miércoles, 13 de marzo de 2019

Sutra del Desarrollo de la actividad completa (Lalitavistara) Cap 23 La alabanza.


Mientras el bodhisatva estaba sentado en el asiento de la Iluminación, los hijos de los dioses de las moradas puras[1], lo circunvalaron por tres veces; derramaron sobre él una lluvia de polvo de sándalo divino, y lo alabaron con estos versos:

“¡Tu eres la luz del mundo que ha aparecido!
¡Protector del Mundo que traes la luz!,
Tú has dado ojos al mundo cegado
Para que abandone las aflicciones.

¡Tú has resultado victorioso en la batalla!
¡A través del mérito has logrado tu propósito!
Repleto de cualidades virtuosas
Tú satisfarás a los seres.

¡Inmaculado, tú has cruzado el lodazal
Y permaneces en tierra seca, oh Gautama!
Tú llevarás a la otra orilla a los otros seres,
Quienes son arrastrados por el poder de la corriente.

¡Tu gran visión profunda te ensalza!
¡Eres sin par en los Tres Reinos!
¡Tú no estás manchado por los intereses mundanos,
Lo mismo que un loto flotando en el agua!

Con la antorcha de tu sabiduría,
Tú puedes despertar a este mundo
Que lleva sumido durante un largo tiempo
En la gran niebla de la oscuridad.

Al mundo de los seres,
Quienes están afectados crónicamente por la enfermedad de las aflicciones,
Tú has llegado, ¡Oh, Rey de los Médicos!,
Para curar al mundo de todas las enfermedades.

Ahora que has aparecido, ¡0h, Bhagavan!
Los estados desafortunados se quedarán vacíos.
Dioses y humanos
Estarán llenos de felicidad.

Aquellos que te buscan para seguirte,
¡Oh, Toro entre los hombres!,
Nunca irán a los reinos inferiores
En miles de eones.

Aquellos que escuchen el Dharma
Llegarán a ser eruditos, y estarán libres de la enfermedad.
Agotarán todo vestigio de sufrimiento, y tras extinguir los agregados,
Llegarán a verse libres del miedo.

Puesto que cortarán las cadenas de las aflicciones,
Todos ellos estarán libres del aferramiento,
Y llegarán a liberarse rápidamente,
Alcanzando así la fructificación de la virtud suprema.

¡Ellos serán objeto de la generosidad en el mundo,
Se convertirán de dignos de recibir  ofrendas!
Las donaciones que les hagan no disminuirán,
Sino que se convertirán en causas para que todos los seres alcancen el nirvana!” [359]

Monjes, una vez que los hijos de los dioses de las moradas puras hubieron alabado de este modo al Tathagata, se postraron ante el Tathagata con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Monjes, entonces los hijos de los dioses del Cielo Luminoso[2] hicieron ofrendas al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la Iluminación, con ofrendas de flores celestiales, incienso, guirnaldas, ungüentos, parasoles, banderas, y estandartes de la victoria. Una vez realizadas las ofrendas, lo circunvalaron por tres veces, y entonces lo alabaron con estos versos:

“Sabio, tu mente es profunda y tu voz dulce;
¡Oh, Sabio supremo, tu voz, como una canción, es melodiosa como la voz de Brahma!
Tú has pasado a la otra orilla, alcanzando el supremo beneficio de la Iluminación;
¡Homenaje a ti, quien ha alcanzado la culminación de todas las canciones melodiosas!

Tú eres el refugio, la tierra firme;
Tú eres el defensor, protegiendo al mundo con amor y compasión;
Tú eres el mejor de los médicos, quien elimina el sufrimiento;
Tú eres el doctor que aplica el mejor de los remedios.

Tan pronto como viste al Buda Dīpamkara,
Tú completaste la maravillosa nube de amor y compasión;
¡Oh, Protector, derrama una lluvia de ambrosía
Que calme el sufrimiento de hombres y dioses!

Lo mismo que un loto, tú no resultas manchado por los Tres Reinos;
Como el Monte Meru, eres firme e inamovible;
Como un diamante, tu palabra es inmutable;
Como la Luna, estás repleto de las mejores cualidades.”

