miércoles, 21 de marzo de 2018

Sutra del desarrollo de la actividad completa. Capítulo 11- La visita a la aldea agrícola.


Monjes, en otra ocasión, cuando el príncipe hubo crecido un poco más, fue a visitar una aldea agrícola con los hijos de los ministros y con algunos otros niños. Después de haber estado viendo la aldea, fue hasta una arboleda que estaba situada al final de una tierra de labor que estaba siendo labrada. Completamente solo, el bodhisatva iba de aquí a allí sin rumbo, hasta que encontró un árbol jambu hermoso y agradable de ver. El se sentó bajo la sombra del árbol de jambu con sus piernas cruzadas; y estando sentado allí alcanzó la concentración en un solo punto.  [129]
Con su mente concentrada de este modo, al estar libre de lo no virtuoso y de los oscurecimientos, el alcanzó el primer nivel de concentración, que está acompañado por pensamiento y análisis, y que es una meditación que está imbuida con la alegría y el placer nacidos del discernimiento.
Entonces, firme en su concentración, él puso fin a los pensamientos y análisis, y su mente quedó perfectamente quieta. Como su mente estaba concentrada, el entró en el segundo nivel de concentración, el cual está libre de pensamientos y de análisis, y que está imbuido con la alegría y el placer nacidos de la absorción meditativa.
Sin experimentar ningún apego a la alegría, permaneció en la ecuanimidad con atención mental e introspección, y entonces experimentó placer físico. Consciente y sabedor, el experimentaba gran placer físico. El se había establecido en el tercer nivel de concentración, una ecuanimidad que es descrita por los Seres Nobles como: “ecuánime, con gran atención mental, y gran confort.”
El ya había abandonado el sufrimiento, y puesto que ahora también abandonó la sensación de confort, desaparecieron las sensaciones mentales de placer y de tristeza. Así pues, el se instaló en el cuarto nivel de concentración que es perfectamente puro, con una ecuanimidad y consciencia que no están conectadas con el placer y el dolor.

Fue precisamente entonces cuando cinco sabios no budistas, los cuales habían alcanzado los poderes milagrosos y las cinco sabidurías superiores, pasaron volando por el cielo en dirección norte. Sin embargo, cuando sobrevolaban esa arboleda, fueron incapaces de ir más allá, y sintieron como si algo tirara de ellos hacia abajo. Irritados, y con los vellos de su cuerpo erizados, pronunciaron los siguientes versos:

“Nosotros hemos cruzado sobre los diamantes y piedras preciosas
De la alta y extensa cumbre del Monte Meru,
Tan fácilmente como los elefantes derriban
Una arboleda de mangos jóvenes.

Elevándonos en el cielo hemos sobrevolado
Las residencias de yaksas y gandharvas;
Incluso sobre la propia ciudad de los dioses,
Pero llegando a esta densa arboleda, perdemos nuestros poderes.
¿Qué gran poder obstruye nuestra magia?”[130]

Entonces la diosa que habitaba en esa arboleda dirigió a los sabios este canto:

“El hijo del rey de los Sakyas,
Descendiente de la familia de un rey de reyes,
El Señor del Mundo, el Conocedor con una cara como la Luna,
Aquel con el lustroso color de un loto en plena floración,
Y quien brilla con el fulgor del Sol naciente,

Ha entrado en esta arboleda
Y se ha entregado plenamente a la meditación;
Los dioses, los gandharvas, los reyes de los nagas,
Y los yaksas, todos ellos le rinden respeto.

Puesto que su mérito ha crecido enormemente
A través de cientos de miríadas de vidas,
Su poder supera en mucho
A vuestros poderes sobrenaturales.”

