Monjes, tan pronto como nació
el bodhisatva, cientos de miles de miríadas de diosas flotaron en el aire
cubriendo a Māyādevī con flores, perfumes, guirnaldas, ungüentos, finas
prendas, y ornamentos.
Con respecto a esto, se dice:
“En
aquel tiempo, para aquella de virtud inmaculada,
Que
brillaba con una luz dorada más intensa que la del Sol y la Luna,
Sesenta
mil diosas de voces melodiosas cantaban dulces melodías.
Tras
haber llegado en un instante al jardín de Lumbini, dijeron a Māyādevī:
“¡No
estés preocupada, sino que llénate de alegría! Nosotras te serviremos.”
¡Di!
¿Qué podemos hacer por ti? Dinos qué necesitas.
Nosotras
somos tus sirvientas, y estamos alegres con esta tarea.
Te
pedimos que seas dichosa y que abandones todo pesar.
Reina,
hoy darás a luz sin complicaciones, al más sublime de los médicos.
Quien
vencerá a la enfermedad y la muerte. [92]
Se
abrieron los brotes de los árboles, y los árboles de sāla florecieron;
Miles
de dioses están ante ti, postrando sus brazos.
El
mar y la tierra tiemblan de seis formas diferentes;
Hoy
tu darás a luz a un hijo que será conocido en cielo y tierra, el Transcendente.
Todo
brilla con una luz de color dorado que lo embellece;
En
el cielo suena una dulce música sin que los instrumentos sean tocados;
Cien
mil dioses de Suddhāvāsa, puros y libres
de pasiones, se postran gozosos ante ti;
Hoy
tú alumbrarás a un hijo que será la ayuda de todos los mundos.
Sakra,
Brahma, los Guardianes del Mundo, y muchos otros dioses
Permanecen gozosos a tu lado; con las manos
juntas.
El
León de los Hombres, de conducta disciplinada, salió del lado derecho de su
madre;
Como
una montaña dorada, el Guía del Mundo emerge en una luz brillante y pura.
Sakra
y Brahma lo sostuvieron en sus brazos, recibiendo al Muni.
Cien
mil Campos de Buda temblaron, y brillaron rayos de luz pura.
Cien
mil dioses arrojaron flores y agitaron estandartes;
E
incluso los seres de los tres destinos desafortunados estaban felices y libres
de miserias.
La
tierra adoptó la dureza del diamante y así permanece firme;
Cuando
el Guía más excelente posa sus pies embellecidos con la marca de una rueda,
Aparece
un loto maravilloso. Tras dar siete pasos, dice con la voz de
Brahma:
“Yo
seré el más grande de los médicos, el destructor de la enfermedad y la muerte.”
[93]
Brahma
y Sakra bañaron al Guía más excelente, con agua dulcemente perfumada;
Dos
reyes naga que habitaban en el cielo hicieron brotar
Dos
corrientes de agua fría y caliente.
Y
cien mil dioses bañaron al Guía más excelente con aguas perfumadas.
Los
Guardianes del Mundo lo sostuvieron en sus bellas manos con el mayor respeto;
El
gran universo de tres millones de mundos, con lo animado e inanimado, tembló.
Surgieron
rayos de luz brillante que alcanzaron incluso los tres destinos inferiores;
El
sufrimiento y las aflicciones son aliviados cuando el Guía del mundo nace.
Los
dioses esparcieron flores sobre este Conquistador Guía de los Hombres;
El
héroe fuerte y diligente, recién nacido, dio siete pasos firmes,
Y
dondequiera que posaba sus pies surgían de la tierra los lotos más hermosos,
Adornados
con toda clase de joyas.
Después
de dar siete pasos, proclamó con melodiosa voz de Brahma:
“Ha
llegado el destructor de la vejez y la muerte, el Médico Sublime.”
Mirando
sin miedo hacia todas las direcciones, pronunció estas palabras llenas de
significado:
“Yo
soy el Líder del Mundo, soy el Guía del Mundo.”
“Este
es mi último nacimiento.”
Y
cuando decía esto, el Guía del Mundo sonreía.
Sakra
y los Guardianes del Mundo generaron una fe firme,
Y
bañaron a aquel que vino a ayudar al mundo con agua perfumada.
Los
reyes de los nagas también lo bañaron,
Y
también otros dioses, cientos de miles de ellos
Que
estaban suspendidos en el aire
También
lo bañaron con aguas de dulces fragancias. [94]
Al
abrigo de un gran parasol blanco y de abanicos reales,
Ellos
bañaron al cuerpo surgido de sí mismo con agua perfumada;
Los
dioses, suspendidos en el aire
Bañaron
al más grande de los hombres.