Monjes, una vez que los dioses del Cielo Luminoso hubieron alabado al Tathagata de este modo, se postraron con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces los dioses del Cielo de Brahma, encabezados por Subrahman, el hijo de los dioses, cubrieron con una red de joyas compuesta por trillones de gemas al Tathagata, que estaba sentado en el asiento de la Iluminación. Después circunvalaron al Tathagata por tres veces, y lo alabaron con los siguientes versos compuestos para la ocasión: 

“Nos postramos ante quien es infatigable,
Quien está dotado con virtud inmaculada y la luz de la sabiduría,
Quien posee las treinta y dos marcas más excelentes,
Quien posee atención, conocimiento, y sabiduría.

Completamente libre de las tres impurezas, eres inmaculado y puro;
Eres renombrado en los Tres Reinos, pues posees los tres conocimientos.
Tú confieres la sabiduría en las tres liberaciones,
Nos postramos ante ti, poseedor de los tres ojos puros. [360]

Tú has desterrado la oscuridad de este eón, tú que controlas perfectamente tu mente;
Eminente en compasión y amor, tú trabajas por el bienestar de los seres.
Sabio, eminente en el contentamiento y perfectamente calmado,
Deleitándote en la ecuanimidad, tú liberas a los demás de la duda.

Eminente en disciplina y austeridades, tú actúas para beneficio de los seres;
Tras haber purificado tu propia conducta, has alcanzado la perfección en la acción.
Como Maestro de las Cuatro Verdades, te delitas en la liberación;
¡Ser liberado, tú liberas también a los otros!

Cuando llegó Mara, poderoso y persistente,
Lo derrotaste con tu sabiduría, esfuerzo, y amor;
Y entonces alcanzaste el estado supremo e inmortal.
¡Vencedor del ejército maligno, te rendimos homenaje!

Monjes, una vez que los dioses del Cielo de Brahma, encabezados por Subrahman, el hijo de los dioses, hubieran terminado de alabar al Tathagata con estos versos, se postraron ante él con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces aquellos hijos de Mara que se habían puesto del lado de lo correcto, se aproximaron al Tathagata y lo cubrieron con parasoles y toldos gigantes hechos con joyas. Entonces, juntando las manos, alabaron al Tathagata con estos versos apropiados:

“Cuando nosotros, el terrible ejército de Mara, aparecimos ante ti,
Con tu gran poder, deshiciste instantáneamente nuestra terrible horda demoníaca,
Sin levantarte, moverte, o pronunciar una sola palabra.
¡Sabio que realizas todos los propósitos y eres honrado en los Tres Reinos, te rendimos homenaje!

Los trillones de demonios femeninos, tan numerosos como las arenas del Ganges,
No pudieron moverte o apartarte de al pie del sublime árbol de la Iluminación.
Te hicieron trillones de ofrendas, tantas como los granos de arena del Ganges,
¡Por eso es por lo que tú, Oh Señor, brillas sentado aquí, bajo el árbol de la Iluminación!

Mientras seguías la conducta que lleva a la Iluminación suprema,
Tú diste a tu querida esposa, tus hijos amados, sirvientes, jardines, aldeas,
Ciudades, reino, consortes, y elefantes. [361]
También tu cabeza, ojos, lengua, y pies. ¡Por eso es por lo que hoy brillas!

Como un Buda, vistiendo la armadura de la concentración, los poderes milagrosos, y el conocimiento,
Yo transportaré a trillones de seres, sacándolos del océano del sufrimiento,
En el barco del Dharma sublime. Esta aspiración que habías repetido,
Ahora se ha cumplido, y tú liberarás a todos los seres.

¡Que por el mérito de alabarte a ti, el “Más eminente de los oradores”, quien da ojos al mundo,
Podamos todos nosotros, gracias al regocijo, aspirar a la omnisciencia!
¡Que podamos alcanzar la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación que alaban todos los Budas,
Que podamos derrotar a las hordas demoníacas y despertar a la omnisciencia!”

