Monjes,
tales fueron las numerosas demostraciones que los otros bodhisatvas
manifestaron en el asiento de la iluminación, como homenaje al bodhisatva. Y el
propio bodhisatva hizo visibles en el asiento de la iluminación todas las
manifestaciones que adornaron el asiento de la iluminación de los Budas del
pasado, presente, y futuro en todos los campos búdicos de las diez direcciones.
Monjes,
como el bodhisatva se había sentado ahora en el asiento de la Iluminación,
pensó: “Mara es el señor supremo, y quien ejerce el dominio sobre el Reino del
Deseo; el demonio más poderoso y malvado. [300]No sería correcto alcanzar la
Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación, sin informarle antes. Así que
ahora yo deberé llamar a Mara, el maligno. Una vez que lo haya conquistado,
también lo serán todos los dioses del Reino del Deseo. Además, en el séquito de
Mara hay algunos hijos de los dioses que anteriormente habían creado algunas raíces
de virtud. Cuando ellos sean testigos de mi proyección pareciendo un león,
dirigirán sus mentes a la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación.”
Monjes, tan pronto como el bodhisatva tuvo ese
pensamiento, del pelo situado en su entrecejo surgió un rayo de luz llamado “la
luz que conquista todas las congregaciones demoníacas.”
Tan pronto como apareció este rayo, todos los dominios de Mara en los tres mil
grandes miles de mundos se oscurecieron aún más, y temblaron. De hecho todo el
gran macrocosmos de tres mil miles de mundos fue bañado por esa luz.
De esa luz
surgió una voz que llamaba a Mara, el maligno:
“Hay
un ser puro que ha realizado acciones virtuosas durante eones;
Como
hijo de Suddhodana, ha abandonado su reino;
Ha
aparecido como un benefactor que busca la inmortalidad.
Ha
llegado al árbol de la Iluminación, ¡Así que deberías hacer un esfuerzo ahora!
Habiendo
cruzado él, causa que otros lo crucen;
Habiéndose
liberado, también libera a los otros.
Habiendo
encontrado alivio, da alivio a los otros;
Habiendo
ido más allá del sufrimiento, hace que otros trasciendan el sufrimiento.
El
vaciará totalmente los tres destinos inferiores,
Y
llenará la ciudad de dioses y humanos [301]
Él,
el Benefactor, alcanzará la inmortalidad;
Y
dará las absorciones, los conocimientos superiores, la inmortalidad, y
felicidad.
El
vaciará tus dominios, ¡Oh, maligno!
Tu
ejército perderá su poder, te quedarás sin ejército y sin aliados.
Cuando
el Surgido de sí mismo, por su naturaleza, haga caer la lluvia del Dharma,
No
sabrás qué hacer o dónde ir.”
Monjes,
entonces Mara, el maligno, se excito debido a esas palabras, y tuvo un sueño en
el que aparecieron treinta y dos presagios. ¿Y cuáles son estos treinta y dos?
Son los siguientes: 1) vio como su morada se llenó de oscuridad; 2) su morada
se llenó de polvo, y quedó con un suelo irregular esparcido de guijarros; 3)
asustado, lleno de miedo y terror, salió volando en las diez direcciones; 4)
perdió su diadema, y sus pendientes se cayeron al suelo; 5) sus labios, cuello,
y boca se secaron; 6) su corazón latía muy rápido; 7) las hojas, flores, y
frutos se secaron en su parque; 8) sus estanques de lotos se vaciaron de agua y
se secaron; 9) todas las aves, tales como cisnes, grullas, pavos reales, cucos,
kunālas, faisanes, etc., vieron dañadas sus alas; 10) todos sus instrumentos
musicales, tales como su tambor, caracola, tambor de arcilla, pandero, laúd,
arpa, címbalos, y pandereta, se rompieron, quedaron hechos pedazos, hechos
trizas, cayendo al suelo; 11) sus queridos amigos y su séquito lo abandonaron,
sus rostros se deprimieron, mientras él se quedó al margen y se puso
melancólico; 12) Su reina, Mārinī, su consorte principal, cayo de su cama al
suelo, y comenzó a golpear la cabeza con sus puños; 13) de entre sus hijos, aquellos
que eran más diligentes, poderosos, gloriosos, e inteligentes se postraron ante
el bodhisatva, quien estaba sentado en el supremamente sagrado asiento de la
iluminación; 14) Sus hijas sollozaban y gritaban: “¡Oh, no, padre; oh, no,
padre!”; 15) se vio vestido con ropas sucias; 16) con su cabeza cubierta de
polvo, y su rostro descolorido y pálido, se vio carente de toda fuerza vital;
17) su palacio, con sus corredores, luceras, y pórticos se vio lleno de polvo,
y derrumbado; 18) todos sus generales de los mundos de los yaksas, rāksasas,
kumbhāndas, y gandharvas colocaron sus manos sobre sus cabezas, y partieron
volando mientras lloraban y suspiraban; 19) todos los regentes existentes entre
los dioses del Reino del Deseo-Dhrtarāstra, Virūdhaka, Virūpāksa, Vaisravana,
Sakra, Suyāma, Santusita, Sunirmānarati, Vasavartin, y otros-fueron vistos por
Mara, el maligno, escuchando atentamente al bodhisatva con sus cabezas vueltas
hacia él; 20) en el medio de la batalla, su espada no pudo ser desenvainada de
su funda, y él mismo estaba incómodo y quejumbroso; 21) su séquito lo abandonó;
22) sus vasos llenos de artículos auspiciosos cayeron dentro de un hoyo; 23) el brahmín Nārada pronunció una
maldición; 24) el portero Ānandita gritó lleno de dolor; 25) el toldo del cielo
se cubrió de oscuridad; 26) la diosa Srī, quien vive en el Reino del Deseo,
comenzó a llorar; 27) sus facultades se volvieron ineficaces; 28) perdió sus
aliados; 29) sus celosías de joyas y perlas no emitían sonido, se deshicieron,
rompieron, y cayeron al suelo; 30) todas sus moradas se oscurecieron; 31) los
árboles y los torreones de sus palacios se rompieron y cayeron; 32) todo el
ejército de Mara fue destruido en una confrontación.
Monjes,
estos fueron los treinta y dos presagios que aparecieron en los sueños de Mara,
el maligno.
Cuando
Mara despertó de este sueño, estaba tan aterrado que convocó a todos los
miembros de su familia. Cuando vio que todos se habían llegado junto con sus
ejércitos, su séquito, sus generales, y sus porteros, se dirigió a ellos con
estos versos:
“Cuando
Mara vio estos presagios, se sintió preocupado.
Convocó
a [303] Simhahanu, el capitán de los demonios,
Y
a sus hijos y séquito,
Entonces
el maligno dijo a todos ellos:
“Yo
oí hoy como estos versos se oían provenientes del cielo:
“Entre
los Sakya ha nacido un ser que está adornado con las marcas perfectas,
Ha
practicado grandes austeridades durante seis años, y ahora ha llegado al árbol
de la Iluminación.”
¡Debéis
de hacer un gran esfuerzo!
Si
el bodhisatva alcanza el despertar por sí mismo,
El
despertará a billones de seres.
Cuando
alcance la inmortalidad y el estado calmado,
El
vaciará todos nuestros dominios.
¡Vamos!
¡Avancemos con el gran ejército!
¡Destruiremos
a ese monje que está bajo el rey de los árboles!
¡Rápido,
movilizad a los cuatro tipos de ejército!
Si
deseáis complacerme, no demoréis esto.
Aunque
el mundo pueda estar lleno de Arhats y de Realizadores Solitarios,
Mi
poder seguirá intacto cuando ellos pasen más allá del sufrimiento.
Sin
embargo, si él se llega a convertir en un Victorioso, en un Rey del Dharma,
El
nunca permitirá que sea rota la línea de incontables Victoriosos.”
Monjes, en
ese momento, un hijo de Mara, el maligno, llamado Sārthavāha, se dirigió a su
padre con estos versos:
“Padre,
¿Por qué tu rostro está tan triste y pálido?
Tu
corazón está agitado, y todos tus miembros tiemblan.
Vamos,
dime, que has oído, o de qué has sido testigo.
Descubramos
la verdad, y tracemos un plan.
Mara, a
quien su orgullo se le había desvanecido, dijo:
“Escúchame,
hijo. Yo he tenido un mal sueño,
Extremadamente
aterrador.
Si
yo contara todo aquí ahora, ante esta audiencia,
Os
desmayaríais y caeríais al suelo.”
Sārthavāha
dijo:
“Cuando
llega la hora de la batalla, la victoria no es una mala consecuencia;
No
obstante, para quien es matado, hay detrimento.
Si
en tu sueño aparece un presagio de esta clase,
Puede
que sea mejor dejarlo y no ir a la guerra, pues traería humillación.”
Mara
replicó:
“Uno
con determinación en su mente vencerá en la batalla,
Si
confiamos en la firmeza y la acción correcta, la victoria será nuestra.
Cuando
me vea a mí y a mi gente
Se
verá impotente, y se levantará y postrará a mis pies.”
Sārthavāha
dijo:
“Un
ejército puede ser muy grande, pero si es débil,
Puede
ser ganado en la batalla por un solo héroe poderoso.
Si
el universo estuviera lleno de luciérnagas,
Estás
podrían ser destruidas y eclipsadas por un solo Sol.” [305]
Además, dijo:
“El
que es orgulloso e ignorante no posee mucha perspicacia;
Si
tiene que enfrentarse con una persona inteligente, no es capaz de pensar con
efectividad.”
Monjes,
Mara, el maligno, no hizo caso de la advertencia de Sārthavāha. En vez de ello,
el reunió las cuatro clases de cuerpo de su vasto y poderoso ejército. Era un
ejército aterrador, tan valiente en el combate que los cabellos de todo el
mundo se erizaban. Nunca antes se había visto un ejército como ese, ni tan
siquiera se había oído hablar de él, en los mundos de los dioses y humanos. Los
soldados eran capaces de transformar sus rostros de un trillón de formas. En
sus brazos y piernas se deslizaban cientos de miles de serpientes; en sus manos
blandían espadas, arcos, flechas, dardos, lanzas, hachas, tridentes, porras,
astas, cachiporras, lazos, garrotes, discos, vajras, y arpones. Sus cuerpos
estaban cubiertos de bellas corazas y armaduras.
