Monjes, el bodhisatva reveló
así este discurso sobre el Dharma a la gran asamblea de dioses. Así que ellos
llegaron a entender su mensaje, y se entusiasmaron, deleitaron, y desarrollaron
paciencia. En ese momento, el se dirigió a esa reunión de dioses afortunados:
“Amigos,
yo ahora me dirigiré a Jambudvipa. En el pasado, cuando yo practiqué la
conducta del bodhisatva, yo atraje a los seres por medio de las cuatro
actividades de dar, utilizar palabras agradables, ayudar, y actuar de forma
consecuente con lo que yo decía. Pero amigos, si ahora yo no alcanzo la
Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación, sería ingrato e irracional por
mi parte.”
Oyendo esto, los hijos de los
dioses del Cielo de Tushita lloraron y se abrazaron a los pies del bodhisatva.
Ellos dijeron: “Virtuoso, si no te quedas, este Cielo de Tushita se quedará sin
esplendor. [39]”
Ante esto, el bodhisatva
replicó a la gran reunión de los dioses: “El bodhisatva Maitreya os enseñará el
Dharma.”
Entonces el bodhisatva tomó
la corona de su propia cabeza, y la colocó sobre la cabeza del bodhisatva
Maitreya, diciendo: “¡Oh, virtuoso! Tu despertarás a la budeidad perfecta y
completa después que yo.”
El bodhisatva entronó de este
modo al bodhisatva Maitreya en el Cielo de Tushita.
Entonces, él se dirigió de
nuevo a la gran asamblea de los dioses: “Amigos, ¿En qué tipo de forma debería
de entrar en el vientre de una madre?”
Algunos replicaron: “Como un
ser humano, y bajo la forma de un brahmín.” Pero otros dioses sugirieron: “Bajo
la forma de un Sakra, o de un Brahma, o como un gran rey, o como Vaisravana, o
como Rahu, o como un gandharva, o un kinnara, o un mahoraga, o como Mahesvara,
o el dios de la Luna, o el
dios del Sol, o como
un garuda.”
Allí también estaba presente
un hijo de los dioses del Cielo de Brahma, que tenía como nombre Ugratejā. Tras
haber sido un sabio en sus
vidas anteriores, él había renacido entre los dioses, donde había alcanzado la
irreversibilidad con respecto a la Insuperable, Perfecta, y Completa Iluminación.
El dijo: “Los mantras de los
brahmines, y los Shastras de los Vedas mencionan cual es forma adecuada para un
bodhisatva cuando desciende dentro del vientre de una madre. Debería de ser con
la forma de un gran elefante excelente con seis colmillos, cubierto con una red
dorada. Su cabeza debería de ser de color rojo, y sumamente bella. Debería de rezumar
fluidos fragantes de sus sienes, y tener un cuerpo glorioso. Un brahmín que
esté versado en los Vedas y en los Shastras reconocerá esas características, y
en base a ellas predecirá la llegada de una persona que estará dotada con las
treinta y dos marcas de un gran hombre.”
Monjes, mientras el
bodhisatva estaba residiendo aún en el sublime Cielo de Tushita, él consideró
el momento para su nacimiento. En ese momento, él manifestó ocho presagios en
la sublime residencia del Rey Suddhodana. ¿Cuáles eran estos ocho?
La residencia era inmaculada puesto
que todas malas hierbas, los tocones, las zarzas, los guijarros, la gravilla
habían sido quitadas. Estaba bien [40] regada y limpia. Estaba al abrigo del
viento, y completamente libre de hollín y de polvo. Allí no había mosquitos,
moscas, avispas, o serpientes. Estaba cubierto de flores, y el terreno era
llano como la palma de una mano. Este fue el primer presagio.
Al palacio llegaron bandadas
de pájaros desde el Himalaya, la reina de las cordilleras. Allí había
pattraguptas, loros, mynas, cucos, cisnes, zarapitos, pavos reales, gansos
salvajes, agachadizas, ruiseñores, faisanes, y muchos otros. Los pájaros exhibían
alas de bellos y deliciosos colores, y cantaban con melodías deliciosas. Se
posaban sobre las terrazas, torres, portales, pabellones, y terrazas elevadas
de la sublime residencia del Rey Suddhodana. Los pájaros estaban alegres y
contentos, y cada uno de ellos cantaba feliz. Este fue el segundo presagio.