Monjes, una vez que los hijos de Mara hubieran alabado de esta manera al Tathagata, se postraron ante el Tathagata con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces, Vasavartin, un hijo de los dioses del Cielo de Haciendo uso de las emanaciones de otros[3], rodeado y escoltado por millones de hijos de los dioses, rociaron al Tathagata con lotos dorados del Rio Jambu. Entonces, en su presencia, lo alabaron con estos versos:

“Tu palabra es amable, calmada, y franca;
Libre de las contaminaciones de los oscurecimientos, has realizado el estado inmortal.
Tú mereces un tratamiento sin paralelo en cielos y tierra,
¡Poseedor de la luz de la sabiduría, nos postramos ante ti!

¡Tú traes alegría, y has abandonado las aflicciones y los grilletes;
Con tus palabras alegres deleitas a dioses y humanos! [362]
¡Con los rayos que surgen de tu cuerpo sublime, inmaculado y luminoso,
Triunfas sobre este mundo, como el maestro de dioses y humanos!

Vencedor de los enemigos, tú conoces perfectamente la conducta de otros;
Querido en el mundo de dioses y humanos, tu aclaras la mente de otros;
Brillante y sabio, tú iluminas la conducta de otros.
¡Que podamos nosotros transitar ese sendero recorrido por aquellos que poseen los diez poderes!

¡Después de haber eliminado el aferramiento a la existencia, el sufrimiento falsamente construido,
Qué puedas entrenar a dioses y humanos domando sus mentes,
Qué puedas discurrir por el cielo en las cuatro direcciones lo mismo que la Luna;
Y así ser un ojo sublime y un refugio para los Tres Reinos!

¡Bien amado en el mundo de dioses y humanos, tú no te sientes atraído hacia los objetos de los sentidos;
Sin dejarte arrastrar por el deseo, tú encuentras placer en lo virtuoso.
Proclamado a lo largo y ancho, en los Tres Reinos no hay nadie igual a ti;
Tu eres el Protector, el Refugio, el único recurso de los seres!

Monjes, una vez que los hijos de los dioses del Cielo de Haciendo uso de las emanaciones de otros, quienes estaban dirigidos por Vasavartin, el hijo de los dioses, hubieron alabado al Tathagata, con las palmas de las manos juntas se postraron ante él, y se quedaron de pie a un lado.

Acto seguido, Sunirmita, el hijo de los dioses, rodeado y escoltado por una asamblea de los dioses del Cielo de Deleitándose en emanaciones, cubrieron al Tathagata con toldos de seda en los que había incrustadas diversas gemas, y lo alabaron en su presencia con estos versos:

“¡Tú eres la luz del Dharma que ha surgido de la desaparición de las tres impurezas;
Tu destruiste el engaño, las creencias, y la ignorancia; y revelas luminosidad y gloria!
¡Tú llevas a la inmortalidad a quienes se complacen en los senderos erróneos! [363]
Tú eres un objeto de veneración aquí en el mundo, honrado por medio de monumentos en cielos y tierra!

¡Tú eres un médico diestro en la curación, quien dispensa el elixir de la felicidad!
Tú erradicas las enfermedades de los seres por medio del sendero de los Budas del pasado;
Tú limpias la acumulación de propensiones hacia las creencias falsas, las aflicciones, y la ignorancia;
Por esta razón, tú eres el médico sublime y el guía que traviesa la tierra.

¡El brillo del Sol, la Luna, estrellas, del fuego, y de las joyas;
El brillo de Sakra y Brahma, ninguno destaca en presencia de tu esplendor!
¡Con tu sabiduría brillante e iluminadora, tú estás repleto de luminosidad y gloria!
¡Nos postramos ante ti, cuya extraordinaria sabiduría se ha manifestado directamente!

¡Guía consumado cuya voz melodiosa relata aquello que es cierto y falso,
Cuya mente está controlada y calmada, con los sentidos controlados y paz en su corazón;
Un maestro que puede instruir a dioses y humanos en busca de instrucción,
A ti, León de los Sakya, Toro entre los hombres, Honrado por dioses y humanos, te rendimos homenaje!