Algunos de
ellos tenían sus cabezas, manos, o pies vueltos hacia atrás; o sus ojos mirando
hacia atrás. Sus cabezas, ojos, y caras estaban en llamas. Sus barrigas, manos,
y piernas estaban deformadas, y sus caras rebosaban un ardor vehemente. Sus
bocas, con unos grandes colmillos, parecían retorcidas en su extremo; y sus
lenguas gruesas y grandes, eran tan bastas como el cuello de una tortuga, y parecía
una estera de paja, pendiendo de sus bocas.
Sus ojos
eran de un rojo llameante, como si desprendieran fuego, unos ojos que eran como
los de una serpiente negra, los cuales están rojizos debido al veneno. Algunos
de ellos vomitaban serpientes venenosas, mientras que otros, lo mismo que
garudas surgiendo del océano, cogían estas serpientes con sus manos y las
devoraban; algunos comían carne humana y bebían sangre, masticando brazos,
piernas, cabezas, e hígados humanos; y sorbiendo entrañas, heces, y vómito. Sus
cuerpos aterradores tenían muchos colores, tales como el marrón, azul, rojo,
negro, y amarillo llameante.
Algunos
tenían unos ojos grandes hundidos, como pozos. Otros tenían ojos saltones, ojos
que llameaban, o tenían las cuencas de los ojos desfiguradas. Algunos tenían
unos ojos muy grandes, que se movían rápido y chispeaban. Algunos llevaban en
sus manos montañas llameantes mientras utilizaban otras montañas como monturas.
Otros corrían hacia el bodhisatva transportando árboles que habían arrancado de
raíz.
Algunos
tenían orejas como las de las cabras, demonios, elefantes, o cerdos; o tenían
orejas colgantes. Otros carecían de orejas. Algunos tenían grandes vientres y
cuerpos enjutos, con sus huesos sobresaliendo. Tenían las narices partidas,
vientres que eran como barriles, y pies redondos como balones. [306] Su piel,
carne, y sangre se habían secado; y sus orejas, narices, manos, pies, ojos, o
cabezas habían sido cortados.
Algunos
estaban tan sedientos de sangre que se cortaban las cabezas unos a otros. Ellos
emitían sonidos desagradables, horrendos, terroríficos, y bruscos: “¡Phut phut, picut, phulu, phulu!” Otros
gritaban: “¡Acabemos con él! ¡Coged al mendicante Gautama, junto con su árbol!
¡Asegurémonos de que es capturado, cortado, acuchillado, atado, cogido,
acosado, cortado en pedazos, que se ha acabado con él, que está destruido!”
Estaban
desfigurados y causaban terror con sus espantosos rostros de zorros, chacales,
cerdos, burros, bueyes, elefantes, caballos, camellos, asnos salvajes, búfalos,
conejos, yaks, rinocerontes, y el león de ocho patas. Algunos tenían cuerpos de
animales, tales como leones, tigres, jabalíes, osos, monos, elefantes, gatos,
cabras, ovejas, serpientes, mangostas, peces, cocodrilos, lagartos, tortugas,
cuervos, buitres, búhos, y garudas.
Algunos
tenían cuerpos deformes. Algunos tenían solo una cabeza, pero había otros que
tenían dos o más, incluso hasta llegar a cien mil. Otros no tenían brazos.
Algunos solo tenían una sola pierna, mientras que otros podían llegar incluso a
las cien mil. Otros no tenían ninguna pierna. Algunos tenían serpientes
venenosas surgiendo de las aperturas de su cuerpo: oídos, boca, narices, ojos,
y ombligo. Amenazaban al bodhisatva bailando en torno suyo, y blandían sus muy numerosas
armas, tales como espadas, arcos, flechas, dardos, tridentes, hachas, discos,
picas, lanzas, vajras, jabalinas, y otras armas afiladas.
Algunos de
ellos llevaban collares de dedos humanos que ellos habían cortado y ensartado
juntos. Otros llevaban guirnaldas en los que habían ensartado huesos, manos, y
cráneos; y algunos tenían sus cuerpos cubiertos por serpientes venenosas.
Algunos sostenían calaveras y montaban sobre elefantes, caballos, camellos,
burros, y búfalos. Algunos de ellos tenían sus cabezas en la parte inferior, y
las piernas en la superior. Algunos tenían en sus cabezas cabellos que eran
como agujas; otros tenían pelo como los bueyes, burros, jabalíes, mangostas,
cabras, ovejas, gatos, monos, lobos, o chacales.
Estaban
vomitando serpientes venenosas, escupiendo pedazos de hierro, vomitando fuego,
y produciendo una ardiente lluvia de hierro y cobre. Enviaban lluvias con
truenos, lanzando rayos, [307] hacían caer lluvias de arenas ardientes, hacían
que se reunieran nubes negras, y que nacieran tormentas. Hacían caer lluvias
que consistían en grandes masas de flechas, trayendo la oscuridad, y
produciendo un sonido silbante según se acercaban al bodhisatva.
Algunos de
los guerreros hacían girar sus lazos, destruyeron grandes montañas; agitaron
los vastos océanos, saltaron sobre altas montañas, e hicieron temblar el Monte
Meru, el rey de los montes. Ellos llegaron corriendo de este modo, agitando sus
miembros en el aire y moviendo sus cuerpos. Gritaban y reían en voz alta,
palmeando y golpeando sus tórax, con sus cabellos desaliñados. Sus rostros
estaban amarillos, y sus cabezas llameaban, con sus cabellos extendiéndose
hacia arriba. Corrían impetuosamente alrededor, mirando aquí y allí con unos
ojos similares a los del zorro, intentando amedrantar al bodhisatva.
Unas
mujeres ancianas se aproximaron al bodhisatva, y le gritaron: “¡Oh no, hijo!
¡Oh no, hijo mío! ¡Levántate! ¡Rápido, levántate y huye!”Formas pavorosas de
demonios femeninos, comedores de carne, y espíritus hambrientos-con un solo ojo,
cojeando, y con hambre en sus ojos-corrían hacia el bodhisatva con los brazos
extendidos, las caras deformadas, lanzando gritos aterradores. Todas eran
pavorosas y aterradoras.
Ese
ejército de demonios formaba una gran multitud, extendiéndose hasta ochenta
leguas de distancia por cada lado. Similares a este ejército, había cientos de
trillones de ejércitos pertenecientes a los demonios residentes en el gran
macrocosmos de tres mil miles de mundos, los cuales se dispusieron en torno al
bodhisatva en dirección horizontal, y hacia arriba.
Respecto a
esto, se dice:
“Las
formas de yakshas, kumbhāndas, y mahoragas;
Y
también de raksasas, espíritus hambrientos, y comedores de carne,
Bajo
cualquiera de las formas que el mundo considera feas y fieras,
Habían
sido manifestadas mágicamente por esos seres sin escrúpulos.
Tenían
una, dos, tres cabezas;
Hasta
llegar a tener mil rostros.
Tenían
uno, dos, tres brazos,
Hasta
llegar a tener mil brazos.
También
había muchos con una, dos, tres piernas,
Incluso
había alguno con mil piernas. [308]
Algunos
tenían la cara azul y el cuerpo amarillo,
Otros
el rostro amarillo y el cuerpo azul.
Sus
caras y cuerpos no compaginaban,
Así
era aquel ejército de guerreros que se aproximaban.
Tenían
caras de tigres, serpientes, y cerdos;
Elefantes,
caballos, burros, y camellos;
Monos,
leones, y osos.
Así
eran los rostros del ejército que se acercaba.
Se
aproximaban muchos espíritus malevolentes aterrorizadores,
Con
el pelo completamente desaliñado, cabezas de oveja, huesos encorvados, y bocios.
Sus
cuerpos estaban empapados de sangre humana,
Así
eran los espíritus malevolentes que se aproximaban.
Sus
piernas eran como las de los antílopes;
Las
órbitas de sus ojos eran como los de los monos,
Sus
colmillos parecían los de un elefante,
Así
eran los semblantes del ejército que se acercaba.
El
tamaño de sus cuerpos es como el de un cocodrilo;
Sus
dos globos oculares están en llamas,
Sus
orejas son como las de una cabra.
Así
son los rostros del ejército que se aproxima.
Algunos
sostienen en sus manos un bastón,
Otros
blanden martillos, porras, y tridentes;
Algunos
sostienen al Monte Meru en sus brazos.
Estas
son las formas aterrorizadoras de los espíritus malevolentes que se acercan.
Ellos
empuñan hoces, blanden discos, y mueven sus ojos;
En
sus manos levantan grandes cumbres montañosas;
Y
traen tormentas y lluvias de rocas y meteoros.
Estos
son los espíritus aterradores que se aproximan.
Provocan
huracanes, hacen caer lluvias tormentosas;
Hacen
caer billones de rayos,
Rugen
con truenos, y sacuden los árboles.
Y
aún así, las hojas del árbol de la Iluminación permanecen quietas.
Las
lluvias caen provocando torrentes;
Los
ríos se desbordan e inundan las tierras;
Han
aparecido tantas cosas amedrentadoras
Que
incluso los árboles inanimados se caen.
Aunque
es testigo de estas formas terribles,
Todas
ellas feas y deformes,
Sin
embargo, “Aquel que posee las cualidades, las marcas, y el esplendor”,
Conserva
su mente inamovible, como el Monte Meru.
El
ve todos los fenómenos como una ilusión,
Como
un sueño, y como nubes.
Puesto
que él los ve de este modo, que es acorde al Dharma,
Establecido
en el Dharma, él medita con firmeza.
Quienes
piensan en “yo” y “mío”,
Y
se aferran al cuerpo y a los objetos,
Sentirán
miedo y estarán aterrorizados,
Puesto
que están atrapados por la ignorancia.
El
Hijo de los Sakya, ha realizado la verdad esencial
Que
es que todos los fenómenos surgen de forma dependiente, y carecen de realidad;
Con
una mente que es como el cielo abierto, él está bien;
Imperturbable
ante espectáculo del ejército de malévolos.”
Monjes,
entre los mil hijos de Mara, el maligno, había algunos, tales como Sārthavāha,
que comenzaron a tener devoción hacia mí, el bodhisatva.
Todos
ellos se juntaron al lado derecho de Mara, el maligno, mientras los partidarios
de Mara se posicionaron a su izquierda.
Ahora Mara
preguntó a sus hijos: “¿Qué tipo de ejército deberíamos de utilizar para vencer
al bodhisatva?”
Situado a
su derecha, Sārthavāha, el hijo de Mara, pronuncio estos versos a su padre:
“¿Querrías
despertar al líder de los nagas?