Mirando bajo ellos, vieron al joven príncipe brillando con majestad y radiando con esplendor, y pensaron: “¿Quién es el que está sentado allí? ¿Pudiera ser Vaisravana, el dios de la riqueza? ¿O acaso es Mara, el Señor del deseo, o quizás el señor de los mahoragas? ¿Pudiera ser Indra, quien porta el rayo; o Rudra el señor de los kumbhāndas; o Krishna, el poderoso? ¿Es la Luna, o quizá el Sol con sus mil rayos? ¿Pudiera ser un monarca universal?”
Y entonces ellos pronunciaron los siguientes versos:

“Con un cuerpo semejante a Vaisravana,
Este tiene que ser Kubera, ¿O quizá sea Rahu,
O quizá sea el que porta el rayo?
¿O quizá Pratimā, Chandra[1] o Surya[2]?

¿Quizá pueda ser Kama, el señor del deseo?
El también tiene un parecido a Krishna,
Pero puesto que es tan majestuoso,
Con grandes signos marcando su cuerpo,
Quizá sea un Buda inmaculado.”

Entonces la diosa de la arboleda se dirigió a los sabios con los siguientes versos:

“Todo el esplendor de pueda haber en Vaisravana,
En Sahesrekșana, o en los Cuatro Guardianes del Mundo,
Toda la majestad perteneciente al señor de los asuras,
O a Brahma, el Señor de Sahā, o a Krishna,
Son minúsculos en comparación con el del hijo de los Sakyas.”

Cuando ellos oyeron las palabras de la diosa, descendieron al suelo, y vieron al bodhisatva completamente establecido en la meditación, con su cuerpo inmóvil y refulgiendo con una gran luz. Entonces ellos lo alabaron con estos versos:

Uno de ellos dijo:
“En un mundo abrasado debido al fuego de las pasiones
Ha aparecido un lago de liberación.
El obtendrá el Dharma,
Y así refrescará al mundo.”

Otro de ellos dijo:
“En un mundo oscurecido por la ignorancia,
Ha aparecido una antorcha de liberación.
El obtendrá el Dharma,
Y así iluminará a todos los seres.”

Otro dijo:
“En la difícil travesía del océano del sufrimiento,
Ha aparecido el mejor de los barcos.
El obtendrá el Dharma,
Y llevará a los seres a la otra orilla.”

Otro dijo:
“Para aquellos encadenados por las cadenas de las emociones aflictivas
Ha aparecido el libertador.
El obtendrá el Dharma,
Y liberará a todos los seres.”

Otro dijo:
“Para aquellos atormentados por la vejez, la enfermedad, y la muerte,
Ha aparecido el mejor de los médicos.
El obtendrá el Dharma,
Y los liberará del nacimiento y la muerte.”

Una vez que los sabios hubieron alabado al bodhisatva con estos versos, lo circunvalaron por tres veces, y entonces partieron a través de los cielos.

El Rey Suddhodana no veía al bodhisatva. Inquieto por su ausencia, preguntó: “¿Dónde ha ido el niño? No lo veo.”
Entonces un gran número de personas comenzó a correr buscándolo; [132] finalmente uno de los ministros vio al bodhisatva sentado con las piernas cruzadas, en profunda meditación, a la sombra del árbol de jambu. Aunque con el paso del día la sombra de los árboles había cambiado, la sombra del árbol de jambu no se había apartado del cuerpo del bodhisatva. Viendo esto, el ministro estaba lleno de asombro. Lleno de alegría y satisfacción, estaba extasiado. Yendo rápidamente, en un estado de júbilo, se dirigió hacia el Rey Suddhodana, y le dirigió estos versos:

“¡Mirad, Su Majestad! Este niño está entregado a la meditación
A la sombra de un árbol de jambu.
El brilla con gloria y esplendor,
¡Lo mismo que Sakra y Brahma!

La sombra del árbol no se mueve,
Se ha quedado en su lugar,
Dando cobijo a quien posee los mejores de los signos,
Al más grande entre los hombres,
Sentado bajo él, sumido en profunda meditación.”

Cuando el Rey Suddhodana se aproximó el árbol de jambu, y vio al bodhisatva brillando con esplendor y majestad, el pronunció este verso:

“Allí está sentado, como un fuego ardiendo en la cumbre de una montaña,
Como la Luna rodeada por grupos de estrellas.
Todo mi cuerpo tiembla viéndolo sumido en profunda meditación,
Brillando como una lámpara resplandeciente.”