Poseedor de la sabiduría, dotado con palabras de sabiduría suprema que llevan conocimiento a los Tres Reinos;
Tú eliminas las tres impurezas, y enseñas las tres formas de liberación y las tres realizaciones;
¡Oh, Muni, tú sabes quién es un vaso adecuado y quién no!
¡Ante ti, único en los tres mil miles de mundos, y honrado en cielos y tierra, nos postramos!”

Monjes, una vez que Sunirmita, el hijo de los dioses, junto con su entorno, hubo alabado al Tathagata de este modo, se postraron ante el Tathagata con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Acto seguido, Santusita, junto con otros hijos de los dioses del Cielo de Tushita, se aproximaron al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la Iluminación, y arrojaron sobre él una gran cantidad de prendas divinas. [364] Entonces, en su presencia, alabó al Tathagata con estos versos:

“Cuando morabas en el Cielo de Tushita, enseñaste el Dharma con liberalidad;
Esa enseñanza tuya aún continúa, pues incluso hoy los hijos de los dioses practican el Dharma.
No nos cansamos de mirarte, ni tampoco de escuchar el Dharma.
Océano de buenas cualidades, Lámpara del mundo, ante ti nos postramos de corazón.

Cuando partiste del Cielo de Tushita, tú agotaste todos los destinos desafortunados,
Mientras te sientas en el asiento de la Iluminación, tú disipas las aflicciones de los seres,
Para quienes tú descubriste la suprema Iluminación y derrotaste a Mara.
¡Rápido, ahora que has conseguido tu aspiración, gira la Rueda del Dharma de forma precisa!

En las diez direcciones hay muchos miles de seres,
¡Permite que el Dharma pueda ser oído por aquellos que lo buscan!
¡Que puedas girar la rueda de forma precisa!
¡Que puedas liberar a esos miles de seres de la existencia!”

Monjes, una vez que Santusita, el hijo de los dioses, y su entorno hubieron alabado al Tathagata, se postraron ante él con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces los dioses del Cielo de Libre de conflictos[4], dirigidos por el dios Suyāma, fueron a donde estaba sentado el Tathagata. Cuando llegaron, ofrecieron una gran cantidad de flores, incienso, guirnaldas, perfumes, e ungüentos al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la Iluminación, y en su presencia lo alabaron con  versos apropiados:

“¿Quién es superior a ti, que no tienes igual,
En moralidad, concentración, y sabiduría?
¡A ti, Oh Tathagata, experto en inclinaciones y liberación,
Te rendimos homenaje postrando nuestras cabezas!

Nosotros somos testigos de las magníficas demostraciones
De los dioses en el asiento de la Iluminación.
¡Cómo eres adorado por dioses y humanos!
¡Ningún otro se merece todo esto!

Tú no has venido en vano,
Soportando en el proceso grandes penalidades. [365]
Derrotando al maligno y su ejército
Alcanzaste la Insuperable Iluminación.

Tú has iluminado las diez direcciones,
Iluminando los Tres Reinos con la luz de tu sabiduría.
¡Eres tú quien eliminará las cataratas del mundo
Dando los ojos más excelentes!

Estar alabándote durante todo un eón
No cubriría ni siquiera los poros de tu cuerpo.
¡Océano de buenas cualidades, afamado en todo el mundo,
A ti, Tathagata, te rendimos homenaje postrando nuestras cabezas!”

Una vez que los hijos de los dioses del Cielo de Libre de conflictos, liderados por Suyāma, el hijo de los dioses, hubieron alabado al Tathagata, se postraron con las manos juntas ante el Tathagata, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces Sakra, el jefe de los dioses, junto con los dioses del Cielo de los Treinta y Tres, rindió homenaje al Tathagata con una gran cantidad de flores, incienso, guirnaldas, ungüentos, parasoles, estandartes, y banderas; y entonces lo alabaron con estos versos:

“¡Oh Sabio, eres imperturbable, sin falta, y siempre estable; como el Monte Meru!
¡Dotada de mérito y esplendor, la luz de tu sabiduría es famosa en las diez direcciones!
¡Oh Sabio, tú en el pasado rendiste homenaje a cientos de miles de Budas,
En este mundo tú has vencido a la horda demoníaca bajo el árbol de la Iluminación!