¿Querrías
despertar al líder de los elefantes? [309]
¿Querrías
despertar al líder de los animales?
Eso
es como querer perturbar al líder de los hombres en su placidez.”
De pie, a
su izquierda, Durmati, el hijo de Mara, replicó:
“Incluso
con solo vernos, el corazón de la gente se quema;
Y
les ocurre lo mismo al corazón de los grandes árboles.
Golpeado
por mi mirada, ¿Qué poder puede tener ese monje?
O
golpeado por la muerte, ¿Qué poder tendría él para vivir en este mundo?”
Desde el
lado derecho, Madhuranirghosa dijo:
“¿Qué
clase de corazón sólido tienen los árboles para eso?
Tú
dices: “Yo lo destruiré con solo mirarlo”, ¿Pero, puedes hacer eso?
Incluso
aunque pudieras destruir el Monte Meru con tu mirada,
No
podrías ni siquiera abrir tus ojos en su presencia.”
Y añadió:
“Cruzar
el océano utilizando solo las manos de uno,
Y
beber toda su agua es imposible para la gente.
No
obstante, mirar directamente a la cara inmaculada del bodhisatva
Es
incluso más difícil de hacer que todo eso.”
Desde el
lado izquierdo, Satabāhu dijo:
“Mi
cuerpo tiene mil brazos,
Y
utilizando solo uno de ellos soy capaz de disparar mil flechas.
¡Oh
padre, yo destruiré el cuerpo de ese monje!”
Se
feliz y ve sin demora.”
Desde el
lado derecho, Subuddhi dijo: [310]
“Si
resulta ventajoso tener mil brazos,
¿Por
qué no usar como armas los pelos del cuerpo?
Tú
puedes sostener una pica en cada una de tus manos,
Y
puedes usarlas todas, pero no te servirá de nada. ¿Por qué?
Porque
debido a su amor, el cuerpo de ese sabio
No
resulta afectado por el veneno, las armas, y el fuego.
Puesto
que el amor que él siente transciende el mundo,
Cuando
tú le dispares tus armas, estas se convertirán en flores.
Todos
los seres poderosos que habitan en el cielo, tierra, y aguas,
Sean
humanos o guhyakas, pueden empuñar sus espadas y hachas,
Pero
cuando se acercan al líder de los hombres, quien tiene la perfección de la
paciencia,
Todos
ellos pasan de ser muy fuertes a fuertes, y de fuertes a débiles.”
Desde el
lado izquierdo, alguien llamado Ugratejas gritó:
“Invisible,
yo entraré dentro de su cuerpo hermoso,
Y
entonces lo quemaré.
Lo
mismo que el fuego en el monte bajo
Quema
el tronco hueco y seco de un árbol.”
Desde la
derecha, Sunetra replicó:
“Tú
puedes quemar todo el Monte Meru,
Y
puedes entrar invisible dentro de la tierra.
Pero
su mente adamantina no puede ser quemada por gente como tú,
Incluso
aunque fuerais tan numerosos como los granos de arena del Ganges.
Puede
suceder que todas las montañas tiemblen,
Y
puede ser que se sequen todos los océanos.
También
es posible que el Sol y la Luna se caigan del cielo,
Y
puede ser que algún día la Tierra vuelva a fundirse.
Sin
embargo es imposible que quien se haya encaminado
Para
beneficiar al mundo, con una determinación firme,
Se
levante del pie del gran árbol
Antes
de que haya alcanzado el despertar.”
Desde la
izquierda, Dīrghabāhugarvita dijo:
“Aquí
mismo, ante ti,
Yo
puedo utilizar mis manos desnudas
Para
reducir a polvo
El
Sol, la Luna, y las estrellas. [311]
Yo
podría con toda facilidad
Coger
toda el agua que hay en los cuatro océanos.
Padre,
yo cogeré a ese monje
Y
lo lanzaré hasta el confín de los océanos.
¡Padre,
con este ejército tan bien dispuesto,
No
te sientas agraviado!
Yo
arrancaré de raíz el árbol de la Iluminación,
Y
lo esparciré por todos lados con mis manos.”
Desde el
lado derecho, Prasādapratilabdha, dijo:
“Tú
puedes asumir orgullosamente
Que
con tus manos puedes destruir
A
todos los dioses, asuras, y gandharvas;
Junto
con la tierra, las montañas, y los océanos.
Sin
embargo, incluso miles y miles de seres tan poderosos como tú,
Tantos
como granos de arena existen en el Ganges,
Serían
incapaces de mover un solo cabello
De
ese sabio bodhisatva.”
Desde el
lado izquierdo, Bhayamkara dijo:
“Padre,
para alguien que está situado en medio de un gran ejército,
¿De
qué sirve el miedo excesivo?
El
no posee un ejército. ¿Dónde están sus aliados?
¿Por
qué le temes?”
Desde el
lado derecho, Ekāgramati dijo:
“En
el universo, el Sol y la Luna no tienen ejército,
Y
el monarca universal y el león no tienen un ejército;
Similarmente,
este bodhisatva no tiene ejército,
Y
sin embargo es capaz de destruir a Namuci con una sola mano.”
Desde el
lado izquierdo, Avatārapreksin, dijo:
“El
no tiene lanzas, ni picas; no tiene porras o espadas;
No
tiene caballos, elefantes, carros, o soldados de infantería;
A
ese monje arrogante, que está sentado ahí,
Padre,
yo le daré muerte hoy, así que, por favor, no te preocupes.”
Desde el
lado derecho, Punyālamkāra dijo:
“Su
cuerpo no puede ser sacudido o destruido, lo mismo que el de Nārāyana,
Pues
lleva puesta una armadura de paciencia y sostiene la espada de la diligencia;
Su
corcel son las tres liberaciones,
y su arco es el conocimiento.
Padre,
con la fuerza de su mérito, él vencerá al ejército de Mara.” [312]
Desde la
izquierda, Anivartin, dijo:
“El
fuego que arde en las llanuras no se asusta de quemar la hierba;
La
flecha lanzada con maestría no puede ser parada por un experto,
El
rayo en el cielo no retrocede nunca,
Yo
no descansaré hasta que haya vencido al Hijo de los Sakyas.”
Desde el
lado derecho, Dharmakāma, dijo:
“Cuando
se encuentra con la hierba húmeda, el fuego se retira;
Cuando
la flecha golpea el pico de una montaña, esta rebota;
Cuando
el rayo golpea en la tierra, se hunde en ella,
Hasta
que el bodhisatva alcance la inmortalidad llena de paz, no retrocederá.
¿Por
qué? Padre, incluso si uno pudiera dibujar en el cielo,
O
reunir la mentes de todos los seres, tantas como existen, en una sola,
O
si pudieran atarse con una soga el Sol, la Luna, y el viento,
Padre
mío, nadie podría mover al bodhisatva del asiento de la iluminación.”
Desde el
lado izquierdo, Anupasānta, dijo:
“Con
el gran veneno de mi mirada, yo puedo quemar el Monte Meru;
Y
convertir en cenizas las aguas de los grandes océanos.
Así
que, padre, observa el asiento de la iluminación y a ese monje
Puesto
que ahora mismo convertiré en cenizas a ambos, con mi mirada.”
Desde el
lado derecho, Siddhārtha, dijo: [313]
“Tú
puedes ser capaz de llenar el mundo entero de veneno,
Y
hacer arder todo el gran universo de tres mil miles de mundos,
Sin
embargo, con una simple ojeada de “Quien es la fuente de todas las buenas
cualidades”
Tu
veneno perderá su toxicidad.
En
los Tres Reinos existen venenos sumamente potentes
Bajo
las formas del apego, enfado, y engaño.
Pero
ninguno de ellos puede ser encontrado ni en su cuerpo, ni en su mente,
Lo
mismo que el barro y el polvo no pueden encontrarse en el cielo.
Su
cuerpo, habla, y mente son puros;
Está
lleno de amor hacia todos los seres,
Y
no hay arma o veneno capaz de hacerle daño;
Así
que, padre, ¡Por favor, demos la vuelta!”
Desde el
lado izquierdo, Ratilola dijo:
“Yo
haré sonar miles de instrumentos
Y
enviaré a billones de hijas de los dioses bien ataviadas
Que
le excitarán y llevarán a nuestro exquisito harem,
Le
procuraré placer sexual y lo tendré bajo tu control.”
Desde el
lado derecho, Dharmarati dijo:
“El
solo encuentra deleite en los placeres del Dharma,
En
el gozo de la concentración, en el significado de la inmortalidad,
En
la alegría de liberar a los seres, y en la felicidad de una mente llena de
amor.
No
se deleita en los placeres de la pasión.”
Desde el
lado izquierdo, Vātajava dijo:
“Yo
puedo tragarme a la vez el Sol y la Luna,
Y
al viento que sopla en el cielo.
Padre,
yo cogeré a ese monje hoy mismo,
Y
lo haré volar como si fuera un puñado de cascarilla.”
Desde el
lado derecho, un hijo de Mara llamado Acalamati, dijo:
“Incluso
si todos los dioses y todos los humanos
Llegaran
a ser tan veloces y fuertes como tú,
Y
estuvieran reunidos en un mismo lugar,
Serían
incapaces de dañar a este ser incomparable.”
Desde el
lado izquierdo, Brahmamati dijo:
“Siendo
nuestros hombres una multitud tan brava,
El
no podrá hacer nada para herir nuestro orgullo.
Puesto
que todas las tareas son realizadas por equipos,
¿Cómo
podría herirte él por sí mismo?”
Desde el
lado derecho, Simhamati dijo: [314]
“Nunca
nadie ha visto a los leones sentados en el suelo formando una fila,
Quienes
tienen una mirada venenosa no forman equipos.
Los
seres resplandecientes que poseen coraje debido a la verdad,
Esos
líderes supremos de los seres, tampoco se congregan.”
Desde el lado
izquierdo, Sarvacandāla dijo:
“Padre,
tú nunca has oído voces tan acaloradas
Como
las de tus hijos ahora mismo.
Reúnen
diligencia, velocidad, y poder.
¡Déjalos
partir, y destruir a ese monje!”
Desde el
lado derecho, Simhanādin dijo:
“En
medio de la jungla, cuando no está el león,
Son
muchos los chacales que ladran.
Sin
embargo, cuando oyen el rugido amedrentador del león,
Huyen
llenos de pánico en todas direcciones.
Del
mismo modo, estos ignorantes hijos de Mara
Puesto
que no han oído la voz del hombre perfecto,
Elevan
sus voces, testarudos e insolentes,
Mientras
el león de los hombres guarda silencio.”