Y postrándose a los pies del bodhisatva, recitó estos versos:

“¡Sabio! Lo mismo que me postré ante ti cuando naciste,
Ahora que te veo resplandeciente y en profunda meditación,
Me postro por segunda vez a tus pies,
¡Oh, Guía! ¡Oh Protector!”

En aquel mismo momento, algunos niños pasaron por allí tirando de una pequeña silla, y causando un cierto alboroto. Entonces los ministros les dijeron: “¡Estaros quietos! ¡Estaros quietos!”
Los muchachos preguntaron: “¿Por qué?”
Y los ministros respondieron: “Aunque el Sol en su recorrido ha cambiado su posición, la sombra del árbol no se ha movido del Príncipe Siddhartha-quien posee las marcas de virtud más sublimes y elevadas, y que es brillante como el cielo-pues él está meditando practicando la concentración, inamovible como una montaña.” [133]

Sobre este particular se dice:

“Había pasado la primavera,
Y ya había llegado el primer mes de verano
En el que las flores brotaban y florecían;
Y en el que los sonidos de las grullas,
Pavos reales, loros, y pajaros myna resonaban por doquier,
Cuando los hijos de los Sakya salieron en gran número.

Chandaka, rodeado por los otros chicos, dijo al joven príncipe:
“¡Vayamos fuera! ¡Vayamos a ver los bosques y arboledas!
¿Por qué permanecer dentro de nuestras casas como si fuéramos brahmines?
¡Convoquemos a nuestros amigos, y llamemos también a algunas chicas!”

Así que en torno al mediodía, el Ser Perfecto,
Rodeado por quinientos jóvenes
Se dirigió a la aldea agrícola
Sin haberlo notificado ni a su padre, ni a su madre.

Viendo a los granjeros trabajando en los campos,
Y movido por el sufrimiento, el bodhisatva exclamó:
“¡Cuánta miseria hay en todo lo compuesto!
Es causa de incontable sufrimiento.”

Ahora bien, en la aldea había un árbol de jambu
Que tenía un ramaje profuso.
El se aproximó a la sombra del árbol de jambu,
Con la mente bien disciplinada.
Allí reunió algo de hierba, y preparó un asiento para él.
Sentándose con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido,
Comenzó meditar y profundizó su concentración
Inmerso en la virtud de los cuatro niveles de concentración[3]. [134]

Viajando a través de los cielos,
Cinco sabios pasaban sobre el árbol de jambu,
Cuando se vieron imposibilitados de ir más allá.
Dejando de lado su impaciencia y orgullo,
Estuvieron de acuerdo en investigar:

“Nosotros hemos pasado rápidamente sobre el Monte Meru,
El rey de los montes, y sobre las cordilleras circundantes sin ningún impedimento.
Sin embargo, somos incapaces de ir más allá de este árbol de jambu,
¿Cuál puede ser la causa?”

Descendieron y pusieron pie en tierra,
Donde vieron al bodhisatva, el Hijo de los Sakya.
Estaba sentado al pie de un árbol de jambu,
Con las piernas cruzadas, sumido en profunda meditación,
Brillando con el esplendor del oro del rio Jambu.

Sorprendidos, ellos juntaron sus manos sobre sus cabezas,
Y le rindieron homenaje, postrándose a sus pies con las manos juntas.
Dijeron: “Ser Excelente, Bien Nacido,
Quien causa la mayor felicidad en el mundo,
¡Que rápidamente puedas alcanzar el estado de un Buda,
Y llevar a todos los seres a la inmortalidad!”

El Sol se había movido, pero no la sombra del árbol;
Esta no se había apartado del cuerpo del Ido al Gozo,
Pues el mejor de los árboles había postrado sus ramas
Como una hoja de loto;
Y miles de dioses, con las manos juntas en señal de reverencia,
Se postraron a los pies de aquel dotado de una resolución inquebrantable.