En todos los parques de
recreo del Rey Suddhodana, en los bosques y jardines, los árboles florecieron y
fructificaron con frutos de todas las estaciones. Este fue el tercer presagio.
En cada uno de los estanques
de lotos y embalses del Rey Suddhodana aparecieron lotos del tamaño de ruedas
de carreta, cada uno de ellos con miles de trillones de pétalos. Este fue el
cuarto presagio.
En esa sublime residencia del
Rey Suddhodana, todas las provisiones de mantequilla, aceite de sésamo, miel,
azúcar sin refinar, y melaza, nunca se agotaban y parecían estar repletas
aunque se utilizaran abundantemente. Este fue el quinto presagio.
Dentro de los pabellones de
las mujeres de la excelente residencia del Rey Suddhodana, todos los
instrumentos, tales como los grandes timbales, los timbales de arcilla y de
madera, las flautas, laudes, los instrumentos de lengüeta, laudes de tres
cuerdas, campanillas, y címbalos emitieron música maravillosa por sí mismos,
sin necesidad de que nadie los tocara. Este fue el sexto presagio. [41]
En la residencia del Rey
Suddhodana, la más excelente de todas, todos los cofres que contenían
substancias preciosas, tales como oro, plata, joyas, perlas, berilio, conchas,
cristales, y corales, abrieron sus tapas y mostraron su perfección sin faltas,
y su abundancia. Este fue el séptimo presagio.
Apareció una luz pura e
inmaculada, mucho más brillante que las del Sol y de la Luna, y produjo placer
físico y mental. Este fue el octavo presagio.
[B3] La reina Maya se bañó y
se aplicó perfumes; adornó los brazos con varios brazaletes, y se vistió con
las prendas más finas y hermosas. Feliz, gozosa, y entusiasmada, estaba
acompañada y rodeada por diez mil mujeres. Ella se encaminó hacia donde estaba
confortablemente sentado el Rey Suddhodana, en el salón de música. Se sentó a
su derecha, en un trono precioso que estaba cubierto con una celosía enjoyada.
Sonriendo, y con un semblante que reflejaba confianza, se dirigió al Rey
Suddhodana, empleando estos versos:
“¡Su
majestad, maestro de la tierra, buen señor, te ruego que me escuches!
¡Su
alteza, por favor, otórgame tu favor!
Por
favor, escucha y regocíjate de corazón,
Con
respecto a estos deseos que rondan mi mente.
Señor,
movida por el amor hacia todos los seres, yo adoptaré los ocho preceptos,
Los
cuales incluyen la disciplina y la conducta moral, el ayuno,
El
abstenerse de dañar a ningún ser; y manteniendo siempre sentimientos puros,
Yo
amaré a los demás como a mí misma. [42]
Yo
he renunciado a todo pensamiento de latrocinio, y he abandonado el apego e
ignorancia;
Su
majestad, yo no actuaré de forma inmoral;
Seré
veraz, no calumniaré a otros, y abandonaré las palabras ofensivas;
Nunca
utilizaré palabras sin sentido o no virtuosas.
Renuncio
a todo enfado, agresión, estupidez, y engreimiento;
Renuncio
a toda codicia, y estaré contenta con lo que tenga;
Actuaré
de forma apropiada, y renuncio a la zalamería, hipocresía, y envidia.
Yo
discurriré por este sendero de las diez acciones virtuosas.
Yo
estoy completamente dichosa manteniendo una conducta estrictamente
disciplinada,
Por
tanto, ¡Oh soberano, maestro de los hombres, no actúes con lujuria debido a la
atracción que sientes hacia mí!
Su
majestad, que lo no virtuoso no surja en ti durante mucho tiempo;
Por
favor, regocíjate en el hecho de que yo esté cerca de ti manteniendo una
disciplina estricta.
¡Su
alteza, te pido que hoy digas sí rápidamente!
Yo
quisiera vivir feliz, rodeada de mis amigas,
Dentro
del pabellón fresco situado en lo alto del palacio, donde los cisnes se posan,
Sobre
una cama blanda y fragante en la que estén esparcidas flores.
Que
pueda no ser atendida por sirvientes masculinos, muchachos,
O
incluso por mujeres ordinarias.
Que
pueda yo oír solo conversaciones placenteras y armoniosas,
Y
que pueda no ser oído o visto nada desagradable.