Desde el
lado izquierdo, Duscintitacintin dijo:
“Cualquier
cosa que yo desee se cumple rápidamente,
¿Así
que por qué no nos mira con prudencia?
Ha
de estar engañado o ser un ignorante,
Ya
que no se levanta rápidamente para huir.”
Desde el
lado derecho, Sucintitārtha dijo:
“No
es ni un loco, ni un enclenque,
Vosotros
sois los locos, sin el menor cuidado;
No
tenéis ni idea de su valor,
El
poder de su sabiduría os vencerá.
Incluso
con la fuerza de los hijos de los demonios,
Iguales
en número a los granos de arenas del Ganges,
Seríais
incapaces de doblar un solo pelo de su cabeza,
¿Así
que cómo podríais matarlo?
No
corrompáis vuestras mentes;
En
vez de ello, vosotros deberíais de respetarlo con devoción.
Está
a punto de convertirse en el rey de los Tres Reinos.
¡Volved,
y no hagáis la guerra!”
De esta
forma, mil hijos de Mara, buenos y malos, se dirigieron cada uno de ellos a
Mara, el maligno, utilizando versos. [315] Al final, Bhadrasena, el general de
Mara, pronunció estos versos:
“Todos
los que normalmente te siguen, como por ejemplo Sakra,
Los
protectores, las hordas de los semi kinnaras,
Los
líderes de los semidioses, y los líderes de los garudas,
Ahora
todos ellos juntan las palmas de sus manos y se postran ante el bodhisatva.
Así
pues, qué necesidad hay de mencionar a aquellos que no te siguen,
Brahma
y los hijos de los dioses luminosos;
Y
los dioses de las moradas puras.
Todos
ellos se postran ante él.
Incluso
entre tus hijos, aquellos que son sabios,
Que
son poderosos y listos,
Veneran
al bodhisatva
De
acuerdo con su esencia.
Este
ejército de yaksas y de otros seres
Que
se extiende ochenta leguas
Es
visto por “Quien lo ve todo”,
Con
una mente clara y libre de odio.
Puesto
que él no estará desconcertado, ni
agitado,
Cuando
este viendo este ejercito fiero y salvaje,
Tan
espantoso y aterrorizador,
Su
victoria ahora es segura.
Siempre
que se encuentra a este ejército
Se
oyen los aullidos del chacal y el búho.
Pero
cuando se oyen las llamadas del cuervo y el relincho del asno,
Es
sabio retirarse rápidamente.
¡Por
favor, mira hacia el asiento de la Iluminación!
Los
zarapitos, cisnes, cucos, y pavos reales, listos,
Están
circunvalando al bodhisatva.
Es
seguro que hoy la victoria será suya.
Donde
quiera que se encuentre este ejército
Del
cielo llueve polvo y hollín.
Sin
embargo, sobre el asiento de la Iluminación cae una lluvia de flores.
¡Así
que presta atención a mis palabras, y da la vuelta!
Dondequiera
que se encuentre este ejército,
El
terreno es quebrado y lleno de espinos.
Sin
embargo en el asiento de la Iluminación el terreno es inmaculado como el oro,
Así
que, para alguien sabio, lo mejor sería retirarse.
Las
pesadillas del pasado volverán a hacerse realidad ahora
Si
tú no te retiras.
El
reducirá este ejército a polvo
Lo
mismo que los países de los sabios espirituales. [316]
Cuando
el sabio supremo, el sabio que poseía todas la maestrías,
Se
llegó a enfadar con el rey Brahmadatta,
Quemó
la Selva Dandaka,
De
forma que durante muchos años no crecería la hierba.
De
entre todos los sabios que practican la conducta disciplinada
Y
que están dedicados a la práctica de austeridades,
Él
es el supremo entre ellos,
Pues
no causa el menor daño a ningún ser.
¿Nunca
oíste con anterioridad que “Aquel
Que
brilla con todas las marcas”,
Y
que camina lejos de su hogar,
Vencerá
a las emociones aflictivas, y alcanzará el despertar?
Los
hijos de los Victoriosos manifiestan tan grandes poderes
Como
un acto de veneración.
Pues,
¿Acaso el Ser Supremo
No
es digno de recibir las más excelentes ofrendas?
Puesto
que el pelo inmaculado situado en su entrecejo
Brilla
en decenas de millones de campos búdicos,
Con
seguridad nos eclipsará a todos nosotros,
Y
con seguridad derrotará a este ejército de Mara.
Puesto
que los dioses en el pico de la existencia
Son
incapaces de ver la protuberancia de su cabeza,
Con
seguridad, sin necesidad de ser enseñado por nadie,
El
alcanzará la omnisciencia.
El
Monte Meru, y las cordilleras circundantes,
El
Sol, la Luna, Sakra, Brahma,
Todos
los árboles, y la mejor de las montañas,
Todos
ellos se postran ante el asiento de la Iluminación.
Es
seguro que “Aquel con el poder del mérito,
Los
poderes del conocimiento y la sabiduría,
Y
los poderes de la paciencia y del esfuerzo diligente”
Reducirá
a la impotencia a los seguidores de Mara.
Lo
mismo que un elefante pisoteando una vasija de arcilla fresca,
O
a un león luchando con un zorro,
O
al Sol eclipsando a una luciérnaga,
El
Ido al Gozo
destruirá a nuestro ejército.”
Después de
oír estas palabras, otro hijo de Mara se puso furioso, y con los ojos
inyectados de sangre, dijo:
“Tu
alabanza de esta persona solitaria
No
parece tener límite.
¿De
qué puede ser capaz ese hombre solo?
¿No
puedes ver este ejército enorme y aterrador?”
Entonces,
desde el lado derecho, el hijo de Mara llamado Mārapramardaka dijo: [317]
“En
este mundo el Sol no necesita ayuda,
Ni
el león, ni un monarca universal.
El
bodhisatva que está sentado, y con la determinación de alcanzar la Iluminación,
Seguramente
no necesita ninguna ayuda.”
En ese
momento, para debilitar la fuerza de los demonios, el bodhisatva giró hacia
ellos su rostro, el cual parecía un loto de cien pétalos en flor. Tras ver la
cara del bodhisatva, Mara salió volando. Mientras huía, pensó que su ejército sería
capaz de resistir la visión del rostro del bodhisatva, y entonces dio la
vuelta.
Ayudado
por sus seguidores, ahora comenzaron a arrojar diversas armas contra el
bodhisatva. No obstante, incluso cuando ellos le lanzaron montañas tan grandes
como la montaña central, todas esas montañas se transformaron en toldos de
flores y palacios celestiales. Aquellos con miradas venenosas, aquellos con
serpientes venenosas, y aquellos con aliento venenoso, dispararon llamas de
fuego sobre el bodhisatva. Sin embargo, este círculo de fuego se transformó en
lo que parecía ser el halo de luz del bodhisatva.
Ahora el
bodhisatva tocó la cabeza con su mano derecha. Māra creyó percibir que el
bodhisatva estaba blandiendo una espada en su mano, y por ello huyó hacia el
sur. Sin embargo, pensado que después de todo pudiera no ser cierto, dio la
vuelta de nuevo. Cuando volvió, los demonios comenzaron a lanzar al bodhisatva
toda clase de armas terroríficas. Arrojaron espadas, flechas, dardos, lanzas,
hachas, porras, jabalinas, cachiporras, discos, vajras, martillos, árboles
desarraigados, rocas, lazos, y bolas de hierro. Sin embargo, tan pronto como
los demonios lanzaban las armas, estas se convertían en guirnaldas y toldos de
flores, y cayó al suelo una refrescante lluvia de pétalos de flores. Las
guirnaldas de flores quedaron colgadas como adornos en el árbol de la
iluminación.
Cuando
Mara, el maligno, fue testigo del poder del bodhisatva y de las demostraciones
que realizó, su mente fue perturbada por envidia y avaricia. Se dirigió al
bodhisatva gritando: “¡Escucha, joven príncipe! ¡Levántate! ¡Levántate y ejerce
tu reinado, tu virtud reside precisamente en eso! ¿A través de qué mérito
obtendrás la liberación?”
[318]
Entonces el bodhisatva respondió a Mara, el maligno, con palabras que eran
firmes, profundas, vastas, amables, y dulces: “¡Tu, maligno! A través de un
solo acto incansable de generosidad te has convertido en el señor del Reino del
Deseo. Al contrario, yo he realizado trillones de actos incansables de
generosidad. Yo he cortado mis manos, pies, ojos, y mi cabeza, y se lo he
ofrecido a quienes lo demandaban. Con la intención de liberar a los seres, con
frecuencia yo he dado a quienes pedían mi casa, riqueza, granos, camas, ropas,
y parques.”
Mara, el
maligno, contestó con estos versos:
“Anteriormente,
yo he realizado un acto virtuoso de generosidad,
Fue
un acto incansable de generosidad, y tú eres mi testigo.
Pero
tú no tienes testigos de tus actos,
Así
que no tiene sentido hablar de ellos; y por el contrario serás vencido.”
El
bodhisatva respondió: “Maligno, la tierra aquí es mi testigo.”
Entonces
él abrazó a Mara, el maligno, y a todo su séquito de demonios con pensamientos
de amor y compasión. Lo mismo que un león, en él no había temor, sobresalto,
ansiedad, timidez, molestia, o perturbación. No tenía piel de gallina, lo cual
indica temor. Ahora, él dejó que su mano se deslizara sobre todo su cuerpo y entonces
grácilmente toqueteó la tierra, una mano que tenía el contorno de una concha,
un estandarte de la victoria, un pez, un vaso, una esvástica, un grafio de
hierro, y una rueda. Los dedos de la mano estaban conectados con una membrana.
Sus uñas eran exquisitas y del color del cobre. Blando y ágil, parecía
perfectamente joven. Todo esto era el resultado de innumerables eones de acumulación
de raíces de virtud. Entonces el dijo esto en verso:
“Esta
tierra es el soporte de todos los seres,
Es
imparcial para con todos ellos, sean móviles o inmóviles.
Ella
es testigo de que no miento,
Así,
que ella pueda ser mi testigo.”
Tan pronto
como el bodhisatva toco esta gran tierra, esta tembló de seis formas
diferentes: se estremeció, tembló, y se movió como en un terremoto; y resonó,
atronó, y rugió. Lo mismo que una caldera de latón de Magadhan suena y reverbera
cuando es tocada con un palo de madera, [319] así sonó y reverberó esta gran
tierra cuando fue golpeada por el bodhisatva con su mano.