Suddhodana, buscando por todo el palacio,
Preguntó por su hijo, y la tía replicó: [135]
“Yo he buscado por todos los sitios, pero no puedo encontrarlo,
¡Oh Rey!, tenemos que saber dónde ha ido el joven príncipe.”

Rápidamente el Rey Suddhodana preguntó a los sirvientes,
Frenéticamente preguntó también al portero,
Y también a otros residentes en el palacio:
“¿Alguien ha visto marchar a mi hijo?”

Entonces alguien dijo: “Su Majestad,
El Supremo ha ido hasta la aldea agrícola.”
El rey salió a toda prisa, con los Sakyas a su lado,
Y pronto tuvieron a la vista al Príncipe
Sobre una pequeña colina en la aldea agrícola.
Y así él vio, brillante y majestuoso,
Con el fulgor de miríadas de soles nacientes,
A aquel que viene a ayudar a todos los seres.

El rey cogió las insignias de su realeza,
La corona, la espada, y los zapatos.
El rey saludó al príncipe con las manos juntas sobre su cabeza,
Y dijo: “Si, los eminentes sabios hablan elocuentemente y la verdad,
El joven príncipe abandonará el hogar
Para alcanzar la Suprema Iluminación.”

Se aproximaron doce mil dioses llenos de devoción,
Y también quinientos jóvenes Sakyas.
Viendo los poderes milagrosos del Ido al Gozo,
Ese océano de virtudes, y esa firme resolución,
En ellos se generó el pensamiento de la Perfecta Iluminación.

Sacudiendo el suelo de todos los tres mil mundos,
El bodhisatva surgió de su meditación con una profunda consciencia.
Entonces, el Refulgente se dirigió a su padre con la voz de Brahma:
“¡Oh, padre! Si uno ara en el campo de la mente, ya no busca otra cosa.

Si alguien busca oro, uno puede hacer que caiga una lluvia de oro.
Si alguien busca vestimenta, uno puede ofrecer vestidos.
Si alguien busca grano, uno puede hacer que el  grano surja a raudales.
¡Señor de los Hombres, aplica esto a todos!”

Tras haber instruido a su padre y a su séquito con gran autoridad,
El Perfecto retornó a la mejor de las ciudades,
Y conforme a la costumbre, permaneció en la ciudad.
Pero su mente estaba ocupada pensando en abandonar el hogar.


Esto concluye el Capítulo Once, sobre “La visita a la aldea agrícola.”










[1] La Luna.
[2] El Sol.
[3] Los cuatro Dhyanas.

sábado, 17 de marzo de 2018

Sutra del Desarrollo de la actividad completa (Lalitavistara) Capítulo 10-La visita a la escuela.


Monjes, cuando el joven príncipe hubo crecido, fue llevado a la escuela. Fue allí en medio de cientos de miles de signos auspiciosos, y estaba rodeado y atendido por diez mil chicos, con diez mil carros llenos de comida dura, blanda, y de condimentos; y también había otros diez mil carros llenos de monedas de oro y gemas. Estas fueron distribuidas en las calles y en los cruces de camino, y a las entradas de las plazas de mercado de la ciudad de Kapilavastu. Al mismo tiempo sonaba una sinfonía de ochocientos mil címbalos, y caía una lluvia de flores celestiales.