Te
pido que liberes a todos los que están confinados en las prisiones,
Y
que dotes al pobre con riquezas. [43]
Para
la felicidad de la gente, durante una semana, por favor,
Da
comida, bebida, vestido, carros, palanquines, y caballos.
Que
puedan todos y cada uno de los hombres, mujeres, y niños de este palacio
Estar
libres de disputas y de palabras coléricas.
Que
puedan sus mentes estar llenas de afecto mutuo,
Y
que puedan disfrutar estando juntos, como los dioses en las arboledas de
recreo.
Que
pueda no haber persecución, golpes, o amenazas maliciosas;
Que
pueda no haber falta de retribución real, o castigo injusto;
Señor,
por favor, mira a todos los seres como si fueran tu único hijo,
Piensa benevolentemente y amorosamente con una mente
serena.
Cuando
el rey oyó estas palabras, se regocijó y proclamó:
“¡Que
suceda todo lo que deseas!
Todo
lo que buscas y quieres,
Todo
eso que pides te lo daré.”
Entonces
el rey excelente ordenó a su séquito:
“Haced
los mejores preparativos en las habitaciones superiores del palacio,
Decoradlas
con flores hermosas, y utilizad el mejor incienso y perfume.
Adornadlas
con parasoles, estandartes, y con filas de hojas de palmera.
Emplazad
una guardia de veinte mil bravos guerreros con armaduras,
Portando
espadas, arcos, venablos, y lanzas.
Que
ellos guarden las habitaciones en las que los cisnes cantan melodiosamente;
Que
ellos guarden a la reina con extremo cuidado de forma que no sienta temor.”[44]
Bañada,
perfumada, bien vestida, y con sus brazos enjoyados,
Rodeada
por sus asistentes femeninas, como una doncella divina,
Acompañada
por el placentero sonido de miles de címbalos,
La
reina ascendió, y descansó lo mismo que una diosa.
Las
patas de su cama estaban embellecidas con bellas y caras joyas divinas;
Era
una cama confortable cubierta de flores.
Allí
ella desabrochó su tiara de joyas preciosas,
Como
una joven divina en el Jardín de Misraka.
Monjes, mientras tanto los
dioses estaban reunidos. Estaban los Cuatro Grandes Reyes; Sakra, el jefe de
los dioses; y los hijos de los dioses de los cielos de Suyāma, Santusita,
Sunirmita, y Paranirmitavasavartin.
También estaba Sārthavāha, el
hijo de Mara; Brahma, el Señor de Sahā; Brahmottara, el brahmín divino; Subrahmā,
el brahmín divino; y Prabhāvyūha, Ābhāsvara, Mahesvara, y los hijos de los
dioses que moraban en Nisthāgata y Akanistha, y también muchos otros cientos de
miles de dioses de otros cielos. Ellos hablaban unos con otros, con estas
palabras:
“Amigos, si permitiéramos que
el bodhisatva parta solo, sin expresarle nuestra gratitud, sería deshonroso
para nosotros. Amigos, ¿Quién de entre nosotros tendría el coraje suficiente
para servir al bodhisatva constantemente e incesantemente mientras viaja al vientre
de su madre? ¿Quién lo servirá mientras permanezca en el vientre, durante el
nacimiento, y mientras juegue y crezca en su infancia? ¿Quién lo servirá cuando
esté en los apartamentos de las mujeres mientras ve actuaciones musicales; y
cuando renuncie a su hogar y emprenda las austeridades? ¿Quién lo servirá
cuando se dirija al asiento de la Iluminación, subyugue a los demonios, cuando
alcance la Insuperable Perfecta y Completa Iluminación; y gire la Rueda del
Dharma? ¿Quién puede seguir acompañándolo con una actitud amable, afectuosa,
amistosa, amorosa, y noble?”
Entonces cantaron estos
versos: [45]
“¿Quién
de entre nosotros tendrá el coraje para seguir alegremente
A
este ser; a aquel que tiene esa apariencia perfecta?
¿Quién
querría incrementar
Su
mérito, esplendor, poder, y renombre?
A
quien habite en estos palacios divinos,
Y
desee disfrutar los placeres celestiales
De
las diosas y de los deleites divinos,
Dejadle
que sirva a aquel que posee un rostro como una Luna inmaculada.