Entonces
la diosa de la tierra en este gran macrocosmos de tres mil miles de mundos-que
es llamada Sthāvarā-junto con su séquito de un millón de diosas terrestres,
comenzó a hacer temblar toda la gran tierra. No lejos de donde estaba sentado
el bodhisatva, ella abrió la superficie de la tierra y reveló la parte superior
de su cuerpo, que estaba adornado con toda clase de joyas. Se postró ante el
bodhisatva, juntó las palmas de sus manos, y le dijo:
“Tienes
razón, Gran Ser, tienes razón. Es tal como dices. Somos testigos de esto. Aunque
todavía, ¡Oh, Bhagavan!, solo tú eres el testigo supremo en los mundos de
dioses y humanos; y la autoridad suprema.”
Después de
haber hablado así, Sthāvarā la diosa de la tierra, reprendió a Mara, el
maligno, de muy diversas formas, y alabó al bodhisatva una y otra vez. Ella
hizo una gran demostración de su miríada de poderes, y entonces desapareció
junto con su séquito, allí y entonces.
Cuando el
maligno y su ejército oyeron ese sonido de la tierra
Se
aterrorizaron y desanimaron, huyendo todos ellos,
Lo mismo
que hacen los chacales cuando oyen el rugido del león.
O como
emprenden el vuelo los cuervos cuando se les arroja una piedra.
Ahora,
Mara, el maligno, se sintió infeliz y lleno de sufrimiento. Aún así, aunque se
sentía miserable y avergonzado de sí mismo, fue vencido por el orgullo hasta el
punto de que fue incapaz de marcharse, así que él ni volvió la espalda, ni se
dio a la huida. Por tano, se volvió a sus hombres, y dijo:
“¡Todos
vosotros! Esperad un poco hasta que veamos si es posible excitar sexualmente al
bodhisatva por medio de la seducción. Una joya de ser como es esta, no debería
de ser matada en el acto.” [320]
Entonces
Mara, el maligno, se dirigió a sus hijas, diciendo: “Muchachas, tenéis que ir
ahora al asiento de la Iluminación, y examinar al bodhisatva. Observad si tiene
deseo o no; si es engañable o inteligente; si es como un hombre ciego, o si
conoce el país y busca ventaja; y si es débil o fuerte.”
Tras
escuchar estas palabras, estas hijas de los dioses se dirigieron hacia el
asiento de la Iluminación, donde estaba el bodhisatva. Se reunieron frente al
bodhisatva y comenzaron a desplegar las treinta y dos formas de seducción
femenina. ¿Cuáles eran estas treinta y dos formas?
Eran las
siguientes:
1)
Algunas de las chicas cubrieron
parcialmente sus rostros.
2)
Algunas de ellas dejaban ver sus senos
firmes y voluptuosos.
3)
Algunas de ellas le sonreían, y sus hermosos
dientes blancos relucían.
4)
Algunas de ellas descubrieron sus
brazos, elevándolos en el aire para mostrar sus axilas.
5)
Algunas hacían alarde de sus labios
que eran rojos como la fruta bimba.
6)
Algunas miraban al bodhisatva con los
ojos medio cerrados, y entonces rápidamente los cerraban.
7)
Algunas de ellas mostraban sus pechos
medio cubiertos.
8)
Algunas de ellas soltaban sus vestidos
para mostrar sus caderas adornadas con cinturones.
9)
Algunas de ellas vestían ropas finas y
transparentes que dejaban ver sus caderas y sus cinturones.
10) Algunas
de ellas hacían chasqueo con sus tobillos.
11) Algunas
mostraban sus pechos adornados con collares de perlas.
12) Algunas
mostraban sus muslos medio desnudos.
13) Algunas
hacían aparecer arrendajos, loros, y pájaros myna posados sobre sus cabezas y
hombros.
14) Algunas
lanzaban largas miradas de soslayo al bodhisatva.
15) Algunas
vestían prendas de buena calidad, y sin embargo las llevaban mal dispuestas.
16) Algunas
hacían que las cadenas colocadas en sus cinturas se movieran y tintinearan.
17) Algunas,
pícaramente, movían las caderas hacia delante y atrás de forma insinuante.
18) Algunas
danzaban.
19) Algunas
cantaban.
20) Algunas
coqueteaban y aparentaban timidez.
21) Algunas
movían sus muslos como una palmera mecida por el viento.
22) Algunas
dejaban salir profundos gemidos. [322]
23) Algunas
vestían ropas transparentes con campanillas que colgaban de una cuerda atada a
su cintura, y caminaban haciéndolas sonar.
24) Algunas
se despojaron de todas sus prendas y joyas.
25) Algunas
mostraron todas sus joyas, tanto las secretas como las patentes.
26) Algunas
mostraban sus brazos, los cuales habían sido impregnados de perfumes.
27) Algunas
mostraban sus pendientes, los cuales estaban untados con perfumes.
28) Algunas
cubrían la cara con un velo, y entonces
súbitamente se lo quitaban
29) Algunas
reían, jugaban, y se divertían intentando atraer la atención de otros. Pero
entonces pretendían ser tímidas.
30) Algunas
de ellas mostraban sus cuerpos virginales que nunca habían dado a luz.
31) Algunas
de ellas intentaban atraer al bodhisatva con promesas de amor.
32) Algunas
esparcían pétalos de flores sobre el bodhisatva.
Permaneciendo
de pie ante el bodhisatva, ellas consideraron si los pensamientos de él podían
ser tal como ellas pretendían. ¿Las miraría con sus sentidos excitados? ¿Miraría a lo lejos? Entonces intentaron ver
si estaba excitado o no.
Sin
embargo, la faz del bodhisatva permanecía tan pura e inmaculada como la Luna
llena cuando escapa de la boca de Rāhu;
o como el Sol surgiendo al amanecer; o como un pilar dorado; o como un loto de
mil pétalos en flor; o como un fuego
ritual al que se le ha echado aceite. Quedó inmóvil como la montaña central.
Como las montañas circundantes, estaba realmente elevado. Controlaba bien sus
sentidos, y su mirada era como la de alguien bien domado, como el elefante.
Ahora, las
hijas de Mara, en un último intento de despertar las pasiones del bodhisatva,
se dirigieron a él en verso:
“Aquí
está la primavera, la mejor de las estaciones;
Querido,
jugueteemos mientras los árboles están en flor.
Tu
cuerpo es tan bello y atractivo,
Es
tentador, tiene las marcas auspiciosas, y está bien adornado. [322]
Nosotras
hemos nacido bellas y con curvas
perfectas;
Nosotras
estamos aquí para complacer a los dioses y humanos, dando una satisfacción
completa.
La
iluminación es difícil de obtener, así que cambia tu mente;
Así
que, ¡Rápido, levántate y disfruta la
dorada juventud!
Es
por ti por quien hemos venido aquí, bien vestidas y adornadas;
¡Ven
ahora, mira a estas doncellas celestiales tan bellamente adornadas!
¿Quién
no estaría excitado cuando está disfrutando la pasión del amor?
¡Incluso
un árbol decrépito volvería a la vida!
Nuestras
voces son suaves y nuestro olor es delicioso;
Nuestras
caras alcanzan su esplendor con las diademas, pendientes, y maquillaje;
Nuestros
rostros tienen unas bellas cejas, y están bien untados;
Nuestros
bellos ojos son puros y grandes como lotos.
Nuestras
caras parecen la Luna llena;
Nuestros
labios son como la fruta bimba madura;
Nuestros
dientes son blancos como las conchas, las flores del jazmín, o la nieve;
Así
que, ¡Oh amado, míranos a nosotras que estamos deseosas de placer!
Mira
nuestros senos firmes y voluptuosos;
Los
hermosos tres pliegues en nuestros vientres;
Y
nuestras amplias y hermosas caderas.
Señor,
míranos, unas doncellas tan hermosas.
Nuestros
muslos parecen las trompas de un elefante;
Nuestros
brazos están adornados con brazaletes; [323]
Nuestras
caderas con atractivas cadenas,
¡Señor,
míranos, somos tus sirvientes!
Nosotras
nos aproximamos a ti con el paso grácil del cisne,
Suave
y hermoso, nosotras hablamos del amor.
Tan
bellamente ataviadas como estamos,
Somos
expertas en los placeres divinos.
Estamos
bien entrenadas en el canto, música, y teatro;
Hemos
nacido con cuerpos hermosos adecuados para el placer;
Si
no nos aceptas ahora que nosotras tenemos deseo de placer,
En
este mundo te convertirás rápidamente en un perdedor.
¿Qué
hombre saldría corriendo cuando ve un tesoro?
Tú
serás exactamente lo mismo que eso, alguien que ignora el tesoro que es el
placer,
Si
te mantienes ignorante de la pasión amorosa,
Y
no disfrutas de estas muchachas que han venido por su propio deseo.”
Monjes, el
bodhisatva solo sonrió mientras sus ojos seguían sin parpadear. Se sentó allí
sonriendo, con los sentidos calmados, físicamente cómodo, brillante, sin apego,
libre de enojo y de engaños. Estaba inmutable como el rey de las montañas,
seguro, sin confusión, y sin preocupación. Puesto que había erradicado
completamente todas las emociones aflictivas a través de su inteligencia y
sabiduría, él habla ahora utilizando palabras suaves y agradables que superan
incluso la voz de Brahma. Su voz era como la de un cuco, agradable y de sonido
dulce, cuando se dirigió a las hijas de Mara con estos versos:
“El
deseo tiene como resultado una gran cantidad de sufrimiento: es la raíz del
sufrimiento.
Para
quien no es sabio, el deseo arruina su concentración, poderes mágicos, y
austeridades;
El
sabio dice que perseguir a las mujeres no trae satisfacción. [324]
Yo
daré satisfacción a quienes no saben, por medio de la sabiduría.
La
sed de quien persigue los deseos se incrementa más y más:
Es
lo mismo que siente uno tras beber agua salada.
Si
yo me involucrara en eso, no habría beneficio para mí o para los otros;
Y
yo me deleito en ser útil para mí mismo y para los demás.
Vuestra
belleza es como las burbujas de agua o la espuma,
Como
los colores mágicamente creados, es una ilusión creada mentalmente.
Como
una obra de teatro o un sueño, es inestable e impermanente;
Engaña
las mentes de aquellos que son como niños.
Los
ojos son como burbujas de agua pues están encerrados en una membrana.
Lo
mismo que la sangre coagulada está encerrado en una úlcera supurante.
