataques de sus oponentes,
Eclipsó
las mentes débiles de los Tirthikas.
Las
acciones y hechos que fueron descritos por Kāshyapa
Estaban
siendo mostrados ahora.
Esta
iluminación era la misma que la iluminación de Krakucchanda;
Y
es difícil de conseguir incluso a lo largo de muchos eones.
Para
beneficiar a la humanidad
El
se aplicó a la concentración Āsphānaka.
Hubo
1.2 trillones de dioses y humanos
Que
fueron guiados en los Tres Vehículos.
Fue
para su bien por lo que “el de intelecto excelente”
Se
aplicó a esta concentración Āsphānaka.
Esto concluye el Capítulo Diecisiete, sobre “La práctica de las
austeridades.”