¡Fuente de ética moral, conocimiento, concentración, y sabiduría; eres el estandarte de la sabiduría!
¡Destructor de la vejez y la muerte, eres el médico supremo, quien da ojos al mundo!
¡Oh Sabio, habiendo eliminado las tres impurezas y los defectos, dominas tus sentidos, y tu mente es serena!
¡Vamos por refugio a ti, Toro de los Sakyas, Rey del Dharma entre los seres!

¡Tu esfuerzo para alcanzar la Iluminación, gracias a la fuerza de tu perseverancia, fue infinita!
¡Tus poderes, los de tu sabiduría, medios hábiles, amor, y gran mérito, ya eran infinitos cuando, Bhagavan, te encaminaste hacia el estado de Iluminación!
¡Por ello tienes la fuerza de los diez poderes hoy, en el asiento de la Iluminación! [366]

Viendo las hordas infinitas del ejército enemigo, los dioses estaban ansiosos y atemorizados;
Temiendo que el Rey de los mendicantes tuviera problemas mientras estaba en reposo en el asiento de la Iluminación:
Pero los espíritus no te atemorizaron, ni fueron capaces de mover tu cuerpo;
Sino que tu mano los golpeó duramente, haciéndolos temblar, y derrotaste al ejército de Mara.

Lo mismo que los Budas anteriores alcanzaron la insuperable iluminación sobre el trono del león,
Tú seguiste sus pasos, alcanzando la Iluminación y siendo idéntico a ellos.
Idéntico en corazón y mente, tú has alcanzado la omnisciencia.
Así que, Ser sublime en el mundo, Surgido de Sí mismo, eres un campo de mérito para los seres.”

Monjes, una vez que Sakra, el jefe de los dioses, junto con los dioses del Cielo de los Treinta y Tres, hubieron alabado al Tathagata, se postraron con las manos juntas ante el Tathagata, y se quedaron de pie a un lado.

Acto seguido, los Cuatro Grandes Reyes, junto con los hijos de los dioses del Cielo de los Cuatro Grandes Reyes, fueron hasta el lugar en el que se encontraba el Tathagata. Cuando llegaron le rindieron homenaje; cientos de miles de hijos de los dioses lo rodearon, portando guirnaldas y ramilletes de flores de abhimuktaka, de flores campaka, de jazmines, de flores de nuez moscada, y de flores dhānuskāri. Cientos de doncellas celestiales lo rodeaban, cantando canciones celestiales. A continuación todos ellos alabaron al Tathagata con estos versos apropiados:

“Tú, cuya habla es incomparablemente melodiosa, y cuya cadencia es cautivadora;
Quien es calmante y con una mente clara como la Luna.
Cuyo rostro es sonriente y cuya lengua es larga;
¡A ti, Sabio supremo, te rendimos homenaje!

¡Cuando tú habla melodiosa,
Una voz que es tan dulce y amada entre dioses y humanos,
Resuena en todos los mundos,
Sobrepasa la voz de todos aquellos capaces de hablar!

Apaga las aflicciones del apego, enfado, y engaño,
Engendra una alegría inmaculada en los no humanos,
Tras escuchar el Dharma con un corazón sin mancha,
Todos ellos consiguen la ensalzada liberación.

Tú no menosprecias al ignorante,
Nunca te emborracha la vanidad acerca de tu conocimiento; [367]
No eres pomposo, ni tímido;
Firme como una montaña en medio del mar.

¡Aquí la gente ha aprovechado bien
Que haya aparecido en el mundo un ser semejante!
¡Lo mismo que la diosa de la riqueza de bienes al mundo,
Tú otorgarás el Dharma al mundo entero!

Una vez que los dioses del Cielo de los Cuatro grandes reyes, liderados por los propios Cuatro Grandes Reyes, hubieron alabado al Tathagata que estaba reposando en el asiento de la Iluminación, juntaron sus manos y se postraron ante el Tathagata, y permanecieron de pie a un lado.