El
vientre es una gran montón de orina y excrementos, que expulsa suciedad.
Este
sufrimiento ha emergido del karma y de las emociones aflictivas.
Es
la gente engañada que tiene una mente pueril, y no los sabios,
Quien
percibe equivocadamente el cuerpo como algo hermoso.
Esto
hace que ellos giren durante mucho tiempo en la existencia cíclica, la fuente
del sufrimiento;
Sus
sufrimientos, cuando se experimentan en los infiernos, son extremadamente
penosos.
De
la entrepierna gotea líquido maloliente;
Los
muslos, pantorrillas, y pies están unidos como las partes de una máquina;
Cuando
yo os examino, veo que sois como una ilusión
Que
ha emergido engañosamente en base a causas y condiciones.[325]
Cuando
uno está viendo que en los disfrutes sensuales no hay buenas cualidades,
Que
extravían a uno del noble sendero de la sabiduría,
Y
que son lo mismo que el fuego o plantas venenosas, o como víboras coléricas,
Solo
un loco podría llamarlos “felicidad”.
Aquellos
que lleguen a convertirse en esclavos de las mujeres, debido al deseo,
Se
apartarán de la disciplina, de la concentración, y perderán el sentido común.
Nadando
en el placer, se irán apartando de la sabiduría
Abandonando
su alegría en el Dharma, al refugiarse en el deseo.
En
mí no existe el apego ni el rechazo;
No
percibo nada como permanente, atractivo, o poseyendo un “yo”.
No
me siento a disgusto o alegre,
Pues
mi mente es libre, como el viento en el cielo.
Incluso
si todo el mundo estuviera lleno de
seres como vosotras-
Quienes
me estáis asediando aquí-durante eones sin fin,
Yo
no sentiría rechazo, apego, o engaño,
Pues
la mente de los Victoriosos es como el cielo.
Aunque
los dioses y diosas, en su pureza y esplendor,
No
tienen sangre o huesos,
Todos
ellos viven presa del miedo
Puesto
que son impermanentes y no pueden durar.”
Entonces,
las hijas de Mara, diestras como eran en los ardides femeninos, incluso
sintieron como se incrementaba su lujuria, altivez, y orgullo. Hicieron
demostración de diversos gestos amorosos, mostraron desnudos sus cuerpos
adornados, e intentaron nuevas argucias en sus intentos por seducir al
bodhisatva. [326]
Con
respecto a esto, se dice:
“Las
chicas más seductoras y dulces, Trsnā, Rati, y Arati,
Las
tres bellezas, llegaron rápidamente enviadas por Mara.
Bailaban
como las prolongaciones jóvenes de una enredadera en un árbol mecido por el
viento,
Con
la intención de despertar la lujuria en el príncipe sentado bajo las ramas del
árbol.
De
entre todas las estaciones, sin duda, la mejor es la primavera;
En
esta época hombres y mujeres juguetean, y la oscuridad y el polvo desaparecen.
Los
cucos, cisnes, y pavos reales lanzan sus llamadas, y bandadas de pájaros llenan
el aire.
Ha
llegado la época de experimentar las alegrías del placer.
Durante
miles de eones él se deleitó en la disciplina, austeridades, y privaciones;
Es
inmutable, como el rey de los montes; y su cuerpo es como el Sol naciente.
Como
el rugido del trueno, su bella voz resuena como la del rey de los animales.
Esta
persona, que beneficia a los demás, solo pronuncia palabras llenas de
significado.
El
deseo, las disputas, la hostilidad, y los conflictos traen el miedo a la
muerte;
La
gente necia e ignorante se involucra en ellos continuamente, sin embargo los
sabios se apartan de ellos.
Ahora
es el momento de que el Sugata alcance la inmortalidad.
Así
que hoy él derrotará a Mara, y se convertirá en un Arhat
con los diez poderes.
Después
de diversas manifestaciones mágicas, ellas dijeron:
“Tu,
faz de loto, escúchanos,
Te
convertirás en un rey, un gobernante supremo, un poderoso maestro de la tierra.
Multitudes
de bellas mujeres tocarán para ti miles de instrumentos,
¿De
qué te sirve el vestir el atuendo de un sabio? ¡Abandona eso, y disfruta de los
placeres!”
El
bodhisatva contestó: [327]
“Yo
seré el señor de los Tres Reinos, venerado por dioses y humanos;
Seré
un rey del Dharma viajando con la rueda del Dharma, dotado con los diez
poderes;
Siempre
se postrarán ante mí miles de discípulos, y aquellos que no necesitan más
aprendizaje.
Puesto
que yo encuentro disfrute en el Dharma, no busco objetos de goce.”
Ellas
replicaron:
“Mientras
que en ti no pase aún la juventud y estés en lo mejor de la vida;
Mientras
que la enfermedad aún no te golpee, y no seas muy viejo y con el pelo cano;
Mientras
que conserves tu belleza y juventud, y nosotras también, seamos felices;
Mientras
tanto, deberías de disfrutar los placeres del amor con una sonrisa en tu cara.”
El
bodhisatva respondió:
“Yo
he obtenido ahora la mejor de las quietudes, que es imperecedera;
He
dejado atrás los sufrimientos que se encuentran en los reinos de dioses y
semidioses;
No
temo a los enemigos de la vejez, enfermedad, y muerte.
Hoy
alcanzaré el sendero excelente que lleva a la ciudad libre de miedos.”
Las
hijas de Mara dijeron:
“En
el Cielo de los Treinta y Tres, como Sakra, estarás rodeado por doncellas
celestiales;
En
el Cielo Libre de Conflictos, y en el Cielo de Alegría serás alabado por los
mejores de los dioses;
En
la ciudad de Mara, abrazado por mujeres amorosas, disfrutarás los placeres del
amor.
Disfruta
jugando con nosotras, ello te aportará un gran placer.”
El
bodhisatva contestó: [328]
“El
deseo es efímero como el rocío sobre la hierba, o como las nubes de otoño;
El
deseo es tan terrorífico como la ira de las hijas de los nagas;
Incluso
Sakra, y los dioses del Cielo de Libre de Conflictos y del Cielo de Alegría,
Están
bajo el dominio de Mara;
Quienes
no son nobles están afectados por la miseria del deseo, ¿Cómo podría encontrar
verdadero placer entre los dioses?”
Las
hijas dijeron:
“¡Mira
esos hermosos árboles con hojas frescas y las flores abiertas!
Resuenan
con el sonido de los faisanes, cucos, y el zumbido de las abejas;
En
el suelo crece hierba nueva y fresca, tan blanda y tupida.
León
de los hombres, ¿Disfrutarás con nosotras, jóvenes doncellas, en el jardín del
placer?”
El
bodhisatva replicó:
“Todos
esos árboles producen brotes y flores de acuerdo a las estaciones;
Y
las abejas también buscan las flores debido al sufrimiento del hambre y la sed.
Puesto
que todo lo que crece en el suelo se marchitará bajo el Sol,
Yo
he tomado la determinación de disfrutar el néctar que han catado todos los
Victoriosos.”
Las
hijas de Mara contestaron:
“¡Míranos!
Nuestras caras son como la Luna y como flores de loto frescas;
Nuestra
habla es suave y agradable, y nuestros dientes son tan blancos como la nieve o
la plata;
Bellezas
semejantes son raras entre los dioses, ¿Cómo podrían no serlo entre los
humanos?
Estas
mujeres que estás viendo aquí son deseadas incluso por los dioses más
elevados.”
El
bodhisatva replicó:
“Yo
veo el cuerpo como algo impuro, lleno de gusanos;
Se
rompe y perece fácilmente, y carece completamente de placer, [329]
Sin
embargo yo alcanzaré el estado imperecedero, venerado por el sabio;
El
estado que trae la felicidad última a los seres animados e inanimados.”
Ahora
las hijas demostraron sesenta y cuatro formas de comportamiento amoroso,
Hicieron
sonar los adornos de sus tobillos y cintura, y dejaron caer sus vestimentas.
Punzadas
por la flecha del deseo, encaprichadas, sonrientes, dijeron:
“Señor,
¿Tan feas te parecemos que no deseas hacernos el amor?”
Conociendo
los defectos de la existencia cíclica, el Inmaculado contestó:
“El
deseo es como una espada, una lanza, un tridente, el filo de una hoja de una
cuchilla afilada cubierta con miel.
Es
como la cabeza de una víbora o un hoyo lleno de brasas; eso es lo que he
realizado.
Así
que, puesto que las mujeres roban las virtudes de uno, yo he abandonado su
compañía.”
Las
chicas fueron incapaces de seducir al Sugata con todos sus billones de
conocimientos en el arte de la seducción,
Quien
tenía el porte de un elefante joven.
Así
que avergonzadas y en situación embarazosa, ellas se postraron ahora a los pies
del Sabio.
Generando
respeto, alegría, y amor, ellas alabaron al Benefactor:
“Tu
faz es como el centro de un loto intachable, o como la Luna llena;
Tu
fulgor es como el del fuego de la ofrenda, o el brillo de una montaña de oro.
¡Qué
puedan ser realizados tus deseos y votos, los cuales has realizado a lo largo
de cientos de vidas!
¡Ahora
que ya has cruzado, por favor, libera a todos los seres que sufren!”
Ellas
alabaron a “Quien es como el árbol bayur o el magnolio”;
Circunvalaron
en torno al Ser supremo, quien permanecía inmutable como una montaña
majestuosa.
Volviendo,
ellas postraron sus cabezas ante su padre, y le contaron:
“Padre,
este maestro de dioses y humanos no tiene miedo o enfado; [330]
Con
una sonrisa en su cara, el mira con ojos que son como pétalos de loto;
Nunca
mira a los demás con apego o desaprobación.
Puede
temblar el Monte Meru, pueden secarse los océanos, pueden caer el Sol y la
Luna,
Pero
“Quien ve las faltas de los Tres Reinos” nunca sucumbirá ante las mujeres
ardientes.”
Cuando
Mara, el maligno, escuchó estas palabras, se sintió incluso más miserable e
infeliz. Enfadado y frustrado, dijo a sus hijas: “¡Es un ignorante y un necio
incapaz de apreciar la perfección de vuestra belleza y porte! ¿Cómo puede ser
posible que no pudiéramos levantarle del asiento de la Iluminación?”
De nuevo
las hijas de Mara le hablaron en verso:
“Aunque
le hablamos utilizando palabras dulces y amorosas, él no se levantó;
Aunque
llegamos a mostrarle las cosas más secretas, no surgió en él la hostilidad;
Sin
importar de qué fue testigo, siempre permaneció sin engaño;
Aunque
veía todo el cuerpo, su pensamiento seguía en lo profundo.