Cientos de miles de muchachas ataviadas con toda clase de joyas se asomaban a los balcones, torres, arcos, ventanas, [124] pabellones de los palacios, y azoteas de las casas. Contemplando al bodhisatva, ellas arrojaban flores. Allí también había ocho mil jóvenes diosas, las cuales estaban adornadas con joyas de todas clases, cada una de ellas sosteniendo una joya en sus manos, como un signo auspicioso, y portando gemas bhadramkara. Iban delante del bodhisatva limpiando su camino. Dioses, nagas, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kinnaras, y mahoragas mostraron la parte superior de sus cuerpos, y desde el cielo lo engalanaron con guirnaldas de flores y espirales de seda. Todas las facciones de los Sakya, con el Rey Suddhodana a la cabeza, fueron delante del bodhisatva. Con todo dispuesto de este modo, el bodhisatva fue llevado a la escuela.
Tan pronto como el bodhisatva llegó a la escuela, el maestro de los niños, llamado Visvāmitra, incapaz de resistir el esplendor y brillo del bodhisatva, se postró ante él poniendo su cara en el suelo. Un hijo de los dioses del Cielo de Tushita, llamado Subhānga, vio al maestro de escuela en el suelo, y cogiéndolo con su mano derecha, lo levantó. Entonces Subhānga, suspendido en el cielo, pronunció los siguientes versos al Rey Suddhodana y a la multitud:

“Cualquier tópico de conocimiento propio del mundo de los humanos-
Los números, tipos de escritura, matemáticas, permutación de los elementos,
Y todas las inmensurables cantidades de técnicas  de trabajo-
Todo ello ya lo había aprendido hace muchas decenas de millones de eones.

Sin embargo él actúa solo en armonía con la gente;
Y así, el Bien Instruido, viene a la escuela para beneficio de la enseñanza,
Para que muchos niños puedan madurar en el Vehículo Supremo,
Y para llevar a una miríada de otros seres a la inmortalidad. [125]

El conoce el sendero de las Cuatro Verdades Nobles que está más allá del samsara;
El conoce cómo todo surge dependiendo de sus causas;
Y cómo el cese de la existencia condicionada lleva a la paz.
Cuando él conoce todo esto, ¿Cómo podría no conocer los tipos de escritura?

En todos los Tres Reinos no hay un maestro superior a él;
Entre todos los dioses y hombres, él es el más destacado.
Todos vosotros ni siquiera conocéis los nombres de los tipos de escritura
Que él ha aprendido antes, hace muchas decenas de millones de eones.

Este ser puro conoce en un solo instante
Los innumerables y diversos pensamientos de los seres.
Cuando él conoce esas cosas invisibles y sin forma,
¿Qué necesidad hay de mencionar los distintos tipos de escritura?”

Una vez que hubo expuesto estos versos, el hijo de un dios honró al bodhisatva con flores celestiales, e inmediatamente desapareció.

Entonces sus cuidadoras y sus asistentes tomaron sus lugares en la escuela, mientras el resto de los Sakyas, con el rey Suddhodana a la cabeza, partieron.
Entonces el bodhisatva cogió un escritorio confeccionado con madera de sándalo. Estaba adornado con flecos de oro divino de primera calidad, y en todos los lados tenía gemas incrustadas. Entonces, el se dirigió al maestro Visvāmitra:

“¡Oh, maestro! ¿Qué clase de escritura me enseñarás? ¿Será la escritura Brāhmī, la Kharostī, o la Puskarasāri? ¿Será la escritura Anga, la Vanga, la Magadha, la Mangalya, la Angulīya, la Sakāri, la Brahmavali, la Pārusya, la Drāvida, la Kírāta, la Dāksinya, la Ugra, la Samkhyā, la Anuloma, la Avamūrdha, [126] la Darada, la Khāsya, la Cīna, la Lūna, la Hūna, la Madhyāksaravistara, la Puspa, la Deva, la Naga, la Yaksha, la gandharva, la kinnara, la mahoraga, la asura, la garuda, la Margachakra, la Vāyasaruta, la Bhaumadeva, la Antarīksadeva, la Uttarakurudvipa, la Aparagodānī, la Pūrvavideha, la Utksepa, la Niksepa, la Viksepa, la Praksepa, la Sāgara, la Vajra, la Lekhapratilekha, la Anudruta, la Sāstrāvarta, la Gananāvarta, la Utksepāvarta, la Niksepāvarta, la Pādalikhita, la Dviuttarapadasamdhi, la Yāvaddasottarapadasamdhi, la Madhyāhārinī, la Sarvarutasamgrahanī, la Vidyānulomāvimisrita, la Rsitapastapta, la Rocamāna, la Dharanīpreksinī, la Gaganapreksinī, la Sarvausadhinisyanta, la Sarvasarāsamgrahanī, o la Sarvabhūtarutasamgrahanī? Maestro, ¿Cuál de estos sesenta tipos de escritura me enseñarás?”

