Mientras
el bodhisatva estaba sentado en el asiento de la Iluminación, los hijos de los
dioses de las moradas puras[1],
lo circunvalaron por tres veces; derramaron sobre él una lluvia de polvo de
sándalo divino, y lo alabaron con estos versos:
“¡Tu
eres la luz del mundo que ha aparecido!
¡Protector
del Mundo que traes la luz!,
Tú
has dado ojos al mundo cegado
Para
que abandone las aflicciones.
¡Tú
has resultado victorioso en la batalla!
¡A
través del mérito has logrado tu propósito!
Repleto
de cualidades virtuosas
Tú
satisfarás a los seres.
¡Inmaculado,
tú has cruzado el lodazal
Y
permaneces en tierra seca, oh Gautama!
Tú
llevarás a la otra orilla a los otros seres,
Quienes
son arrastrados por el poder de la corriente.
¡Tu
gran visión profunda te ensalza!
¡Eres
sin par en los Tres Reinos!
¡Tú
no estás manchado por los intereses mundanos,
Lo
mismo que un loto flotando en el agua!
Con
la antorcha de tu sabiduría,
Tú
puedes despertar a este mundo
Que
lleva sumido durante un largo tiempo
En
la gran niebla de la oscuridad.
Al
mundo de los seres,
Quienes
están afectados crónicamente por la enfermedad de las aflicciones,
Tú
has llegado, ¡Oh, Rey de los Médicos!,
Para
curar al mundo de todas las enfermedades.
Ahora
que has aparecido, ¡0h, Bhagavan!
Los
estados desafortunados se quedarán vacíos.
Dioses
y humanos
Estarán
llenos de felicidad.
Aquellos
que te buscan para seguirte,
¡Oh,
Toro entre los hombres!,
Nunca
irán a los reinos inferiores
En
miles de eones.
Aquellos
que escuchen el Dharma
Llegarán
a ser eruditos, y estarán libres de la enfermedad.
Agotarán
todo vestigio de sufrimiento, y tras extinguir los agregados,
Llegarán
a verse libres del miedo.
Puesto
que cortarán las cadenas de las aflicciones,
Todos
ellos estarán libres del aferramiento,
Y
llegarán a liberarse rápidamente,
Alcanzando
así la fructificación de la virtud suprema.
¡Ellos
serán objeto de la generosidad en el mundo,
Se
convertirán de dignos de recibir
ofrendas!
Las
donaciones que les hagan no disminuirán,
Sino
que se convertirán en causas para que todos los seres alcancen el nirvana!”
[359]
Monjes,
una vez que los hijos de los dioses de las moradas puras hubieron alabado de
este modo al Tathagata, se postraron ante el Tathagata con las manos juntas, y
se quedaron de pie a un lado.
Monjes,
entonces los hijos de los dioses del Cielo Luminoso[2]
hicieron ofrendas al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la
Iluminación, con ofrendas de flores celestiales, incienso, guirnaldas,
ungüentos, parasoles, banderas, y estandartes de la victoria. Una vez
realizadas las ofrendas, lo circunvalaron por tres veces, y entonces lo
alabaron con estos versos:
“Sabio,
tu mente es profunda y tu voz dulce;
¡Oh,
Sabio supremo, tu voz, como una canción, es melodiosa como la voz de Brahma!
Tú
has pasado a la otra orilla, alcanzando el supremo beneficio de la Iluminación;
¡Homenaje
a ti, quien ha alcanzado la culminación de todas las canciones melodiosas!
Tú
eres el refugio, la tierra firme;
Tú
eres el defensor, protegiendo al mundo con amor y compasión;
Tú
eres el mejor de los médicos, quien elimina el sufrimiento;
Tú
eres el doctor que aplica el mejor de los remedios.
Tan
pronto como viste al Buda Dīpamkara,
Tú
completaste la maravillosa nube de amor y compasión;
¡Oh,
Protector, derrama una lluvia de ambrosía
Que
calme el sufrimiento de hombres y dioses!
Lo
mismo que un loto, tú no resultas manchado por los Tres Reinos;
Como
el Monte Meru, eres firme e inamovible;
Como
un diamante, tu palabra es inmutable;
Como
la Luna, estás repleto de las mejores cualidades.”