El
realiza claramente las faltas de las mujeres,
Su
mente está libre del deseo, y no es perturbado por la lujuria.
Ni
en las moradas puras, ni tampoco aquí en la tierra, hay dios o humano
Capaz
de sondear su mente y acciones.
¡Padre,
nosotras intentamos todos los ardides femeninos con él!
¡Su
corazón debiera de haberse fundido ante toda nuestra pasión!
Sin
embargo, aunque lo vio todo, su mente no se distrajo en absoluto;
Permanecía
inmutable, como el supremo rey de los montes. [331]
El
acumuló el esplendor de cientos de virtudes y cualidades,
Durante
muchos millones de eones ha practicado la ética y guardado los preceptos;
Los
dioses y Brahma, seres puros que poseen el esplendor de la virtud,
Le
rinden homenaje y tocan sus pies con sus cabezas.
Una
vez que conquiste al ejército de Mara,
Seguramente
alcanzará la Suprema Iluminación, tal como hicieron los Victoriosos del pasado.
Padre,
él no busca luchar o reñir con nosotros;
Aunque
nuestras fuerzas son poderosas, nuestra tarea será dificultosa.
Padre,
mira al cielo, donde millones de bodhisatvas realizados,
Con
diademas de joyas preciosas en sus cabezas, esperan respetuosamente.
Cada
uno es una mina de joyas preciosas, están adornados con guirnaldas de flores,
Poseen
los diez poderes, y han venido aquí a venerarlo.
Quienes
tienen mente, e incluso quienes no la tienen,
Los
árboles, montañas, dioses, yaksas, y garudas,
Todos
ellos se postran ante esa montaña de cualidades.
Padre,
sería mejor dejarlo solo hoy.
Uno
no cruzaría por donde no puede encontrarse el final;
Uno
no cavaría donde no puede sacar la raíz;
Uno
no puede hacer que se enfade, o hacerle sufrir, pues es paciente.
Uno
no puede hacer nada que le haga infeliz.”
Monjes, en
eso, las ocho diosas que moraban en el árbol de la iluminación-Sri, Vrddhi,
Tapā, Sreyasī, Vidu, Ojobalā, Satyavādinī, y Samanginī- [332] honraron al
bodhisatva, hicieron que el prosperara a través de dieciséis tipos de
esplendor, y lo alabaron así:
“Ser
santo, eres hermoso;
Como
el brillo de la Luna durante la quincena brillante,
Con
tu mente pura eres radiante,
Como
el Sol al amanecer.
Ser
puro, tú has florecido
Como
un loto en un estanque.
Ser
puro, tu rugido
Es
como el de un león moviéndose en la selva.
Ser
supremo, tú brillas
Como
el rey de los montes en medio del océano.
Ser
puro, tú eres elevado
Como
el círculo de montañas circundantes.
Ser
supremo, tú eres difícil de sondear,
Como
el océano rico en tesoros.
Protector
del mundo, tu mente es vasta,
Como
el cielo ilimitado.
Ser
puro, tu mente es firme;
Como
la tierra, tú sostienes a los seres.
Ser
supremo, tu mente nunca está túrbida.
Siempre
está en calma, como el lago Anavapta.
Ser
supremo, tu mente está sin una morada fija,
Como
el viento, nunca se queda en ningún lugar del mundo.
Ser
supremo, es difícil encontrarse contigo,
Como
el rey de la brillantez, estás libre de toda vanidad.
Ser
santo, eres muy poderoso,
Como
Nārāyana eres difícil de domar.
Protector
del mundo, tu determinación es firme,
No
te moverás del asiento de la Iluminación.
Lo
mismo que un rayo lanzado desde la mano de Indra,
Ser
supremo, no puede ser vuelto atrás.
Ser
supremo, tu alcanzarás tu propósito;
Pronto
poseerás los diez poderes completos.”
Monjes,
así fue como las diosas del árbol de la Iluminación glorificaron al bodhisatva
a través de dieciséis clase de magnificencia. Monjes, en aquel momento los
hijos de los dioses de las moradas pura intentaron desanimar a Mara de
dieciséis formas diferentes. ¿Cuáles eran estas dieciséis? Fueron: [333]
“Maligno,
estás perdido;
Eres
tan amenazador como una grulla vieja.
Maligno,
eres impotente
Como
un elefante viejo hundido en un pantano.
Maligno,
tú estás solo,
Como
un perdedor que pretende ser un héroe.
Maligno,
nadie está contigo,
Como
alguien con una enfermedad contagiosa abandonado en la selva.
Maligno,
eres débil,
Como
un buey joven castigado con una carga pesada.
Maligno,
has sido tirado de espaldas
Como
un árbol sacudido por el viento.
Maligno,
estás en un camino equivocado
Como
un viajero que ha perdido su camino.
Maligno,
tu eres el más bajo entre los bajos,
Como
un hombre pobre envidioso.
Maligno,
eres un charlatán,
Lo
mismo que un cuervo imprudente.
Maligno,
tú estás dominado por el orgullo,
Como
un rufián desagradecido.
Maligno,
hoy tú vas a huir
Lo
mismo que un chacal cuando oye el rugido del león.
Maligno,
hoy tú serás dispersado
Como
un pájaro arrastrado por el viento
rugiente.
Maligno,
desconociendo cuando es el momento adecuado,
Eres
como un vagabundo cuyo mérito se ha agotado.
Maligno,
hoy serás abandonado
Como
una vasija rota llena de polvo.
Maligno,
hoy vas a ser contenido por el bodhisatva
Lo
mismo que una serpiente por un hechizo.
Maligno,
tú eres completamente impotente
Como
Urunda, quien perdió sus manos y pies.”
Monjes,
los dioses de las moradas puras intentaron de estas dieciséis formas desanimar
a Mara. Y, ¡oh, monjes!, los dioses que atendían al bodhisatva ahora intentaron
quebrar la intención de Mara de dieciséis formas. ¿Cuáles fueron estas
dieciséis? Fueron:
“Maligno,
hoy tú serás derrotado por el bodhisatva,
Como
un soldado enemigo vencido por un héroe. [334]
Maligno,
hoy tú serás subyugado por el bodhisatva
Como
un luchador débil ante uno poderoso.
Maligno,
hoy tú serás eclipsado por el bodhisatva
Como
una luciérnaga por el Sol.
Maligno,
hoy tú serás esparcido por el bodhisatva
Como
un puñado de paja por un viento fuerte.
Maligno,
tú serás aterrorizado por el bodhisatva
Como
un chacal por un león.
Maligno,
hoy tú serás derribado por el bodhisatva
Como
un gran árbol sāla cuyas raíces han sido cortadas.
Maligno,
hoy tú serás destruido por el bodhisatva
Como
una ciudad enemiga por un gran rey.
Maligno,
hoy tú serás secado por el bodhisatva
Como
el agua que llena la huella de una vaca.
Maligno,
hoy tú huirás del bodhisatva
Como
un criminal que escapa de la ejecución.
Maligno,
hoy tú serás lanzado girando
Como
un enjambre de abejas por el calor del fuego.
Maligno,
hoy tú serás herido por el bodhisatva
Como
un rey legítimo que ha perdido su reino.
Maligno,
hoy te hará caer a tierra el Bodhisatva
Como
una garza vieja a la que le han cortado las alas. [335]
Maligno,
hoy serás privado de tus medios de vida por el bodhisatva
Como
un viajero agotado que se ha quedado sin provisiones en un desierto.
Maligno,
hoy estarás sollozando debido al bodhisatva
Como
alguien naufragado en el mar.
Maligno,
hoy serás vaciado de la fuerza vital por el bodhisatva
Como
la hierba y los árboles consumidos por el fuego al final de un eón.
Maligno,
hoy serás roto por el bodhisatva
Como
la cúspide de una montaña alcanzada por un poderoso rayo.”
Monjes,
aunque los hijos de los dioses que atendían al bodhisatva intentaron desanimar
a Mara, el maligno, de estas dieciséis formas, Mara no fue disuadido.
Con
respecto a esto se dice:
“Aunque
una multitud de dioses le pidieron que diera la vuelta, Antaka no lo tomó en
cuenta. En vez de ello, dijo:” ¡Hacedle llorar! ¡Golpeadlo! ¡Destruidlo! ¡No lo
dejéis escapar vivo! Si se libera, liberará mi mundo y también otros mundos;
pero para este mendicante la única liberación posible es levantarse y huir.”
El
bodhisatva dijo:
“El
rey de los montes, el Monte Meru, puede moverse; y todos los seres pueden dejar
de existir. Todas las estrellas, planetas, y la Luna pueden caer del cielo; es
posible que todos los seres puedan pensar y actuar al unísono; y puede que los
grandes océanos lleguen a secarse; pero es imposible que alguien como yo se
mueva del rey de los árboles.”
Mara
replicó: [336]
“Yo
soy el señor del deseo, y el amo del universo;
Yo
gobierno sobre dioses, semidioses, humanos, y animales;
Todos
ellos caen bajo mi control.
¡Así
que levántate! ¡Puesto que estás en mi mundo, sigue mis órdenes!”
El
bodhisatva dijo:
“Si
tu eres el señor de los placeres de los sentidos, realmente no eres un
verdadero señor.
Mira
quién soy yo en realidad, yo soy el Señor del Dharma.
Si
tú eres el señor de los placeres sensoriales, no debieras de ir a los reinos
inferiores.
Mientras
tu observas impotente, yo alcanzaré la Iluminación.”
Mara
replicó:
“Monje,
¿Qué estás haciendo aquí solo, en esta soledad?
No
es tarea fácil encontrar eso que buscas.
Bhrgu,
Angiras, y otros que se ejercitaron en las austeridades
No
alcanzaron el estado supremo, ¿Cómo podrías obtenerlo tú, un hombre corriente?”
El
bodhisatva dijo:
“Una
mente con enfado, y llena de deseo hacia los reinos celestiales;
Albergar
la creencia en un ego que es permanente o impermanente;
Y
pensar que la liberación es un lugar a donde uno puede ir;
Con
esas preconcepciones erróneas, los sabios del pasado practicaron las
austeridades.
No
conociendo la verdad, ellos predicaron la existencia de un alma;
Diciendo
cosas diversas, como que esta alma lo penetra todo, que está confinada en
lugares,
Que
es eterna, con forma, sin forma, con cualidades, sin cualidades, [337]
Existiendo
un dios creador, y sin que exista un creador. Eso es lo que postulaban.