A
quien desee disfrutar del encantador Jardín de Misraka,
Con
el palacio celestial, el lugar de nacimiento de los dioses,
Lleno
de flores doradas,
Dejadle
servir a aquel de brillo inmaculado.
A
quien desee juguetear con las diosas
En
un carruaje espléndido, o en los jardines de placer
Alfombrados
con pétalos de flores de mandarava,
Dejadle
servir a este gran ser.
A
quien aspire a ser el gobernante del Cielo de Yāmya ,
O
ser el señor del Cielo de Tushita,
Alguien
digno de ser honrado por todos los seres,
Dejadle
servir a aquel de renombre ilimitado.
A
quien desee disfrutar en una hermosa mansión
Y
quiera disfrutar de todas las ilusiones creadas mentalmente,
Dejadle
servir a aquel de cualidades excelentes.
A
quien ha dominado a los Maras, pero que no alberga odio en su mente;
Quien
ha obtenido la maestría sobre todo tipo de poderes,
Quien
ha dominado sus sentidos y ha superado a los otros,
Dejadle
ir con aquel que siempre está para ayudar.
Similarmente,
aquel que desee ir más allá del Reino del Deseo,
Y
residir en el Cielo de Brahma,
Dejadle
servir hoy al gran ser
Que
resplandece con los cuatro inmensurables.
A
quien aspire a nacer entre los humanos
En
el vasto reino de un monarca universal
Dejadle
servir a aquel de mérito abundante,
La
mina de joyas, quien otorga la ausencia de miedo y el gozo.
A
quien quiera ser un gobernante o el hijo de un comerciante acaudalado,
Rico,
feliz, y con gran riqueza,
Rodeado
por un gran ejército capaz de vencer a los enemigos,
Dejadle
ir con este benefactor.
A
quien desee belleza, lujos, y poder,
Y
aspire a tener fama, coraje, y buenas cualidades,
Y
quiera hablar con palabras agradables que sean tenidas en cuenta,
Dejadle
servir a señor instruido que habla con la voz de Brahma. [46]
A
quien desee los gozos de dioses y de humanos,
O
toda la felicidad de los tres reinos de la existencia,
O
el gozo de la concentración y la felicidad en soledad,
Dejadle
seguir al Señor del Dharma.
A
quien anhele abandonar el apego y el odio,
Y
quiera disipar la oscuridad de las aflicciones,
Dejadle
con su mente en calma, tranquila, y totalmente en paz,
Seguir
rápidamente a quien ha domado su mente.
A
quien desee la sabiduría de los instruidos, los maestros, y los Realizadores
Solitarios,
Y
también la sabiduría de la omnisciencia,
Y
que espera rugir como un león a través de los diez poderes,
Dejadle
seguir al instruido que posee un océano de cualidades.
Aquel
que desee cerrar el camino hacia los reinos inferiores´
Y
abrir el sendero hacia los reinos afortunados de la inmortalidad,
Y
viajar transitando por el sendero óctuple,
Dejadle
seguir a quien ha completado todos los senderos.
A
quien desea hacer ofrendas al Tathagata,
Y
escuchar el Dharma de ese Señor de la Compasión,
Y
lograr las cualidades de la Sangha,
Dejadle
seguir a este océano de cualidades.
A
quien espera poner fin a los sufrimientos del nacimiento, vejez, enfermedad, y
muerte;
Y
estar libre de los grilletes de la existencia cíclica,
Y
disfrutar de la pureza igual al espacio ilimitado,
Dejadle
seguir a este ser puro.
A
quien desee liberarse a sí mismo y a los demás,
Deseando
la belleza que es agradable para todos,
Las
marcas corporales supremas, y el florecimiento de las buenas cualidades,
Dejadle
atender al instruido que es hermoso de contemplar.
El
instruido que aspira a obtener
La
disciplina moral, la concentración, y la sabiduría,
Quien
quiere la liberación que es profunda, difícil de ver, y difícil de investigar,
Dejadle
seguir rápidamente al rey de los médicos.
A
quien desee muchas de estas cualidades
Y
la felicidad de la existencia y también del nirvana,
Y
que quiere perfeccionar hasta el nivel último todas las cualidades,
Dejadle
seguir al instruido que domina la disciplina moral.”