Monjes,
una vez que los dioses del Cielo Luminoso hubieron alabado al Tathagata de este
modo, se postraron con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.
Entonces
los dioses del Cielo de Brahma, encabezados por Subrahman, el hijo de los
dioses, cubrieron con una red de joyas compuesta por trillones de gemas al
Tathagata, que estaba sentado en el asiento de la Iluminación. Después
circunvalaron al Tathagata por tres veces, y lo alabaron con los siguientes
versos compuestos para la ocasión:
“Nos
postramos ante quien es infatigable,
Quien
está dotado con virtud inmaculada y la luz de la sabiduría,
Quien
posee las treinta y dos marcas más excelentes,
Quien
posee atención, conocimiento, y sabiduría.
Completamente
libre de las tres impurezas, eres inmaculado y puro;
Eres
renombrado en los Tres Reinos, pues posees los tres conocimientos.
Tú
confieres la sabiduría en las tres liberaciones,
Nos
postramos ante ti, poseedor de los tres ojos puros. [360]
Tú
has desterrado la oscuridad de este eón, tú que controlas perfectamente tu
mente;
Eminente
en compasión y amor, tú trabajas por el bienestar de los seres.
Sabio,
eminente en el contentamiento y perfectamente calmado,
Deleitándote
en la ecuanimidad, tú liberas a los demás de la duda.
Eminente
en disciplina y austeridades, tú actúas para beneficio de los seres;
Tras
haber purificado tu propia conducta, has alcanzado la perfección en la acción.
Como
Maestro de las Cuatro Verdades, te delitas en la liberación;
¡Ser
liberado, tú liberas también a los otros!
Cuando
llegó Mara, poderoso y persistente,
Lo
derrotaste con tu sabiduría, esfuerzo, y amor;
Y
entonces alcanzaste el estado supremo e inmortal.
¡Vencedor
del ejército maligno, te rendimos homenaje!
Monjes, una
vez que los dioses del Cielo de Brahma, encabezados por Subrahman, el hijo de
los dioses, hubieran terminado de alabar al Tathagata con estos versos, se
postraron ante él con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.
Entonces
aquellos hijos de Mara que se habían puesto del lado de lo correcto, se
aproximaron al Tathagata y lo cubrieron con parasoles y toldos gigantes hechos
con joyas. Entonces, juntando las manos, alabaron al Tathagata con estos versos
apropiados:
“Cuando
nosotros, el terrible ejército de Mara, aparecimos ante ti,
Con
tu gran poder, deshiciste instantáneamente nuestra terrible horda demoníaca,
Sin
levantarte, moverte, o pronunciar una sola palabra.
¡Sabio
que realizas todos los propósitos y eres honrado en los Tres Reinos, te
rendimos homenaje!
Los
trillones de demonios femeninos, tan numerosos como las arenas del Ganges,
No
pudieron moverte o apartarte de al pie del sublime árbol de la Iluminación.
Te
hicieron trillones de ofrendas, tantas como los granos de arena del Ganges,
¡Por
eso es por lo que tú, Oh Señor, brillas sentado aquí, bajo el árbol de la
Iluminación!
Mientras
seguías la conducta que lleva a la Iluminación suprema,
Tú
diste a tu querida esposa, tus hijos amados, sirvientes, jardines, aldeas,
Ciudades,
reino, consortes, y elefantes. [361]
También
tu cabeza, ojos, lengua, y pies. ¡Por eso es por lo que hoy brillas!
Como
un Buda, vistiendo la armadura de la concentración, los poderes milagrosos, y
el conocimiento,
Yo
transportaré a trillones de seres, sacándolos del océano del sufrimiento,
En
el barco del Dharma sublime. Esta aspiración que habías repetido,
Ahora
se ha cumplido, y tú liberarás a todos los seres.
¡Que
por el mérito de alabarte a ti, el “Más eminente de los oradores”, quien da
ojos al mundo,
Podamos
todos nosotros, gracias al regocijo, aspirar a la omnisciencia!
¡Que
podamos alcanzar la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación que alaban
todos los Budas,
Que
podamos derrotar a las hordas demoníacas y despertar a la omnisciencia!”
Monjes,
una vez que los hijos de Mara hubieran alabado de esta manera al Tathagata, se
postraron ante el Tathagata con las manos juntas, y se quedaron de pie a un
lado.