Pero
hoy, sentado aquí, en este asiento, yo alcanzaré la Iluminación perfecta;
Te
derrotaré, Mara; y repeleré a tu ejército y tus soldados.
Yo
explicaré al mundo el origen y el surgimiento de los fenómenos,
Y
también el nirvana, el estado calmo donde el sufrimiento está pacificado.”
Mara,
disgustado, enfadado, y furioso, gritó palabras hirientes:
“¡Coged
a ese Gautama, quien ahora se sienta solo en la soledad, y traedlo ante mí
rápidamente!
¡Traedlo
a mi palacio! ¡Ponedle grilletes, cadenas, y un yugo; ponedle a mi puerta!
Lo
veré sufrir y llorar descontroladamente y de formas diversas, un esclavo de los
dioses.”
El
bodhisatva replicó:
“Es
posible que alguien pueda hacer dibujos en el cielo vacío;
O
capturar el viento con un lazo;
O
es posible que los brillantes Sol y Luna caigan del cielo;
Sin
embargo, tú, o incontables seres como tú, nunca me forzareis a abandonar este
árbol.”
Entonces
llegó el poderoso ejército de los demonios,
Dando
gritos salvajes, haciendo sonar las conchas y diversos tambores, y preguntaron:
“Cuando
ves este aterrador ejército de Mara,
¡Oh,
hijo nuestro, nuestro niño querido!, ¿Aún no estás muerto?
Tú
eres tan brillante como el oro del Rio Jambū, o el cáliz de la flor de magnolia;
Estás
en la flor de la juventud, y eres alabado por dioses y humanos; [338]
Pero
hoy tú encontrarás tu muerte en esta gran batalla;
Caerás
bajo el control de Mara, como Indra fue cogido por los semidioses.”
Con
una voz semejante a la de Brahma y a la llamada del cuco,
El
Ido al Gozo habló a las hordas de yaksas y raksasas:
“Aquel
que espera moverme de este árbol perfecto
Es
como un loco que trata de aterrorizar al cielo.
Bajo
este árbol no hay nadie capaz de herirme,
Ni
siquiera alguien capaz de destruir este macrocosmos de tres mil miles de
mundos, y contar sus motas de polvo;
Ni
siquiera alguien capaz de sacar toda el agua de los océanos con una sola paja;
Ni
siquiera alguien que pueda romper la suprema montaña adamantina en un solo
instante.”
Mara,
frustrado y enrabietado,
Desenvainó
su espada afilada.
“Monje,
rápido, levántate y haz lo que te diga;
O
de lo contrario te cortaré como a un brote de bambú, o una hierba dūrvā.”
El
bodhisatva replicó:
“Incluso
si estos tres millones de mundos estuvieran repletos de demonios,
Y
cada uno de ellos empuñara una espada del tamaño del Monte Meru,
No
podrían seccionar ni un solo pelo de mi cuerpo, y mucho menos matarme.
No
dejes de creerme, te estoy recordando mi resolución firme.”[339]
Con
cabezas de camellos, bueyes, y elefantes; con ojos aterradores,
Con
serpientes venenosas como brazos, con horribles ojos venenosos,
Ellos
le arrojaron volcanes en erupción,
Y
también árboles con sus raíces; y astiles
de cobre y hierro.
Se
reunieron como nubes proviniendo de las cuatro direcciones,
Rugiendo,
y arrojando una lluvia de rayos, bolas de hierro,
Espadas,
lanzas, hachas afiladas, y flechas envenenadas.
Hicieron
temblar la superficie de la tierra, y pulverizaron los árboles.
Algunos
de ellos tenían cien manos y arrojaban un centenar de flechas,
De
sus bocas disparaban serpientes venenosas y fuego;
Mientras
agarraban cocodrilos y otras criaturas acuáticas del océano,
Algunos
se transformaban en garudas y atacaban a las serpientes.
Enfurecidos,
algunos lanzaron bolas de hierro del tamaño del Monte Meru
Y
picos montañosos en llamas.
Golpeando
la tierra, la hicieron temblar
Haciendo
que se removieran las aguas del subsuelo.
Algunos
de ellos saltaron frente a él, y algunos lo atacaron por detrás.
Gritando:
“¡Tu, niño!” lo atacaron desde la izquierda y derecha.
Sus
manos y pies estaban vueltas del revés, y sus cabezas estaban en llamas.
De
sus ojos surgían rayos llameantes.
Cuando
fue testigo de este ejército de demonios con feas formas sobrenaturales,
Este
ser puro comprendió que eran como una ilusión.
“Aquí
no hay Mara, ni ejército, ni ser, ni tampoco un ego,
Como
la Luna reflejada en un estanque, así son los Tres Reinos. [340]
No
hay ojo, ni hombre, ni mujer, ni ego;
No
hay oído, nariz, lengua, ni cuerpo.
Nadie
ha creado estos fenómenos y nadie los experimenta;
Surgen
de forma dependiente, y están vacíos de existencia y no existencia.
Tan
pronto como proclamó la verdad de que los fenómenos son vacíos,
Los
yaksas, a quienes les agrada la disciplina,
Percibieron
que las armas en sus manos se habían convertido en guirnaldas de flores.
Ese
fue el resultado de las palabras pronunciadas por “Quien siempre dice la verdad”.
Graciosamente
él hizo correr su mano derecha sobre su cuerpo de cabeza a dedos de los pies,
Una
mano que estaba adornada por una fina membrana,
Con
unas bellas uñas del color del cobre, que centelleaban como el oro del Rio
Jambū.
Estaba
marcado con una rueda de mil radios, y fortalecido por la acumulación de
mérito.
El
extendió su mano, como un rayo cayendo del cielo,
Y
dijo: “Esta tierra es mi testigo.
En
el pasado yo he realizado cientos de miles de ofrendas,
Y
nunca he negado nada a quien me lo ha pedido.
El
agua, fuego, y viento son mis testigos;
Y
también Brahma, el señor de los seres; el Sol, la Luna, y las estrellas.
Los
Budas de las diez direcciones son mis testigos,
Mi
buena conducta, mis austeridades, y las ramas de la iluminación son mis
testigos.
La
generosidad, la moralidad ética, y la paciencia son mis testigos;
Y
también el esfuerzo, la concentración, y la sabiduría. [341]
Los
cuatro inmensurables y los cinco conocimientos superiores son mis testigos;
De
hecho, todas las prácticas graduales que llevan a la Iluminación son mis
testigos.
Si
uno contara los méritos, la fuerza, la buena conducta,
Las
buenas acciones, conocimiento, y ofrendas,
De
todos los seres en las diez direcciones, todo ello
No
supondría ni una centésima de las cualidades que hay en un solo cabello mío.”
El
bodhisatva tocó grácilmente la tierra,
Y
esta resonó como un recipiente de cobre.
Cuando
Mara oyó esto, cayó al suelo;
Y
entonces oyó estas palabras: “¡Golpea! ¡Coge a este amigo de la oscuridad!”
Puesto
que el cuerpo de Mara comenzó a sudar, su esplendor desapareció y su rostro fue
palideciendo;
Ahora
Mara se vio afectado por la vejez.
Entonces
golpeó su pecho y lloró de miedo, al no ver ningún protector.
La
mente de Mara estaba confusa, y sus pensamientos confundidos.
Sus
elefantes, caballos, medios de transporte, y carros cayeron al suelo;
Los
yakshas, kumbhāndas, y comedores de carne estaban aterrorizados, y huyeron.
Desorientados,
eran incapaces de encontrar su camino, y carecían lugar de descanso o
protección.
Huían
como los pájaros al ver fuego en el bosque.
Sus
padres, hijos, hermanas y hermanos, preguntaban por ellos:
“¿Dónde
los han visto? ¿Dónde han ido?”
Y
de este modo ellos comenzaban a argüir, y a pelear unos con otros.
“Han
caído estos sufrimientos sobre nosotros, y no hay perspectivas para poder
vivir.” [342]
El
gran ejército de los demonios, en el pasado invencible,
Ahora
todos lo habían abandonado, se había dispersado, y ya no se vuelve a juntar.
Durante
siete días no se vieron unos a otros,
Y
cuando finalmente pudieron ver sus formas fantasmales, se decían: “¡Qué bueno
verte con vida!”
Las
diosas del árbol sintieron compasión,
Y
cogieron sus vasos de agua, salpicando a los amigos de la oscuridad.
“¡Rápido,
levantaros! ¡Tenéis que partir sin demora!
Pues
eso es lo que les sucede a quienes no hacen caso de las palabras del Maestro.”
Mara
replicó:
“Yo
no escuché los amables y útiles consejos de mis hijos;
Y
he ofendido a su ser perfectamente puro.
Por
tanto, ahora yo he cosechado sufrimiento, miedo, infortunio, arrepentimiento,
Ruina,
lamentación, pérdida de honor, y este estado miserable.”
Las diosas
replicaron:
“Un
necio que ofende a aquellos que son inmaculados,
Se
encontrará con muchos problemas,
Tales
como el miedo, sufrimiento, calamidades, miseria,
Lamentación,
asesinato, y presidio.”
Los
líderes de los dioses, semidioses, garudas, kinnaras, y rāksasas; Brahma,
Indra, y los dioses del Cielo de Haciendo uso de las emanaciones de otros,
junto con los dioses del Cielo de Akanistha, todos ellos proclamaron su
victoria, gritando: “¡Victoria para ti, Héroe del mundo! ¡Has triunfado sobre
el ejército de Mara!”
Ellos le
ofrecieron guirnaldas de perlas, de Lunas crecientes, parasoles, banderas, y
estandartes; y esparcieron sobre él flores, y polvos de aloe, tagara, y madera
de sándalo. [343] Tocaron música y cantaron:
“Siéntate
bajo el árbol, ¡Oh, héroe, oh León que vence a sus enemigos!
En
este asiento supremo venciste con amor al ejército de demonios malvados,
¡Héroe,
hoy tú alcanzarás la Iluminación!
¡Los
diez poderes, las cualidades únicas de un Buda, las realizaciones, y las
experiencias de un Buda serán tuyas hoy!
Entraste
en batalla para derrotar a Mara;
Con
360 millones de seres como testigos
Del
poder y destreza de un bodhisatva perfecto,
240
millones generaron el deseo de alcanzar la Iluminación perfecta de un Buda.”
Esto concluye el Capítulo Veintiuno, sobre “La derrota de Mara.”