El maestro de escuela Visvāmitra estaba asombrado, y sonrió. Dejando a un lado su orgullo, vanidad, y arrogancia, le contestó con los siguientes versos:

“¡Qué maravilloso! Aunque el Ser Puro
Está versado en todos los tópicos mundanos,
Sigue las convenciones del mundo,
Y así, él ha venido a la escuela.

El ha aprendido los tipos de escritura,
Algunas de las cuales incluso
Yo no las he oído siquiera,
Y sin embargo ha venido a la escuela.

Yo veo su rostro,
Pero la corona de su cabeza permanece invisible.
Si él ha llegado a dominar todos los tipos de escritura,
¿Cómo puedo enseñarlo yo?

Este dios, el gran dios de los dioses,
Este erudito supremo entre todos los dioses,
Es superior y no tiene igual.
No hay nadie en el mundo igualable a él. [127]

Es solo debido a su destreza sin par
A la hora de aplicar el conocimiento y los medios hábiles,
Por lo que yo enseñaré a este ser sabio,
El refugio final de todos los seres.

Monjes, entonces el maestro de escuela enseñó a escribir al bodhisatva, junto con otros diez mil niños. No obstante, debido al poder del bodhisatva, cuando el maestro de escuela estaba enseñando el alfabeto a los niños, lo hizo de la siguiente manera:
Cuando pronunció la letra a, surgió la afirmación: anityah sarvasamskhārah, todos los agregados son impermanentes.
Cuando pronunció la letra ā, surgió la afirmación: ātmaparahita, beneficioso para uno y para los otros.
Cuando pronunció la letra i, surgió la afirmación: indriyavaipulya, vasto desarrollo de los sentidos.
Cuando pronunció la letra ī, surgió la afirmación: ītibahulam jagat, abundancia de calamidades y enfermedades en el mundo.
Cuando pronunció la letra u, surgió la afirmación: upadravabahulam jagat, el infortunio abunda en el mundo.
Cuando pronunció la letra ū, surgió la afirmación: ūnasattvam jagat, poca esencia en el mundo.
Cuando pronunció la letra e, surgió la afirmación: esanāsamutthānadosa, las faltas nacen del deseo.
Cuando pronunció la letra ai, surgió la afirmación: airyāpathah shreyān, las virtudes del noble sendero.
Cuando pronunció la letra o, surgió la afirmación: oghottara, el torrente ha sido vadeado.
Cuando pronunció la letra au, surgió la afirmación: aupapāduka, generado espontáneamente.
Cuando pronunció la letra am, surgió la afirmación: amoghotpatti, la emergencia de lo que es eficaz.
Cuando pronunció la letra ah, surgió la afirmación: astamgamana, alcanzando un fin.
Cuando pronunció la letra ka, surgió la afirmación: karmavipākāvatāra, la completa maduración de las acciones.
Cuando pronunció la letra kha, surgió la afirmación: khasamasarvadharma, todos los fenómenos son como el espacio.
Cuando pronunció la letra ga, surgió la afirmación: gambhīradharma-pratīyasamudpādāvatarā, realización de la profunda generación dependiente.
Cuando pronunció la letra gha, surgió la afirmación: ghanapatalāvidyāmohāndhakāravidhamana, destrucción de la oscuridad del engaño y de los velos de la ignorancia.
Cuando pronunció la letra ñga, surgió la afirmación: angavisuddhi, la completa purificación de las ramas del conocimiento.
Cuando pronunció la letra ca, surgió la afirmación: caturāryasatyapatha, el sendero de las Cuatro Verdades Nobles.
Cuando pronunció la letra cha, surgió la afirmación: chandarāgaprahāna, el abandono del deseo y la pasión.
Cuando pronunció la letra ja, surgió la afirmación: jarāmaranasamatikramana, transcendiendo la vejez y la muerte.