Entonces, Vasavartin,
un hijo de los dioses del Cielo de Haciendo uso de las emanaciones de otros[3],
rodeado y escoltado por millones de hijos de los dioses, rociaron al Tathagata
con lotos dorados del Rio Jambu. Entonces, en su presencia, lo alabaron con
estos versos:
“Tu
palabra es amable, calmada, y franca;
Libre
de las contaminaciones de los oscurecimientos, has realizado el estado
inmortal.
Tú
mereces un tratamiento sin paralelo en cielos y tierra,
¡Poseedor
de la luz de la sabiduría, nos postramos ante ti!
¡Tú
traes alegría, y has abandonado las aflicciones y los grilletes;
Con
tus palabras alegres deleitas a dioses y humanos! [362]
¡Con
los rayos que surgen de tu cuerpo sublime, inmaculado y luminoso,
Triunfas
sobre este mundo, como el maestro de dioses y humanos!
Vencedor
de los enemigos, tú conoces perfectamente la conducta de otros;
Querido
en el mundo de dioses y humanos, tu aclaras la mente de otros;
Brillante
y sabio, tú iluminas la conducta de otros.
¡Que
podamos nosotros transitar ese sendero recorrido por aquellos que poseen los
diez poderes!
¡Después
de haber eliminado el aferramiento a la existencia, el sufrimiento falsamente
construido,
Qué
puedas entrenar a dioses y humanos domando sus mentes,
Qué
puedas discurrir por el cielo en las cuatro direcciones lo mismo que la Luna;
Y
así ser un ojo sublime y un refugio para los Tres Reinos!
¡Bien
amado en el mundo de dioses y humanos, tú no te sientes atraído hacia los
objetos de los sentidos;
Sin
dejarte arrastrar por el deseo, tú encuentras placer en lo virtuoso.
Proclamado
a lo largo y ancho, en los Tres Reinos no hay nadie igual a ti;
Tu
eres el Protector, el Refugio, el único recurso de los seres!
Monjes,
una vez que los hijos de los dioses del Cielo de Haciendo uso de las
emanaciones de otros, quienes estaban dirigidos por Vasavartin, el hijo de los
dioses, hubieron alabado al Tathagata, con las palmas de las manos juntas se
postraron ante él, y se quedaron de pie a un lado.
Acto
seguido, Sunirmita, el hijo de los dioses, rodeado y escoltado por una asamblea
de los dioses del Cielo de Deleitándose en emanaciones, cubrieron al Tathagata
con toldos de seda en los que había incrustadas diversas gemas, y lo alabaron
en su presencia con estos versos:
“¡Tú
eres la luz del Dharma que ha surgido de la desaparición de las tres impurezas;
Tu
destruiste el engaño, las creencias, y la ignorancia; y revelas luminosidad y
gloria!
¡Tú
llevas a la inmortalidad a quienes se complacen en los senderos erróneos! [363]
Tú
eres un objeto de veneración aquí en el mundo, honrado por medio de monumentos
en cielos y tierra!
¡Tú
eres un médico diestro en la curación, quien dispensa el elixir de la
felicidad!
Tú
erradicas las enfermedades de los seres por medio del sendero de los Budas del
pasado;
Tú
limpias la acumulación de propensiones hacia las creencias falsas, las
aflicciones, y la ignorancia;
Por
esta razón, tú eres el médico sublime y el guía que traviesa la tierra.
¡El
brillo del Sol, la Luna, estrellas, del fuego, y de las joyas;
El
brillo de Sakra y Brahma, ninguno destaca en presencia de tu esplendor!
¡Con
tu sabiduría brillante e iluminadora, tú estás repleto de luminosidad y gloria!
¡Nos
postramos ante ti, cuya extraordinaria sabiduría se ha manifestado
directamente!
¡Guía
consumado cuya voz melodiosa relata aquello que es cierto y falso,
Cuya
mente está controlada y calmada, con los sentidos controlados y paz en su
corazón;
Un
maestro que puede instruir a dioses y humanos en busca de instrucción,
A
ti, León de los Sakya, Toro entre los hombres, Honrado por dioses y humanos, te
rendimos homenaje!