Cuando ellos oyeron estos
versos, los dioses se reunieron. Había 84.000 dioses del Cielo de los Cuatro
Grandes Reyes; 100.000 dioses del Cielo de los Treinta y Tres; 100.000 dioses
del cielo de Libre de Conflicto; 100.000 dioses del Cielo de la Alegría;
100.000 dioses del cielo de Deleitándose en Emanaciones; 100.000 dioses del
cielo de Haciendo Uso de Emanaciones de Otros; 60.000 dioses del reino de Mara
en el que habían nacido debido a sus anteriores acciones virtuosas; 68.000 [47]
dioses del reino de Brahma, y muchos cientos de miles de dioses que se habían reunido
procedentes de todos los reinos hasta llegar al cielo más elevado.
Además, muchos cientos de
miles de hijos de dioses vinieron juntos desde el este, el sur, el oeste, y el
norte. El más destacado de entre los hijos de los dioses, pronunció estos versos
ante la gran asamblea de los dioses:
“¡Señores
inmortales, por favor, escuchad estas palabras
Que
expresan lo que hay en nuestras mentes!
Abandonaremos el disfrute de los placeres sensuales, y el
gozo de la concentración;
Para
servir a este ser puro supremo.
Ya
que él entra en el vientre, permanece en el vientre, y nace,
Nosotros
haremos ofrendas al Gran Ser, tan digno de ser venerado.
Protegeremos
al Sabio, quien está bien guardado por el mérito;
Nadie
puede causarle problemas impulsado por una mente hostil.
Con
canciones y el sonido melodioso de los címbalos,
Alabaremos
las cualidades de aquel que posee un océano de cualidades.
Quien
oiga esto generará la mente de la iluminación;
Y
así deleitará a todos los dioses y humanos.
Llenaremos
el palacio del rey con pétalos de flores,
Y
encenderemos el mejor incienso de aloe negro.
Con
ese aroma los dioses y humanos estarán contentos,
Los
librará de la enfermedad y la fiebre, y los hará felices.
Llenaremos
toda la ciudad de Kapilavastu
Con
flores de mandarava abiertas, hermosos jazmines, e hibiscos;
Para
hacerle ofrendas a él,
Quien
aparece debido a las acciones virtuosas.
Mientras
esté en el vientre de su madre, sin estar manchado por las tres manchas,
Y
hasta que nazca para poner fin a la vejez y la muerte,
Lo
serviremos devotamente.
Nuestro
deseo es hacer ofrendas al de gran inteligencia. [48]
Será
una gran bendición para los dioses y humanos
Ser
testigos de cómo el recién nacido da siete pasos;
Verlo
ser recibido por Sakra y Brahma,
Y
ver al Ser Puro bañado con agua perfumada.
Nosotros
lo serviremos devotamente
Mientras
se comporta de acuerdo con el mundo;
Y
mientras conquista las aflicciones del deseo dentro de las habitaciones de las
mujeres;
Y
cuando renuncia completamente a su reino.
Cuando
coja la hierba y se dirija al asiento de la Iluminación,
Venza
a los Maras y alcance la Iluminación,
Y
sea instado a girar la rueda del Dharma por un billón de Brahmas,
Durante
ese tiempo, nosotros haremos ofrendas vastas al Sugata.
Mientras
el doma a trillones de seres para alcanzar la inmortalidad,
Realizando
la actividad iluminada en un universo de tres mil millones de mundos,
Y
hasta que pase dentro de la calma y paz del nirvana,
Durante
ese tiempo, ninguno de nosotros abandonará al sabio afamado.
Monjes, las hijas de los
dioses que habitan en los cielos del Reino del Deseo vieron la perfección del
cuerpo del bodhisatva, y se preguntaron: “¿Cómo es ella, la joven que concebirá
a este ser sublime y supremo.”
Llenas de curiosidad,
reunieron las flores mejores y más finas, incienso, lámparas, perfumes,
guirnaldas, ungüentos, polvos, y paños. Entonces, puesto que estaban bendecidas
con poderes sobrenaturales que eran un resultado de la maduración del mérito, y
poseedoras de unos cuerpos mentalmente creados, desaparecieron instantáneamente
de ese palacio celestial.
Por medio de sus poderes
sobrenaturales, ellas viajaron a Kapilavastu, esa ciudad sublime con cien mil
jardines, [49] y llegaron al palacio del Rey Suddhodana, conocido como la Casa
de los Cisnes, una gran mansión que parecía el palacio de los gobernantes de
los dioses.