Cuando pronunció la letra jha, surgió la afirmación: jhasadhvajavaranigrahana, venciendo a las fuerza del dios del amor.
Cuando pronunció la letra ña, surgió la afirmación: jñapana, haciendo conocer.
Cuando pronunció la letra ta, surgió la afirmación: vattopacchedana, cortando el ciclo de los renacimientos.
Cuando pronunció la letra tha, surgió la afirmación: thapanīyaprasta, la pregunta de lo que debe de ser reunido.
Cuando pronunció la letra da, surgió la afirmación: damaramāranigrahana, venciendo al maligno y a aquellos que causan discordia.
Cuando pronunció la letra dha, surgió la afirmación: mīdhavisayāh, las regiones impuras.
Cuando pronunció la letra na, surgió la afirmación: renuklesah; las aflicciones son sutiles.
Cuando pronunció la letra ta, surgió la afirmación: tathatāsambheda, la talidad es indiferenciada.
Cuando pronunció la letra tha, surgió la afirmación: thāmabalavegavaisāradya, fortaleza, poder, fuerza, y confianza.
Cuando pronunció la letra da, surgió la afirmación: dānadamasamyamasaurabhya, generosidad, disciplina, refreno, y dulzura.
Cuando pronunció la letra dha, surgió la afirmación: dhanamāryānām, la riqueza de los nobles es séptuple.
Cuando pronunció la letra na, surgió la afirmación: nāmarūparijña, conocimiento completo de cuerpo y nombre.
Cuando pronunció la letra pa, surgió la afirmación: Paramārtha, el absoluto.
Cuando pronunció la letra pha, surgió la afirmación: phalaprāptisāksātkriyā, manifestando la adquisición del fruto.
Cuando pronunció la letra ba, surgió la afirmación: bandhanamoksha, liberación de la esclavitud.
Cuando pronunció la letra bha, surgió la afirmación: bhavavibhava, destrucción de la existencia.
Cuando pronunció la letra ma, surgió la afirmación: madamānopaśamana, cese de la arrogancia y del orgullo.
Cuando pronunció la letra ya, surgió la afirmación: yathāvaddharmaprativedha, comprendiendo los fenómenos tal como son.
Cuando pronunció la letra ra, surgió la afirmación: ratyaratiparamārtharati, la insatisfacción ante el placer es deleitarse en el absoluto.
Cuando pronunció la letra la, surgió la afirmación: latāchedana, cortando la enredadera.
Cuando pronunció la letra va, surgió la afirmación: varayāna, el vehículo excelente.
Cuando pronunció la letra śa, surgió la afirmación: Samatha-vipashyana, calma mental y visión penetrante.
Cuando pronunció la letra șa, surgió la afirmación: șadāyatanigrahanābhijñajñanāvāpti, destruyendo las seis bases, y obteniendo los poderes milagrosos y las sabidurías.
Cuando pronunció la letra sa, surgió la afirmación: sarvajñajñanābhisambhodhana, alcanzando el despertar a la sabiduría omnisciente.
Cuando pronunció la letra ha, surgió la afirmación: hataklesavirāga, destruyendo las aflicciones y apartándose del deseo.
Cuando pronunció la letra ksa, surgió la afirmación: ksaraparyantābhilāpya sarva dharma, llegando al final de las letras, todos los fenómenos son inefables.

Así, mientras el maestro de escuela estuvo enseñando el alfabeto a los niños, allí surgieron innumerables cientos de miles de enseñanzas excelentes de Dharma, debido al poder del bodhisatva. Además, mientras el bodhisatva estaba acudiendo a la escuela, 32.000 niños tuvieron pensamientos dirigidos a la insuperable, perfecta, y completa iluminación. Esta es la circunstancia y la razón por la que el bodhisatva fue a la escuela, a pesar de que ya estaba tan instruido.


Esto concluye el Capítulo Diez, sobre “La visita a la escuela”.