Entonces los dioses del cielo se aproximaron al Tathagata. Como una forma de rendir homenaje al Perfecta y Completamente Iluminado, los dioses adornaron todo el cielo con una red de joyas y de pequeñas campanillas. Le ofrecieron parasoles enjoyados, estandartes enjoyados, joyas y brocados de seda, pendientes con joyas engarzadas, ramilletes de flores, e hilos de perlas de diversos tipos que eran sostenidos por dioses que dejaban ver la parte superior de sus cuerpos. Tras haber hecho estas ofrendas, en su presencia lo alabaron con los siguientes versos:

“Oh, Sabio, desde nuestro lugar en el cielo,
Vemos la conducta de todos los seres en el universo.
Nosotros hemos examinado tu conducta, Ser Puro,
Y no vemos confusión en tu corazón.

Los bodhisatvas han venido a rendirte homenaje,
¡Oh Guía de los hombres!, el cielo está lleno de ellos.
Puesto que tienen la naturaleza del espacio,
Ningún daño puede alcanzarlos a ellos o a sus palacios de cristal.

Torrentes de flores caen del cielo,
Llenando los grandes miles de mundos;
Todos caen sobre tu cuerpo
Lo mismo que los ríos fluyen hacia el océano.

Los dioses hacen caer una lluvia de parasoles, pendientes de flores,
Collares de perlas, guirnaldas de magnolias,
Y guirnaldas de Lunas y medias lunas.
Sin embargo las ofrendas no llegan a estar mezcladas juntas.

El cielo está lleno de dioses,
Ni siquiera el espacio de un cabello queda entre ellos.
Todos ellos rinden homenaje al Más excelente de los bípedos,
Sin embargo no estás orgulloso, ni estupefacto.”[368]

Una vez que los dioses del cielo hubieron alabado de este modo al Tathagata, que estaba en reposo en el asiento de la Iluminación, juntaron sus manos y se postraron ante él, y se quedaron de pie a un lado.

Entonces los dioses de la tierra, para rendir homenaje al Tathagata, limpiaron y purificaron toda la superficie de la tierra, rociándola con agua perfumada sembrada de flores, y la cubrieron con toldos de diversas facturas, y entonces lo ofrecieron al Tathagata. Después lo alabaron con los siguientes versos:

“De los tres mil miles de mundos solo este lugar es indestructible como un diamante,
Por esta naturaleza adamantina, el asiento de la Iluminación está firmemente establecido.
Tu dijiste: “¡Aunque puedan secarse mi piel, carne, huesos, y médula,
No me levantaré de aquí sin haber alcanzado la Iluminación!”

León de los hombres, si no hubieras bendecido los tres mil miles de mundos,
Todo el macro universo se colapsaría.
Tan pronto como llegan los bodhisatvas, sus pisadas
Estremecen los diez millones de campos búdicos.

Grande y hermoso ha sido el beneficio obtenido por los dioses de la tierra,
Por la que ha caminado el más excelente de los seres.
Tú iluminas la oscuridad de todos los rincones del mundo,
Si los tres mil miles de mundos se han convertido en un objeto de veneración, ¿Cómo puede no serlo tu cuerpo?

Te ofrecemos toda la comida existente sobre la superficie de la tierra,
Y los cientos de miles de corrientes de aguas subterráneas.
Te ofrecemos toda la tierra de los tres mil miles de mundos,
¡Te rogamos que los utilices como quieras!

¡Cualquier parte en la que te sientes, camines, o descanses;
Cualquier lugar en el que los Oyentes, que son hijos del Sugata Gautama,
Expongan el Dharma o traten sobre él,
Los dedicamos nosotros, junto con las raíces de virtud, al logro de la Iluminación!”

Una vez que los dioses de la tierra hubieran alabado de esta manera al Tathagata, que estaba sentado en reposo en el asiento de la Iluminación, se postraron ante él con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.


Esto concluye el Capítulo Veintitrés, sobre “La alabanza.”










[1] Suddhāvāsa.
[2] Ābhāsvara.
[3] Paranirmita vasavartin.
[4] Suyāma.