Las doncellas celestiales,
luciendo largos vestidos sueltos, estaban bien adornadas por el esplendor de su
mérito inmaculado, y sus brazos y manos estaban adornados con ornamentos
divinos. Vieron a la reina Māyā descansando en su hermosa cama. Señalándola
unas a otras, planeando en medio del cielo, cantaron estos versos unas a otras:
“Nosotras,
las hijas de los dioses, que habitamos las moradas divinas
Vimos
el cuerpo atractivo del bodhisatva,
Entonces
nosotras pensamos:
“¿Cómo
será la madre del bodhisatva?”
En
nosotras surgió la curiosidad, y nos aproximamos al palacio real
Con
guirnaldas de flores en nuestras manos.
Portando
gran cantidad de flores y de ungüentos,
Nos
postramos con las manos juntas.
Siendo
nosotras bellas y maravillosamente vestidas,
Al
ver a la reina Māyā descansar en su lecho,
Apuntamos
hacia ella con nuestras manos, diciendo:
“¡Mirad
la belleza de esta mujer!”
Debido
a nuestro orgullo, nosotras pensábamos
Que
las hijas de los dioses teníamos los cuerpos más bellos,
Sin
embargo, cuando vimos el cuerpo de la esposa del rey,
Vimos
que su esplendor sobrepasaba el de nuestros cuerpos divinos.
Dotada
con grandes virtudes, digna de veneración,
Es
ella la que será la madre del Mas Grande de los Hombres.
Lo
mismo que una joya está dentro de un hermoso recipiente,
Esta
reina será el recipiente que contenga al Dios de los Dioses.
Desde
las palmas de sus manos hasta la suela de sus pies,
Su
cara y su cuerpo son espléndidos, más aún que las de las diosas,
Indudablemente,
cuando la miras, los ojos no se cansan de verla,
Pues
ella trae una gran alegría al corazón y mente.
Su
cara y cuerpo son atractivos;
Su
rostro brilla como la hermosa Luna en el cielo,
Y
su cuerpo que llamea como el fuego inmaculado del Sol,
Resplandece
con una luz excelente.
La
figura de esta reina es resplandeciente,
Brilla
como el oro más puro.
Su
cabello es suave, limpio, y agradablemente perfumado;
Negro
como una abeja, y con bucles.
Sus
ojos son como pétalos de loto,
Sus
dientes lucen como las estrellas en el cielo.
Su
busto es curvo como un arco,
Y
sus hombros redondeados se encuentran suavemente con sus pechos.
Sus
caderas son anchas, y sus piernas son firmes como la trompa de un elefante;
Sus
rodillas están bien formadas, y las palmas de sus manos
Y
las suelas de sus pies son suaves y rosadas.
Indudablemente,
ella solo podría ser hija de los dioses.”
Tras
haber contemplado así a la reina de
diversos modos,
Lanzaron
flores y la circunvalaron por tres veces
Alabando
a la gloriosa madre del Conquistador,
Y
al momento siguiente retornaron al reino de los dioses.
Entonces
los cuatro guardianes de las cuatro direcciones,
Junto
con Sakra, Suyāma, Nirmita, y ejércitos de dioses,
Semidioses,
kumbhāndas, raksasas,
Mahoragas,
y kinnaras, dijeron:
“Id
ante el Más Excelente de los Hombres;
Guardadlo
y protegedlo,
Pero
no hagáis daño a los seres,
No
hiriendo a nadie.”
Como
la reina Māyā estaba residiendo en el palacio
Junto
con su séquito,
Cogiendo
sus arcos y flechas, espadas, y jabalinas,
Permanecieron
vigilantes en medio de los cielos.
Los
hijos de los dioses, conocedores de que el tiempo de descender había llegado,
Se
presentaron ante la reina Māyā
Y
arrojaron flores y ungüentos;
Con
las manos juntas, le rindieron homenaje, diciendo:
“¡Es
la hora de que el León descienda!
¡Señor
de los Hombres, nace!
Genera
compasión y amor hacia los seres;
Te
rogamos que otorgues el regalo del Dharma.”