Un
hombre relató rápidamente el feliz suceso al Rey Suddhodana;
Y
le dijo lleno de alegría: “¡Oh, rey afortunado! Un hijo ha nacido adornado con
signos.
Será
un monarca universal, la joya de tu familia.
No
tendrá enemigos en Jambudvipa, y solo él portará el parasol símbolo de
soberanía.”
Un
segundo hombre corrió hacia el Rey Suddhodana para decirle:
“¡Oh
rey afortunado! Señor, en el clan de los Sakya
Han
nacido 25.000 niños,
Todos
ellos dotados de fuerza y grandeza.”
Otro
hombre llegó, y dijo: “¡Oh, rey! Escucha mis buenas noticias.
Entre
los sirvientes han nacido 800 niños, encabezados por Chandaka.
Entre
los caballos han nacido 10.000 potros, con Kanthaka a la cabeza.
Son
los mejores caballos, de color dorado, con crines y rabos plateados.
Veinte
mil reyes de las zonas fronterizas vinieron ante el rey, diciendo:
“¡Oh,
rey! ¡Que puedas ser victorioso!
Nosotros
hemos venido. Dinos, rey, ¿Qué debemos hacer?
Majestad,
eres el Señor y nosotros somos tus súbditos. Rey, ¡Que la victoria sea tuya!”
Veinte
mil elefantes adornados con redes doradas
Han
marchado rápidamente hacia Kapilavastu llenando el aire con sus sonidos. [95]
Encabezados
por Gopā, han nacido seis mil terneros de color negro.
Como
ha nacido quien es superior a los dioses, así hacen esos otros seres. ¡Qué
excelencia para el reino!
¡Ve,
rey, a ver lo que es tuyo! ¡Señor de mérito resplendente!
Como
miles de dioses y de humanos gozosos ven las cualidades del recién nacido,
Ellos
exclaman llenos de alegría al ver sus virtudes:
“Iluminado,
libre de todo sufrimiento, ¡Que puedas ser pronto victorioso!”
Monjes, cuando nació el
bodhisatva tuvo lugar una amplia distribución de regalos. Además nacieron
quinientos hijos de familia noble. También nacieron diez mil chicas, lideradas
por Yasovatī, y también nacieron entre los sirvientes ochocientas niñas y
quinientos niños, estos liderados por Chanda. También nacieron diez mil yeguas y
diez mil potros, con Kanthaka a su cabeza. Finalmente tras el nacimiento del
bodhisatva también nacieron muchos elefantes, quinientos machos y quinientas
hembras. Estos nacimientos fueron inscritos en registros por el Rey Suddhodana,
y dados al joven príncipe para su diversión.
Debido al poder del
bodhisatva y para disfrute del bodhisatva, en el medio de los cuatro millones
de continentes nació un árbol de la iluminación, y en el continente más
interior apareció un bosque de sándalo. Para disfrute del bodhisatva también
aparecieron quinientos jardines en las cercanías de la ciudad. Y se hicieron
visibles en la tierra los accesos a quinientos tesoros. Todos los deseos del
Rey Suddhodana fueron completamente colmados.
Entonces, el Rey se preguntó:
“¿Qué nombre le daré ahora al joven príncipe?”; y pensó: “Puesto que tras su
nacimiento todos los deseos se han visto completamente colmados, le daré el
nombre de Sarvārthasiddha[1]. “ Entonces
el Rey [96] Suddhodana preparó una gran ceremonia para darle el nombre, y dijo:
“Que pueda el joven príncipe ser conocido como Sarvārthasiddha”.
Monjes, aunque el bodhisatva
había nacido de la parte derecha del vientre de su madre, ella no había sufrido
ninguna clase de daño, y estaba tal como solía estar antes. Y en el momento del
nacimiento habían aparecido tres manantiales, y tres estanques con aceites
perfumados.
Entonces cinco mil doncellas
celestiales aparecieron ante la madre del bodhisatva portando aceites
impregnados con perfumes divinos, preguntándole si el nacimiento había sido
feliz, y si ella se sentía cansada. Similarmente, cinco mil doncellas
celestiales aparecieron ante la madre del bodhisatva portando ungüentos, y le
preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada.