Poseedor
de la sabiduría, dotado con palabras de sabiduría suprema que llevan
conocimiento a los Tres Reinos;
Tú
eliminas las tres impurezas, y enseñas las tres formas de liberación y las tres
realizaciones;
¡Oh,
Muni, tú sabes quién es un vaso adecuado y quién no!
¡Ante
ti, único en los tres mil miles de mundos, y honrado en cielos y tierra, nos
postramos!”
Monjes,
una vez que Sunirmita, el hijo de los dioses, junto con su entorno, hubo
alabado al Tathagata de este modo, se postraron ante el Tathagata con las manos
juntas, y se quedaron de pie a un lado.
Acto
seguido, Santusita, junto con otros hijos de los dioses del Cielo de Tushita,
se aproximaron al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la Iluminación,
y arrojaron sobre él una gran cantidad de prendas divinas. [364] Entonces, en
su presencia, alabó al Tathagata con estos versos:
“Cuando
morabas en el Cielo de Tushita, enseñaste el Dharma con liberalidad;
Esa
enseñanza tuya aún continúa, pues incluso hoy los hijos de los dioses practican
el Dharma.
No
nos cansamos de mirarte, ni tampoco de escuchar el Dharma.
Océano
de buenas cualidades, Lámpara del mundo, ante ti nos postramos de corazón.
Cuando
partiste del Cielo de Tushita, tú agotaste todos los destinos desafortunados,
Mientras
te sientas en el asiento de la Iluminación, tú disipas las aflicciones de los
seres,
Para
quienes tú descubriste la suprema Iluminación y derrotaste a Mara.
¡Rápido,
ahora que has conseguido tu aspiración, gira la Rueda del Dharma de forma
precisa!
En
las diez direcciones hay muchos miles de seres,
¡Permite
que el Dharma pueda ser oído por aquellos que lo buscan!
¡Que
puedas girar la rueda de forma precisa!
¡Que
puedas liberar a esos miles de seres de la existencia!”
Monjes,
una vez que Santusita, el hijo de los dioses, y su entorno hubieron alabado al
Tathagata, se postraron ante él con las manos juntas, y se quedaron de pie a un
lado.
Entonces
los dioses del Cielo de Libre de conflictos[4],
dirigidos por el dios Suyāma, fueron a donde estaba sentado el Tathagata.
Cuando llegaron, ofrecieron una gran cantidad de flores, incienso, guirnaldas,
perfumes, e ungüentos al Tathagata que estaba sentado en el asiento de la
Iluminación, y en su presencia lo alabaron con
versos apropiados:
“¿Quién
es superior a ti, que no tienes igual,
En
moralidad, concentración, y sabiduría?
¡A
ti, Oh Tathagata, experto en inclinaciones y liberación,
Te
rendimos homenaje postrando nuestras cabezas!
Nosotros
somos testigos de las magníficas demostraciones
De
los dioses en el asiento de la Iluminación.
¡Cómo
eres adorado por dioses y humanos!
¡Ningún
otro se merece todo esto!
Tú
no has venido en vano,
Soportando
en el proceso grandes penalidades. [365]
Derrotando
al maligno y su ejército
Alcanzaste
la Insuperable Iluminación.
Tú
has iluminado las diez direcciones,
Iluminando
los Tres Reinos con la luz de tu sabiduría.
¡Eres
tú quien eliminará las cataratas del mundo
Dando
los ojos más excelentes!
Estar
alabándote durante todo un eón
No
cubriría ni siquiera los poros de tu cuerpo.
¡Océano
de buenas cualidades, afamado en todo el mundo,
A
ti, Tathagata, te rendimos homenaje postrando nuestras cabezas!”
Una vez
que los hijos de los dioses del Cielo de Libre de conflictos, liderados por
Suyāma, el hijo de los dioses, hubieron alabado al Tathagata, se postraron con
las manos juntas ante el Tathagata, y se quedaron de pie a un lado.
Entonces
Sakra, el jefe de los dioses, junto con los dioses del Cielo de los Treinta y Tres,
rindió homenaje al Tathagata con una gran cantidad de flores, incienso,
guirnaldas, ungüentos, parasoles, estandartes, y banderas; y entonces lo
alabaron con estos versos:
“¡Oh
Sabio, eres imperturbable, sin falta, y siempre estable; como el Monte Meru!