Monjes, como el bodhisatva
estaba a punto de morir y de renacer, muchos cientos de miles de bodhisatvas que
moraban en el Cielo de Tushita, y a quienes les restaba un solo nacimiento,
vinieron a él desde el Este. Se aproximaron en orden ante él para hacerle
ofrendas. Similarmente, muchos cientos de miles de bodhisatvas a quienes les
quedaba un solo renacimiento llegaron de las diez direcciones al Cielo de
Tushita, y también se aproximaron en orden al bodhisatva para hacerle ofrendas.
Allí había también cientos de
miles de hijas de los dioses procedentes del Cielo de los Cuatro Grandes Reyes
que tañían sus instrumentos y que cantaban dulces canciones al bodhisatva.
84.000 diosas del Cielo de los Treinta y Tres, del Cielo Libre de Conflictos,
[51] del Cielo del Gozo, del Cielo de Deleitándose en Emanaciones, y del Cielo
de Deleitándose en las Emanaciones de Otros, se aproximaron al bodhisatva, y le
hicieron ofrendas cantando canciones y tocando todo tipo de instrumentos.
En aquel tiempo, el
bodhisatva se había sentado en el trono llamado Gloriosa Esencia, dentro
de su gran palacio. Este trono había sido producido en base a su inmenso
mérito, y era visible para los dioses y los nagas. Entonces, rodeado por las
multitudes de bodhisatvas, dioses, nagas, y yaksas que estaban en torno a él,
comenzó su partida del Cielo de Tushita.
Monjes, el bodhisatva al
partir comenzó a emitir de su cuerpo una luz brillante que superaba a la de los
dioses, una luz tan grande que un universo de tercer grado de tres mil millones
de mundos fue completamente llenado por esa luz. Incluso las regiones más
oscuras de los mundos, las cuales estaban llenas de negatividad y oscuridad, en
las que ni siquiera el Sol y la Luna con su gran fuerza y poder eran capaces de
iluminarlas, fueron iluminadas por ella. En esos reinos, los seres
desafortunados son incapaces de ver sus propias manos. Pero incluso aquí brillo
esa luz deslumbrante. Debido a esa luz, los seres de esas regiones se
reconocieron unos a otros, y comentaron: “¡Escuchad amigos! También han nacido
aquí otros seres!”
Durante un momento, el
universo de tres mil millones de se movió fuertemente de seis formas distintas y con dieciocho grandes signos. Los mundos
fueron sacudidos, fuertemente sacudidos, sacudidos en todos los lados; los
mundos temblaron, temblaron fuertemente, temblaron en todos los lados; los
mundos fueron agitados, agitados fuertemente, agitados en todos los lados; los
mundos resonaron, resonaron fuertemente, resonaron en todos los lados; los
mundos reverberaron, reverberaron fuertemente, reverberaron en todos los lados;
los mundos fueron bajados en los bordes, elevados en el medio; los mundos
fueron bajados en el medio, elevados en los bordes; fueron bajados en el Este,
elevados en el Oeste; fueron bajados en el Oeste, elevados en el Este; fueron
bajados en el Sur, elevados en el Norte; fueron bajados en el Norte, elevados
en el Sur.
En ese momento se oyeron toda
clase de sonidos agradables y alegres. Había sonidos que inspiraban amor y que
hacían que uno se sintiera sereno. Había sonidos atrayentes y refrescantes que
eran imposibles de describir o imitar, unos sonidos agradables que no producían
miedo. En ese momento no existía un solo ser que sintiera agresividad, temor, o
angustia. En ese instante, incluso la luz del Sol y de la Luna, y todo el
esplendor de los dioses, tales como Sakra, Brahma, o los guardianes del mundo
estaba eclipsada. Todos los seres que moraban en los infiernos, o los que
habían nacido en el vientre de un animal, o quienes habían nacido en el reino
de Yama, fueron liberados del sufrimiento y llenos de bienestar. Ningún ser
estaba atormentado por el deseo, el odio, la confusión, el apego, o la envidia.
Ningún ser estaba punzado por la hipocresía, el orgullo, enfado, maldad, o
remordimiento. Todos los seres sentían hacia los demás el mismo afecto que los
padres sienten hacia sus hijos.
Cientos de millones de
instrumentos musicales, tanto divinos como humanos, tocaban sus dulces melodías
sin que nadie los tocara. Cientos de millones de dioses portaban la gran
mansión del bodhisatva utilizando sus manos y hombros; mientras cien mil
jóvenes doncellas celestiales se reunían en torno al palacio-en frente, atrás,
a la izquierda, y a la derecha-alabando al bodhisatva con sus dulces canciones:
[53]
“Tu
acumulaste previamente grandes acciones meritorias,
Has
aparecido debido a la virtud acumulada a lo largo de muchísimo tiempo,
Y
te has purificado por medio del Dharma;
Hoy,
nosotras te traemos una gran ofrenda.