Entonces cinco mil jóvenes
diosas se aproximaron la madre del bodhisatva llevando vasos llenos de agua con
aromas divinos, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella
se sentía cansada.
A continuación, cinco mil
diosas jóvenes se aproximaron a la madre del bodhisatva portando prendas
infantiles celestiales, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y
si ella se sentía cansada.
Cinco mil diosas jóvenes se
aproximaron a la madre del bodhisatva llevando ornamentos infantiles divinos, y
le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se sentía cansada. Entonces
aparecieron cinco mil doncellas celestiales sosteniendo instrumentos musicales
celestiales, y le preguntaron si el nacimiento había sido feliz, y si ella se
sentía cansada.
Todos los sabios no budistas
en la tierra de Jambudvipa, quienes poseían las cinco clases de conocimiento
superior, llegaron volando a través de los cielos y pararon en presencia del
Rey Suddhodana, y pronunciaron las siguientes palabras: “¡Que pueda el rey ser
victorioso y próspero!”
¡Oh, monjes! Cuando nació el
bodhisatva, durante los siete días siguientes al nacimiento, él fue honrado con
música celestial y humana, respetado, y reverenciado en el jardín de Lumbini. Allí
se prepararon y ofrecieron platos delicados; y reunido todo el clan de los
Sakya, con exclamaciones de deleite practicaron la generosidad y las buenas
acciones, [97] y cada día fueron
satisfechas las necesidades de 32.000 brahmines, a quienes les dieron todo lo
que deseaban.
Sakra y Brahma tomaron la
forma de dos hombres jóvenes en aquella reunión de brahmines, y sentándose en
los lugares disponibles en cabeza, pronunciaron estos versos con respecto a los
presagios:
“Aquellos
que están en los estados desafortunados son confortados,
Y
todos los seres están felices.
Seguramente
que quien establecerá a los seres en la felicidad,
Quien
traerá la alegría, ha nacido.
Como
las luces sin nubes de los dioses,
Del
Sol y de la Luna,
Son
eclipsados y desaparecen,
Seguramente
que ha aparecido el dotado con el esplendor del mérito.
El
ciego pudo volver a ver;
El
sordo volvió a oír;
El
loco recobró sus sentidos;
Seguramente
serán construidas muchas caityas para honrarle.
Los
grilletes de las pasiones ya no atormentan,
Y
las mentes de los seres están llenas de amor;
Sin
lugar a dudas es cierto
Que
él es digno de recibir el homenaje de diez millones de Brahmas.
Los
árboles de sāla están floridos;
Y
la tierra está nivelada.
Ciertamente
será digno de todo homenaje,
Y
será el Omnisciente.
El
mundo está en calma,
Y
han surgido grandes lotos.
Sin
ninguna duda, este ser esplendoroso
Será
el guía del Mundo.
Las
suaves brisas perfumadas con incienso
Alivian
el sufrimiento de los seres,
Y
son curadas las enfermedades de todas las criaturas.
Seguramente
él será el Rey de los Médicos.
Los
cientos de dioses del Reino de la Forma
Están
libres de sus pasiones,
Y
se postran con las manos juntas.
Con
seguridad él es digno de ofrendas.
Los
hombres pueden ver a los dioses,
Los
dioses pueden ver a los hombres,
Y
nadie hace daño al otro.
Seguramente
que será el líder de los seres. [98]
Los
fuegos se han apagado,
Los
ríos han dejado de fluir,
Y
la tierra se mueve suavemente;
Seguramente
él será alguien que ve la verdad.
Monjes, siete días después
del nacimiento del bodhisatva llegó el momento de la muerte para Māyādevī; y
tras su muerte Māyādevī renació en el Cielo de los Treinta y Tres.
Monjes, vosotros podéis
pensar que la muerte de Māyādevī fue debido al nacimiento del bodhisatva, pero
estáis equivocados. Realmente esa no es la forma de verlo, puesto que ella
había alcanzado la máxima duración de su vida. Monjes, siete días después de
que los bodhisatvas del pasado nacieran en su último renacimiento, sus madres
también murieron. ¿Y por qué sucede esto? Porque si un bodhisatva creciera
desarrollando plenamente sus facultades, en el momento en el que renunciara
abandonando el hogar, el corazón de su madre se rompería.
Monjes, así pues, siete días
después de que Māyādevī hubiera salido de la gran ciudad de Kapilavastu, para
ir con gran pompa hasta el jardín de recreo, el bodhisatva entró en la gran
ciudad de Kapilavastu con un esplendor un trillón de veces mayor.