¡Dotada
de mérito y esplendor, la luz de tu sabiduría es famosa en las diez direcciones!
¡Oh
Sabio, tú en el pasado rendiste homenaje a cientos de miles de Budas,
En
este mundo tú has vencido a la horda demoníaca bajo el árbol de la Iluminación!
¡Fuente
de ética moral, conocimiento, concentración, y sabiduría; eres el estandarte de
la sabiduría!
¡Destructor
de la vejez y la muerte, eres el médico supremo, quien da ojos al mundo!
¡Oh
Sabio, habiendo eliminado las tres impurezas y los defectos, dominas tus
sentidos, y tu mente es serena!
¡Vamos
por refugio a ti, Toro de los Sakyas, Rey del Dharma entre los seres!
¡Tu
esfuerzo para alcanzar la Iluminación, gracias a la fuerza de tu perseverancia,
fue infinita!
¡Tus
poderes, los de tu sabiduría, medios hábiles, amor, y gran mérito, ya eran
infinitos cuando, Bhagavan, te encaminaste hacia el estado de Iluminación!
¡Por
ello tienes la fuerza de los diez poderes hoy, en el asiento de la Iluminación!
[366]
Viendo
las hordas infinitas del ejército enemigo, los dioses estaban ansiosos y
atemorizados;
Temiendo
que el Rey de los mendicantes tuviera problemas mientras estaba en reposo en el
asiento de la Iluminación:
Pero
los espíritus no te atemorizaron, ni fueron capaces de mover tu cuerpo;
Sino
que tu mano los golpeó duramente, haciéndolos temblar, y derrotaste al ejército
de Mara.
Lo
mismo que los Budas anteriores alcanzaron la insuperable iluminación sobre el
trono del león,
Tú
seguiste sus pasos, alcanzando la Iluminación y siendo idéntico a ellos.
Idéntico
en corazón y mente, tú has alcanzado la omnisciencia.
Así
que, Ser sublime en el mundo, Surgido de Sí mismo, eres un campo de mérito para
los seres.”
Monjes,
una vez que Sakra, el jefe de los dioses, junto con los dioses del Cielo de los
Treinta y Tres, hubieron alabado al Tathagata, se postraron con las manos
juntas ante el Tathagata, y se quedaron de pie a un lado.
Acto
seguido, los Cuatro Grandes Reyes, junto con los hijos de los dioses del Cielo
de los Cuatro Grandes Reyes, fueron hasta el lugar en el que se encontraba el
Tathagata. Cuando llegaron le rindieron homenaje; cientos de miles de hijos de
los dioses lo rodearon, portando guirnaldas y ramilletes de flores de
abhimuktaka, de flores campaka, de jazmines, de flores de nuez moscada, y de
flores dhānuskāri. Cientos de doncellas celestiales lo rodeaban, cantando
canciones celestiales. A continuación todos ellos alabaron al Tathagata con
estos versos apropiados:
“Tú,
cuya habla es incomparablemente melodiosa, y cuya cadencia es cautivadora;
Quien
es calmante y con una mente clara como la Luna.
Cuyo
rostro es sonriente y cuya lengua es larga;
¡A
ti, Sabio supremo, te rendimos homenaje!
¡Cuando
tú habla melodiosa,
Una
voz que es tan dulce y amada entre dioses y humanos,
Resuena
en todos los mundos,
Sobrepasa
la voz de todos aquellos capaces de hablar!
Apaga
las aflicciones del apego, enfado, y engaño,
Engendra
una alegría inmaculada en los no humanos,
Tras
escuchar el Dharma con un corazón sin mancha,
Todos
ellos consiguen la ensalzada liberación.
Tú
no menosprecias al ignorante,
Nunca
te emborracha la vanidad acerca de tu conocimiento; [367]
No
eres pomposo, ni tímido;
Firme
como una montaña en medio del mar.
¡Aquí
la gente ha aprovechado bien
Que
haya aparecido en el mundo un ser semejante!
¡Lo
mismo que la diosa de la riqueza de bienes al mundo,
Tú
otorgarás el Dharma al mundo entero!
Una vez
que los dioses del Cielo de los Cuatro grandes reyes, liderados por los propios
Cuatro Grandes Reyes, hubieron alabado al Tathagata que estaba reposando en el asiento
de la Iluminación, juntaron sus manos y se postraron ante el Tathagata, y
permanecieron de pie a un lado.