En
el pasado, durante millones de eones,
Tú
has entregado a tus hijos e hijas.
Esta
lluvia de flores celestiales
Es
la fructificación de esa generosidad.
Señor,
tu diste tu propia carne cortándola
Pesándola
en una balanza para liberar a un pájaro.
La
fructificación de esa práctica de generosidad
Es
que los fantasmas hambrientos obtengan comida y bebida.
En
el pasado, durante millones de eones,
Tú
desarrollaste la paciencia como una base para alcanzar el despertar;
El
resultado de tu práctica de la paciencia
Es
que los dioses y humanos desarrollen mentes cariñosas.
En
el pasado, durante millones de eones,
Desarrollaste
un esfuerzo supremo y firme;
El
resultado de tu práctica del esfuerzo diligente
Es
que tu cuerpo es hermoso como el Monte Meru.
En
el pasado, durante millones de eones,
Te
entrenaste en la concentración para purificar las aflicciones;
El
resultado de tu práctica de la concentración
Es
que los seres no son dañados por las aflicciones.
En
el pasado, durante millones de eones,
Te
has entrenado en la sabiduría que destruye las aflicciones;
El
resultado de tu práctica de la sabiduría
Es
que tú emites una luz sublime y bella.
Con
la armadura del amor tú has destruido las aflicciones
Y
has desarrollado la gran compasión hacia todos los seres.
Tú
has alcanzado el deleite perfecto y la ecuanimidad excelente;
¡Oh,
Sugata, homenaje a ti!
Exaltado
por el esplendor de la luz de la lámpara de la sabiduría,
Tú
has iluminado toda la oscuridad de los engaños;
Tú
eres el ojo que guía a los tres mil mundos, el único que muestra el sendero.
¡Oh,
Muni, homenaje a ti!
Diestro
en el conocimiento superior de las bases de los poderes milagrosos
Tú
ves la verdad y has aprehendido el significado de la pureza;
Tras
haber cruzado más allá, liberas a los demás seres.
¡Oh,
Sugata, liberador, homenaje a ti!
Diestro
en el conocimiento de todo y en los medios hábiles,
Tú,
que no cambiarás más, manifiestas un cambio de forma;
Desapegado
del mundo,
No
obstante de adecúas a sus costumbres.
Quien
te ve o escucha
Obtiene
un beneficio supremo e inimaginable;
Quien
te oye exponer el Dharma
Y
tiene fe, es llenado de abundante alegría.
Ahora
el Cielo de Tushita se queda sombrío,
Pero
el Sol ha surgido en Jambudvipa;
Esta
luz despertará a innumerables seres
Del
sueño de las emociones aflictivas.
Hoy
el palacio estará lleno de maravillas,
Lleno
con cientos de miles de dioses;
Y
en el palacio, una multitud de diosas
Tañe
una música dulce con sus instrumentos.
La
reina está dotada de una belleza suprema
Alimentada
por la brillantez de su mérito y acciones virtuosas.
Este
hijo suyo perfecto eclipsará
A
los tres reinos con su esplendor.
La
esplendorosa apariencia de este hombre perfecto
Hará
imposible la existencia de codicia y de disputas
Entre
los moradores de este palacio sublime.
Todos
tendrán una mente cariñosa y reverente.
Cuando
un rey del linaje de un monarca universal nace
Dentro
del linaje de un rey, ese linaje será grandemente fortalecido.
Similarmente,
la ciudad de Kapilavastu será perfecta
Y
llena de tesoros.
Los
yaksas, raksasas, kumbhāndas, guhyakas,
Los
ejércitos de dioses y dānavas,
Aquellos
que están prestos para guardar al mejor de los hombres,
Pronto
encontrarán la liberación.
Guía,
cualesquiera que sean los méritos acumulados
Alabándote
con respeto y reverencia,
Nosotros
los dedicamos todos ellos al logro del despertar.
¡Oh,
Mejor de los Hombres, que podamos llegar a ser como tú rápidamente!
Esto
concluye el Capítulo Cinco, sobre “La puesta en movimiento"