En el momento de su entrada
en la ciudad fueron llevadas delante de él cinco mil vasijas llenas de agua
perfumada. También había cinco mil doncellas en cabeza portando abanicos hechos
con plumas de pavo real; las precedían cinco mil doncellas que portaban hojas
de palma, y aún más adelante había cinco mil doncellas sosteniendo vasos
dorados llenos de agua perfumada con la que rociaban el trayecto. Estas estaban
precedidas por cinco mil muchachas que llevaban diversas guirnaldas
confeccionadas con flores silvestres, y también de cinco mil chicas que
portaban diversas cajas. Entonces vinieron otras cinco mil doncellas adornadas
con joyas preciosas, y que iban barriendo el camino. Más adelante aún,
caminaban cinco mil chicas que portaban cojines, [99] y cinco mil brahmines
llevando campanillas, las cuales hacían sonar produciendo sonidos auspiciosos.
Delante de ellos caminaban veinte mil elefantes engalanados con todos sus
adornos, y veinte mil caballos cubiertos con adornos dorados y joyas.
Siguiendo al bodhisatva
venían ochenta mil carros bellamente engalanados con mallas de campanillas
doradas, y con parasoles, estandartes de la victoria, y banderas. Después
venían cuarenta mil imponentes soldados de infantería, dignos y valientes, héroes
vistiendo sus cuerpos fuertes con armaduras. En los cielos, incontables cientos
de miles de millones de dioses de los Reinos del Deseo y de la Forma rendían
homenaje al bodhisatva con diversas clases de ofrendas. El propio bodhisatva montaba
en un carro que había sido ataviado por los dioses del Reino del Deseo con gran
cantidad de adornos. El carro era tirado por veinte mil diosas jóvenes
bellamente adornadas con joyas, y que llevaban guirnaldas de perlas. Entre cada
dos diosas jóvenes había una muchacha humana, y entre cada dos muchachas
humanas, había una joven celestial. Sin embargo, debido al poder del
bodhisatva, las jóvenes celestiales no encontraban desagradable el olor de las
humanas, ni tampoco estas se sentían humilladas por la belleza de las doncellas
divinas.
¡Oh, monjes!, cinco mil
Sakyas habían construido cinco mil moradas para el bodhisatva en la hermosa
ciudad de Kapilavastu. Cuando el bodhisatva entró en la cuidad, cada Sakya, de
pie ante cada una de las casas, con las manos juntas se postró respetuosamente
ante el bodhisatva, suplicando: “¡Oh, Sarvārthasiddha, te ruego que entres
aquí! ¡Dios entre los dioses, te ruego que entres aquí! ¡Ser puro, te ruego que
entres aquí! ¡Capitán sublime, te ruego que entres aquí! ¡Fuente del placer y
de la alegría, inmaculado en tu gloria, te ruego que entres aquí! [100] ¡Tú que
eres famoso como estando más allá del reproche, te ruego que entres aquí! ¡Tú
que lo ves todo, te ruego que entres aquí! ¡Incomparable y sin igual, tú que
posees el esplendor de las virtudes inmaculadas, cuyo cuerpo está bien adornado
con las marcas mayores y menores, te ruego que entres aquí!”
Puesto que el Rey Suddhodana
quería hacer felices a todos, y que no hubiere resentimientos, alojó al
bodhisatva por turnos en cada una de las casas. De este modo, fue solo
transcurridos cuatro meses cuando el bodhisatva entró en su propia morada, el
gran palacio conocido como Nānāratnavyūha[2]. Aquí se
estableció el bodhisatva, y aquí los más ancianos de entre el clan de los Sakya
se reunieron en consejo para tratar sobre quién entre sus mujeres debería de
ser la responsable de educar, cuidar, y alimentar al bodhisatva. Estuvieron de
acuerdo en que debería ser una persona sabia y buena, que debería de cuidarlo
en una atmosfera de bondad y altruismo. Entonces cincuenta mujeres Sakya
dijeron: “Yo soy la que debería de servir al bodhisatva.”
Pero los más ancianos entre
los Sakya observaron: “Todas estas mujeres son jóvenes y hermosas, envanecidas
y orgullosas de su belleza. Estas mujeres son incapaces de cuidar del príncipe
y de sus necesidades. Solo Mahāprajāpatī Gautamī, la hermana de la madre del
joven príncipe, es capaz de cuidar de él. Ella hará que el príncipe esté feliz
y a gusto, y también hará feliz al Rey Suddhodana.”