Entonces
los dioses del cielo se aproximaron al Tathagata. Como una forma de rendir
homenaje al Perfecta y Completamente Iluminado, los dioses adornaron todo el
cielo con una red de joyas y de pequeñas campanillas. Le ofrecieron parasoles
enjoyados, estandartes enjoyados, joyas y brocados de seda, pendientes con
joyas engarzadas, ramilletes de flores, e hilos de perlas de diversos tipos que
eran sostenidos por dioses que dejaban ver la parte superior de sus cuerpos.
Tras haber hecho estas ofrendas, en su presencia lo alabaron con los siguientes
versos:
“Oh,
Sabio, desde nuestro lugar en el cielo,
Vemos
la conducta de todos los seres en el universo.
Nosotros
hemos examinado tu conducta, Ser Puro,
Y
no vemos confusión en tu corazón.
Los
bodhisatvas han venido a rendirte homenaje,
¡Oh
Guía de los hombres!, el cielo está lleno de ellos.
Puesto
que tienen la naturaleza del espacio,
Ningún
daño puede alcanzarlos a ellos o a sus palacios de cristal.
Torrentes
de flores caen del cielo,
Llenando
los grandes miles de mundos;
Todos
caen sobre tu cuerpo
Lo
mismo que los ríos fluyen hacia el océano.
Los
dioses hacen caer una lluvia de parasoles, pendientes de flores,
Collares
de perlas, guirnaldas de magnolias,
Y
guirnaldas de Lunas y medias lunas.
Sin
embargo las ofrendas no llegan a estar mezcladas juntas.
El
cielo está lleno de dioses,
Ni
siquiera el espacio de un cabello queda entre ellos.
Todos
ellos rinden homenaje al Más excelente de los bípedos,
Sin
embargo no estás orgulloso, ni estupefacto.”[368]
Una vez
que los dioses del cielo hubieron alabado de este modo al Tathagata, que estaba
en reposo en el asiento de la Iluminación, juntaron sus manos y se postraron
ante él, y se quedaron de pie a un lado.
Entonces
los dioses de la tierra, para rendir homenaje al Tathagata, limpiaron y
purificaron toda la superficie de la tierra, rociándola con agua perfumada
sembrada de flores, y la cubrieron con toldos de diversas facturas, y entonces
lo ofrecieron al Tathagata. Después lo alabaron con los siguientes versos:
“De
los tres mil miles de mundos solo este lugar es indestructible como un
diamante,
Por
esta naturaleza adamantina, el asiento de la Iluminación está firmemente
establecido.
Tu
dijiste: “¡Aunque puedan secarse mi piel, carne, huesos, y médula,
No
me levantaré de aquí sin haber alcanzado la Iluminación!”
León
de los hombres, si no hubieras bendecido los tres mil miles de mundos,
Todo
el macro universo se colapsaría.
Tan
pronto como llegan los bodhisatvas, sus pisadas
Estremecen
los diez millones de campos búdicos.
Grande
y hermoso ha sido el beneficio obtenido por los dioses de la tierra,
Por
la que ha caminado el más excelente de los seres.
Tú
iluminas la oscuridad de todos los rincones del mundo,
Si
los tres mil miles de mundos se han convertido en un objeto de veneración,
¿Cómo puede no serlo tu cuerpo?
Te
ofrecemos toda la comida existente sobre la superficie de la tierra,
Y
los cientos de miles de corrientes de aguas subterráneas.
Te
ofrecemos toda la tierra de los tres mil miles de mundos,
¡Te
rogamos que los utilices como quieras!
¡Cualquier
parte en la que te sientes, camines, o descanses;
Cualquier
lugar en el que los Oyentes, que son hijos del Sugata Gautama,
Expongan
el Dharma o traten sobre él,
Los
dedicamos nosotros, junto con las raíces de virtud, al logro de la
Iluminación!”
Una vez
que los dioses de la tierra hubieran alabado de esta manera al Tathagata, que
estaba sentado en reposo en el asiento de la Iluminación, se postraron ante él
con las manos juntas, y se quedaron de pie a un lado.
Esto concluye el Capítulo Veintitrés, sobre “La alabanza.”